La barra de metal era su guía para deslizar su cuerpo por ella… Zoé, movía las caderas al compás de la música que sonaba a fondo. Esa tarde ensayaba su número para la noche. Vestida con muy poca ropa se movía de manera sensual.
A pesar de que cuando empezó a trabajar en el club nocturno hace un mes no sabía absolutamente nada de cómo deslizarse en ese tubo. Pero dada las clases intensivas que le habían dado las chicas del club podría decirse que se defendía bastante bien.
Para desgracia de Zoé, no lograron encontrar otro empleo que no fuese en ese lugar. Nada más al entrar y conversar con el dueño, de inmediato las contrataron sin importar que no supiera hablar francés. La joven no se sentía para nada cómoda con ese empleo, y a pesar de no salir al público completamente desnuda seguía queriendo salir huyendo.
Pero la paga era buena, y sus intentos de encontrar otro empleo cada vez era más difícil. Si no aprendía el idioma, de nada le servía seguir buscando. Maya y ella hacían doble trabajo en el bar, una vez por noche tenían un número en la tarima y luego terminaban la noche sirviendo y llevando tragos.
—¡Debes subir más la pierna Kira!
—Le doy todo lo que puedo.
—No seas floja.
Una de las chicas, fue quien deseo ayudarla para que aprendiera hacer su trabajo bien, pero ésta era muy exigente. Qué tanto podía subir la pierna por ese tubo, era una locura total. Al dar una vuelta, la chica cae el piso de culo.
—¡Joder! Exclama sobándose las nalgas.
—¡Kira! ¡Kira! Si no empleas la fuerza necesaria te pasará esto.
—No puedo aguantarme.
—¡Deberás! Si te caes delante de los clientes, estarás de patitas en la calle.
—¡Lo sé! Responde poniendo los ojos en blanco.
Aunque no estaría mal que la despidieran, total era lo que quería desde el primer día que realizó el primer baile erótico. Al menos le habían asignado un nombre artístico (Kira) no deseaba que la llamaran por su verdadero nombre.
Volvió a ponerse en pie, tomando el tubo entre sus manos. Suspiro pesadamente. ¿Acaso así sería su vida? Trabajar ese ese antro donde las chicas se acostaban con los clientes.
[…]
—Maya, de verdad que ya no quiero seguir trabajando aquí. Suelta Zoé en los vestidores.
—¿Y qué vamos hacer? Nadie más nos quiere dar trabajo, por lo menos aquí ganamos para pagar la renta y comer decente.
—¡Por dios! Esto es un antro, las chicas se acuestan con los clientes.
—Ya lo sé… he escuchado que les pagan más. Además, sabes que solo bailar y servir tragos no genera tantos ingresos para vivir como lo hacen ellas.
—¿Qué insinúas?
La morena la mira por el rabillo del ojo mineras recogía la maraña de cabello rizado en una coleta alta.
—He pensado que… quizás también deba hacerlo.
—¡Maya! Su amiga se pone en pie llegando hasta ella. —¿Cómo puedes querer una cosa así? Tú no eres una prostituta.
—Si no te has dado cuenta, aquí viene una clientela muy distinguida. No seré una mujerzuela de la calle.
—Pero te acostarás con varios tíos… estás loca.
—Solo sería con uno por noche… no podría hacerlo como las chicas. Sería un ingreso extra, necesitamos mudarnos Zoé.
Aunque la morena tenía razón en una sola cosa, donde vivían era un barrio muy peligroso. Hace dos días las atacaron llegando al edificio, y a duras penas lograron escaparse. Además, el apartamento era un asco, tenían una grave plaga de ratas. Le habían comido el mercado de una semana.
Pero ¿Prostituirse? Eso no figuraba en sus planes… es más, no podría acostarse con un tipo por dinero. Y a la siguiente noche volverlo hacer con otro.
Por fortuna, cuando firmaron contrato con el bar no era obligatorio acostarse con nadie… por esa razón había accedido a trabajar en ese lugar. Por eso le extraña que Maya le dijera que pensaba acostarse con los clientes.
Había sido la primera en respirar con calma cuando salieron del bar esa tarde, alegando que era un alivio no tener que acostarse con nadie.
—Maya no creo que sea buena idea.
—¡Deberías pensarlo! No es que te presione, pero… ganaríamos más amiga. Y falta que nos hace la plata.
