—Bueno, lo que pasa es que…
—Lo que acontece aquí es que ya estoy cansado de tu comportamiento tan inmaduro, Riley. No puedo entender cómo es que le dejas toda la responsabilidad a tu hermano, aun sabiendo que esta compañía es de ambos.
—Abuelo…
—No digas nada, porque ya no te quiero oír más. Y tu Héctor, me tienes muy decepcionado —El CEO levanta la mirada —. Le encubres las vagabunderías a tu hermano, y le permites que deje toda la responsabilidad de la empresa sobre tus hombros. Eso es decepcionante de ti, siendo el mayor de ambos, es cuando debes poner en el camino correcto a tu hermano. Pero no tapándole las marramuncias que hace a diario, si crees que es lo correcto estás muy equivocado muchacho.
Héctor mantiene la mirada fija en su abuelo. Aunque le costará mucho admitirlo, el viejo tenía mucha razón. Le tapaba las fallas a su hermano, en vez de corregirlas, no lo hacía. Ahora estaba pagando por su error. Decepcionar a su abuelo no era lo que precisamente quería que pasase. Desde luego que Riley le daba igual si lo desilusionada o no, pero para él, era importante tener la aprobación de su abuelo.
Jacob era más que un abuelo para él, era como un padre. Su abuelo hizo el trabajo que no hizo su papá, todo el cariño de su padre era para Riley. Y por esa razón, su hermano era como era. Simplemente, siguió el camino de su padre, por esa razón, su madre abandono a ambos chicos cuando eran unos niños pequeños. Las infidelidades de su padre eran tan abrumadoras que su madre no lo soporto, pero en vez de llevarse a sus hijos, ella optó por dejarlos a su suerte.
—No me voy a excusar abuelo, pero Riley ya es mayor de edad. No puedo estar detrás de él cada dos por tres para hacerlo entrar en razón. Recuerda que yo también tengo mi propia vida.
—Eso puedo entenderlo perfectamente, y es por esa razón que he venido el día de hoy.
Los hermanos fruncieron el ceño al mismo tiempo, ya ellos estaban al tanto de que cuando su abuelo asistía a las juntas era porque les daría ciertas órdenes que nadie el mundo podría hacerlo cambiar de parecer.
—¿Qué es lo que quieres hacer, abuelo? —Interroga el mayor severamente intrigado.
—Será algo muy fácil, no será beneficioso para ninguno de los dos. ¡Claro! Si logran conseguirlo, entonces, nadie saldrá perdiendo aquí —El viejo sonríe.
—¿Qué tramas, abuelo? —En esa oportunidad fue Riley quien preguntó.
Jacob empuñó la punta de su bastón al mirar a sus nietos, eran unos hombres hechos y derechos. Exitosos y tiburones para los negocios, bueno, al menos Héctor lo era. Pero lo que era Riley no le gustaba, el chico no agarraba escarmiento y todo gracias a su hijo. Había dañado terriblemente a su nieto, pero él pensaba solucionar ese asunto.
Contaba con que su método sirviera de algo, si esa presión que les impondría a ambos hermanos no funcionaba, entonces ya no sabía que otra cosa podría hacer.
—Riley, tienes que casarte —Suelta de la nada, lo que provoca que el CEO abriera los ojos más de la cuenta.
—¡¿Qué?!
—Lo que has escuchado, te casaras.
—Abuelo, ¿Qué estás diciendo? —Fue Héctor quien intervino por su hermano que parecía estar en trance.
—Bueno, he pensado seriamente que lo que le falta a este muchacho es una esposa que lo haga entrar en razón. Que lo ayude a sentar cabeza, de esa manera dejara esas parrandas con mujeres distintas cada noche.
Riley no asumía lo que estaba escuchando, quizás era producto de tantas fiestas a las que había asistido. Así que, no soporto la agonía de saber si era un sueño o realidad y termino por ponerse en pie.
—¿Qué sandeces estás diciendo abuelo? ¿Cómo que casarme?
