< ¿Pero a que venía esa pregunta?, ¿de cuándo acá su jefe le hacía ese tipo de interrogatorios tan íntimos?> Gala se preguntó si habían cambiado las normas de la empresa, de igual forma eso no le afectaba en nada.
—He releído su currículo y me he fijado que no lo está, ¿Ese estado sigue manteniéndose así?
—Sí, señor, yo no estoy casada.
—¿Tiene novio? —Ella se sorprende aún más, cada pregunta era más personal que la otra, ¿Qué se proponía su jefe? —. ¿Y bien? ¿Tiene o no tiene novio? —Héctor insiste.
—Señor, disculpe, ¿Pero qué tiene que ver eso con mi trabajo?
—Ya le dije que no a vamos hablar de trabajo, señorita Jones —La seriedad con que le habló le hizo temblar las rodillas.
—No tengo novio —Respondió de prisa.
—En ese caso, quisiera proponerle un negocio, señorita Jones.
< ¿Negocio? ¿Qué clase de negocios quiere hacer ese hombre?> pensó. No tenía sentido, ni las preguntas tan personales, ni lo que estaba intentando proponer. Si ella no tenía ni un centavo, y él lo tenía absolutamente todo.
—No entiendo, señor Couper. ¿Qué tipo de negocios podemos hablar nosotros dos?
—Verá señorita Jones, es algo un poco complicado lo que le voy a explicar. Y le agradecería que mantuviera la mente abierta ¿Entendió?
—Si —Responde con dudas.
Héctor observa a la pelirroja ante él, no conseguía ver bien el color de sus ojos por esas gafas que usaba, pero si alcanzaba a ver esas pecas en su nariz y pómulos.
—Quiero proponerle que sea la esposa de mi hermano Riley.
Gala, entreabre los labios y ensancha los ojos, ¡Eso debía ser una jodida broma! La chica pestañea un par de veces.
—Señor Couper, ¿Qué es lo que está diciendo?
—Escuche —El CEO relame sus labios para hablar —. Mi hermano necesita una esposa, una mujer con valores, recatada y que no sea conocida en todas las revistas de cotilleo. Señorita Jones, en estos momentos la compañía está en las manos de Riley, si él no se casa dentro de un mes yo dejare de ser el dueño y quizás es muy posible que usted se quede sin empleo por el cambio de directiva.
¿Quedarse sin empleo? ¡Oh, no, no, no!, eso no podía ser. Ahora más que nunca necesitaba ese trabajo.
—Sé que es algo tan repentino, pero usted es la única que yo considero que puede ser aceptada por mi abuelo como esposa para Riley. Si ustedes se casan, yo seré el único dueño de la compañía y de ese modo, nadie se quedará sin trabajo.
—Pero…
—Por su parte, usted no tendría que preocuparse por nada económico en su vida. Todo lo que desee lo tendrá, vivirá en la casa de mi hermano con todas las comodidades posibles. Su vida estará resuelta.
¿Una vida resuelta?, ¿tendría que casarse por conveniencia para tener una vida resulta? Pensó en todas esas deudas que tenía acumuladas, en todos esos sobres con fecha de caducidad que se amontonaban en su gaveta. Si aceptaba esa propuesta, ya no tendría que preocuparse por nada, pero, ¿en qué la convertiría eso?
Es muy posible que todos pensaran que era una oportunista cazafortunas, eso sería terrible. No podía darse el lujo de que se rumoreara que ella se casaba por dinero. La pelirroja levantó la mirada.
—Señor Couper, yo lo siento mu…
—Si acepta, recibirá un sueldo ostentoso mensual por mi parte. Obtendría su propio dinero, no tendría que contar con el de mi hermano. Le prometo, señorita Jones, que nadie hablara de usted. Y no se preocupe por lo que opine mi abuelo, él es consciente de que la esposa de mi hermano será una mujer con que la nos sentamos para hablar de negocios.
—¿Y entonces porque no le dice a esas chicas con las que suele salir su hermano?
—Porque mi abuelo estipulo que no aceptaría a ninguna de ellas, él quiere una mujer auténtica, como usted.
¿Autentica? Porque esa palabra le calentó las orejas, y más al provenir de los labios de su jefe. ¿Él creía que ella era auténtica?, la chica aprieta la mandíbula para evitar hacer cualquier expresión vergonzosa.
—No sé qué responderle, señor Couper. Yo no esperaba nada de esto, además, es impensable que me pida que me case con su hermano. Nadie se lo creería.
