—¡Vamos papá! Cálmate…
—Aparta Adrien… esto es con tu hermano.
—Haz lo que te dé la maldita gana padre. Pasa a un lado del hombre. —Vamos Adrien. Orden el castaño.
—Jean Pierre… ¡Jean Pierre! Grita su padre desde la oficina.
El castaño abandona la oficina seguido de su hermano.
—¿Qué ha pasado allí dentro?
—Lo mismo de siempre. Me tiene fastidiado con sus amenazas.
—¡Ahs! El viejo cuando aprenderá.
Los chicos llegan al estacionamiento y ambos se suben al coche de Jean… lo prende de golpe y lo arranca con brusquedad.
—¿A dónde vamos? Pregunta Adrien luego de un rato.
—¡A beber! Responde mortalmente serio.
(...)
Zoé, llevaba una charola de cristal en la mano mientras caminaba entre las mesas llevando pedidos de tragos. Faltaba poco para su número en la tarima. Apenas Maya estaba haciendo su show.
Servía una mesa repleta de tíos enflusados y todos con anillos de oro en sus dedos… se preguntó ¿No aman a sus esposas? ¿Qué rayos hacían en ese lugar? De pronto sintió como la mano de uno de éstos, se metió por debajo de su falda. Éste se apoderó de su nalga lo que la encendió.
Se alejó de él de mala gana, en su contrato tampoco decía que debía dejarse tocar por los clientes… aunque las chicas le decían que los dejara, ya que dejaban buenas propinas. Pero Maya y ella no había podido dejarlos tocarlas.
—No vuelvas a ponerme un dedo encima señor. Le dice con desprecio.
—¿Qué te pasa? Si eres una maldita prostituta barata.
Todos se ríen en forma de burla después del comentario del sujeto, a lo que ella se tuvo que aguantar las ganas de montarle la charola por la cabeza. Su jefe siempre las estaba espiando. Terminó por recoger todo para marcharse de allí.
Llegó a la barra justo cuando el público aplaudía y gritaba aplaudiendo por el número de Maya. Eso significaba que era su turno. Detrás de la tarima observó a la chica de cabello rosado, era la de las coreografías. Le hizo señas para que fuera a cambiarse.
Dejo la charola y corrió hacia allá… en segundos la estaban cambiando de ropa, esa noche le tocaba lencería blanca. Como si todos sospecharan que ella era virgen, ¡Por dios! Es que lo tenía gravado en la gente, y si se enteraban se las iba a ver fea en ese bar.
(...)
Jean conducía como loco buscando un lugar para beber y tratar de drenar toda esa rabia que llevaba por dentro. Su padre sí que sabía cómo sacarlo de quicio.
—¡Eh, mira! Ese lugar es nuevo… su hermano le señala un bar que realmente no había visto.
—No lo había visto antes. Responde parando el coche.
—¿Entramos?
—¡Claro que sí! A eso hemos venido.
De inmediato se bajaron y no tuvieron que hacer la larga fila para entrar. Ya que los Dubois eran conocidos en toda Francia.
Al entrar no se sorprendieron mucho, ya que estos chicos se la pasaban frecuentando cientos de bares y antros. De pronto la luz se apagó, y solo una luz color rosa iluminaba el escenario donde había un tubo de metal en el medio.
Jean parpadeo repetidas veces en cuanto vio salir detrás del telón rojo a una chica vestida de punta en blanco. Llevaba un antifaz puesto del mismo color. La chica comenzó a bailar alrededor del tuvo con una elegancia, experiencia y a la vez… que era eso, ¿inocencia? ¿Quizás? Pensó. ¡Imposible! Le respondió esa voz de la cabeza.
No podía quitarle los ojos de encima, verla deslizarse por él tuvo con aquellos movimiento podría llegar a enloquecer a un hombre. Jean admiro las curvas de su cuerpo, justo como le gustaba. Su vientre plano era exquisito, carecía de alguna cicatriz en todo ese cuerpo.
Su cabello era tan oscuro como la misma noche, lo llevaba por la altura de la cintura. Éste la miraba perplejo, y por un momento pensó que ella lo estaba mirando fijamente. Jean noto sus labios, estaban pintados con un color rosa suave. Parecía angelical, luego reprendió esos pensamientos.