—¡Riley! —Héctor también se puso en pie.
—No, no, no me digas absolutamente nada. Él tiene que explicar que es lo que está diciendo, no comprendo que es todo este show del matrimonio —Espeta furioso.
—No estoy jugando, tú te casaras, y sentaras cabeza —Exige el viejo.
—No me puedes obligar a casarme con una mujer que no deseo, abuelo. Hagas lo que hagas, no conseguirás que me case.
—¡Oh, claro que sí! —Añade muy seguro el viejo.
Esa era la parte que a Héctor no le agradaba, la amenaza escondida entre las palabras amables de su abuelo. Riley no lo conocía tanto como él, estaba completamente seguro que eso no era todo lo que Jacob quería de ellos. Y por lo que podía intuir, él estaba hasta el fondo en aquel problema.
—No veo como —El CEO, se cruza de brazos demostrando dominación en la conversación.
—Si no te casas dentro de un mes con una buena mujer, desheredaré a tu hermano. Le quitaré el mandato que tiene en la empresa, ya no será el presidente y desde luego que, tú tampoco lo serás. Ambos se quedarán sin nada, y vivirán de sus propios negocios, creo que sería buena noticia para las revistas a las que tanto posas. Estoy seguro de que cuando ellos se enteren de que llevaste a la ruina a tu propio hermano, serás muy famoso mi querido nieto.
Riley, palideció al instante, esa sí que era una buena jugada por parte del viejo…
De inmediato Héctor apretó los puños. Eso sí que no se lo esperaba, ahora su futuro y la compañía estaban en las manos de su idiota hermano. El castaño de ojos verdes observa a Riley con detenimiento, tanto Jacob como él mismo esperaban una respuesta. Él contaba con que no respondiera con una estupidez, porque juraba que le iba a partir la cara.
—Está bien, abuelo. Tú ganas, me casaré en un mes —Pensando en buscar a cualquier mujer a la que le pudiera pagar para que hiciera de esposa fiel, de igual forma seguiría en sus andanzas.
—No, no, pero eso no es así tan fácil muchacho.
—¿Y ahora qué? —Lo observa furioso.
Héctor, presto atención a lo que tenía que agregar su abuelo.
—No creas que puedes conseguir cualquier chica que soporte, que le pongas los cuernos solo porque la vas a poner en un pedestal y darle una vida de reina. No, mi querido nieto, sé cómo piensa esa cabeza tuya, es igual a la de tu difunto padre.
—Yo no pensé en…
—Sí, si lo pensaste. Pero no será así —El viejo CEO se pone en pie con algo de dificultad —. La mujer será aprobada por mí, tiene que ser una buena muchacha, con buenos principios, que te ayuden a encaminarte por el buen camino. No de esas con las que sueles salir todas las noches. Tampoco le pagaras un centavo, tienes que ganártela, y una vez que se casen, te olvidaras de ser un hombre infiel.
< ¿Y dónde m****a iba a encontrar a una mujer a la que no le tuviera que pagar para que se casara con él?>
—Abuelo, eso es imposible. Ninguna mujer se querrá casar conmigo sin que le ofrezca algo a cambio.
—Le ofrecerás algo bueno y duradero. Le propinarás estabilidad, una posición económica, y posiblemente una familia.
—¿Familia?
Las cosas iban de mal en peor, Jacob quería una relación de verdad. Héctor, enderezo el cuerpo. Ahora, si estaban en serios problemas, si su hermano no encontraba a esa mujer que su abuelo solicitaba, podría ir despidiéndose de la compañía.
