Héctor observó a su secretaria mortalmente serio, una vez más la detallo de pies a cabeza, pero en esa oportunidad con una idea en su cabeza.
—Puede irse, señorita Jones.
—Buenas noches —Ella se despide y abandona la oficina rápidamente.
Riley niega y luego regresa la mirada hacia su hermano para seguir conversando sobre el loco tema del matrimonio. Cuando de pronto, observa algo muy peculiar en los ojos de Héctor. Era ese tipo de mirada que no le solía agradar, Riley frunce el ceño porque intuía lo que estaba por venir.
—¡0h, no!, por supuesto que no, Héctor Couper —Se da la vuelta para empezar a caminar de un lado para el otro —. Ni se te ocurra, porque bien sabes que es una completa locura.
—Es perfecta, ¿No lo crees así?
—No, no lo es… No me casaré con tu secretaria, Héctor.
—Gala es el tipo de mujer que el abuelo aprobaría en cuestión de segundos, es la ideal para este trabajo.
—Es tu secretaria por el amor de dios, ¿crees que ella se querrá casar solo porque se lo pidas?, lo más probable es que nos pida dinero o nos mande al demonio, y si el abuelo se entera de que le hemos ofrecido dinero “en caso de que acepte tu absurda propuesta”, de nada servirá tu irracional plan de emparejarme con ella.
—Todo es cuestión de saber negociar con una mujer, mi querido hermano. Y de eso tú no tienes ni la más mínima idea —Contesta, con arrogancia.
El menor de los hermanos se cruza de brazos por el insulto tan elegante de su hermano, él no era malo con las mujeres, simplemente se iba al grano con ellas. Pero la secretaria de Héctor era bastante diferente a las demás, dudaba muchísimo que aquello funcionara.
—¿Y qué es lo que piensas hacer? No sabes nada de esa mujer, si está casada, o tiene mil gatos en su casa. ¿Ya pillaste como se viste?, estás demente Héctor. El abuelo jamás se creerá que esa mujer y yo nos llevamos bien.
—No te preocupes por eso, yo me encargaré de hablar con ella.
—¡Ah, claro! ¿Harás negocios con la secretaria? —Interroga de manera sarcástica —. Esto es el colmo, no me puedo creer que quieras que me case con esa chica desaliñada. ¿Sabes que salgo con chicas atractivas? Nadie se creerá ese cuento de que me he prendado de la secretaria de mi hermano —Culmina por sentarse en el sofá.
Héctor se sienta en su silla mirando a su hermano con recelo y algo de molestia. Intentaba buscar la solución para su problema y el suyo propio, y el muy idiota no colaboraba.
—Vas a tener que ponerle más empeño a esto, Riley. Te recuerdo que tienes mucho en tus manos, y no estoy dispuesto a perderlo solo porque tienes un berrinche estúpido. Si mi secretaria acepta los términos, te casaras con ella y…
—Vamos Héctor, no me hagas esto.
—Y… Dejarás de ser un maldito ligón. Serás fiel a tu matrimonio.
—¿Insinúas que me tengo que acostar con ella?
El CEO analiza la pregunta de su hermano, ¿acostarse? Eso podría llegar a ser un problema con la señorita Jones, era posible que ella aceptara casarse, pero llegar al punto de intimar con el idiota de Riley. No estaba muy seguro de ello, ya que ella sabía perfectamente que su hermano era un ligón.
—Creo que esa parte del trato sería un inconveniente, no estoy seguro de que ella acepte meterse contigo en la cama.
—¿Inconveniente, dices? —Riley pregunta estupefacto —. Es un problema mayor, muy mayor… pierdes el tiempo pensando en esa chica, es obvio que no aceptara —El castaño masaje el puente de su nariz —. Esto es una m*****a locura.
—Tendrás que aguantarte, y hacer lo que ordena el abuelo.
