Capitulo 8. Miradas

El móvil de Riley no paraba de sonar, mensaje tras mensaje, llamada tras llamada. Estaban llevando al CEO a querer apagar el aparato. Es que ni siquiera lo dejaban dormir un poco esa mañana, con irritación toma el aparato dándose cuenta de que tenía cientos de mensajes de las chicas con las que solía salir de vez en cuando.

El castaño golpea la cara contra la almohada, sintiéndose frustrado, todas esas chicas detrás de él, mientras que desde ese día tenía que comportarse como si estuviera prometido. Héctor había sido muy claro la noche anterior, ya no podía seguir saliendo con las mujeres de esas revistas de cotilleo, necesitaba dejar de aparecer en las noticias para que su matrimonio fuese lo más real posible. De ese modo dejaría de estar en boca de todos y a su abuelo no le llegarían más chismorreos sobre sus andanzas.

—Demonios, esto no será fácil —Dice apagando el aparato —. Tendré que cambiar de número.

De pronto el teléfono de casa comenzó a sonar dándole un respingo al castaño, él mira el aparato y empieza a pensar que nadie más que su hermano y abuelo tenían ese número de teléfono.

Con algo de pereza lo contesta…

—¡Diga!

—Te quiero ahora en la oficina, saca tu trasero de la cama y vente ahora mismo.

—Héctor, son las…

—Muévete —Demanda para luego colgar.

—Joder, es que si no fuera por ese idiota ya hubiese desaparecido —Farfulla poniéndose en pie.

Un par de horas después, Riley ingresaba en la empresa llevándose las miradas de todas las empleadas de la compañía. Por desgracia, para él, no podía ni siquiera mirarlas. <Maldito Héctor, todo esto es por su culpa> musita para sus adentros.

—Buenos días, Señor Couper. ¿Cómo amanece esta mañana? —Una joven rubia de interminables piernas se le atraviesa en el camino con un café humeante en las manos.

—Buenos días —La saluda conteniendo las ganas de sonreírle.

—He preparado un café muy rico, muy caliente como a usted le gusta —Ella le ofrece la taza, y Riley opina que esa mujer era la personificación del mismo demonio. Tanto fue, que lo hizo tragar saliva al tomar la taza.

—Muchas gracias, no se hubiera molestado.

—Para nada, sabe que estoy a sus órdenes —La rubia le dedica una mirada de esas que te dicen, “vamos a hacerlo en el baño ahora mismo” ¡joder! Y él más capado que nunca en su vida.

—Lo tendré en cuenta, gracias por el café.

Riley sigue su camino, pareciendo el hombre más idiota del mundo. Por todo el camino juro que le metería un puñetazo a su hermano justo en la nariz… tomando un sorbo de café, confirmando que realmente estaba muy bueno, Riley se topa con la que posiblemente sería su esposa. La pelirroja levanta la mirada y lo observa por encima de sus gafas.

—Buenos días, señor Couper.

—Buen día, ¿Mi hermano está en su oficina?

—Lo está esperando.

El CEO notó que la chica lo miraba extraño, se preguntó si Héctor ya le había hecho la propuesta. En ese caso, ella parecía más bien decidida a negarse aceptar. Y, por una parte, era un alivio por qué esa chica no le gustaba, pero por otra, su hermano lo asesinaría si no encontraban a una mujer decente.

—Gracias.

Sigue su camino hasta perderse detrás de la puerta de la oficina de Héctor, encontrándolo metido en su ordenador <eso no es raro en él> pensó el castaño.

—Llegas tarde, Riley —Lo sermonea sin mirarlo a la cara.

—¿Qué es lo que quieres? Espero que sea importante para que me sacaras de la cama a esta hora.

—Es casi medio día, ¿Qué pretendes? —En esa oportunidad si lo observa fijamente.

—¿Y bien? ¿Qué quieres?

—Ya converse con mi secretaria sobre ese asunto del matrimonio por contrato — <Eso explicaba por qué lo miró como si fuera un desquiciado>

—¿Aceptó?

—Lo pensará.

Riley suelta el aliento, al menos era un alivio el que se lo pensara. La verdad es que después de verla bien esa mañana no le apetecía mucho hacerla su esposa.

—Pero aceptará —Riley levanta la mirada ante la seguridad de su hermano.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Intuición, ella aceptara casarse —El hermano más joven pone los ojos en blanco, esas no eran buenas noticias —. Cuando me dé la respuesta, tendremos que llevarla a la villa del abuelo para que la conozca.

—Sí, si… ¿Pero hablaste con ella sobre aquello?

—No, Riley. Por ahora eso no es tan importante, ya tendremos tiempo para hacerlo.