La chica cierra el casillero y suspira cerrando los ojos.
—Yo no quise este empleo Zoé, pero es lo que nos tocó. Y ya estamos aquí, debemos hacer algo. O lo hacemos o morimos de hambre y vivimos en la calle.
—¡Lamento haberte traído hasta acá! Esto es mi culpa. Le dice con culpa.
—No me has traído con un arma en la cabeza, he venido porque quise. Además, no te iba a dejar sola en una situación como la que pasaste.
—Gracias… eres mi mejor amiga.
—¡Soy la única!
Ambas sonríen en forma de complicidad para luego abrazarse. Esa noche vestían muy poca ropa, brillante y llamativa. Un maquillaje algo fuerte pero sexual.
—Estos tacones me matan. Se queja Zoé separándose.
—Ni me lo digas. Responde la amiga. —Zoe… la morena la llama.
—¿Qué pasa? Pregunta mientras arregla la tanga futsia en su trasero.
—¿Lo pensarás?
—No tengo que pensarlo, ¡no lo haré! Estás loca Maya.
—En algún momento tendrás que perderla Zoé… está la mira de reojo.
—Pero no así, es una forma horrible y cruel.
—¿Acaso esperas algo especial?
—De hecho…
La chica se queda pensando un momento la respuesta… ¿Quería algo especial? ¿Deseaba a alguien que se lo ganará de verdad?
—Yo… ¡Creo que sí!
—Tienes 22 años Zoé… sabes, es muy raro encontrar a una chica de tu edad virgen.
—Shh… que no te oigan, si el jefe se entera capas y me vende al mejor postor.
—¡Eso no pasara! La morena niega divertida. —No es un maldito mafioso.
—No lo sabemos. Susurra.
—En fin… si sigues esperando al hombre ideal para perder la virginidad, créeme pierdes el tiempo. Esos tíos no existen.
—Quizás si… se encoge de hombros.
—No, no existen… yo te recomiendo que te lo pienses amiga…
Zoé se mordió los labios pensando en la sugerencia de Maya… ¿debería perder la virginidad como una perfecta puta?
Jean apagaba el ordenador de su escritorio, cuando de pronto entra en su oficina su sexy secretaria. Con ese habitual contoneo de cintura que tanto le encantaba. Parecía que buscaba pelea esa noche.—Señor Dubois… aquí le traigo unos documentos que requieren su firma hoy mismo.—¡Ah sí!La chica de mini falda negra coloca los documentos sobre su escritorio mientras inclina el culo dando una buena visión. Definitivamente quería pelea.Jean firma los documentos y se los entrega a ella con una sonrisa sensual.—Parece que te hago trabajar mucho, ¿Acaso soy un explorador?—De ninguna manera señor Dubois.La mujer se pone recta al verlo ponerse en pie mientras rodeaba el escritorio. Jean no se había follado a su secretaria, pero esa noche podría cambiar las cosas. Allí mismo en su oficina.El castaño recuesta su p
—¡Vamos papá! Cálmate…—Aparta Adrien… esto es con tu hermano.—Haz lo que te dé la maldita gana padre. Pasa a un lado del hombre. —Vamos Adrien. Orden el castaño.—Jean Pierre… ¡Jean Pierre! Grita su padre desde la oficina.El castaño abandona la oficina seguido de su hermano.—¿Qué ha pasado allí dentro?—Lo mismo de siempre. Me tiene fastidiado con sus amenazas.—¡Ahs! El viejo cuando aprenderá.Los chicos llegan al estacionamiento y ambos se suben al coche de Jean… lo prende de golpe y lo arranca con brusquedad.—¿A dónde vamos? Pregunta Adrien luego de un rato.—¡A beber! Responde mortalmente serio.(...)Zoé, llevaba una charola de cristal en la mano mientras caminaba entre las mesas llevando ped
Jean miro con ojos de furia al tío a su lado, y luego a la chica que aún no había soltado.—¡Suéltame! Le dice ella.—Hermano… Adrien intercede. —¿Qué haces? Suelta a la señorita.—Kira… ¿Qué pasa? Maya también hace acto de presencia.—Jean, basta… suéltala, ella no quiere.Los dientes del castaño chirriaba de la irá, como era posible que una mujer se le resistiera. Eso nunca le había pasado. Y esa mujerzuela le había dicho que no.Éste accede soltándola… medio le sonríe a Zoé, quien atreves del antifaz le voltea los ojos y se da la vuelta. Haciéndolo el gran plantón a Jean Dubois.Adrien lo hala llevándoselo a la mesa, pero este no paraba de mirar el camino por donde ella se había ido. Aún estaba sorprendi