Más frustrado que nunca Riley se pone en pie, su vida estaba completamente arruinada. Tenía opciones, claro que las tenía, pero implicaría dejar en la calle a su hermano, y Héctor había trabajado mucho por esa compañía por tantos años que no se merecía que le hiciera un desplante. Tendría que casarse.
—Está bien, si crees que la secretaria acepte este estúpido juego, entonces me casaré con ella.
—Y le serás fiel.
—Sí, prometo serle fiel —Aunque no quisiera, lo sería, por su hermano.
—Mañana hablaré con ella, le pondré las cartas sobre la mesa. Y le haré una oferta que no podrá resistir.
—¿Qué hay de ese atuendo? Joder Héctor, parece una monja. Al abuelo no le gustará —Pasa ambas manos por su cara.
—No es tan mal, es una mujer recatada. Pero de todas maneras, yo me encargaré de eso.
—Como quieras. Será mejor que vayamos por un trago, la verdad es que lo necesito con urgencia.
—Está bien —Contesta el mayor poniéndose en pie.
[…]
Que suerte tuvo el no haber interrumpido nada importante, se hubiera muerto de la angustia si su jefe la regañaba por haber entrado sin pedir permiso. Al salir del edificio, la pelirroja tomó un taxi directo hasta su apartamento. Estaba tan cansada, se recostó del asiento del coche pensando que iba sobre la hora.
—Necesito dormir —Musita cerrando los ojos por un momento.
Para cuando los abrió de golpe, el chófer le estaba hablando, informándole de que habían llegado a su residencia. Ella se despabiló pensando que llegaron muy rápido, o es que el taxista iba corriendo como un loco, saco unos billetes y pago la cuenta… al ingresar en la recepción, la joven divisa que tenía correo en el casillero que le pertenecía a ella.
Saca los sobres del mismo, y uno en especial llama su atención. En letras rojas y grandes decía que estaba atrasada con el pago.
—Bueno, uno de tantos, dios mío, como demonios voy a pagar a tiempo… —Suspira, guardando los documentos en su bolso —. Observa las escaleras mentalizándose que debía subir 7 pisos, ya que el bendito ascensor estaba sin servicio —. Con un condominio tan costoso y no reparan este maldito aparato.
[…]
Mentalizado, con una propuesta bien formulada y el mejor discurso de toda su vida, Héctor se preparaba para confrontar a su secretaria esa mañana y proponerle el mejor negocio de la existencia. Era beneficioso para los tres involucrados, así que dudaba que se negara aceptar. Y si lo hacía, intentaría persuadirla para que accediera.
Al ingresar en la recepción en donde ella debería estar, resulto que no estaba. Eso sí le pareció muy extraño, ella siempre era puntual. Miró la hora de su reloj, estaba llegando unos minutos después, ¿Dónde estaba?
Camina hacia su oficina, abrió la puerta y se encuentra con la señorita Jones organizando su oficina.
—Buenos días, señor Couper.
—Creí que no había llegado.
—He venido a organizar su escritorio, ¿algún problema, señor? —Su puntualidad y organización era un punto a su favor, justo lo que Riley necesitaba.
—Necesito conversar con usted —Le dice de manera seria conduciendo sus pasos hasta su escritorio —. Siéntese por favor.
Con los nervios a millón, Gala toma asiento. Junta sobre su regazo con mucha fuerza, el miedo se estaba apoderando de ella. No recordaba haber hecho algo malo con su trabajo como para que su jefe la sentara y le hablara de esa manera.
—¿He hecho algo malo, señor Couper?
—No, no ha hecho nada —Héctor cruza sus manos —. Es un asunto personal el que deseo tratar con usted.
—¿Personal? —Ella agranda la horma de sus ojos.
—¿Usted, está casada?
