Jean apagaba el ordenador de su escritorio, cuando de pronto entra en su oficina su sexy secretaria. Con ese habitual contoneo de cintura que tanto le encantaba. Parecía que buscaba pelea esa noche.
—Señor Dubois… aquí le traigo unos documentos que requieren su firma hoy mismo.
—¡Ah sí!
La chica de mini falda negra coloca los documentos sobre su escritorio mientras inclina el culo dando una buena visión. Definitivamente quería pelea.
Jean firma los documentos y se los entrega a ella con una sonrisa sensual.
—Parece que te hago trabajar mucho, ¿Acaso soy un explorador?
—De ninguna manera señor Dubois.
La mujer se pone recta al verlo ponerse en pie mientras rodeaba el escritorio. Jean no se había follado a su secretaria, pero esa noche podría cambiar las cosas. Allí mismo en su oficina.
El castaño recuesta su peso sobre el borde del escritorio. Observándola de abajo hacia arriba… admirando esas admirables y formidables piernas. Era una lástima que estuviera cubiertas por esas medias.
—¿Entonces qué haces hasta esta hora trabajando?
—Se me ha hecho tarde. Pero ya me voy.
—¿Y porque tan rápido? Si es por transporte yo puedo llevarte.
Le dice tomándola por la cintura mientras la acercaba a él. Tomo las carpetas que sujetaba contra su pecho tirándola en el escritorio. Poco a poco fue aflojando los botones de su camisa.
—Señor Dubois, ¿Qué hace? Pregunta nerviosa.
—Sé que esto no está en el contrato, pero podríamos hacer una excepción tú y yo.
Termina la frase para besar el cuello desnudo de la chica quien gime de inmediato. Los besos se calentaron ya que el castaño fue descendiendo poco a poco. En cuanto el último botón fue suelto Jean se apoderó de uno de los senos de su secretaria.
—¡Oh, señor Dubois!
De inmediato este le dio la vuelta subiéndola sobre el escritorio para abrir sus piernas. Rápidamente metió las manos por debajo de la falda y de un solo jalón bajo las medias. Hizo a un lado las bragas de encaje para invadir el sexo de la mujer con el dedo.
—¡Ah! Jadeo ministras arqueaba la espalda hacia atrás.
—¿PERO QUE COÑO ESTA PASANDO AQUÍ?
Jean detuvo su mano para darse la vuelta y ver a su padre parado en medio de su oficina con el ceño fruncido.
—¡Oh dios! Dice la joven, bajando la falda para salir corriendo de la oficina.
—Adiós belleza… le dice Jean.
—¿Esto es lo que haces aquí?
—¡Padre por favor! Deja el numerito.
—Fornicas con tus empleadas en tu área de trabajo, eres un promiscuo sin ningún tipo de vergüenza. Le reclama.
—¡Claro! Como si nunca te follaste a una secretaria en tu maldita oficina.
—No me hables en ese tono Jean Pierre Dubois. Soy tu padre, y me respetas.
Jean odiaba cuando lo llamaba por su nombre completo. A veces su padre se pasaba de mojigato, pero sabía que todo aquello solo era una treta barata. Muy bien que le conoció a la infinidad de amantes que tuvo. Dándole a su madre una mala vida.
La pobre mujer había soportado mucho, agradeció que no hubiera dejado hijos regados… pero esa actitud de padre decepcionando por encontrar a su hijo a punto de follarse a su secretaria le sacaba hasta la madre. Bien que pensaba hacer gozar a esa tía.
—¿A qué has venido? Pregunta al fin.
—Si vuelvo a pillarte con una mujer en esta oficina haciendo cosas indebidas te juro que te desheredo.
—¿A eso has venido? Porque la verdad no me da gracia.
Responde cerrando el ordenador y recogiendo sus cosas. Ya que le habían arruinado el polvo, tendría que regresar a su apartamento.
—He venido por Adelaine.
—¿Qué pasa con ella? Pregunta sirviéndose un trago.
—Me ha informado que no la has llamado después de aquella noche que se fue contigo. Exijo saber porque.
—¡No tengo porqué llamarla!
—Desde luego que sí… esa mujer muy pronto será tu prometida. Y estoy seguro que esa noche ustedes dos hicieron algo más que conversar.
