Revuelvo mi café con la mirada perdida en la ventana de la cafetería. Odio que me hagan esperar. Esto lo pagará caro ese imbécil. Repaso por décima vez mi sesión del otro día con el idiota de Paul. Qué cerca estuvo de desenmascararme, debo ser más cuidadosa con mis reacciones, o lo sabrá. Es que el muy maldito, sabe sacarme de quicio sin esfuerzo. Incluso más que la desgraciada de Nina.
<<Paciencia, Ella, pronto… pronto…>> me repito como mantra.
—Lamento mucho la demora. El tráfico en New York es de terror. —Se excusa mi acompañante con una sonrisa de disculpa y un beso en mi mejilla.
—¿No llevas viviendo en NY toda la vida? —pregunto con ironía. Él sonríe y toma asiento frente a mí.
—Cierto, pero estuve como tres años en París y me desacostumbré
—Lo siento, Paul. Hicimos todo lo que pudimos. —Avisa el doctor Johnson, el jefe de urgencias.—Gracias. Le diré a la familia, si no te importa.—Adelante.El camino desde la sala de trauma, hasta la de espera es interminable. Cuando recibí el llamado de la enfermera Louis, avisándome que uno de mis pacientes, el Teniente James Cooper, había sido ingresado por una herida de bala de inmediato supe que era un suicidio y que, esta vez, no había fallado. Cooper lleva años luchando contra la depresión, por su SPT a causa de su servicio en el ejército. Y todos los tratamientos que probaba, no daban buenos resultados. Demasiado daño.—Señora Cooper, lo lamento mucho. No pudieron salvarlo. Los médicos lo han intentado todo. Lo hemos intentado todo… —digo a su viuda.—Lo sé, doctor Smith, gracias por todo —respo
Lentamente, comienzo a ser consciente de mi respiración, de mi cuerpo y de mi persona. Abro los ojos con lentitud y veo una habitación apenas iluminada por la luz de la luna. Giro mi rostro hacia la ventana y me pierdo en el paisaje, en el oscuro cielo y el resplandor de la luna.De inmediato, sé que estoy nuevamente en el hospital, ha vuelto a pasar, Ella lo ha conseguido. Aún no sé cuál es el daño que causó esta vez, pero algo dentro de mí me dice que es grave. Estoy tan agotada de luchar, ya no quiero seguir peleando por vivir mi vida. La desesperación que la búsqueda de tranquilidad me causa, me abruma. Necesito que se termine, no puedo seguir así. Ya no más. Nunca más…Mi enfermera favorita entra a la habitación, cargando una bandeja de comida. Enciende la luz y apoya la bandeja sobre la mesa.—Hola, cariño —saluda amab
—¿Qué tal la nueva escuela? —pregunto a Macon mientras cenamos los cuatro. Su adaptación al nuevo colegio nos tiene entusiasmados. Se lo ve mucho más tranquilo y feliz. Y vuelve a casa con una sonrisa.—Hoy me enseñaron el uso correcto de los colores. Y pintamos sobre lienzo —dice sonriendo.—¡Eso es maravilloso, Macon! —Felicita su madre, y cuando la miro a los ojos, sé que ahora está más feliz que nunca.—¿Yo también puedo ir a esa escuela? —pregunta Beth.—No, cariño, esa escuela es solo para Macon —explico con dulzura, a lo que ella responde con un mohín.El golpe fuerte de la puerta delantera nos sobresalta a todos. Y por un segundo, nadie es capaz de moverse, hasta que vuelve a sonar un llamado desesperado sobre la madera.—Ya voy yo —aviso a Kate, que me mira con preocupaci&o
—¿Realmente vas a hacerlo? —pregunta Ella sentada a mi lado.—Sí, ya no tiene sentido. Lo que hiciste…—Lo que hicimos —corrige—. Yo soy tú ¿recuerdas?—Ya no más, nunca más…—Es la decisión correcta. El mundo será un lugar mejor sin ti.—Sin nosotras. —Esta vez la que la corrige soy yo.—Nadie va a extrañarte, nadie necesita de ti.—Solo una cosa más y será todo.—Bien.Tomo el móvil de mi bolsillo y marco el número que me sé de memoria. Dos timbres después, su voz inunda cada parte de mí.—¿Diga?—Nate, soy yo. Tu hermana, Nina.—Ah, hola, Nina ¿cómo estás? Quise llamarte, pero estuve como loco con la universidad…—No import
