Gala, recoge sus cosas personales luego de terminar los informes para el día siguiente. Estaba tan cansada que únicamente deseaba llegar a casa y dormir. Mirando la hora de su reloj, se fija que se le estaba haciendo realmente tarde, y si no se daba prisa tendría que correr el resto del camino. No obstante, faltaba 15 minutos para su salida, pero asumió que no existiría problema con que saliera un poco antes.
Tomando su bolso, la pelirroja sale disparada hacia la puerta hasta que escucha una voz gruesa a sus espaldas. Del impacto se le ponen todos los vellos de punta, que efecto tan extraño causaba su jefe en ella. Era tan aterrador.
—Señorita, Jones, ¿Ha terminado con los informes? —Ella se da la vuelta.
—Sí, señor Couper.
—¿Y por qué no me paso uno a mi oficina? —El CEO miró su reloj —. Faltan 14 minutos para que salga, ¿se dio cuenta de eso?
<Su jefe era un maldito explotador>
—Lo siento mucho, señor Couper —Corre a su escritorio tomando la primera carpeta marrón, para luego tendérsela a su jefe —. Aquí está todo lo concerniente con la reunión de mañana.
—¿Segura? —Interroga revisando los documentos.
< ¿Por qué siempre tenía que cuestionar todo lo que hacía? Cuando le había quedado mal en los 6 años que llevaba trabajando para él> pensó.
—Muy segura, señor. Todo está en orden.
—¿Contrato al servicio de catering?
—Sí, señor. Estarán muy temprano en aquí —La joven observa su reloj disimuladamente, fijándose que se le hacía más tarde que nunca.
—Está bien, espero que haya contratado el de siempre. Sabe lo que sucedió con el último que contrato.
<Si, casi se muere de una indigestión, deje de hablar tanto y déjeme ir de una vez por todas. Es tan tacaño para darme unos miserables 15 minutos> mascullo para sus adentros.
—No se preocupe —Responde con nerviosismo.
—Todo está en orden, creo que se puede marchar —Contesta dándose la vuelta para regresar a su oficina y sin siquiera verla.
<Hijo de puta, me tuvo aquí parada como idiota para decirme prácticamente nada> Gala, miró de nuevo su reloj y olvida a su maldito jefe para salir corriendo fuera de la oficina.
—Demonios, es muy tarde.
[…]
Héctor, reviso el informe hecho por su secretaria y no lo pudo negar, era un muy buen trabajo. Exactamente, hizo lo que él le había pedido. Sin margen de error, ni nada por el estilo. El CEO cierra la carpeta respirando profundamente. Se preguntó cuánto tiempo Gala llevaba trabajando para él, la verdad es que había perdido la cuenta.
Hasta los momentos no tenía quejas de ella, era la mejor secretaria que podría pedir. Realmente, no la cambiaria. Bueno, lo único que mejoraría de ella era ese atuendo que usaba para trabajar. Pero quien era él para decirle nada a ella, cada quien se vestía como le diera la gana. Con tal que representara la compañía, todo estaría bien.
Reclina su cuerpo del sillón, pensando en la visita inesperada de su abuelo. Nunca asistía a las reuniones de la compañía. Él prefería quedarse en su mansión en Grecia, antes de tener que hacer ese viaje tan largo a estados unidos cada vez que se organizara una junta importante.
Era extraño, quizás el viejo estaba planeando algo en contra de Riley. Posiblemente, lo estaba poniendo a prueba, para ver si estaba al pendiente de la empresa y no le estaba dejando todo el peso a él. No obstante, a Héctor no le importaba si su hermano estaba o no estaba, él podía encargarse de todo sin la ayuda de ese bueno para nada de Riley.
Estaba claro que no tenía madera de empresario, pero por su bien lo mejor era que estuviera bien puntual en la empresa. Héctor frota el puente de su nariz, se sentía muy agotado. Quizás, debía dormir un poco para estar fresco al siguiente día. Lo que tenía pendiente, podría hacerlo al otro día.
Al salir de su oficina, se topa con el escritorio vacío de su secretaria. Lo que lo llevo a preguntarse, ¿A dónde se dirigía tan rápido? SÍ, le faltaban 15 minutos aún.
—Es tan extraña y misteriosa… quizás, debí investigarla mejor antes de contratarla.
[…]
Al día siguiente, Héctor abandona el ascensor que lo dejaba en su piso para divisar a su secretaria tomando las carpetas y otras cosas de su escritorio. Observo la hora de su reloj y noto que faltaban 5 minutos para su hora de entrada, ¿Qué pretendía esa mujer? ¿Salir temprano ese día?