—Eso no es relevante en esta conversación, señorita Jones. Confió en mi intuición, usted sería buena esposa para Riley.
Ella lo miró seria, pero si era bien descarado. Él creía que era así de fácil aceptar su propuesta, tendría que casarse con un ligón, ¿qué sería de ella una vez casados? No se quería ni imaginar cuando tuviera que ver su “dizque esposo” en todas las revistas de chismes abrazado de otra mujer.
—Con todo respeto, su hermano no es un hombre de fiar. No creo estar preparada para ser la esposa de un hombre que le gusta salir con una mujer distinta todos los días. Sé que será un matrimonio por conveniencia, pero no creo tolerar tener que ser humillada de esa manera.
Sinceramente, esa mujer era la indicada para su hermano, Gala lo ayudaría a entrar en razón. Sería una esposa que no se dejaría intimidar por su hermano, lo único que le quedaba era tratar de convencerla para que aceptara ser la esposa de Riley.
—No se preocupe por eso, mi hermano tiene prohibido hacer cualquier sandez. Puede estar tranquila con eso, además, mi abuelo fue muy claro con él.
—¿Su hermano está de acuerdo con esto?
—Sí.
—¿De verdad quiere que yo sea su esposa?
—Así es…
—¿Y entonces porque no me hizo la propuesta el mismo? —Pregunta con firmeza.
Héctor hizo amago de contestar, pero no lo hizo. Ella tenía un buen punto, en vez de ser Riley el que le propusiera el trato había sido él.
—Lo siento mucho, lo que pasa es que Riley apenas está asimilando lo que está sucediendo. Además, usted es mi secretaria, era lógico que yo hablara con usted.
—¿Y qué pasaría con mi puesto en esta compañía?
—No tendría que trabajar más para mí, después de convertirse en la esposa de mi hermano podrá dedicarse a lo que desee.
Por muy extraño que pareciera, Gala se sintió algo extraña. Llevaba trabajando allí 6 años y el que no continuara haciéndolo le resultaba raro.
—¿Y bien? ¿Qué decide?
—No puedo darle una respuesta en estos momentos, señor Couper. Me gustaría pensarlo un poco.
—¡Claro! Le daré unos días para que se lo piense bien.
—Sí.
—Puede regresar a trabajar.
—En seguida —Se pone en pie con un poco de torpeza.
—Señorita Jones, le agradezco que mantenga esta conversación en secreto. No quiero que se riegue esta información y se haga todo un cotilleo por los corredores de la empresa.
—No se preocupe. De mis labios no saldrá una sola palabra.
El CEO observo los labios de la pelirroja y se preguntó si ese color que llevaba en la boca era natural o se los pintaba. Luego reacciono a lo que eran esos pensamientos irracionales, ¿Qué demonios estaba haciendo? Negó y volvió a la realidad.
—Muy bien —Contesta, fríamente.
Ella asiente y abandona la oficina de su jefe, al cerrar la puerta a sus espaldas suelta el aliento. Al sentarse en su silla, la chica muerde sus labios, ¿y ahora que debía hacer? Si aceptaba ser la señora de un Couper todos sus problemas financieros se solucionarían, pero estaría casada con un hombre que no amaba.
Se encontraba en un gran dilema, tendría que dejar muchas cosas únicamente para convertirse en una señora. Sería un gran cambio, un enorme cambio en su vida.
[…]
Héctor se reclinó sobre el sillón. Presentía que su secretaria iba a aceptar, si eso pasaba no perdería la compañía. Su abuelo tendría lo que deseaba, y él sería el único dueño, se evitaría tener que estar detrás de Riley para que asumiera su papel en la empresa.
Sonríe, las cosas no pintaban tan mal después de todo… pero de pronto su cerebro comenzó a rebobinar sobre algo que no capto al principio, ¿Por qué la reacción de su secretaria no fue todo un escándalo? Realmente, se esperó que ella lo insultara o al menos se quejara por su propuesta tan fuera de lo común, pero no pasó nada de eso, más bien, estuvo bastante tranquila y hasta pudo percibir que, como que aceptaba la proposición sin siquiera pensárselo. ¿Tendría algún tipo de problema económico?
—¿Serian ideas mías?
A Héctor se le cruzaban varias hipótesis por la cabeza, podría ser una oportunista en busca de fama, o quizás lo que buscaba era una mejor calidad de vida. En todo caso, si aceptaba ser la mujer de Riley tendría todo, no existiría diferencia alguna. Y se lo merecía, ya que la estaba privando de ser una mujer libre. Casarse por contrato no debía ser nada fácil.
