La ida a la sastrería término siendo espantoso, a duras penas Gala encontró un traje que se ajustara a las exigencias del hermano de su jefe. Y con las prisas a todo dar, logro regresar a la empresa con el traje nuevo y el resto de las cosas que le pidieron.
Después de entregar el mandado, corrió hacia la sala de juntas para finiquitar los últimos detalles para la reunión… terminando de dar las instrucciones, la pelirroja escucha una voz que conocía muy poco, pero estaba al tanto de quien se trataba la persona.
—¡Buenos días, señorita!
Ella se da la vuelta para observar a un hombre de baja estatura, con el cabello casi cano, bigotes blancos y en su mano llevaba un bastón, el cual servía de apoyo para sostener todo su peso. El hombre iba ataviado por un fino traje, de esos como los que utilizaba su jefe. Se preguntó si todos los Couper compraban sus trajes en el mismo sitio.
—Buenos días, señor Couper —Lo saluda con una sonrisa gentil.
—¿Dónde están mis nietos?
—En la oficina del señor Héctor.
—¿Riley está aquí?
—Sí, señor.
—Muy bien, en ese caso los iré a ver a la oficina. Dejaré que termine aquí.
El corazón de Gala latía con fuerza, aún no sabía cómo es que no le había dado un infarto por tantas emociones para un solo día. Parecía como si estuviera montada en una montaña rusa, en sus 6 años, únicamente había visto al señor Jacob 2 veces. Y esas veces que asistió a las juntas, las cosas no terminaron bien.
Contaba con que no se armara un problema en esa oportunidad, aquella reunión era muy importante para su jefe. Llevaba meses programándola, si algo salía mal no se lo quería ni imaginar. De solo pensarlo, todos los vellos de su cuerpo se le erizaban.
Gala, culmino con los últimos detalles, quedando satisfecha con los resultados. En eso algunos de los invitados empezaron a llegar y ella comenzó atenderlos hasta que su jefe hiciera acto de presencia.
[…]
—Tu secretaria ha elegido un buen traje, no me quejo —Riley le dice a su hermano una vez que sale del cuarto del baño.
—Cállate Riley, ¿no tienes nada mejor que decir? —Héctor lo regaña mientras recogía algunas cosas de su escritorio —. Prepárate para la reunión —Golpea una carpeta contra su pecho —. Lee.
—Vamos Héctor, sabes que esto no es lo mío —Añade abriendo la misma mientras que fruncía el ceño.
—No me cabrees Riley, mucho he hecho por ti últimamente. Así que no me jodas la paciencia y estúdiate ese informe.
El castaño rueda los ojos, se tumba en un sofá para leer aquel montón de datos tan aburridos. Pero según su hermano era necesario, si tan solo no estuviera involucrado en esa m*****a situación, en esos momentos estaría metido en la cama con una bella mujer.
De pronto la puerta de la oficina se abre y por esta aparece Jacob, de inmediato Riley se pone en pie tirando la carpeta a un lado.
—¡Abuelo! —Lo saluda con sorpresa.
—¿Qué pasa? ¿Acaso creíste que no vendría? —Dice el viejo ingresando en la oficina.
—Hola abuelo —Lo saluda Héctor con seriedad —. Qué bueno que ya has llegado.
—Hola muchacho, ¿todo está listo?
—Sí, ya podemos comenzar.
—Estoy impaciente —Le responde con un tono de voz que llamo la atención de sus nietos.
Para cuando todos estaban reunidos en la sala de juntas, los Couper ingresaron en la misma… Gala, observo a su jefe en compañía de su hermano y abuelo y sintió un poco de pánico. Ella conocía muy bien a su jefe, sabía que estaba estresado y algo incómodo con la presencia del abuelo.
Contaba con que todo saliera bien, al menos esa vez…
Unas largas y tediosas horas después, la reunión culmino siendo todo un éxito. Jacob Couper pareció quedar conforme con los avances de la compañía, con las expansiones que Héctor y Riley tenían planificado en hacer, pero sobre todo con los ingresos obtenidos en lo largo de todo el año.