—¡Buenos días! —Ella lo saluda acomodando sus gafas.
—¿Todo está listo? —Él la mira directamente sin poder ver sus ojos como tal.
—Sí, señor.
—¿Y mi hermano?
—Él no a lleg…
—Aquí estoy —La voz de Riley le hizo girar.
—Estás hecho un asco, Riley —Lo mira de abajo hacia arriba.
—Tome el jet, no me dio chance de cambiarme. ¿Qué quieres que hiciera? —Se excusa tirándose en el sofá de la recepción.
Héctor aprieta la mandíbula, su hermano era como un maldito dolor de cabeza interminable. Tan irresponsable, tan inmaduro, tan gilipollas. Necesitaba que alguien lo metiera en cintura.
—No puedes recibir al abuelo en esas condiciones —Le reclama.
—¿Y qué propones? —Se cruza de brazos restándole importancia al asunto.
Gala, observa la expresión de irritación de su jefe y luego la de su hermano, a quien parecía darle igual lo que estaba por pasar en la junta. Y en ese momento, ella optó por largarse de allí antes de verse involucrada en una batalla campal entre hermanos.
Anteriormente, había estado en muchas. Y esa mañana, especialmente, no le apetecía estar en otra. Lentamente, y haciéndose la despistada, camina hasta la salida para ocuparse en sus asuntos.
—¿Para dónde va, señorita Jones? —Ella se detiene en seco, <M*****a sea, a ese hombre no se le escapaba una>
—Voy a organizar la sala de juntas —Mintió lo mejor posible.
—Creí que eso ya estaba solucionado a estas horas… —La mira fijamente.
<Si las miradas asesinaran, ya estaría cien metros bajo la tierra>
—Sí, bueno, es que quiero ver que todo haya quedado bien.
—Necesito que vaya a comprarle un traje a ese idiota, y cosas para que se asee en mi baño.
—¡¿Eh?! —Pregunta con sorpresa.
<Pero si para eso no la habían contratado>, nunca había hecho ese tipo de mandados a ninguno de los dueños. Su jefe debía estar bien cabreado como para pedirle un favor como ese.
—Vaya, usted ya sabe dónde suelo comprar mis trajes —Le tiende una tarjeta dorada —. Ellos ya saben qué hacer con ella, elija un buen traje. Y hágalo rápido —Ordena.
< ¡¿Un traje?! Pero si no sé nada de trajes> no obstante, eso era algo que no podía decir delante de sus dos jefes.
Ella toma la tarjeta de su jefe por primera vez en su vida y siente como si le estuvieran otorgando demasiado poder.
—Me gusta el color negro —Riley añade poniéndose en pie —. En esa sastrería conocen mis gustos y están al tanto de mi talla, no le será difícil encontrar uno perfecto.
El hombre ingresa en la oficina de su jefe, dejándola a ella a solas con Héctor. Seguía atónita por la petición de ambos, eran unos hijos de putas, explotadores y mandones.
—Señorita Jones, dese prisa.
El otro le dice para seguir a su hermano… Gala, pestañea varias veces, luego mira su mano fijándose en la tarjeta y suspira pensando que no haría ella con esa tarjeta.
