Jean miro con ojos de furia al tío a su lado, y luego a la chica que aún no había soltado.
—¡Suéltame! Le dice ella.
—Hermano… Adrien intercede. —¿Qué haces? Suelta a la señorita.
—Kira… ¿Qué pasa? Maya también hace acto de presencia.
—Jean, basta… suéltala, ella no quiere.
Los dientes del castaño chirriaba de la irá, como era posible que una mujer se le resistiera. Eso nunca le había pasado. Y esa mujerzuela le había dicho que no.
Éste accede soltándola… medio le sonríe a Zoé, quien atreves del antifaz le voltea los ojos y se da la vuelta. Haciéndolo el gran plantón a Jean Dubois.
Adrien lo hala llevándoselo a la mesa, pero este no paraba de mirar el camino por donde ella se había ido. Aún estaba sorprendió por el rechazo.
—¿Qué te pasa Jean? La voz de su hermano lo saco de sus cavilaciones. Ni supo en qué momento se había sentado. —Solo es una stripper, ¿Porque tanto interés?
—Porque la quiero para mí.
—¡Es una prostituta! Le confirma su hermano.
—Pero la quiero. Le responde seguro.
—Bueno… como lo vez, ella no quiere verte ni en pintura.
—¡La haré cambiar! El dinero siempre hace cambiar a las mujeres.
Su hermano niega sonriente, mientras le hace unas señas con la mano a una chica para que se acercara.
Maya tuvo que ir atender a ese odioso hombre, no le agrado la forma en que miraba a su amiga. Parecía un psicópata. Pero trabajo era trabajo.
—¿Que desean ordenar caballeros? Aunque tú no tienes nada de eso, solo había sido un pensamiento de la morena.
—Si… tráenos whisky.
—En seguida…
—Espera… Jean la detiene. —¿Tú la conoces? ¿Eres su amigo? No es así.
—Si habla de la chica de blanco sí, pero no sé le ocurra que lo ayudaré a conseguir lo que quiere. Ella ha dicho que no.
—¿Cómo se llama? Pregunto ignorando sus palabras.
—Kira.
—Su verdadero nombre.
—Lo siento, debo seguir trabajando.
Maya se da la vuelta molesta con ese tío, el otro parecía ser más amable. Y lindo pensó. Luego de llevarle los tragos, fue detrás del escenario.
La chica encontró a su amiga ella bolas en una esquina de los vestidores. Había metido el rostro el hueco entre su pecho y rodillas. La joven estaba llorando sin consuelo.
—¡Oh, amiga! Se agachó para abrazarla. —Cálmate, todo está bien.
—Odio este trabajo Maya, ¡Lo odio!
—No pasa nada, olvida a ese idiota. No lo vale.
—Pero mira como me trató, como una cualquiera… como si no valiera nada. ¡Odio a ese hombre!
—Ignóralo, es un idiota.
—Mira que venir a pedirme que me acostara con él. Y se ofreció a pagar lo que fuera por mí. ¿Qué se cree? Le dice sorbiéndose la nariz.
—¡Oh, Zoé! Su amiga la abrazo aún más.
Zoé seguía llorando. Por alguna razón la prepotencia de ese tipo la hirió, se sentía tan humillada y a la vez avergonzada. Ningún hombre la había hecho sentirse tan horrible y sucia como lo hizo ese sujeto.
—Vamos nena, debemos salir a trabajar. Quítate esa ropa y maquíllate.
—Si. Respondió sorbiéndose nuevamente la nariz.
Maya se fue y ella empezó a cambiarse de ropa…
Después de cuatro tragos encima Jean no paraba de ver para todos lados. Muchas chicas se acercaron a ellos para hacerle compañía, pero el solo quería a una sola. Y no la había vuelto a ver.
—Vamos hombre, no me digas que la estás buscando. Haz rechazado a muchas chicas. Le dice su hermano.
—Tengo que volver a verla.
—Parecen un demente.
En eso Adrien pilla a la chica que lleva loco a su hermano, sin el antifaz era aún más bella, se debatió entre decirle o sacarlo de allí. Pero no hizo falta pensarlo. Ya que su hermano le había puesto el ojo, a pesar de no llevar la máscara la detecto rápidamente.
—¡Ahí está!
—Vamos, déjala en paz Jean. Nos van a echar de aquí.