¿Una prostituta santa? Se dijo así mismo. Se cruzó de brazos mientras no le quitaba los ojos de encima como el resto de los hombres, parecía muy famosa (y no lo pudo en duda). En eso noto como ella tocaba su cuerpo, lo que lo puso duro en el acto... ¡Joder! Exclamó para sí.
Unos minutos después la joven terminaba su sensual y erótico baile. Pero aun así él no le quitaba los ojos de encima.
—Denle un aplauso a Kira… por su sensual baile.
—¡Vaya! Esa tía sí que está buena. Dice su hermano sonriendo. ¡La pediré!
—Quieto… pone una mano en su pecho.—Esa strippers es mía. Sentencia Jean observando como ella abandona la tarima.
—¡Cómo quieras! Éste sonríe. — Vamos a pedir algo para beber.
Su hermano dirigió sus pasos hasta una mesa, pero Jean tenía otros planes. Encaminó sus pasos hasta la tarima. Aún tenía en su campo de visión a la stripper y no iba a permitir que se le escapara.
La alcanzó justo cuando se disponía a irse, Jean la toma del brazo para detenerla.
Zoé a sentir unas manos sobre ella se gira bruscamente fulminando a la persona quién la retenía.
—¿Qué coño cree que hace? ¡Suéltame!
—Quiero comprarte toda esta noche, así que no te ocupes con nadie preciosa.
La chica solo abre los ojos como platos al escuchar las palabras de ese arrogante sujeto. Pensaba que era una prostituta. La chica frunce el ceño en señal de disgusto.
—Quítame las manos de encima. Esta le advierte en tono severo.
—¡¿Qué?! Jean frunce el ceño.
—¿Pasa algo? La voz del jefe suena en medio de la batalla de miradas entre Jean y Zoé.
—Quiero comprar a esta mujer por toda la noche, ¿Cuánto cuesta? Pregunta sin apartar la vista de Zoé.
—Yo no me vendo. Responde arrogante.
El jefe mira en forma de reproche a Zoé, pero a ella lo tenía sin cuidado. No se iba a dejar humillar por ese hombre. Si lo tenía que poner en su lugar lo haría.
—Disculpe señor Dubois… es que, algunas chicas no están en alquiler. Responde el hombre.
—¿De qué hablas? Éste es un maldito prostíbulo.
—Es un club nocturno, las chicas son strippers… solo si ellas lo desean se acuestan con los clientes.
—¡Eso es una estupidez! Responde esa vez mirando al hombre a su lado.
Jean miro con ojos de furia al tío a su lado, y luego a la chica que aún no había soltado.—¡Suéltame! Le dice ella.—Hermano… Adrien intercede. —¿Qué haces? Suelta a la señorita.—Kira… ¿Qué pasa? Maya también hace acto de presencia.—Jean, basta… suéltala, ella no quiere.Los dientes del castaño chirriaba de la irá, como era posible que una mujer se le resistiera. Eso nunca le había pasado. Y esa mujerzuela le había dicho que no.Éste accede soltándola… medio le sonríe a Zoé, quien atreves del antifaz le voltea los ojos y se da la vuelta. Haciéndolo el gran plantón a Jean Dubois.Adrien lo hala llevándoselo a la mesa, pero este no paraba de mirar el camino por donde ella se había ido. Aún estaba sorprendi
Se suelta del agarre y se marcha… Jean solo observa el contoneo de su hermoso trasero. Lo hacía más interesante a decir verdad, cuando las mujeres se lo ponían fácil le estaba resultando un poco aburrido. Pero esa stripper…Ella sí que lo hacía sentirse diferente… y no descansaría hasta tenerla en su cama.—Sí que te lo va a poner difícil hermanito. Su hermano se ríe.—Sí, pero la tendré.—¡Yo lo dudo! Responde bebiendo de su trago. —No parece igual a las chicas de aquí.—¡Todas son iguales! El dinero siempre las encandila. Sonríe reclinándose en la silla.—Muy bien… eso tendré que verlo.Jans le dedicó una última mirada a la chica que lo había rechazado por segunda vez en una noche, y sonrió… si, le resultaba inter
