El móvil de Riley no paraba de sonar, mensaje tras mensaje, llamada tras llamada. Estaban llevando al CEO a querer apagar el aparato. Es que ni siquiera lo dejaban dormir un poco esa mañana, con irritación toma el aparato dándose cuenta de que tenía cientos de mensajes de las chicas con las que solía salir de vez en cuando.
El castaño golpea la cara contra la almohada, sintiéndose frustrado, todas esas chicas detrás de él, mientras que desde ese día tenía que comportarse como si estuviera prometido. Héctor había sido muy claro la noche anterior, ya no podía seguir saliendo con las mujeres de esas revistas de cotilleo, necesitaba dejar de aparecer en las noticias para que su matrimonio fuese lo más real posible. De ese modo dejaría de estar en boca de todos y a su abuelo no le llegarían más chismorreos sobre sus andanzas.
—Demonios, esto no será fácil —Dice apagando el aparato —. Tendré que cambiar de número.
De pronto el teléfono de casa comenzó a sonar dándole un respingo al castaño, él mira el aparato y empieza a pensar que nadie más que su hermano y abuelo tenían ese número de teléfono.
Con algo de pereza lo contesta…
—¡Diga!
—Te quiero ahora en la oficina, saca tu trasero de la cama y vente ahora mismo.
—Héctor, son las…
—Muévete —Demanda para luego colgar.
—Joder, es que si no fuera por ese idiota ya hubiese desaparecido —Farfulla poniéndose en pie.
Un par de horas después, Riley ingresaba en la empresa llevándose las miradas de todas las empleadas de la compañía. Por desgracia, para él, no podía ni siquiera mirarlas. <Maldito Héctor, todo esto es por su culpa> musita para sus adentros.
—Buenos días, Señor Couper. ¿Cómo amanece esta mañana? —Una joven rubia de interminables piernas se le atraviesa en el camino con un café humeante en las manos.
—Buenos días —La saluda conteniendo las ganas de sonreírle.
—He preparado un café muy rico, muy caliente como a usted le gusta —Ella le ofrece la taza, y Riley opina que esa mujer era la personificación del mismo demonio. Tanto fue, que lo hizo tragar saliva al tomar la taza.
—Muchas gracias, no se hubiera molestado.
—Para nada, sabe que estoy a sus órdenes —La rubia le dedica una mirada de esas que te dicen, “vamos a hacerlo en el baño ahora mismo” ¡joder! Y él más capado que nunca en su vida.
—Lo tendré en cuenta, gracias por el café.
Riley sigue su camino, pareciendo el hombre más idiota del mundo. Por todo el camino juro que le metería un puñetazo a su hermano justo en la nariz… tomando un sorbo de café, confirmando que realmente estaba muy bueno, Riley se topa con la que posiblemente sería su esposa. La pelirroja levanta la mirada y lo observa por encima de sus gafas.
—Buenos días, señor Couper.
—Buen día, ¿Mi hermano está en su oficina?
—Lo está esperando.
El CEO notó que la chica lo miraba extraño, se preguntó si Héctor ya le había hecho la propuesta. En ese caso, ella parecía más bien decidida a negarse aceptar. Y, por una parte, era un alivio por qué esa chica no le gustaba, pero por otra, su hermano lo asesinaría si no encontraban a una mujer decente.
—Gracias.
Sigue su camino hasta perderse detrás de la puerta de la oficina de Héctor, encontrándolo metido en su ordenador <eso no es raro en él> pensó el castaño.
—Llegas tarde, Riley —Lo sermonea sin mirarlo a la cara.
—¿Qué es lo que quieres? Espero que sea importante para que me sacaras de la cama a esta hora.
—Es casi medio día, ¿Qué pretendes? —En esa oportunidad si lo observa fijamente.
—¿Y bien? ¿Qué quieres?
—Ya converse con mi secretaria sobre ese asunto del matrimonio por contrato — <Eso explicaba por qué lo miró como si fuera un desquiciado>
—¿Aceptó?
—Lo pensará.
Riley suelta el aliento, al menos era un alivio el que se lo pensara. La verdad es que después de verla bien esa mañana no le apetecía mucho hacerla su esposa.
—Pero aceptará —Riley levanta la mirada ante la seguridad de su hermano.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Intuición, ella aceptara casarse —El hermano más joven pone los ojos en blanco, esas no eran buenas noticias —. Cuando me dé la respuesta, tendremos que llevarla a la villa del abuelo para que la conozca.
