Desde aquella noche, me quedé en la oficina y casi nunca volvía a casa, intentando llenar mi vida de trabajo.Es cierto que también había muchas cosas que necesitaba hacer.Gracias al dinero del fondo fiduciario que me dejó mi padre y a los beneficios de este matrimonio, la crisis de la empresa se resolvió por fin en una semana.Ahora todo estaba encarrilado, pero yo seguía fingiendo estar ocupado.Tenía la herencia, tenía la empresa, tenía un matrimonio perfecto, pero no era feliz.Incluso me negué a ir de luna de miel, lo que me hizo aún más imposible enfrentarme a Gabriela.Antes de empezar a trabajar, marcaba mecánicamente el número al que llamaba todos los días.—¿Nueva noticia hoy?—... Lo siento, señor.Casi pude concluir que Ana intentaba evitarme a propósito, ¿tantas ganas tenía de olvidarme?De repente sentí un fuerte dolor de cabeza, cogí los analgésicos del cajón y me tomé varios para aliviarlo. la puerta sonó.—Pasa.—Señor, la señora Gabriela pregunta si va a volver hoy
Abandoné la mesa sin decir una sola palabra aunque todos me miraron, mamá salió detrás de mí y me agarró por el brazo antes de salir.— ¿Qué harás? — me preguntó — ¿Vas a buscar a Ana como cada noche? ¡Déjala! No creas que no sé lo que está pasando en las sombras, que aún la sigues buscando.—No es tan simple, Madre.—Ana es una pobre mujer, y tú, aunque eres mi hijo, no quiero que te fijes en ella, tienes tu esposa. Y ahora tu hijo. tú tomaste esa decisión, ahora acepta las consecuencias.—Cumpliré con mi deber de padre.—¿Y el deber de un marido?—Madre, he sido un buen hijo. No puedes esperar que sea un buen marido.En ese momento, Gabriela apareció, pero Alexander le apartó la mirada. No quería verla a la cara, se sentía avergonzado y furioso. Doña Azucena miró mal a su hijo y esperó que las palabras que le había dicho hicieran mella en él. Tenía que ser responsable de sus actos y de sus decisiones.Gabriela se acercó hacia Alexander y lo abrazó desde atrás, pero él se apartó con
El funeral fue concurrido, muchas personas asistieron a él, pero yo me quedé cerca de la entrada, y esperé toda la noche, observando el féretro dónde estaba mi madre, y viendo por la puerta.¿Ana va a venir?Sinceramente, las últimas palabras de mi madre tuvieron un gran impacto en mí, pero ¿quién soy yo para buscarla?Las horas pasaron, y llegó el amanecer, y Ana nunca llegó a darle a mi madre ese último adiós.Pensé que tal vez ella estaba casada y con hijos en algún lugar y tal vez debería dejarlo ir también. Una semana después de la muerte de mi madre, mi hermano y mi hermana llegaron de Europa. Mi hermano mayor y mi hermana menor. Yo era el del medio.¿Familia?No existe. No tengo familia en absoluto. Todo son lazos de interés.Quizá sí tenga familia.Miré a mi hijo que jugaba en el salón y recordé el pasado.Cuando Gabriela me dijo que estaba embarazada, pensé que había sido el error más grande de mi vida. Durante los nueve meses de su embarazo, seguí pensando lo mismo, aunq
— ¿Ana Laura Lescano? — preguntó mi hermano Xavier. La mirada acusadora de Gabriela se posó sobre mí, pero yo aún estaba demasiado anonadado como para pronunciar siquiera una palabra. Volví a escuchar su nombre después de todos esos años, después de que resonara en mi cabeza durante todo este tiempo. Ana Laura. ¿Pero por qué mi madre le heredó todas sus acciones a ella? Era una locura completa.—La verdad, —dijo el abogado, sosteniendo el papel en las manos—, no sé quién será la señora Ana Laura Lescano, pero fue la última voluntad de su madre, joven Xavier. Un juez ratificó que ya estaba en sus completas facultades mentales cuando hizo el testamento. La verdad, no sé cuáles sean sus intenciones, pero la ley hay que cumplirla. ¿Alguien aquí sabe quién es la señora Ana Laura?Yo quise decirlo. Quise decir que había sido mi asistente, mi amante, el amor de mi vida, pero seguía paralizado en mi silla.—Yo sé quién es ella, —dijo mi abuelo, chasqueando los dedos—. Era la asistente qu