Las piernas de Gala seguían temblando, pero al menos ya todo había terminado. Ella miró su reloj, y no se pudo creer que la reunión se tomara casi todo el día. Esperaba con que todos se marcharan lo antes posible para poder recoger todo y le diera tiempo de irse con minutos de sobra.
—He quedado satisfecho, muchachos.
—Gracias abuelo —Héctor agradece sinceramente.
—¿Volverás a Grecia esta noche? Puedes quedarte en mi casa si gustas, abuelo —Sugiere el nieto mayor.
—Me parece buena idea, estoy muy cansado para regresar a casa.
—Dispón de mi chófer, te llevará a casa en cualquier momento.
—Primero necesito hablar con ustedes dos —Advierte en tono severo —. Los espero en la oficina.
El viejo se marcha dejando a sus nietos pensativos, ambos se miran como intentando descifrar lo que su abuelo quería decirles. Desafortunadamente, nada les venía a la cabeza.
Poco a poco despidieron al resto de los inversionistas, dejando la sala completamente vacía, bueno, excepto por la secretaria, quien recogía las cosas un tanto apurada. Héctor, detecto su apuro y sintió curiosidad por él, aún faltaba media hora para la salida. ¿Pensaba escaparse antes?
—Vamos a ir a ver al abuelo, ya debe estar desesperado —La voz de su hermano lo saco de sus cavilaciones.
—Sí, vamos de una vez —Ambos miran a la pelirroja —. Señorita Jones, termine de organizar todo.
—No se preocupe, señor. Yo me ocupo de todo —Contesta sin mirarlos.
No más los hermanos entraron en la oficina de Héctor, visualizaron a su abuelo sentado en el sofá bebiendo una taza con café.
—Ya estamos aquí, abuelo. Tú dirás —Héctor se sienta en su sillón y Riley en una de las sillas.
—Bueno, primero diré que estoy bastante sorprendido de verte aquí Riley. La verdad es que creí que no asistirías. Asumo que tuviste que tomar un largo viaje para poder llegar a la compañía a primera hora.
—No, abuelo… no es…
—Silencio —Lo calla —. No le mientras a un viejo zorro —El hombre saca un pedazo de periódico de su saco y se lo tira en la cara —. Yo sé los movimientos de mis nietos, y tú no eres una excepción.
El CEO toma el periódico dándole la vuelta y lo primero que ve es su rostro en la primera plana. Se encontraba metido en ese club que solía frecuentar, con aquella morena que había dejado tirada en aquel hotel. Ambos estaban en una situación bastante comprometedora.
—Asumo que esa jovencita no es nada importante para ti, supongo que no la volverás a ver.
—No, señor —Héctor rueda los ojos para luego picarse el puente de la nariz, su hermano era un imbécil.
—Eso pensé.
—Abuelo, puedo explicarte lo que paso.
—No vas a explicarme nada, has tomado el jet para poder llegar a tiempo. Y a juzgar por esas ojeras que cargas es más que obvio que la pasaste muy bien anoche. Pero eso no me importa a estas alturas, eres un hombre de 35 años, y no debo decirte a quien debes llevarte a la cama.
Riley observa a su abuelo atónito, luego mira a su hermano por el rabillo del ojo, quien también lo estaba observando. Esa reacción no era normal en Jacob, y dado que no era usual, pues, la situación no pintaba nada bien.