—Sí, si… ¿Pero hablaste con ella sobre aquello?
—No, Riley. Por ahora eso no es tan importante, ya tendremos tiempo para hacerlo.
El joven se recuesta de la silla sintiéndose derrotado, presentía que su matrimonio sería un fracaso, y más con esa chica que su hermano había escogido para él.
—Esto es una locura, no es posible que tenga que casarme únicamente para complacer al viejo.
—Si no te hubieras comportado como un inmaduro, por tanto tiempo nada de esto hubiera pasado.
—Jacob solo es un caprichoso.
Pero Héctor no estaba tan seguro de que únicamente fuese un capricho del viejo, era muy astuto y si había dado esa orden de que Riley se casara seria por algo. Lo único que les quedaba era acatar sus mandatos.
—Nos queda esperar que mi secretaria nos dé una respuesta.
—Demonios, Héctor. No sé nada de ella.
—Tendrás un mes entero para conocerla, así que no me molestes con ese tema.
—Al menos dime algo que sepas de ella.
Aquella petición lo hizo callar, Héctor no tenía ni la más mínima idea de la vida personal de su secretaria, lo único que sabía de ella era lo que estaba plasmado en su currículo. Es que ni sabía el tiempo que llevaba trabajando para él.
—No sé nada de ella.
—¡Ay m****a! —El CEO frota su rostro con las manos —. Estoy jodido.
[…]
Para cuando la jornada de trabajo acabo, Gala seguía sin tener una respuesta para su jefe. Bueno, no es que la estuviese esperando para ese mismo día, pero sabía que en algún momento tendría que dársela. El problema radicaba en que, no tenía una contestación.
Y es que era tan complicada su vida, ¿cómo podría aceptar una oferta como esa? No obstante, no podía negar que era muy tentadora. Todos sus problemas se irían, y ya no tendría que preocuparse por deudas y… ella niega, opinando que era una locura.
Recoge sus cosas con lentitud pensando en una posible respuesta, luego mira la puerta de la oficina de su jefe. Allí estaban los dos, recordó cuando vio entrar a Riley por esa puerta. ¿De verdad estaba pensando en casarse con él?, se preguntó que tanto podrían estar conversando. Ninguno de los dos había salido por horas, < ¿estarán hablando de mí?> esa voz interior se hizo la pregunta.
Ella niega y termina por tomar su bolso para intentar salir de la oficina, no podía estar pensando sandeces cuando ya debería estar largándose de allí. Pensaría en una respuesta en casa, bueno, si es que lo conseguía.
—¿Ya se va? —La voz de su jefe la detuvo antes de cruzar la puerta de cristal.
—Sí, ¿se le ofrece al…? —Ella se da la vuelta y observa a ambos hermanos parados bajó el marco de la puerta de brazos cruzados.
¡Pero qué carajos con esos dos! Ella aplana los labios ante tanta imponencia por parte de ambos hermanos.
—¿Algo? —Termina por decir.
—Solo que piense sobre lo que hablamos esta mañana —Ella pestañea repetidas veces, pero sin apartar la vista de Riley quien no la dejaba de mirar con intensidad.
—Sí, señor —Allí fue cuando miró a Héctor.
—Puede irse.
Ella asiente dedicándole una última mirada a Riley y luego a su jefe. Rápidamente, se da la vuelta y sale de la oficina.
Héctor lo había visto, ella estaba mirando a su hermano fijamente. Quizás eso era bueno, si Gala sentía interés por Riley, entonces, esa unión no sería un desastre. Para cuando se quedaron solos, Héctor miró a su hermano por encima de su hombro y notó que también había estado observando fijamente a su secretaria.
¿Acaso esos dos habían conectado en esos minutos?
—¿Todo bien? —Pregunta Héctor mirando a su hermano con el ceño fruncido.
—Si —Contesta, el castaño negando —. Esa mujer va a decir que no, estoy muy seguro que rechazará tu oferta.
—¿Por qué lo dices?
—Por su expresión de horror, ¿viste cómo nos miró? Deberíamos de ir buscando a otra candidata, quizás una que esté más disponible.
< ¿Nos miró?, si más bien no te quito la mirada de encima, idiota>
—Aún no da una respuesta, debemos esperar antes de sacar conclusiones precipitadas —El CEO regresa a la oficina.
—Pareces muy confiado con esto del matrimonio, no creo que dure ni un año con esa chica.
