18|°

La parte de la mirada de la señora Azucena, que nos observaba a través del amplio ventanal del salón hacia la calle, me hizo sentir sucia frente a ella.

—Puedo ir sola, no necesito que me lleves.

Acababa de dar unos pasos cuando Alex me agarró del brazo y me lo quité de encima a toda prisa, manteniéndome a un metro de él.

—Tu madre nos estaba viendo a través del cristal, no quiero causar problemas innecesarios.

—... ¿Crees que nuestra relación es un problema?

Se acercó más y yo retrocedí.

—¿Tengo que recordártelo otra vez? Ya no tenemos una relación. Oh, no, por ahora es empleo, pero no lo será por mucho tiempo.

—¿Qué quieres decir?

Noté que estaba perdiendo los estribos, así que abrí la puerta del pasajero y subí. Hay cosas que no es apropiado decir en la calle.

—¿No te vas todavía? ¿No vas a llevarme a casa?

Alexander abrió la puerta y arrancó el coche en silencio.

No habló hasta que se acercó al vecindario de mi casa.

—¿Desde cuándo?

Me quedé un poco confusa sobre lo que me estaba
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