—No tengo por qué decirte nada de mis asuntos padre. Responde tomando un trago. —Ella sabe bien que no quiero nada con ella.
—¡TE EQUIVOCAS! le grita con la mirada asesina...
Padre e hijo mantienen una batalla de miradas justo en ese momento… Antonie Dubois estaba empeñado en casar a su hijo mayor con Adelaine Hunter. La hija de un distinguido y acaudalado banquero de Francia.
Pero con lo que no contaba el viejo era que su hijo tenía otros planes, y en ellos no incluida a la hermosa rubia de ojos azules. Después de aquella noche, había pasado una semana y Jean no se tomó la molestia en llamarla. Aunque recibía muchos mensajes por parte de ella.
Sabía que había sido mala idea acostarse con ella… se lo iba a tomar por otro lado. La chica quería casarse, estaba más que claro y pensó que si se acostaba con él lo ataría. Pero estaba equivocada, Jean Pierre Dubois no quería casarse.
—¡Vaya! Pero si aquí están los dos. La voz de Adrien resuena en la oficina. —¡Papá! Qué sorpresa.
—Escucha Jean, te casaras con esa muchacha de buena familia y posición social. La llamaras y harás oficial el compromiso. O si no…
—¿O si no qué? Responde poniendo el vaso con la bebida ambarina con mucha fuerza sobre el escritorio. —¿Qué harás Antonie? Le dice acercándose a él.
—Lo perderás todo… todo por lo que has luchado, todo te lo quitaré. Tan solo con chasquear los dedos. Le reta manteniéndole la mirada.
La vena de la cien de Jean palpitaba con fuerza, esa maldita amenaza de su padre ya comenzaba hartarlo. Por muchos años había construido su propio imperio en los negocios. Ya que lo que más quería era separarse de su padre, obtener su independencia.
Y ahora el maldito viejo, le quería hacer la vida imposible quitándole todo lo que había conseguido por su propio medio. Y sabía que podía hacerlo, tenía como hacerlo. Antonie Dubois era poderoso, pero también despiadado. Hasta con sus propios hijos. Si no hacían lo que él quería podías ir despidiéndose de todo lo que tienes.
—¡Vamos papá! Cálmate…—Aparta Adrien… esto es con tu hermano.—Haz lo que te dé la maldita gana padre. Pasa a un lado del hombre. —Vamos Adrien. Orden el castaño.—Jean Pierre… ¡Jean Pierre! Grita su padre desde la oficina.El castaño abandona la oficina seguido de su hermano.—¿Qué ha pasado allí dentro?—Lo mismo de siempre. Me tiene fastidiado con sus amenazas.—¡Ahs! El viejo cuando aprenderá.Los chicos llegan al estacionamiento y ambos se suben al coche de Jean… lo prende de golpe y lo arranca con brusquedad.—¿A dónde vamos? Pregunta Adrien luego de un rato.—¡A beber! Responde mortalmente serio.(...)Zoé, llevaba una charola de cristal en la mano mientras caminaba entre las mesas llevando ped
Jean miro con ojos de furia al tío a su lado, y luego a la chica que aún no había soltado.—¡Suéltame! Le dice ella.—Hermano… Adrien intercede. —¿Qué haces? Suelta a la señorita.—Kira… ¿Qué pasa? Maya también hace acto de presencia.—Jean, basta… suéltala, ella no quiere.Los dientes del castaño chirriaba de la irá, como era posible que una mujer se le resistiera. Eso nunca le había pasado. Y esa mujerzuela le había dicho que no.Éste accede soltándola… medio le sonríe a Zoé, quien atreves del antifaz le voltea los ojos y se da la vuelta. Haciéndolo el gran plantón a Jean Dubois.Adrien lo hala llevándoselo a la mesa, pero este no paraba de mirar el camino por donde ella se había ido. Aún estaba sorprendi