En cuanto ella le diera una respuesta, hablarían del punto que su hermano le expuso la noche anterior, (sexo) Riley quería a una esposa con todas las de la ley, y no lo culpaba, si iba a casarse, lo más lógico es que mantuviera relaciones con su mujer. Era un tema delicado, pero si quería acatar las órdenes de Jacob, no podría follarse a cuanta mujer se le cruzara por el camino luego de casarse.
—Demonios, esto va a ser bastante complicado.
El móvil de Riley no paraba de sonar, mensaje tras mensaje, llamada tras llamada. Estaban llevando al CEO a querer apagar el aparato. Es que ni siquiera lo dejaban dormir un poco esa mañana, con irritación toma el aparato dándose cuenta de que tenía cientos de mensajes de las chicas con las que solía salir de vez en cuando.El castaño golpea la cara contra la almohada, sintiéndose frustrado, todas esas chicas detrás de él, mientras que desde ese día tenía que comportarse como si estuviera prometido. Héctor había sido muy claro la noche anterior, ya no podía seguir saliendo con las mujeres de esas revistas de cotilleo, necesitaba dejar de aparecer en las noticias para que su matrimonio fuese lo más real posible. De ese modo dejaría de estar en boca de todos y a su abuelo no le llegarían más chismorreos sobre sus andanzas.—Demonios, esto no será fácil —Dice apagando el aparato —. Tendré que cambiar de número.De pronto el teléfono de casa comenzó a sonar dándole un respingo al castaño,
Mientras que esa mañana, Héctor revisaba unos permisos para exportar un cargamento de licor, el teléfono de su mesa comenzó a sonar interrumpiendo su concentración.—¡Diga! —Contesta, de mala gana.—Señor Couper, su abuelo está en la línea dos.—Gracias —Responde a su secretaria de quien esperaba ansioso por una respuesta, el CEO aprieta el botón dos —. Abuelo, no esperaba que llamaras este día. —¿Has encontrado a una buena chica?—Abuelo, eso no es tan fácil como lo piensas.—Eso ya lo sé, pero si no les pongo presión a ustedes, dos harán lo que les venga en gana. Te recuerdo que si el mes pasa ambos se quedarán sin nada.—Y yo te recuerdo que si encuentro a la chica, me firmarás los papeles para que la empresa sea toda mía.—Únicamente, si apruebo a la mujer.—Lo harás, encontraré a la mujer indicada para Riley.—Y me sigo preguntando, ¿por qué se la estás buscando tú?Héctor no dijo una palabra. No podía confiar en su hermano, si lo dejaba buscarse esposa capas y se buscaba a una
Los minutos se convirtieron en horas, y Héctor seguía sentado en aquel sofá. Su móvil ya no le parecía interesante, la conversación que estaba teniendo con la mujer que no paraba de testearle lo estaba comenzando aburrir. Soltando un largo suspiro, deja el móvil en silencio y levanta la mirada.Al hacerlo se da cuenta a lo lejos de una melena rojiza que se encontraba en la sección de lencería. El CEO frunce el ceño, la dependienta le estaba mostrando unos conjuntos de encajes bastante interesantes. Únicamente, la había llevado a comprar ropa, no lencería. Se sentía muy extraño que llevará a la futura mujer de su hermano a comprar ropa interior, para que se la terminara luciendo a Riley. Eso era lo más idiota que podía estar haciendo.En eso, observa como ella toma una diminuta prenda roja entre sus delicados dedos. Expande la braga como viendo si era de su talla se dijo internamente, podía usar esos pantalones de vestir un poco anchos, pero tampoco había que
Era la primera vez que Gala se subía a un avión, y mucho más siendo tan pequeño. La pelirroja se sube al mismo y de inmediato se topa con la presencia de su jefe —¡Señor Couper! —Exclama con sorpresa.—Buenos días, señorita Jones —La saluda fríamente.—Despeguemos de una vez —Riley exige sentándose en un asiento.Héctor observa la actitud despreocupada de su hermano, y luego mira a la pelirroja con expresión de sin saber qué hacer, se quedó parada como si de sus pies hubiesen brotado raíces. El CEO rueda los ojos, se queja quitándose el cinturón para ponerse en pie, toma el bolso de Gala y lo acomoda en la cómoda de arriba.—Tome un asiento, ya estamos por despegar.Ella pestañea reiteradas veces, nunca se imaginó que su jefe hiciera una cosa como esa con una mujer. Estaba bastante sorprendida. Gala termina por elegir un asiento justo cuando una pequeña puerta blanca se abre, d
