23| Alex.

Desde aquella noche, me quedé en la oficina y casi nunca volvía a casa, intentando llenar mi vida de trabajo.

Es cierto que también había muchas cosas que necesitaba hacer.

Gracias al dinero del fondo fiduciario que me dejó mi padre y a los beneficios de este matrimonio, la crisis de la empresa se resolvió por fin en una semana.

Ahora todo estaba encarrilado, pero yo seguía fingiendo estar ocupado.

Tenía la herencia, tenía la empresa, tenía un matrimonio perfecto, pero no era feliz.

Incluso me negué a ir de luna de miel, lo que me hizo aún más imposible enfrentarme a Gabriela.

Antes de empezar a trabajar, marcaba mecánicamente el número al que llamaba todos los días.

—¿Nueva noticia hoy?

—... Lo siento, señor.

Casi pude concluir que Ana intentaba evitarme a propósito, ¿tantas ganas tenía de olvidarme?

De repente sentí un fuerte dolor de cabeza, cogí los analgésicos del cajón y me tomé varios para aliviarlo. la puerta sonó.

—Pasa.

—Señor, la señora Gabriela pregunta si va a volver hoy
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