—Bueno, lo que pasa es que…—Lo que acontece aquí es que ya estoy cansado de tu comportamiento tan inmaduro, Riley. No puedo entender cómo es que le dejas toda la responsabilidad a tu hermano, aun sabiendo que esta compañía es de ambos.—Abuelo…—No digas nada, porque ya no te quiero oír más. Y tu Héctor, me tienes muy decepcionado —El CEO levanta la mirada —. Le encubres las vagabunderías a tu hermano, y le permites que deje toda la responsabilidad de la empresa sobre tus hombros. Eso es decepcionante de ti, siendo el mayor de ambos, es cuando debes poner en el camino correcto a tu hermano. Pero no tapándole las marramuncias que hace a diario, si crees que es lo correcto estás muy equivocado muchacho.Héctor mantiene la mirada fija en su abuelo. Aunque le costará mucho admitirlo, el viejo tenía mucha razón. Le tapaba las fallas a su hermano, en vez de corregirlas, no lo hacía. Ahora estaba pagando por su error. Decepcionar a su abuelo no era lo que precisamente quería que pasase. Des
—No creas que por el hecho de casarte no tendrás hijos, yo quiero que tengas hijos Riley. Estoy seguro de que te harán entrar en razón, y verás el valor de la unión familiar, pero sobre todo hacerte responsable.—Yo no sé cómo ser un esposo abnegado como lo fuiste tú, mucho menos sabré como ser un padre, abuelo. ¿Por qué no le exiges a Héctor que se case? Él también está soltero, y sale con diferentes chicas, ¿Por qué tengo que ser yo el que se sacrifique?—Héctor es un hombre más centrado, ha estado a la cabeza de la compañía haciéndola surgir día con día. Estoy seguro de que muy pronto encontrara a alguien que lo llene y decida compartir su vida con ella. En cambio, tú eres un desvergonzado que no repara en sí sale en las noticias o no como el ligón más grande. Avergüenzas el apellido de la familia, Riley.Baja la mirada, sabiendo que su abuelo tenía razón, odiaba que la tuviera. Pero no por ello iba a casarse por compromiso, un matrimonio no solucionaría nada. Era estúpido pensar q
Héctor observó a su secretaria mortalmente serio, una vez más la detallo de pies a cabeza, pero en esa oportunidad con una idea en su cabeza.—Puede irse, señorita Jones.—Buenas noches —Ella se despide y abandona la oficina rápidamente.Riley niega y luego regresa la mirada hacia su hermano para seguir conversando sobre el loco tema del matrimonio. Cuando de pronto, observa algo muy peculiar en los ojos de Héctor. Era ese tipo de mirada que no le solía agradar, Riley frunce el ceño porque intuía lo que estaba por venir.—¡0h, no!, por supuesto que no, Héctor Couper —Se da la vuelta para empezar a caminar de un lado para el otro —. Ni se te ocurra, porque bien sabes que es una completa locura.—Es perfecta, ¿No lo crees así?—No, no lo es… No me casaré con tu secretaria, Héctor.—Gala es el tipo de mujer que el abuelo aprobaría en cuestión de segundos, es la ideal para este trabajo.—Es tu secretaria por el amor de dios, ¿crees que ella se querrá casar solo porque se lo pidas?, lo más
Gala se preguntó si habían cambiado las normas de la empresa, de igual forma eso no le afectaba en nada.—He releído su currículo y me he fijado que no lo está, ¿Ese estado sigue manteniéndose así?—Sí, señor, yo no estoy casada.—¿Tiene novio? —Ella se sorprende aún más, cada pregunta era más personal que la otra, ¿Qué se proponía su jefe? —. ¿Y bien? ¿Tiene o no tiene novio? —Héctor insiste.—Señor, disculpe, ¿Pero qué tiene que ver eso con mi trabajo?—Ya le dije que no a vamos hablar de trabajo, señorita Jones —La seriedad con que le habló le hizo temblar las rodillas.—No tengo novio —Respondió de prisa.—En ese caso, quisiera proponerle un negocio, señorita Jones. pensó. No tenía sentido, ni las preguntas tan personales, ni lo que estaba intentando proponer. Si ella no tenía ni un centavo, y él lo tenía absoluta
