29°

Los brazos de Federico rodearon mi cuerpo.

Era tan grande y fuerte que toda mi espalda quedaba perdida en sus brazos.

—Tranquila —me dijo con calma.

Pero yo, inevitablemente, tuve que apartarme un poco.

Federico lo entendió desde el principio.

Unos cuantos meses después de que yo hubiese llegado, cuando mis trillizos ya habían nacido, Federico se me declaró.

Me dijo todo lo que sentía por mí, lo interesante que yo era para él, incluso antes de conocerme, y todo lo que había significado para él después de que llegué a Transportes Imperio con mis conocimientos y mi carácter. Pero, inevitablemente, tuve que decirle que me diera tiempo.

Federico era un hombre increíble. Era astuto, fuerte, muy maduro y centrado.

Pero mis sentimientos revueltos y mi corazón roto serían un impedimento para intentar tener una relación con él, y no quería hacerle daño.

Habían pasado seis largos años desde aquellos días, y él aún seguía dándome el espacio que yo necesitaba. Pero en serio me pregunté si
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