El joven se recuesta de la silla sintiéndose derrotado, presentía que su matrimonio sería un fracaso, y más con esa chica que su hermano había escogido para él.

—Esto es una locura, no es posible que tenga que casarme únicamente para complacer al viejo.

—Si no te hubieras comportado como un inmaduro, por tanto tiempo nada de esto hubiera pasado.

—Jacob solo es un caprichoso.

Pero Héctor no estaba tan seguro de que únicamente fuese un capricho del viejo, era muy astuto y si había dado esa orden de que Riley se casara seria por algo. Lo único que les quedaba era acatar sus mandatos.

—Nos queda esperar que mi secretaria nos dé una respuesta.

—Demonios, Héctor. No sé nada de ella.

—Tendrás un mes entero para conocerla, así que no me molestes con ese tema.

—Al menos dime algo que sepas de ella.

Aquella petición lo hizo callar, Héctor no tenía ni la más mínima idea de la vida personal de su secretaria, lo único que sabía de ella era lo que estaba plasmado en su currículo. Es que ni sabía el tiempo que llevaba trabajando para él.

—No sé nada de ella.

—¡Ay m****a! —El CEO frota su rostro con las manos —. Estoy jodido.

[…]

Para cuando la jornada de trabajo acabo, Gala seguía sin tener una respuesta para su jefe. Bueno, no es que la estuviese esperando para ese mismo día, pero sabía que en algún momento tendría que dársela. El problema radicaba en que, no tenía una contestación.

Y es que era tan complicada su vida, ¿cómo podría aceptar una oferta como esa? No obstante, no podía negar que era muy tentadora. Todos sus problemas se irían, y ya no tendría que preocuparse por deudas y… ella niega, opinando que era una locura.

Recoge sus cosas con lentitud pensando en una posible respuesta, luego mira la puerta de la oficina de su jefe. Allí estaban los dos, recordó cuando vio entrar a Riley por esa puerta. ¿De verdad estaba pensando en casarse con él?, se preguntó que tanto podrían estar conversando. Ninguno de los dos había salido por horas, < ¿estarán hablando de mí?> esa voz interior se hizo la pregunta.

Ella niega y termina por tomar su bolso para intentar salir de la oficina, no podía estar pensando sandeces cuando ya debería estar largándose de allí. Pensaría en una respuesta en casa, bueno, si es que lo conseguía.

—¿Ya se va? —La voz de su jefe la detuvo antes de cruzar la puerta de cristal.

—Sí, ¿se le ofrece al…? —Ella se da la vuelta y observa a ambos hermanos parados bajó el marco de la puerta de brazos cruzados.

¡Pero qué carajos con esos dos! Ella aplana los labios ante tanta imponencia por parte de ambos hermanos.

—¿Algo? —Termina por decir.

—Solo que piense sobre lo que hablamos esta mañana —Ella pestañea repetidas veces, pero sin apartar la vista de Riley quien no la dejaba de mirar con intensidad.

—Sí, señor —Allí fue cuando miró a Héctor.

—Puede irse.

Ella asiente dedicándole una última mirada a Riley y luego a su jefe. Rápidamente, se da la vuelta y sale de la oficina.

Héctor lo había visto, ella estaba mirando a su hermano fijamente. Quizás eso era bueno, si Gala sentía interés por Riley, entonces, esa unión no sería un desastre. Para cuando se quedaron solos, Héctor miró a su hermano por encima de su hombro y notó que también había estado observando fijamente a su secretaria.

¿Acaso esos dos habían conectado en esos minutos?

—¿Todo bien? —Pregunta Héctor mirando a su hermano con el ceño fruncido.

—Si —Contesta, el castaño negando —. Esa mujer va a decir que no, estoy muy seguro que rechazará tu oferta.

—¿Por qué lo dices?

—Por su expresión de horror, ¿viste cómo nos miró? Deberíamos de ir buscando a otra candidata, quizás una que esté más disponible.

< ¿Nos miró?, si más bien no te quito la mirada de encima, idiota>

—Aún no da una respuesta, debemos esperar antes de sacar conclusiones precipitadas —El CEO regresa a la oficina.

—Pareces muy confiado con esto del matrimonio, no creo que dure ni un año con esa chica.

—Tendrás que permanecer todo el tiempo posible con tu esposa, y si no es mucho pedir, formar familia. Te guste o no, Riley.

El castaño aprieta la mandíbula, todos le exigían mucho, pero nadie le preguntaba qué era lo que quería o si deseaba casarse con esa mujer. Es que ni siquiera le gustaba esa chica, ni sabía cómo diablos se llamaba. Lo único de lo que estaba al corriente de ella era de su apellido y eso era todo. Aquello era una m*****a locura.

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