De repente, y como si despertara de un sueño, mi cuerpo comienza a reaccionar. Abro lo ojos lentamente, tengo miedo de lo que pueda ver…, pero lo único que encuentro es una negra oscuridad. No puedo ver nada, mis ojos intentan adaptarse a la penumbra, pero es como el fondo de un pozo… no hay ni un solo vestigio de luz, nada de claridad que se cuele por algún rincón… solo oscuridad. Empiezo a temblar de forma incontrolable, las manos me sudan, y siento un escalofrío recorrerme la espalda. No estoy sola, puedo sentir la respiración de alguien más muy cerca de mí… comienzo a hiperventilar y el pánico me desborda. Mi pulso se acelera y siento los latidos de mi propio corazón en mis oídos.
—¿Quién está ahí? —pregunto desconfiada, pero solo escucho el eco de mi propia voz.
>¿Dónde estoy? —insisto, pero no recibo respuesta. Comienzo a avanzar lentamente, con la mano extendida frente a mí para tratar de ayudarme en tanta penumbra.
—¿Le temes a la oscuridad, Nina? —pregunta sarcásticamente… esa maldita e irritante voz… por supuesto que la reconozco, llevo escuchándola tanto tiempo…
—¿Dónde estamos? —Continúo mientras me giro, tratando de seguir el sonido de su voz.
—No contestaste mi pregunta, ¿le temes a la oscuridad?
—Sabes que sí. Dime dónde estoy, ¿qué hago aquí?
—¿Dónde estoy?, ¿qué hago aquí? Quejas y lloriqueos… Dios… ¡eres tan irritante! ¡Absolutamente insoportable!
—Por favor… no sé cómo llegué aquí…
—¡Soy una víctima, necesito ayuda! —Vuelve a burlarse. De repente, una luz se enciende en medio de la habitación, pero apenas ilumina. Cuando mis ojos se adecuan a esta nueva realidad, la veo. Está sentada en el suelo, con las piernas cruzadas en forma de indio; como siempre, luce escalofriante… remera negra, pantalones de cuero negros, botas de combate… su cabello no mejora con el tiempo, es tan negro como el mío, pero Ella tiene algunos mechones azules que le bañan distintas partes de la cabeza. Juega con una navaja entre sus manos, clavando la punta sobre la yema de su dedo índice. Doy un paso hacia atrás instintivamente. Ella levanta la mirada, su rostro me paraliza, esa mirada de psicópata se clava en mí desafiante, que lleve todo el maquillaje oscuro y corrido no ayuda. La luz no la toca, es como si ella también le tuviera miedo.
—¿Qué está pasando? ¿Dónde estamos? —insisto cada vez más asustada.
—¿Enserio no lo sabes? —responde con esa media sonrisa macabra que hiela la sangre.
—No… lo último que recuerdo es que estaba discutiendo con Jasper y luego… nada.
—Estamos dentro —aclara.
—¿Dentro? ¿dentro de dónde? ¿Qué has hecho, Ella?
—De ti, de mí, de nosotras… —dice al tiempo que clava la navaja en el suelo y se pone de pie en un salto, lo que hace que me sobresalte y caigo con el trasero en el suelo.
—¿De qué estás hablando? No lo entiendo…
—Por supuesto que no, nunca entiendes nada, eres tan imbécil… me desesperas… ¿cómo puedes aguantar tu propia existencia? Yo me mataría…
—Basta. Detente… ¿por qué siempre eres tan mala? —curioseo mientras intento, inútilmente, callar su voz tapando mis oídos.
—¿Vas a llorar? Vamos, ya estoy aburrida de ese numerito. Llora, grita, patalea… ¡Haz lo que quieras! No servirá de nada, no puedes salir de aquí. Créeme, llevo años intentándolo…
—No lo entiendo…
—Estamos dentro de tu mente, ¡idiota! Nos encerraste aquí.
—¿Yo?
—Eres tú quien está al mando ¿no?
—¡Déjame salir! —imploro entre lágrimas. Aun no consigo entender lo que está pasando.
—Lo siento, perdí la llave… o la tiré… no lo recuerdo. —Vuelve a burlarse de forma lasciva.
Recorro a grandes zancadas la habitación, pero no logro dar con ninguna pared, por mucho que camine. Solo parece que diera vueltas alrededor de Ella. Finalmente, agotada, me dejo caer al suelo, abrazo mis rodillas y meto mi cabeza entre mis piernas. Balancearme, a veces funciona, me calma. Encuentro una ridícula sensación de seguridad al hacerlo. Cada vez sollozo más fuerte y me cuesta más y más respirar con normalidad. El corazón me golpea tan fuerte contra las costillas que me duele.
—¿En serio? ¿puedes ser más despreciable? ¡Cállate de una maldita vez y deja los lloriqueos! Tú nos metiste aquí, ¡tú sácanos! —grita Ella tan cerca de mí que el amargo aliento de su boca me llega de inmediato.