—Tendrás que permanecer todo el tiempo posible con tu esposa, y si no es mucho pedir, formar familia. Te guste o no, Riley.
El castaño aprieta la mandíbula, todos le exigían mucho, pero nadie le preguntaba qué era lo que quería o si deseaba casarse con esa mujer. Es que ni siquiera le gustaba esa chica, ni sabía cómo diablos se llamaba. Lo único de lo que estaba al corriente de ella era de su apellido y eso era todo. Aquello era una m*****a locura.
Mientras que esa mañana, Héctor revisaba unos permisos para exportar un cargamento de licor, el teléfono de su mesa comenzó a sonar interrumpiendo su concentración.—¡Diga! —Contesta, de mala gana.—Señor Couper, su abuelo está en la línea dos.—Gracias —Responde a su secretaria de quien esperaba ansioso por una respuesta, el CEO aprieta el botón dos —. Abuelo, no esperaba que llamaras este día. —¿Has encontrado a una buena chica?—Abuelo, eso no es tan fácil como lo piensas.—Eso ya lo sé, pero si no les pongo presión a ustedes, dos harán lo que les venga en gana. Te recuerdo que si el mes pasa ambos se quedarán sin nada.—Y yo te recuerdo que si encuentro a la chica, me firmarás los papeles para que la empresa sea toda mía.—Únicamente, si apruebo a la mujer.—Lo harás, encontraré a la mujer indicada para Riley.—Y me sigo preguntando, ¿por qué se la estás buscando tú?Héctor no dijo una palabra. No podía confiar en su hermano, si lo dejaba buscarse esposa capas y se buscaba a una
Los minutos se convirtieron en horas, y Héctor seguía sentado en aquel sofá. Su móvil ya no le parecía interesante, la conversación que estaba teniendo con la mujer que no paraba de testearle lo estaba comenzando aburrir. Soltando un largo suspiro, deja el móvil en silencio y levanta la mirada.Al hacerlo se da cuenta a lo lejos de una melena rojiza que se encontraba en la sección de lencería. El CEO frunce el ceño, la dependienta le estaba mostrando unos conjuntos de encajes bastante interesantes. Únicamente, la había llevado a comprar ropa, no lencería. Se sentía muy extraño que llevará a la futura mujer de su hermano a comprar ropa interior, para que se la terminara luciendo a Riley. Eso era lo más idiota que podía estar haciendo.En eso, observa como ella toma una diminuta prenda roja entre sus delicados dedos. Expande la braga como viendo si era de su talla se dijo internamente, podía usar esos pantalones de vestir un poco anchos, pero tampoco había que
Era la primera vez que Gala se subía a un avión, y mucho más siendo tan pequeño. La pelirroja se sube al mismo y de inmediato se topa con la presencia de su jefe —¡Señor Couper! —Exclama con sorpresa.—Buenos días, señorita Jones —La saluda fríamente.—Despeguemos de una vez —Riley exige sentándose en un asiento.Héctor observa la actitud despreocupada de su hermano, y luego mira a la pelirroja con expresión de sin saber qué hacer, se quedó parada como si de sus pies hubiesen brotado raíces. El CEO rueda los ojos, se queja quitándose el cinturón para ponerse en pie, toma el bolso de Gala y lo acomoda en la cómoda de arriba.—Tome un asiento, ya estamos por despegar.Ella pestañea reiteradas veces, nunca se imaginó que su jefe hiciera una cosa como esa con una mujer. Estaba bastante sorprendida. Gala termina por elegir un asiento justo cuando una pequeña puerta blanca se abre, d
—Lo siento mucho —Se disculpa indiferentemente —. He venido a decirle que recuerde bien todo lo que debe decir mañana cuando conozca a mi abuelo. Él la interrogará, así que debe medir muy bien sus palabras —Añade mirándola fijamente a los ojos.—No se preocupe, señor Couper. Sé muy bien lo que debo decir —Bueno, ya no tenía motivos para quedarse allí parado, ¿Por qué no se largaba entonces? —. ¿Se le ofrece algo más?—Buenas noches —Se da la vuelta y se marcha.Gala cierra la puerta lentamente, soltando el aliento luego de estar sola. Eso había sido un poco desconcertante para la pelirroja. Todo el tiempo se preguntaba por qué era su jefe el que le decía las cosas y no Riley.—Santo cielo, no puedo estar pensando en esas tonterías.Vuelve a la cama, cierra la laptop y se quita los lentes. Estaba tan cansada, y el revisar los estados de sus deudas no le ayudaba mucho para descansar como debía. Lo que