El calor del sol le abrasa la clara piel, la suave hierba le hace cosquillas, el aire huele a vida, a dulce, a libertad... Ahora todo se ve y se siente distinto. Un renacer, algo que no esperaba que sucediera. Sobre todo, ahora, viendo hacia atrás, puede darse cuenta de todo lo que tuvo que atravesar para conseguir esto. Y parece un precio demasiado alto que pagar.Pero la vida es así. Nos da y nos quita a partes iguales. De otra forma, se rompería el frágil equilibrio cósmico. A algunos puede parecerles injusto, incluso hay quienes se preguntan ¿por qué yo? ¿por qué a mí? Y mi respuesta es ¿por qué no?Cada momento de felicidad, es cobrado por un momento de penuria, cada risa, por una lágrima, cada suspiro, por un quejido. Cada amor, por dolor. Es lo que los convierte en lo que son. De qué otra forma sabrías ¿qué tan fuerte eres? ¿Cómo d
—Doctor, su esposa llamó. Voy a hacer lo que me pidió y decirle textualmente sus palabras. No mate al mensajero. Dijo, y cito, “Paul, como llegues tarde a la cena de esta noche, mejor que busques un buen lugar donde dormir”. —Me avisa mi secretaria ni bien me acerco a mi despacho.—Gracias, Rosalie, mensaje recibido —respondo y cierro la puerta de mi consultorio.Dejo la carpeta que llevo bajo el brazo sobre mi escritorio y me dejo caer pesadamente sobre el sillón. Estoy agotado, ha sido un día difícil y extremadamente largo. Doy un largo suspiro, pero si no quiero terminar durmiendo en la casa del árbol, mejor me apuro para llegar temprano a casa… rebusco en el cajón por mi grabadora y presiono la tecla de grabar.—Historia clínica 23840, paciente Natacha Sloan de 23 años, ingresada luego de haber sido encontrada por la policía y los servicios
De repente, y como si despertara de un sueño, mi cuerpo comienza a reaccionar. Abro lo ojos lentamente, tengo miedo de lo que pueda ver…, pero lo único que encuentro es una negra oscuridad. No puedo ver nada, mis ojos intentan adaptarse a la penumbra, pero es como el fondo de un pozo… no hay ni un solo vestigio de luz, nada de claridad que se cuele por algún rincón… solo oscuridad. Empiezo a temblar de forma incontrolable, las manos me sudan, y siento un escalofrío recorrerme la espalda. No estoy sola, puedo sentir la respiración de alguien más muy cerca de mí… comienzo a hiperventilar y el pánico me desborda. Mi pulso se acelera y siento los latidos de mi propio corazón en mis oídos.—¿Quién está ahí? —pregunto desconfiada, pero solo escucho el eco de mi propia voz.>¿Dónde estoy? —insisto, pero no reci
Antes de bajar a la cena con nuestros amigos, paso por la habitación de los niños a darles el beso de las buenas noches. La pequeña Beth duerme abrazada a su osito de peluche, la arropo, beso su suave cabello, y es turno de Macon. Él, por su parte, está cruzado en la cama y con la manta arremolinada en sus piernas. Sonrío al verlo, incluso dormido, es diferente a su hermana. Al llegar al final de las escaleras, dejo por completo al Dr. Smith y me convierto en Paul, esposo, padre y amigo, para disfrutar de una agradable cena con nuestros queridos amigos, que se hace más larga de lo habitual.—Buenos días, doctor Smith. ¿Qué tal estuvo la cena? —pregunta mi secretaria al tiempo que me recibe con un humeante café.—Buenos días, Rosalie. Muy bien, la comida exquisita, el vino demasiado delicioso como para negarse a una segunda botella, y hoy la cabeza la tengo abombada &md