24| Alex.

Abandoné la mesa sin decir una sola palabra aunque todos me miraron, mamá salió detrás de mí y me agarró por el brazo antes de salir.

— ¿Qué harás? — me preguntó — ¿Vas a buscar a Ana como cada noche? ¡Déjala! No creas que no sé lo que está pasando en las sombras, que aún la sigues buscando.

—No es tan simple, Madre.

—Ana es una pobre mujer, y tú, aunque eres mi hijo, no quiero que te fijes en ella, tienes tu esposa. Y ahora tu hijo. tú tomaste esa decisión, ahora acepta las consecuencias.

—Cumpliré con mi deber de padre.

—¿Y el deber de un marido?

—Madre, he sido un buen hijo. No puedes esperar que sea un buen marido.

En ese momento, Gabriela apareció, pero Alexander le apartó la mirada. No quería verla a la cara, se sentía avergonzado y furioso. Doña Azucena miró mal a su hijo y esperó que las palabras que le había dicho hicieran mella en él. Tenía que ser responsable de sus actos y de sus decisiones.

Gabriela se acercó hacia Alexander y lo abrazó desde atrás, pero él se apartó con
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