—No creas que por el hecho de casarte no tendrás hijos, yo quiero que tengas hijos Riley. Estoy seguro de que te harán entrar en razón, y verás el valor de la unión familiar, pero sobre todo hacerte responsable.—Yo no sé cómo ser un esposo abnegado como lo fuiste tú, mucho menos sabré como ser un padre, abuelo. ¿Por qué no le exiges a Héctor que se case? Él también está soltero, y sale con diferentes chicas, ¿Por qué tengo que ser yo el que se sacrifique?—Héctor es un hombre más centrado, ha estado a la cabeza de la compañía haciéndola surgir día con día. Estoy seguro de que muy pronto encontrara a alguien que lo llene y decida compartir su vida con ella. En cambio, tú eres un desvergonzado que no repara en sí sale en las noticias o no como el ligón más grande. Avergüenzas el apellido de la familia, Riley.Baja la mirada, sabiendo que su abuelo tenía razón, odiaba que la tuviera. Pero no por ello iba a casarse por compromiso, un matrimonio no solucionaría nada. Era estúpido pensar q
Héctor observó a su secretaria mortalmente serio, una vez más la detallo de pies a cabeza, pero en esa oportunidad con una idea en su cabeza.—Puede irse, señorita Jones.—Buenas noches —Ella se despide y abandona la oficina rápidamente.Riley niega y luego regresa la mirada hacia su hermano para seguir conversando sobre el loco tema del matrimonio. Cuando de pronto, observa algo muy peculiar en los ojos de Héctor. Era ese tipo de mirada que no le solía agradar, Riley frunce el ceño porque intuía lo que estaba por venir.—¡0h, no!, por supuesto que no, Héctor Couper —Se da la vuelta para empezar a caminar de un lado para el otro —. Ni se te ocurra, porque bien sabes que es una completa locura.—Es perfecta, ¿No lo crees así?—No, no lo es… No me casaré con tu secretaria, Héctor.—Gala es el tipo de mujer que el abuelo aprobaría en cuestión de segundos, es la ideal para este trabajo.—Es tu secretaria por el amor de dios, ¿crees que ella se querrá casar solo porque se lo pidas?, lo más
Gala se preguntó si habían cambiado las normas de la empresa, de igual forma eso no le afectaba en nada.—He releído su currículo y me he fijado que no lo está, ¿Ese estado sigue manteniéndose así?—Sí, señor, yo no estoy casada.—¿Tiene novio? —Ella se sorprende aún más, cada pregunta era más personal que la otra, ¿Qué se proponía su jefe? —. ¿Y bien? ¿Tiene o no tiene novio? —Héctor insiste.—Señor, disculpe, ¿Pero qué tiene que ver eso con mi trabajo?—Ya le dije que no a vamos hablar de trabajo, señorita Jones —La seriedad con que le habló le hizo temblar las rodillas.—No tengo novio —Respondió de prisa.—En ese caso, quisiera proponerle un negocio, señorita Jones. pensó. No tenía sentido, ni las preguntas tan personales, ni lo que estaba intentando proponer. Si ella no tenía ni un centavo, y él lo tenía absoluta
El móvil de Riley no paraba de sonar, mensaje tras mensaje, llamada tras llamada. Estaban llevando al CEO a querer apagar el aparato. Es que ni siquiera lo dejaban dormir un poco esa mañana, con irritación toma el aparato dándose cuenta de que tenía cientos de mensajes de las chicas con las que solía salir de vez en cuando.El castaño golpea la cara contra la almohada, sintiéndose frustrado, todas esas chicas detrás de él, mientras que desde ese día tenía que comportarse como si estuviera prometido. Héctor había sido muy claro la noche anterior, ya no podía seguir saliendo con las mujeres de esas revistas de cotilleo, necesitaba dejar de aparecer en las noticias para que su matrimonio fuese lo más real posible. De ese modo dejaría de estar en boca de todos y a su abuelo no le llegarían más chismorreos sobre sus andanzas.—Demonios, esto no será fácil —Dice apagando el aparato —. Tendré que cambiar de número.De pronto el teléfono de casa comenzó a sonar dándole un respingo al castaño,
