81| Alex.

Las fuerzas del cuerpo me fallaron a tal punto que caí arrodillado, con la frente puesta sobre las frías varillas de la reja.

— Papá — murmuré, pero mi voz no fue más que un susurro triste.

El hombre estaba frente a mí, con el rostro de mi padre. Me miró desde arriba con gesto arrogante.

— Pensé que estarías más feliz de verme nuevamente, cachorrito.

Yo me había negado a creerlo, a pesar de las imágenes que había visto en aquel dron. Me había negado a creerlo completamente. ¿Cómo era posible que mi padre hubiese regresado de la muerte?

Durante esas semanas había meditado en la posibilidad de que papá tuviera un hermano, o que simplemente fuera un hombre cualquiera parecido a él. Pero ahí, frente a mí, en la celda, con sus anchos hombros y sus vibrantes ojos verdes que nos heredó a todos, no existía la menor duda. Era él, tal cual, en carne y hueso.

Y yo me quedé sin habla.

— Estás muerto — le dije — , estás muerto.

Pero él se rió, y solo el sonido de su sonrisa me trajo tantos re
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