Se suelta del agarre y se marcha… Jean solo observa el contoneo de su hermoso trasero. Lo hacía más interesante a decir verdad, cuando las mujeres se lo ponían fácil le estaba resultando un poco aburrido. Pero esa stripper…Ella sí que lo hacía sentirse diferente… y no descansaría hasta tenerla en su cama.—Sí que te lo va a poner difícil hermanito. Su hermano se ríe.—Sí, pero la tendré.—¡Yo lo dudo! Responde bebiendo de su trago. —No parece igual a las chicas de aquí.—¡Todas son iguales! El dinero siempre las encandila. Sonríe reclinándose en la silla.—Muy bien… eso tendré que verlo.Jans le dedicó una última mirada a la chica que lo había rechazado por segunda vez en una noche, y sonrió… si, le resultaba inter
—¡Se te ha escapado de nuevo! Su hermano le palmea el hombro con un tono un tanto burlón.—Se comporta como una niña. Éste medio sonríe.—Parece inocente, pero recuerda es una stripper… —¡Lo sé! Responde aun viendo el camino por donde ella se había ido.—Me gusta su amiga, es muy mona.—¡Olvídalo! No quiero que te folles a su amiga para luego dejarla tirada, solo aumentarás las ganas de esa chica de alejarse de mí. —¡Descuida! Yo sé hacer mis cosas.—Adrien…—Ven vamos a comer. Sonríe el rubio.(...)—¡Date prisa Zoé! Vamos a llegar tarde al trabajo.—Ya, ya…
Esa mañana Zoé hacia limpieza en el apartamento, Maya había salido a gastarse sus propinas en comida. Y ella… bueno ella aún seguía con la suya entera y pensando cómo regresarla a ese tipo.Prendió la pequeña vieja radio, si iba a limpiar a profundidad lo haría con música. La joven ya iba a mitad de camino cuando tocan la puerta de su apartamento. La música estaba alta, Zoé llegó hasta la vieja puerta abriéndola Completamente. Asumiendo que era Maya, solo tenían un juego de llaves.Pero al abrirla lo primero que vieron sus ojos fue un par de ojos esmeralda que la detallaba de pies a cabeza. Zoé juro que se había puesto colorada ante la presencia de Jean… ¡Mierda! ¿Qué estaba haciendo en su casa? ¿Cómo supo donde vivía?—Hola hermosa.&md
Al cerrar la puerta, Zoé suspira recostando la frente sobre la puerta… ¡Maldición! Exclama para sí, ¿Que estaba haciendo? Se preguntó.—¿Y bien? Arruine el momento, o logro llegar a su cometido y al fin dejas de ser una stripper virgen.Zoé voltea y mira de mala gana a su amiga que aún seguía con las bolsas en las manos.—¡No digas babosadas!—¡Oh! Ya veo… parece que no logro llegar a ninguna base. ¡Que lastima! Dice dejando las bolsas en la mesa. —Demasiado mojigata amiga.—Maya, ¡Dios! Ese hombre me está acosando, nos siguió hasta aquí. Por eso sabe dónde vivo. ¿Sabes lo que significa?—Si… que le gustas, y quiere acostarse contigo. Deberías dejarlo, está muy mono seguro que es un amante estupendo en la
Charlie se acercó a ella con la correa de cuero en la mano… Zoé lo miraba muerta del pánico, nunca le había pegado pero al parecer eso iba a cambiar esa tarde. Y entonces, de la nada el hombre se abalanzo sobre ella violentamente para golpearla con fuerza.—Noooooo… gritaba la castaña llorando e intentado quitarse de encima a ese energúmeno. —¡Aprenderás hablarme como se debe perra! La chica forcejeaba cuando notó que Charlie comenzaba aflojarse el pantalón, y aquello la llevo a comprender que no solo pensaba pegarle, sino que pretendía violarla. Su corazón dio un respingo cuando se bajó los vaqueros dejando al descubierto su pito, la chica sintió asco y repulsión al ver su desnudez… por instinto cuando sinti&o