Se suelta del agarre y se marcha… Jean solo observa el contoneo de su hermoso trasero. Lo hacía más interesante a decir verdad, cuando las mujeres se lo ponían fácil le estaba resultando un poco aburrido. Pero esa stripper…Ella sí que lo hacía sentirse diferente… y no descansaría hasta tenerla en su cama.—Sí que te lo va a poner difícil hermanito. Su hermano se ríe.—Sí, pero la tendré.—¡Yo lo dudo! Responde bebiendo de su trago. —No parece igual a las chicas de aquí.—¡Todas son iguales! El dinero siempre las encandila. Sonríe reclinándose en la silla.—Muy bien… eso tendré que verlo.Jans le dedicó una última mirada a la chica que lo había rechazado por segunda vez en una noche, y sonrió… si, le resultaba inter
—¡Se te ha escapado de nuevo! Su hermano le palmea el hombro con un tono un tanto burlón.—Se comporta como una niña. Éste medio sonríe.—Parece inocente, pero recuerda es una stripper… —¡Lo sé! Responde aun viendo el camino por donde ella se había ido.—Me gusta su amiga, es muy mona.—¡Olvídalo! No quiero que te folles a su amiga para luego dejarla tirada, solo aumentarás las ganas de esa chica de alejarse de mí. —¡Descuida! Yo sé hacer mis cosas.—Adrien…—Ven vamos a comer. Sonríe el rubio.(...)—¡Date prisa Zoé! Vamos a llegar tarde al trabajo.—Ya, ya…
Esa mañana Zoé hacia limpieza en el apartamento, Maya había salido a gastarse sus propinas en comida. Y ella… bueno ella aún seguía con la suya entera y pensando cómo regresarla a ese tipo.Prendió la pequeña vieja radio, si iba a limpiar a profundidad lo haría con música. La joven ya iba a mitad de camino cuando tocan la puerta de su apartamento. La música estaba alta, Zoé llegó hasta la vieja puerta abriéndola Completamente. Asumiendo que era Maya, solo tenían un juego de llaves.Pero al abrirla lo primero que vieron sus ojos fue un par de ojos esmeralda que la detallaba de pies a cabeza. Zoé juro que se había puesto colorada ante la presencia de Jean… ¡Mierda! ¿Qué estaba haciendo en su casa? ¿Cómo supo donde vivía?—Hola hermosa.&md
Al cerrar la puerta, Zoé suspira recostando la frente sobre la puerta… ¡Maldición! Exclama para sí, ¿Que estaba haciendo? Se preguntó.—¿Y bien? Arruine el momento, o logro llegar a su cometido y al fin dejas de ser una stripper virgen.Zoé voltea y mira de mala gana a su amiga que aún seguía con las bolsas en las manos.—¡No digas babosadas!—¡Oh! Ya veo… parece que no logro llegar a ninguna base. ¡Que lastima! Dice dejando las bolsas en la mesa. —Demasiado mojigata amiga.—Maya, ¡Dios! Ese hombre me está acosando, nos siguió hasta aquí. Por eso sabe dónde vivo. ¿Sabes lo que significa?—Si… que le gustas, y quiere acostarse contigo. Deberías dejarlo, está muy mono seguro que es un amante estupendo en la
Charlie se acercó a ella con la correa de cuero en la mano… Zoé lo miraba muerta del pánico, nunca le había pegado pero al parecer eso iba a cambiar esa tarde. Y entonces, de la nada el hombre se abalanzo sobre ella violentamente para golpearla con fuerza.—Noooooo… gritaba la castaña llorando e intentado quitarse de encima a ese energúmeno. —¡Aprenderás hablarme como se debe perra! La chica forcejeaba cuando notó que Charlie comenzaba aflojarse el pantalón, y aquello la llevo a comprender que no solo pensaba pegarle, sino que pretendía violarla. Su corazón dio un respingo cuando se bajó los vaqueros dejando al descubierto su pito, la chica sintió asco y repulsión al ver su desnudez… por instinto cuando sinti&o
Jean conducía el coche hasta su apartamento con una radiante sonrisa en los labios, cuando su móvil comienza a sonar.—¿Qué pasa?—Ven a la casa de papá.—¡Joder!Le da la vuelta al coche rechinando los cauchos… algunos minutos después Jean se bajaba del automóvil en la entrada de la casa de su padre. Al entrar lo recibe la señora del servicio informándole que el viejo se encontraba en su habitación.Éste subió las escaleras de dos en dos, al entrar en la habitación se encontró con su hermano de pie ante la cama donde se encontraba su padre.—¡Jean! Le dice el viejo.—Padre… ¿Qué pasa?&mdash