—¡Se te ha escapado de nuevo! Su hermano le palmea el hombro con un tono un tanto burlón.—Se comporta como una niña. Éste medio sonríe.—Parece inocente, pero recuerda es una stripper… —¡Lo sé! Responde aun viendo el camino por donde ella se había ido.—Me gusta su amiga, es muy mona.—¡Olvídalo! No quiero que te folles a su amiga para luego dejarla tirada, solo aumentarás las ganas de esa chica de alejarse de mí. —¡Descuida! Yo sé hacer mis cosas.—Adrien…—Ven vamos a comer. Sonríe el rubio.(...)—¡Date prisa Zoé! Vamos a llegar tarde al trabajo.—Ya, ya…
Esa mañana Zoé hacia limpieza en el apartamento, Maya había salido a gastarse sus propinas en comida. Y ella… bueno ella aún seguía con la suya entera y pensando cómo regresarla a ese tipo.Prendió la pequeña vieja radio, si iba a limpiar a profundidad lo haría con música. La joven ya iba a mitad de camino cuando tocan la puerta de su apartamento. La música estaba alta, Zoé llegó hasta la vieja puerta abriéndola Completamente. Asumiendo que era Maya, solo tenían un juego de llaves.Pero al abrirla lo primero que vieron sus ojos fue un par de ojos esmeralda que la detallaba de pies a cabeza. Zoé juro que se había puesto colorada ante la presencia de Jean… ¡Mierda! ¿Qué estaba haciendo en su casa? ¿Cómo supo donde vivía?—Hola hermosa.&md
Al cerrar la puerta, Zoé suspira recostando la frente sobre la puerta… ¡Maldición! Exclama para sí, ¿Que estaba haciendo? Se preguntó.—¿Y bien? Arruine el momento, o logro llegar a su cometido y al fin dejas de ser una stripper virgen.Zoé voltea y mira de mala gana a su amiga que aún seguía con las bolsas en las manos.—¡No digas babosadas!—¡Oh! Ya veo… parece que no logro llegar a ninguna base. ¡Que lastima! Dice dejando las bolsas en la mesa. —Demasiado mojigata amiga.—Maya, ¡Dios! Ese hombre me está acosando, nos siguió hasta aquí. Por eso sabe dónde vivo. ¿Sabes lo que significa?—Si… que le gustas, y quiere acostarse contigo. Deberías dejarlo, está muy mono seguro que es un amante estupendo en la
Charlie se acercó a ella con la correa de cuero en la mano… Zoé lo miraba muerta del pánico, nunca le había pegado pero al parecer eso iba a cambiar esa tarde. Y entonces, de la nada el hombre se abalanzo sobre ella violentamente para golpearla con fuerza.—Noooooo… gritaba la castaña llorando e intentado quitarse de encima a ese energúmeno. —¡Aprenderás hablarme como se debe perra! La chica forcejeaba cuando notó que Charlie comenzaba aflojarse el pantalón, y aquello la llevo a comprender que no solo pensaba pegarle, sino que pretendía violarla. Su corazón dio un respingo cuando se bajó los vaqueros dejando al descubierto su pito, la chica sintió asco y repulsión al ver su desnudez… por instinto cuando sinti&o
Jean conducía el coche hasta su apartamento con una radiante sonrisa en los labios, cuando su móvil comienza a sonar.—¿Qué pasa?—Ven a la casa de papá.—¡Joder!Le da la vuelta al coche rechinando los cauchos… algunos minutos después Jean se bajaba del automóvil en la entrada de la casa de su padre. Al entrar lo recibe la señora del servicio informándole que el viejo se encontraba en su habitación.Éste subió las escaleras de dos en dos, al entrar en la habitación se encontró con su hermano de pie ante la cama donde se encontraba su padre.—¡Jean! Le dice el viejo.—Padre… ¿Qué pasa?&mdash
Mientras que en la habitación se desataba una batalla con una pareja bastante dispareja. Jean tiro a Zoé en la cama saltando encima de ella. Llevo ambas manos por encima de su cabeza y con las piernas la sometía a su antojo.—Te enseñaré buenos modales. Sonríe en forma de juego.Pero aquellas palabras atravesaron el corazón a Zoé… le recordó cuando Charlie intento abusar de ella y nuevamente ese sudor frío volvió a recorrerle todo el cuerpo… ¿Jean pensaba hacerle lo mismo? Se preguntó ella asustada.Sin poder evitarlo sus ojos se aguaron, mientras una lágrima se deslizaba por su rostro acunándose en la oreja. Ya no estaba enojaba, ahora tenía miedo… miedo de que la lastimaran. No lo había superado, pensó que s&iac