—¡Eso no pasara! Responde mirándola llevar una charola en la mano. —Llámala, para que nos atienda.
—La amiga lo está haciendo.
—Adrien… ¡Llámala! Ordena el mayor.
—Como quieras. Éste se encoge de hombros obedeciendo.
Inocentemente Zoé se dirige a la mesa de los clientes, ajena de quién se encontraba sentado allí. Al llegar a la mesa a quien enfoca de primero es a Jean.
—¡Por dios! Exclama haciendo amago de irse.
—No te vayas. Éste le pide. —Vamos a ordenar.
—¿Y qué van a pedir? Pregunta con fastidió.
—Whisky.
—Bien…
—Kira. Jean la llama y está de gira. —¿Cómo te llamas?
—¡No es tu problema! Le dice tajante.
Se marcha a por el pedido de esos dos, ¿Qué le pasaba? ¿Acaso estaba loco o qué? Como siguiera así de acosador tendría que hablar con el jefe para que lo echarán.
—Sí que tienes suerte mujer. Le dice la chica de la barra.
—¿De qué hablas?
—Ese hombre. Señala con el mentón. —Es todo un bombón, un partidazo. Cualquiera de aquí rogaría por acostarse con él.
—¿Estás de broma?
—Definitivamente no. Ese tío está muy bueno, además que es súper millonario.
—¿Qué?
—Es Jean Pierre Dubois… el hijo y heredero del imperio Dubois. Su padre es el dueño de una cadena de restaurantes famosos el todo el país, y fuera de este.
¡Por favor! Exclama para sí… ¿En serio? Su acosador era un tío con poder. Era colmo del colmo. ¿Cómo carajos se lo iba a quitar de encima? Miro de reojo y noto que no le quitaba los ojos de encima.
—Parece que está colado por ti.
—¡Te lo regalo! Si lo quieres.
—Ha rechazado a todas las chicas que se le han acercado. Asumo que espera a por ti. ¿Te animaras?
—Ni muerta. Responde tomando los tragos.
—Al final todas caen a sus pies cariño, su dinero hace cambiar a muchas.
—¡A mí no!
Se dio la vuelta encaminándose hasta ellos dos… el otro chico tenía un parecido hacia el, solo que este era más rubio.
Llegó hasta ellos dejo los vasos en la mesa, disponiéndose a marchar Zoé siente que alguien toma su mano.
—¡Oye!
—Tú vas hacer mía. Jean le suelta sin anestesia.
—Repítetelo hasta que te lo creas.
Se suelta del agarre y se marcha… Jean solo observa el contoneo de su hermoso trasero. Lo hacía más interesante a decir verdad, cuando las mujeres se lo ponían fácil le estaba resultando un poco aburrido. Pero esa stripper…Ella sí que lo hacía sentirse diferente… y no descansaría hasta tenerla en su cama.—Sí que te lo va a poner difícil hermanito. Su hermano se ríe.—Sí, pero la tendré.—¡Yo lo dudo! Responde bebiendo de su trago. —No parece igual a las chicas de aquí.—¡Todas son iguales! El dinero siempre las encandila. Sonríe reclinándose en la silla.—Muy bien… eso tendré que verlo.Jans le dedicó una última mirada a la chica que lo había rechazado por segunda vez en una noche, y sonrió… si, le resultaba inter
—¡Se te ha escapado de nuevo! Su hermano le palmea el hombro con un tono un tanto burlón.—Se comporta como una niña. Éste medio sonríe.—Parece inocente, pero recuerda es una stripper… —¡Lo sé! Responde aun viendo el camino por donde ella se había ido.—Me gusta su amiga, es muy mona.—¡Olvídalo! No quiero que te folles a su amiga para luego dejarla tirada, solo aumentarás las ganas de esa chica de alejarse de mí. —¡Descuida! Yo sé hacer mis cosas.—Adrien…—Ven vamos a comer. Sonríe el rubio.(...)—¡Date prisa Zoé! Vamos a llegar tarde al trabajo.—Ya, ya…
Esa mañana Zoé hacia limpieza en el apartamento, Maya había salido a gastarse sus propinas en comida. Y ella… bueno ella aún seguía con la suya entera y pensando cómo regresarla a ese tipo.Prendió la pequeña vieja radio, si iba a limpiar a profundidad lo haría con música. La joven ya iba a mitad de camino cuando tocan la puerta de su apartamento. La música estaba alta, Zoé llegó hasta la vieja puerta abriéndola Completamente. Asumiendo que era Maya, solo tenían un juego de llaves.Pero al abrirla lo primero que vieron sus ojos fue un par de ojos esmeralda que la detallaba de pies a cabeza. Zoé juro que se había puesto colorada ante la presencia de Jean… ¡Mierda! ¿Qué estaba haciendo en su casa? ¿Cómo supo donde vivía?—Hola hermosa.&md