Mientras que esa mañana, Héctor revisaba unos permisos para exportar un cargamento de licor, el teléfono de su mesa comenzó a sonar interrumpiendo su concentración.—¡Diga! —Contesta, de mala gana.—Señor Couper, su abuelo está en la línea dos.—Gracias —Responde a su secretaria de quien esperaba ansioso por una respuesta, el CEO aprieta el botón dos —. Abuelo, no esperaba que llamaras este día. —¿Has encontrado a una buena chica?—Abuelo, eso no es tan fácil como lo piensas.—Eso ya lo sé, pero si no les pongo presión a ustedes, dos harán lo que les venga en gana. Te recuerdo que si el mes pasa ambos se quedarán sin nada.—Y yo te recuerdo que si encuentro a la chica, me firmarás los papeles para que la empresa sea toda mía.—Únicamente, si apruebo a la mujer.—Lo harás, encontraré a la mujer indicada para Riley.—Y me sigo preguntando, ¿por qué se la estás buscando tú?Héctor no dijo una palabra. No podía confiar en su hermano, si lo dejaba buscarse esposa capas y se buscaba a una
Los minutos se convirtieron en horas, y Héctor seguía sentado en aquel sofá. Su móvil ya no le parecía interesante, la conversación que estaba teniendo con la mujer que no paraba de testearle lo estaba comenzando aburrir. Soltando un largo suspiro, deja el móvil en silencio y levanta la mirada.Al hacerlo se da cuenta a lo lejos de una melena rojiza que se encontraba en la sección de lencería. El CEO frunce el ceño, la dependienta le estaba mostrando unos conjuntos de encajes bastante interesantes. Únicamente, la había llevado a comprar ropa, no lencería. Se sentía muy extraño que llevará a la futura mujer de su hermano a comprar ropa interior, para que se la terminara luciendo a Riley. Eso era lo más idiota que podía estar haciendo.En eso, observa como ella toma una diminuta prenda roja entre sus delicados dedos. Expande la braga como viendo si era de su talla se dijo internamente, podía usar esos pantalones de vestir un poco anchos, pero tampoco había que
Era la primera vez que Gala se subía a un avión, y mucho más siendo tan pequeño. La pelirroja se sube al mismo y de inmediato se topa con la presencia de su jefe —¡Señor Couper! —Exclama con sorpresa.—Buenos días, señorita Jones —La saluda fríamente.—Despeguemos de una vez —Riley exige sentándose en un asiento.Héctor observa la actitud despreocupada de su hermano, y luego mira a la pelirroja con expresión de sin saber qué hacer, se quedó parada como si de sus pies hubiesen brotado raíces. El CEO rueda los ojos, se queja quitándose el cinturón para ponerse en pie, toma el bolso de Gala y lo acomoda en la cómoda de arriba.—Tome un asiento, ya estamos por despegar.Ella pestañea reiteradas veces, nunca se imaginó que su jefe hiciera una cosa como esa con una mujer. Estaba bastante sorprendida. Gala termina por elegir un asiento justo cuando una pequeña puerta blanca se abre, d
—Lo siento mucho —Se disculpa indiferentemente —. He venido a decirle que recuerde bien todo lo que debe decir mañana cuando conozca a mi abuelo. Él la interrogará, así que debe medir muy bien sus palabras —Añade mirándola fijamente a los ojos.—No se preocupe, señor Couper. Sé muy bien lo que debo decir —Bueno, ya no tenía motivos para quedarse allí parado, ¿Por qué no se largaba entonces? —. ¿Se le ofrece algo más?—Buenas noches —Se da la vuelta y se marcha.Gala cierra la puerta lentamente, soltando el aliento luego de estar sola. Eso había sido un poco desconcertante para la pelirroja. Todo el tiempo se preguntaba por qué era su jefe el que le decía las cosas y no Riley.—Santo cielo, no puedo estar pensando en esas tonterías.Vuelve a la cama, cierra la laptop y se quita los lentes. Estaba tan cansada, y el revisar los estados de sus deudas no le ayudaba mucho para descansar como debía. Lo que