—¿Crees que lo haga bien?—Estoy seguro de que si —Héctor toma un sorbo de jugo.—Creo que le hizo falta un poco de maquillaje, cubrir esas pecas y quitar esa palidez de su cara —Añade ponzoñosamente Estefany.Héctor arroja una mirada de esas tipo asesina que él suele lanzar a la gente que lo saca de sus casillas, pero para desgracia de Estefany no lo pilla. Su comentario le hizo hervir la sangre, para él, la chica estaba perfecta. No como ella, quien llevaba una tonelada de maquillaje encima.La diferencia entre ambas era enorme… y si Estefany continuaba de ponzoñosa, la enviaría de vuelta a estados unidos en un santiamén.—¿Podemos bañarnos en la piscina, cariño?—Ve tú…—De acuerdo, te estaré esperando si cambias de parecer.En cuanto la mujer se marchó, Riley miró a su hermano, quien parecía tan indiferente y a la vez tan estresado.—¿Por qué demonios estás estresado?—¿Y eso a ti que te importa?—Deberías estar más que contento con ese mujeron que has traído y que esté dispuesta
Gala llegó al área de la piscina fijándose que Estefany se encontraba nadando en las cristalinas aguas. En cuanto la diviso, lo pensó si quedarse o irse, pero luego pensó que era muy tonto de su parte irse. No existía razón para hacerlo, así que decidió quedarse y tomar un poco de sol.—¡Ah!, eres tú. Pensé que era Héctor, llevo mucho rato esperándolo y nada que aparece, ¿sabes dónde está?—Creo que está trabajando.—¿Crees?, ¿acaso no eres su secretaria?, deberías saber lo que hace.—No me ha pedido que lo ayude en nada, supongo que él mismo se está encargando de los asuntos.—De secretaria a esposa de un Couper, mira que eres dichosa, o muy tonta —La mujer le dice mientras nadaba de espaldas —. Casarse con un Couper no vale la pena, esos hombres nunca serán fiel a una mujer.Eso no hacía falta que se lo dijera, conocía más que bien a uno de ellos. Y aunque no conociera a la perfección al hombre con el que pensaba casarse, era claro que si su hermano mayor no permanecía con la misma
Si pensaba pasarse el resto de las semanas en el despacho de su abuelo, se volvería loco, no podía estar metido intentando hacer su trabajo, pero la realidad era que no dejaba de pensar en tonterías.Y menos cuando las palabras de su abuelo no paraban de resonar en su cabeza, eso sí que era una completa locura. Ni siquiera había conversado de ese tema con su secretaria, la estaban empujando al abismo y eso no era bueno. Si la chica llegaba a su límite de la tolerancia, sería capaz de largarse dejando todo tirado.Entonces, unos delicados golpes en la puerta lo sacaron de su letargo. Su secretaria se asoma por la hendidura de la misma, lo que lo lleva a erguirse en su sillón, y allí estaba de nuevo el pitido de su reloj digital indicándole que su pulso se estaba acelerando.—Señor Couper, disculpe que lo moleste —Él cubre el reloj mientras que observa a Gala.—Pase señorita Jones. ¿Qué se ofrece?—Es que como dijo que vendría a este lugar para trabajar,
Esa mañana Jacob terminó de hacer una llamada que le resulto bastante interesante, el viejo se quedó sentado en su sillón recapitulando todo lo que le habían dicho en esa llamada. Se preguntó cómo reaccionarían sus nietos al enterarse, o quizás ya estaban al tanto de la situación. Luego se le ocurrió una idea, era un poco atrevida, pero necesitaba saber a qué estaban jugando sus nietos.Héctor no era un hombre que le gustase perder un trato, y haría hasta lo imposible por conseguir todas sus metas. Así que Jacob decidió mover sus cartas antes de que sus nietos jugaran las suyas.Descolgó el teléfono una vez más…[…]Tomaba el desayuno en la terraza mientras que leía el periódico, nadie en esa casa al parecer le apetecía desayunar. Las sabanas se les habían pegado a todos, por su parte era un hombre que se levantaba muy temprano, y el dormir hasta tarde no era lo suyo.De lo que si estaba extrañado era de su abuelo y su secretaria, el que no estuvieran en la mesa, sí que le resultaba r