—Yo no lo hice, no hice nada…
—¡Fuiste tú! ¡Recuerda! —grita mientras me toma con ambas manos el rostro y clava sus ojos en los míos.
Y de repente, es como caer en un pozo, cientos de pequeños fragmentos se arremolinan en mi mente. Pero es tan caótico que no puedo distinguir nada. Una música comienza a sonar de fondo, es repetitiva y molesta. La piel se me eriza y siento como la sangre comienza a helarse en mis venas.
<<Brilla, brilla, pequeña estrella,
cómo imaginar lo que eres desde el cielo,
el mundo está tan alto,
como un diamante en el cielo.
Cuando el resplandeciente sol se ha marchado,
cuando no hay nada que brille sobre él,
entonces tú enseñas tu pequeña luz,
y brillas, brillas, a través de la noche…>>
Me alejo de su agarre como si sus manos me quemaran y comienzo a arrastrarme hacia atrás, impulsada por mis pies y sin poder levantarme del suelo. Un quejido ahogado escapa de mi garganta, grito tan fuerte como puedo, pequeñas partes de mi vida se hacen ahora muy visibles ante mí. <<Nate…>> es todo en lo que puedo pensar. Y entonces tengo la incomprensible certeza de que es cierto. Yo nos metí aquí, pero no sé cómo. Cubro mis ojos y es como si mi ser escapara de mí, me siento flotar… Cuando vuelvo a abrir los ojos, la luz me ciega por unos segundos. Hay tanta claridad que es doloroso para mis ojos. El cuarto es blanco, la luz fluorescente, el olor me produce náuseas, una mezcla de desinfectante y mucho cloro. Intento moverme, pero mi cuerpo esta tieso como una tabla, estoy acostada en una cama, pero no es mi habitación ¿dónde estoy? La puerta se abre, lucho porque mis ojos me obedezcan y se muevan, pero no lo hacen. Una cara desconocida se pone muy cerca de mí, ilumina mis retinas con algo parecido a una linterna pequeña. Es un joven de cabello muy claro, ojos celestes y escasa pelusa en lugar de barba. Pero es como si no me viera. Quiero hablar, quiero preguntarle dónde estoy y qué está pasando, pero no sale una sola palabra de mi boca.
—Signos vitales normales, no hay cambios… Vamos ¿por qué no despiertas? —pregunta al aire. Quiero decirle que estoy despierta, pero es como si estuviera presa en mi propio cuerpo… una prisión silenciosa y aterradora.
Antes de bajar a la cena con nuestros amigos, paso por la habitación de los niños a darles el beso de las buenas noches. La pequeña Beth duerme abrazada a su osito de peluche, la arropo, beso su suave cabello, y es turno de Macon. Él, por su parte, está cruzado en la cama y con la manta arremolinada en sus piernas. Sonrío al verlo, incluso dormido, es diferente a su hermana. Al llegar al final de las escaleras, dejo por completo al Dr. Smith y me convierto en Paul, esposo, padre y amigo, para disfrutar de una agradable cena con nuestros queridos amigos, que se hace más larga de lo habitual.—Buenos días, doctor Smith. ¿Qué tal estuvo la cena? —pregunta mi secretaria al tiempo que me recibe con un humeante café.—Buenos días, Rosalie. Muy bien, la comida exquisita, el vino demasiado delicioso como para negarse a una segunda botella, y hoy la cabeza la tengo abombada &md
—Lo siento, no hay cambios aún, seguimos probando distintos tratamientos, pero no está respondiendo como quisiéramos. —Escucho a lo lejos.—¿No hay nada más que hacer? —Jasper, mi dulce Jas… la debe estar pasando fatal por mi culpa.—Debemos esperar, cuando esté lista, despertará —responde la misma voz.Pero no estoy dormida, ¡estoy aquí! Grito inútilmente, porque de mi garganta no escapa ni un solo suspiro. Si solo pudiera decirles que estoy aquí…—Buenos días, cielo. ¿Cómo te encuentras hoy? —Es esa enorme mujer otra vez, al verla, su aspecto intimida, pero jamás nadie fue tan dulce y delicado conmigo como ella—. Debes tomar un baño, pero tranquila, yo me ocupo de ti.Como si fuera una muñeca de trapo, ella me mueve a su antojo y comienza a pasarme un paño
