31°

Dejé toda la parte técnica y legal a mi abogado. Mejor dicho, al abogado de Transportes Imperio.

Federico lo había contratado específicamente para eso esa mañana. Después de terminar de ayudar a los trillizos para ir a la escuela, me dirigí a la empresa y lo primero que me encontré en la entrada fue a Raúl, con un gran ramo de rosas.

Me las dio y luego me dio un abrazo, levantándome del suelo.

—Felicidades —me dijo, dándome un sonoro beso en la cien—. Te despreciaron, te humillaron, te echaron por la puerta de atrás, ¡y ahora te conviertes en una de las socias más importantes de su empresa!

—Creo que no es motivo para celebrar —le dije a mi amigo.

Pero él se encogió de hombros.

—¡Claro que sí! Cuando llegaste aquí hace tantos años no tenías ni siquiera una casa en la que pasar la noche, ¡y ahora mírate! Socia de dos de las empresas más grandes del país, y probablemente de toda América. La pregunta aquí es: ¿qué harás al respecto?

Caminamos juntos hacia el elevador.

—Yo solo quiero q
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