El móvil de Riley no paraba de sonar, mensaje tras mensaje, llamada tras llamada. Estaban llevando al CEO a querer apagar el aparato. Es que ni siquiera lo dejaban dormir un poco esa mañana, con irritación toma el aparato dándose cuenta de que tenía cientos de mensajes de las chicas con las que solía salir de vez en cuando.El castaño golpea la cara contra la almohada, sintiéndose frustrado, todas esas chicas detrás de él, mientras que desde ese día tenía que comportarse como si estuviera prometido. Héctor había sido muy claro la noche anterior, ya no podía seguir saliendo con las mujeres de esas revistas de cotilleo, necesitaba dejar de aparecer en las noticias para que su matrimonio fuese lo más real posible. De ese modo dejaría de estar en boca de todos y a su abuelo no le llegarían más chismorreos sobre sus andanzas.—Demonios, esto no será fácil —Dice apagando el aparato —. Tendré que cambiar de número.De pronto el teléfono de casa comenzó a sonar dándole un respingo al castaño,
Mientras que esa mañana, Héctor revisaba unos permisos para exportar un cargamento de licor, el teléfono de su mesa comenzó a sonar interrumpiendo su concentración.—¡Diga! —Contesta, de mala gana.—Señor Couper, su abuelo está en la línea dos.—Gracias —Responde a su secretaria de quien esperaba ansioso por una respuesta, el CEO aprieta el botón dos —. Abuelo, no esperaba que llamaras este día. —¿Has encontrado a una buena chica?—Abuelo, eso no es tan fácil como lo piensas.—Eso ya lo sé, pero si no les pongo presión a ustedes, dos harán lo que les venga en gana. Te recuerdo que si el mes pasa ambos se quedarán sin nada.—Y yo te recuerdo que si encuentro a la chica, me firmarás los papeles para que la empresa sea toda mía.—Únicamente, si apruebo a la mujer.—Lo harás, encontraré a la mujer indicada para Riley.—Y me sigo preguntando, ¿por qué se la estás buscando tú?Héctor no dijo una palabra. No podía confiar en su hermano, si lo dejaba buscarse esposa capas y se buscaba a una
Los minutos se convirtieron en horas, y Héctor seguía sentado en aquel sofá. Su móvil ya no le parecía interesante, la conversación que estaba teniendo con la mujer que no paraba de testearle lo estaba comenzando aburrir. Soltando un largo suspiro, deja el móvil en silencio y levanta la mirada.Al hacerlo se da cuenta a lo lejos de una melena rojiza que se encontraba en la sección de lencería. El CEO frunce el ceño, la dependienta le estaba mostrando unos conjuntos de encajes bastante interesantes. Únicamente, la había llevado a comprar ropa, no lencería. Se sentía muy extraño que llevará a la futura mujer de su hermano a comprar ropa interior, para que se la terminara luciendo a Riley. Eso era lo más idiota que podía estar haciendo.En eso, observa como ella toma una diminuta prenda roja entre sus delicados dedos. Expande la braga como viendo si era de su talla se dijo internamente, podía usar esos pantalones de vestir un poco anchos, pero tampoco había que
Era la primera vez que Gala se subía a un avión, y mucho más siendo tan pequeño. La pelirroja se sube al mismo y de inmediato se topa con la presencia de su jefe —¡Señor Couper! —Exclama con sorpresa.—Buenos días, señorita Jones —La saluda fríamente.—Despeguemos de una vez —Riley exige sentándose en un asiento.Héctor observa la actitud despreocupada de su hermano, y luego mira a la pelirroja con expresión de sin saber qué hacer, se quedó parada como si de sus pies hubiesen brotado raíces. El CEO rueda los ojos, se queja quitándose el cinturón para ponerse en pie, toma el bolso de Gala y lo acomoda en la cómoda de arriba.—Tome un asiento, ya estamos por despegar.Ella pestañea reiteradas veces, nunca se imaginó que su jefe hiciera una cosa como esa con una mujer. Estaba bastante sorprendida. Gala termina por elegir un asiento justo cuando una pequeña puerta blanca se abre, d