Es un día particularmente tranquilo esta tarde en el hospital, lento y aburrido. Como me sobra el tiempo, sigo con mi investigación sobre Natacha Sloan, necesito saber de ella, quién es, qué le pasó, qué oculta…Llamo a un contacto en la policía de Nueva York. Luego de las preguntas típicas de etiqueta, le pido cualquier cosa que pueda conseguirme sobre ella. Me promete que lo va a intentar y que, en cuanto tenga algo, me lo alcanza.—Disculpe, doctor, lo buscan. —Me advierte mi secretaria.—¿Quién, Rosalie?—Dijo llamarse Marc Preston, y dice que le urge hablar con usted, es sobre la paciente Sloan.—Hágalo pasar. —Pido, me pongo de pie, no tengo idea de quién es este hombre… y la intriga puede más.—Doctor Smith, es un placer. —El hombre que tengo frente a mí está alrededor d
—Buenos días, cielo, ¿cómo te encuentras hoy? Es un hermoso día fuera. Pronto comenzarán a caer las hojas. Me encanta el otoño, los colores son tan hermosos…<<Mi estación favorita es la primavera, todo huele a lluvia y flores>>—Hoy vamos a revisar tus heridas, no queremos que queden horribles marcas en esos hermosos brazos.<< ¿Heridas? Yo no me lastimé.>>—Esto puede doler un poco, lo siento, trataré de hacerlo rápido. ¿Por qué querrías dañarte así, cielo?<<No lo hice, no fui yo… debe haber sido Ella, siempre es Ella.>>—Se ven mucho mejor. Pero si fueras mi nieta, te daría una zurra por haberte hecho esto. La vida no nos pertenece, cielo, solo somos un momento, y Dios decide cuándo es hora de partir. No e
Me abro paso entre la multitud de fotógrafos que acampan en la entrada del hospital. Nunca seré capaz de entender la morbosidad de las personas.—Buenos días, doctor. —Me saluda Louis al pasar por su lado.—¿Qué tal la familia? —pregunto mientras reviso los ingresos de la noche anterior.—Causando alegrías y problemas, como todos…—Cierto.Antes de llegar a mi despacho y comenzar las rondas, visito a Natacha. Pero al ingresar a su habitación, me encuentro que está acompañada. Esta vez, además de Marc y Jasper, que ya me tienen acostumbrados, hay alguien más.—Doctor Smith, buen día. Deje que le presente a Nate Anderson. —Me indica Marc, señalando a un joven a su lado. Alto, atlético, con los mismos ojos azules intensos de su hermana, pero el cabello claro, aunque algunas facciones de su rost
Aún no puedo parar de temblar, solo me abrazo las rodillas y me acuno a mí misma de un lado al otro, encuentro cierta satisfacción al hacerlo, como si de alguna manera estuviera acompañada.—Estoy aquí, por si no recuerdas —dice Ella, metiéndose en mi cabeza, como de costumbre. Esa es la peor parte, Ella siempre sabe lo que pienso, no puedo ocultarle nada.—Deja de meterte en mi cabeza —murmuro, aunque estoy segura que, aunque estemos tan separadas como podemos, Ella me escucha.—Te contaré una historia. Había una vez, una niña hermosa, era tan hermosa, que sus padres estaban encantados con ella, incluso podríamos decir que su papito la amaba más que a nada en el mundo. Tanto, que era su pequeña princesita, su niña especial. Y tenían un secreto, jugaban un juego los tres, un juego secreto que nadie podí
El ruido incesante del teléfono me despierta sobresaltado. A ciegas, busco la mesa de luz y atiendo.—¿Diga? —saludo adormilado.—Doctor Smith, soy Louis, Natacha Sloan reaccionó.—¿Cuándo? ¿cómo?—Hace unos minutos, despertó gritando, está muy asustada y alterada. El doctor Brand le suministró un calmante, en este momento, duerme.—No le den nada más. Voy para allá.—Muy bien, doctor. Adiós.Salto de la cama sin mucho cuidado, con lo que despierto a Kate, que se gira y me busca a su lado.—¿Qué haces? ¿qué hora es? —pregunta refregando su rostro aún dormido.—Tarde, sigue durmiendo, debo ir al hospital.—De acuerdo, te amo.—Yo más.Me doy una rápida ducha, me visto con lo primero que encuen
Me recuesto en la cama dura del hospital y trato de calmar mi mente, aún tengo fragmentos de recuerdos. Nada es claro, todo se ve como a través de una niebla espesa que no consigo disipar. Pero, muy dentro mío, sé que lo que Ella me mostró es real, pasó, incluso cuando yo no lo recuerdo. ¿Cómo es posible vivir una vida a medias? O, mejor dicho, vivir dos vidas en una…Hablar con el doctor Smith me tranquiliza un poco, me brinda cierta paz, parece creerme, no piensa que estoy loca, quizás él pueda ayudarme. Sí, lo mejor será quedarme aquí, aunque eso implique no poder trabajar por un tiempo.—Después de todo, nadie te extrañará. —Escucho muy cerca de mí. Temo abrir los ojos y verla allí, pero lo hago de todos modos.Rebusco en la habitación, pero no encuentro a nadie, ni siquiera una sombra fuera de lugar