Esa mañana me desperté un poco melancólica. Había soñado nuevamente con uno de los momentos más tristes y oscuros de mi vida.Últimamente, había soñado mucho con aquel día, el día que estuve perdida y sin rumbo sobre el camión de mudanzas, con toda mi vida puesta ahí y sin un futuro. El sueño se repetía constantemente, el miedo que sentí y luego la confusión cuando llegué a Transportes Imperio.Su explicación fue confusa y poco creíble: yo era la hija bastarda de uno de los socios mayoritarios de la empresa, y después de que el hombre muriera, no dejó ni un solo heredero. No tenía hijos, hermanos, padres, familia... nadie que pudiese heredar las acciones que habían quedado libres de la transportadora de los hermanos. Así que un juez había declarado que yo, su hija bastarda, heredaría esas acciones. Entonces, los hermanos habían iniciado un plan para conocerme. Sabían que trabajaba para la naviera Idilio, entonces Raúl comenzó a trabajar en la empresa porque necesitaban saber quié
¿Xavier Idilio? ¿La boda de hermano?La sensación que tuve en ese momento fue extraña, indescriptible. Una mezcla de miedo y ansiedad que no había sentido nunca en mi vida. O tal vez sí. Era la ansiedad que había sentido cuando vi a Alexander comprometerse con otra, cuando lo vi ir al altar con ella. Cuando tomé la decisión de perderlo para siempre, de alejarme. Esa sensación me acometió de nuevo, profunda, con fuerza, mientras observaba al hermano de Alexander frente a mí. Ahora que sabía su nombre, claro que lo reconocía; lo había visto en fotos cientos de veces, pero no lo había reconocido ahora, con su cabello largo. Además, de que nunca lo había visto en persona, tuve tanta debilidad en las piernas que mis rodillas se dieron y tuve que sentarme en el mueble frente a la sala de espera.—¿Qué? — pregunté, asustada, asombrada.Xavier se sentó a mi lado.—Sé que esto puede ser una sorpresa para ti. No tengo el contexto completo, pero sé que no saliste en buenos términos de la
Los brazos de Federico rodearon mi cuerpo. Era tan grande y fuerte que toda mi espalda quedaba perdida en sus brazos.—Tranquila —me dijo con calma.Pero yo, inevitablemente, tuve que apartarme un poco. Federico lo entendió desde el principio. Unos cuantos meses después de que yo hubiese llegado, cuando mis trillizos ya habían nacido, Federico se me declaró. Me dijo todo lo que sentía por mí, lo interesante que yo era para él, incluso antes de conocerme, y todo lo que había significado para él después de que llegué a Transportes Imperio con mis conocimientos y mi carácter. Pero, inevitablemente, tuve que decirle que me diera tiempo. Federico era un hombre increíble. Era astuto, fuerte, muy maduro y centrado. Pero mis sentimientos revueltos y mi corazón roto serían un impedimento para intentar tener una relación con él, y no quería hacerle daño. Habían pasado seis largos años desde aquellos días, y él aún seguía dándome el espacio que yo necesitaba. Pero en serio me pregunté si
Mi hermano se sentó en el amplio mueble frente a mi escritorio, y yo me quedé ahí, paralizado, sin atreverme a preguntar qué había encontrado. Pero fue él quien habló, mientras su largo cabello caía como una cascada rubia por su espalda.—Es muy atractiva, hermosa, toda una belleza latina. Entiendo por qué la hiciste tu amante.—¡Ella no fue mi amante! —le dije con rabia, mientras apretaba los puños por encima del escritorio. Giré mi silla, mirando hacia el océano, no dándole la espalda—. Tuvimos una relación antes de Gabriela. Eso fue todo. Los periódicos son muy amarillistas, deja de creer las tonterías que dicen.—Entiendo —me dijo—. Seguramente mamá la apreciaba. Por algo le dejó su herencia. Pero si te soy honesto, no encuentro un verdadero motivo para que lo hubiera hecho. No le dejas toda tu fortuna a alguien que simplemente te cae bien o aprecias. ¿Ella sabía sobre su relación?Yo asentí, sin mirarlo.—Creo que ella lo sospechó desde el principio, pero no dijo nada. Sabía que