Gala se preguntó si habían cambiado las normas de la empresa, de igual forma eso no le afectaba en nada.—He releído su currículo y me he fijado que no lo está, ¿Ese estado sigue manteniéndose así?—Sí, señor, yo no estoy casada.—¿Tiene novio? —Ella se sorprende aún más, cada pregunta era más personal que la otra, ¿Qué se proponía su jefe? —. ¿Y bien? ¿Tiene o no tiene novio? —Héctor insiste.—Señor, disculpe, ¿Pero qué tiene que ver eso con mi trabajo?—Ya le dije que no a vamos hablar de trabajo, señorita Jones —La seriedad con que le habló le hizo temblar las rodillas.—No tengo novio —Respondió de prisa.—En ese caso, quisiera proponerle un negocio, señorita Jones. pensó. No tenía sentido, ni las preguntas tan personales, ni lo que estaba intentando proponer. Si ella no tenía ni un centavo, y él lo tenía absoluta
El móvil de Riley no paraba de sonar, mensaje tras mensaje, llamada tras llamada. Estaban llevando al CEO a querer apagar el aparato. Es que ni siquiera lo dejaban dormir un poco esa mañana, con irritación toma el aparato dándose cuenta de que tenía cientos de mensajes de las chicas con las que solía salir de vez en cuando.El castaño golpea la cara contra la almohada, sintiéndose frustrado, todas esas chicas detrás de él, mientras que desde ese día tenía que comportarse como si estuviera prometido. Héctor había sido muy claro la noche anterior, ya no podía seguir saliendo con las mujeres de esas revistas de cotilleo, necesitaba dejar de aparecer en las noticias para que su matrimonio fuese lo más real posible. De ese modo dejaría de estar en boca de todos y a su abuelo no le llegarían más chismorreos sobre sus andanzas.—Demonios, esto no será fácil —Dice apagando el aparato —. Tendré que cambiar de número.De pronto el teléfono de casa comenzó a sonar dándole un respingo al castaño,
Mientras que esa mañana, Héctor revisaba unos permisos para exportar un cargamento de licor, el teléfono de su mesa comenzó a sonar interrumpiendo su concentración.—¡Diga! —Contesta, de mala gana.—Señor Couper, su abuelo está en la línea dos.—Gracias —Responde a su secretaria de quien esperaba ansioso por una respuesta, el CEO aprieta el botón dos —. Abuelo, no esperaba que llamaras este día. —¿Has encontrado a una buena chica?—Abuelo, eso no es tan fácil como lo piensas.—Eso ya lo sé, pero si no les pongo presión a ustedes, dos harán lo que les venga en gana. Te recuerdo que si el mes pasa ambos se quedarán sin nada.—Y yo te recuerdo que si encuentro a la chica, me firmarás los papeles para que la empresa sea toda mía.—Únicamente, si apruebo a la mujer.—Lo harás, encontraré a la mujer indicada para Riley.—Y me sigo preguntando, ¿por qué se la estás buscando tú?Héctor no dijo una palabra. No podía confiar en su hermano, si lo dejaba buscarse esposa capas y se buscaba a una
Los minutos se convirtieron en horas, y Héctor seguía sentado en aquel sofá. Su móvil ya no le parecía interesante, la conversación que estaba teniendo con la mujer que no paraba de testearle lo estaba comenzando aburrir. Soltando un largo suspiro, deja el móvil en silencio y levanta la mirada.Al hacerlo se da cuenta a lo lejos de una melena rojiza que se encontraba en la sección de lencería. El CEO frunce el ceño, la dependienta le estaba mostrando unos conjuntos de encajes bastante interesantes. Únicamente, la había llevado a comprar ropa, no lencería. Se sentía muy extraño que llevará a la futura mujer de su hermano a comprar ropa interior, para que se la terminara luciendo a Riley. Eso era lo más idiota que podía estar haciendo.En eso, observa como ella toma una diminuta prenda roja entre sus delicados dedos. Expande la braga como viendo si era de su talla se dijo internamente, podía usar esos pantalones de vestir un poco anchos, pero tampoco había que