Al cerrar la puerta, Zoé suspira recostando la frente sobre la puerta… ¡Maldición! Exclama para sí, ¿Que estaba haciendo? Se preguntó.—¿Y bien? Arruine el momento, o logro llegar a su cometido y al fin dejas de ser una stripper virgen.Zoé voltea y mira de mala gana a su amiga que aún seguía con las bolsas en las manos.—¡No digas babosadas!—¡Oh! Ya veo… parece que no logro llegar a ninguna base. ¡Que lastima! Dice dejando las bolsas en la mesa. —Demasiado mojigata amiga.—Maya, ¡Dios! Ese hombre me está acosando, nos siguió hasta aquí. Por eso sabe dónde vivo. ¿Sabes lo que significa?—Si… que le gustas, y quiere acostarse contigo. Deberías dejarlo, está muy mono seguro que es un amante estupendo en la
Charlie se acercó a ella con la correa de cuero en la mano… Zoé lo miraba muerta del pánico, nunca le había pegado pero al parecer eso iba a cambiar esa tarde. Y entonces, de la nada el hombre se abalanzo sobre ella violentamente para golpearla con fuerza.—Noooooo… gritaba la castaña llorando e intentado quitarse de encima a ese energúmeno. —¡Aprenderás hablarme como se debe perra! La chica forcejeaba cuando notó que Charlie comenzaba aflojarse el pantalón, y aquello la llevo a comprender que no solo pensaba pegarle, sino que pretendía violarla. Su corazón dio un respingo cuando se bajó los vaqueros dejando al descubierto su pito, la chica sintió asco y repulsión al ver su desnudez… por instinto cuando sinti&o
Jean conducía el coche hasta su apartamento con una radiante sonrisa en los labios, cuando su móvil comienza a sonar.—¿Qué pasa?—Ven a la casa de papá.—¡Joder!Le da la vuelta al coche rechinando los cauchos… algunos minutos después Jean se bajaba del automóvil en la entrada de la casa de su padre. Al entrar lo recibe la señora del servicio informándole que el viejo se encontraba en su habitación.Éste subió las escaleras de dos en dos, al entrar en la habitación se encontró con su hermano de pie ante la cama donde se encontraba su padre.—¡Jean! Le dice el viejo.—Padre… ¿Qué pasa?&mdash
Mientras que en la habitación se desataba una batalla con una pareja bastante dispareja. Jean tiro a Zoé en la cama saltando encima de ella. Llevo ambas manos por encima de su cabeza y con las piernas la sometía a su antojo.—Te enseñaré buenos modales. Sonríe en forma de juego.Pero aquellas palabras atravesaron el corazón a Zoé… le recordó cuando Charlie intento abusar de ella y nuevamente ese sudor frío volvió a recorrerle todo el cuerpo… ¿Jean pensaba hacerle lo mismo? Se preguntó ella asustada.Sin poder evitarlo sus ojos se aguaron, mientras una lágrima se deslizaba por su rostro acunándose en la oreja. Ya no estaba enojaba, ahora tenía miedo… miedo de que la lastimaran. No lo había superado, pensó que s&iac
Jean permanecía sentado en la mesa apretando la mandíbula… sentía las ganas de pararse y arrancarle la cabeza al imbécil ese que se creyó con derechos sobre Zoé. Aunque él tampoco debía hablar mucho, ya que tampoco tenía ningún derecho sobre la castaña.Otro show había comenzado, y unos minutos más tarde Zoé salía de los vestidores con ese traje que enseñaba casi todo. ¿Porque le molestaba ese hecho? Así la conoció. La chica salió, y de una empezó a trabajar, como sabía que esa área eran sus mesas camino en dirección a ellos dos. Eran los únicos alejados de la manada de idiota que parecían adolescentes, Jean se sintió aliviado de verla acercarse a ellos.—¡Es