—Lo siento mucho —Se disculpa indiferentemente —. He venido a decirle que recuerde bien todo lo que debe decir mañana cuando conozca a mi abuelo. Él la interrogará, así que debe medir muy bien sus palabras —Añade mirándola fijamente a los ojos.—No se preocupe, señor Couper. Sé muy bien lo que debo decir —Bueno, ya no tenía motivos para quedarse allí parado, ¿Por qué no se largaba entonces? —. ¿Se le ofrece algo más?—Buenas noches —Se da la vuelta y se marcha.Gala cierra la puerta lentamente, soltando el aliento luego de estar sola. Eso había sido un poco desconcertante para la pelirroja. Todo el tiempo se preguntaba por qué era su jefe el que le decía las cosas y no Riley.—Santo cielo, no puedo estar pensando en esas tonterías.Vuelve a la cama, cierra la laptop y se quita los lentes. Estaba tan cansada, y el revisar los estados de sus deudas no le ayudaba mucho para descansar como debía. Lo que
—¿Crees que lo haga bien?—Estoy seguro de que si —Héctor toma un sorbo de jugo.—Creo que le hizo falta un poco de maquillaje, cubrir esas pecas y quitar esa palidez de su cara —Añade ponzoñosamente Estefany.Héctor arroja una mirada de esas tipo asesina que él suele lanzar a la gente que lo saca de sus casillas, pero para desgracia de Estefany no lo pilla. Su comentario le hizo hervir la sangre, para él, la chica estaba perfecta. No como ella, quien llevaba una tonelada de maquillaje encima.La diferencia entre ambas era enorme… y si Estefany continuaba de ponzoñosa, la enviaría de vuelta a estados unidos en un santiamén.—¿Podemos bañarnos en la piscina, cariño?—Ve tú…—De acuerdo, te estaré esperando si cambias de parecer.En cuanto la mujer se marchó, Riley miró a su hermano, quien parecía tan indiferente y a la vez tan estresado.—¿Por qué demonios estás estresado?—¿Y eso a ti que te importa?—Deberías estar más que contento con ese mujeron que has traído y que esté dispuesta
Gala llegó al área de la piscina fijándose que Estefany se encontraba nadando en las cristalinas aguas. En cuanto la diviso, lo pensó si quedarse o irse, pero luego pensó que era muy tonto de su parte irse. No existía razón para hacerlo, así que decidió quedarse y tomar un poco de sol.—¡Ah!, eres tú. Pensé que era Héctor, llevo mucho rato esperándolo y nada que aparece, ¿sabes dónde está?—Creo que está trabajando.—¿Crees?, ¿acaso no eres su secretaria?, deberías saber lo que hace.—No me ha pedido que lo ayude en nada, supongo que él mismo se está encargando de los asuntos.—De secretaria a esposa de un Couper, mira que eres dichosa, o muy tonta —La mujer le dice mientras nadaba de espaldas —. Casarse con un Couper no vale la pena, esos hombres nunca serán fiel a una mujer.Eso no hacía falta que se lo dijera, conocía más que bien a uno de ellos. Y aunque no conociera a la perfección al hombre con el que pensaba casarse, era claro que si su hermano mayor no permanecía con la misma
Si pensaba pasarse el resto de las semanas en el despacho de su abuelo, se volvería loco, no podía estar metido intentando hacer su trabajo, pero la realidad era que no dejaba de pensar en tonterías.Y menos cuando las palabras de su abuelo no paraban de resonar en su cabeza, eso sí que era una completa locura. Ni siquiera había conversado de ese tema con su secretaria, la estaban empujando al abismo y eso no era bueno. Si la chica llegaba a su límite de la tolerancia, sería capaz de largarse dejando todo tirado.Entonces, unos delicados golpes en la puerta lo sacaron de su letargo. Su secretaria se asoma por la hendidura de la misma, lo que lo lleva a erguirse en su sillón, y allí estaba de nuevo el pitido de su reloj digital indicándole que su pulso se estaba acelerando.—Señor Couper, disculpe que lo moleste —Él cubre el reloj mientras que observa a Gala.—Pase señorita Jones. ¿Qué se ofrece?—Es que como dijo que vendría a este lugar para trabajar,