Era la primera vez que Gala se subía a un avión, y mucho más siendo tan pequeño. La pelirroja se sube al mismo y de inmediato se topa con la presencia de su jefe —¡Señor Couper! —Exclama con sorpresa.—Buenos días, señorita Jones —La saluda fríamente.—Despeguemos de una vez —Riley exige sentándose en un asiento.Héctor observa la actitud despreocupada de su hermano, y luego mira a la pelirroja con expresión de sin saber qué hacer, se quedó parada como si de sus pies hubiesen brotado raíces. El CEO rueda los ojos, se queja quitándose el cinturón para ponerse en pie, toma el bolso de Gala y lo acomoda en la cómoda de arriba.—Tome un asiento, ya estamos por despegar.Ella pestañea reiteradas veces, nunca se imaginó que su jefe hiciera una cosa como esa con una mujer. Estaba bastante sorprendida. Gala termina por elegir un asiento justo cuando una pequeña puerta blanca se abre, d
—Lo siento mucho —Se disculpa indiferentemente —. He venido a decirle que recuerde bien todo lo que debe decir mañana cuando conozca a mi abuelo. Él la interrogará, así que debe medir muy bien sus palabras —Añade mirándola fijamente a los ojos.—No se preocupe, señor Couper. Sé muy bien lo que debo decir —Bueno, ya no tenía motivos para quedarse allí parado, ¿Por qué no se largaba entonces? —. ¿Se le ofrece algo más?—Buenas noches —Se da la vuelta y se marcha.Gala cierra la puerta lentamente, soltando el aliento luego de estar sola. Eso había sido un poco desconcertante para la pelirroja. Todo el tiempo se preguntaba por qué era su jefe el que le decía las cosas y no Riley.—Santo cielo, no puedo estar pensando en esas tonterías.Vuelve a la cama, cierra la laptop y se quita los lentes. Estaba tan cansada, y el revisar los estados de sus deudas no le ayudaba mucho para descansar como debía. Lo que
—¿Crees que lo haga bien?—Estoy seguro de que si —Héctor toma un sorbo de jugo.—Creo que le hizo falta un poco de maquillaje, cubrir esas pecas y quitar esa palidez de su cara —Añade ponzoñosamente Estefany.Héctor arroja una mirada de esas tipo asesina que él suele lanzar a la gente que lo saca de sus casillas, pero para desgracia de Estefany no lo pilla. Su comentario le hizo hervir la sangre, para él, la chica estaba perfecta. No como ella, quien llevaba una tonelada de maquillaje encima.La diferencia entre ambas era enorme… y si Estefany continuaba de ponzoñosa, la enviaría de vuelta a estados unidos en un santiamén.—¿Podemos bañarnos en la piscina, cariño?—Ve tú…—De acuerdo, te estaré esperando si cambias de parecer.En cuanto la mujer se marchó, Riley miró a su hermano, quien parecía tan indiferente y a la vez tan estresado.—¿Por qué demonios estás estresado?—¿Y eso a ti que te importa?—Deberías estar más que contento con ese mujeron que has traído y que esté dispuesta
Gala llegó al área de la piscina fijándose que Estefany se encontraba nadando en las cristalinas aguas. En cuanto la diviso, lo pensó si quedarse o irse, pero luego pensó que era muy tonto de su parte irse. No existía razón para hacerlo, así que decidió quedarse y tomar un poco de sol.—¡Ah!, eres tú. Pensé que era Héctor, llevo mucho rato esperándolo y nada que aparece, ¿sabes dónde está?—Creo que está trabajando.—¿Crees?, ¿acaso no eres su secretaria?, deberías saber lo que hace.—No me ha pedido que lo ayude en nada, supongo que él mismo se está encargando de los asuntos.—De secretaria a esposa de un Couper, mira que eres dichosa, o muy tonta —La mujer le dice mientras nadaba de espaldas —. Casarse con un Couper no vale la pena, esos hombres nunca serán fiel a una mujer.Eso no hacía falta que se lo dijera, conocía más que bien a uno de ellos. Y aunque no conociera a la perfección al hombre con el que pensaba casarse, era claro que si su hermano mayor no permanecía con la misma