La ida a la sastrería término siendo espantoso, a duras penas Gala encontró un traje que se ajustara a las exigencias del hermano de su jefe. Y con las prisas a todo dar, logro regresar a la empresa con el traje nuevo y el resto de las cosas que le pidieron.Después de entregar el mandado, corrió hacia la sala de juntas para finiquitar los últimos detalles para la reunión… terminando de dar las instrucciones, la pelirroja escucha una voz que conocía muy poco, pero estaba al tanto de quien se trataba la persona.—¡Buenos días, señorita!Ella se da la vuelta para observar a un hombre de baja estatura, con el cabello casi cano, bigotes blancos y en su mano llevaba un bastón, el cual servía de apoyo para sostener todo su peso. El hombre iba ataviado por un fino traje, de esos como los que utilizaba su jefe. Se preguntó si todos los Couper compraban sus trajes en el mismo sitio.—Buenos días, señor Couper —Lo saluda con una sonrisa gentil.—¿Dónde están mis nietos?—En la oficina del señor
—Bueno, lo que pasa es que…—Lo que acontece aquí es que ya estoy cansado de tu comportamiento tan inmaduro, Riley. No puedo entender cómo es que le dejas toda la responsabilidad a tu hermano, aun sabiendo que esta compañía es de ambos.—Abuelo…—No digas nada, porque ya no te quiero oír más. Y tu Héctor, me tienes muy decepcionado —El CEO levanta la mirada —. Le encubres las vagabunderías a tu hermano, y le permites que deje toda la responsabilidad de la empresa sobre tus hombros. Eso es decepcionante de ti, siendo el mayor de ambos, es cuando debes poner en el camino correcto a tu hermano. Pero no tapándole las marramuncias que hace a diario, si crees que es lo correcto estás muy equivocado muchacho.Héctor mantiene la mirada fija en su abuelo. Aunque le costará mucho admitirlo, el viejo tenía mucha razón. Le tapaba las fallas a su hermano, en vez de corregirlas, no lo hacía. Ahora estaba pagando por su error. Decepcionar a su abuelo no era lo que precisamente quería que pasase. Des
—No creas que por el hecho de casarte no tendrás hijos, yo quiero que tengas hijos Riley. Estoy seguro de que te harán entrar en razón, y verás el valor de la unión familiar, pero sobre todo hacerte responsable.—Yo no sé cómo ser un esposo abnegado como lo fuiste tú, mucho menos sabré como ser un padre, abuelo. ¿Por qué no le exiges a Héctor que se case? Él también está soltero, y sale con diferentes chicas, ¿Por qué tengo que ser yo el que se sacrifique?—Héctor es un hombre más centrado, ha estado a la cabeza de la compañía haciéndola surgir día con día. Estoy seguro de que muy pronto encontrara a alguien que lo llene y decida compartir su vida con ella. En cambio, tú eres un desvergonzado que no repara en sí sale en las noticias o no como el ligón más grande. Avergüenzas el apellido de la familia, Riley.Baja la mirada, sabiendo que su abuelo tenía razón, odiaba que la tuviera. Pero no por ello iba a casarse por compromiso, un matrimonio no solucionaría nada. Era estúpido pensar q
Héctor observó a su secretaria mortalmente serio, una vez más la detallo de pies a cabeza, pero en esa oportunidad con una idea en su cabeza.—Puede irse, señorita Jones.—Buenas noches —Ella se despide y abandona la oficina rápidamente.Riley niega y luego regresa la mirada hacia su hermano para seguir conversando sobre el loco tema del matrimonio. Cuando de pronto, observa algo muy peculiar en los ojos de Héctor. Era ese tipo de mirada que no le solía agradar, Riley frunce el ceño porque intuía lo que estaba por venir.—¡0h, no!, por supuesto que no, Héctor Couper —Se da la vuelta para empezar a caminar de un lado para el otro —. Ni se te ocurra, porque bien sabes que es una completa locura.—Es perfecta, ¿No lo crees así?—No, no lo es… No me casaré con tu secretaria, Héctor.—Gala es el tipo de mujer que el abuelo aprobaría en cuestión de segundos, es la ideal para este trabajo.—Es tu secretaria por el amor de dios, ¿crees que ella se querrá casar solo porque se lo pidas?, lo más
Gala se preguntó si habían cambiado las normas de la empresa, de igual forma eso no le afectaba en nada.—He releído su currículo y me he fijado que no lo está, ¿Ese estado sigue manteniéndose así?—Sí, señor, yo no estoy casada.—¿Tiene novio? —Ella se sorprende aún más, cada pregunta era más personal que la otra, ¿Qué se proponía su jefe? —. ¿Y bien? ¿Tiene o no tiene novio? —Héctor insiste.—Señor, disculpe, ¿Pero qué tiene que ver eso con mi trabajo?—Ya le dije que no a vamos hablar de trabajo, señorita Jones —La seriedad con que le habló le hizo temblar las rodillas.—No tengo novio —Respondió de prisa.—En ese caso, quisiera proponerle un negocio, señorita Jones. pensó. No tenía sentido, ni las preguntas tan personales, ni lo que estaba intentando proponer. Si ella no tenía ni un centavo, y él lo tenía absoluta
El móvil de Riley no paraba de sonar, mensaje tras mensaje, llamada tras llamada. Estaban llevando al CEO a querer apagar el aparato. Es que ni siquiera lo dejaban dormir un poco esa mañana, con irritación toma el aparato dándose cuenta de que tenía cientos de mensajes de las chicas con las que solía salir de vez en cuando.El castaño golpea la cara contra la almohada, sintiéndose frustrado, todas esas chicas detrás de él, mientras que desde ese día tenía que comportarse como si estuviera prometido. Héctor había sido muy claro la noche anterior, ya no podía seguir saliendo con las mujeres de esas revistas de cotilleo, necesitaba dejar de aparecer en las noticias para que su matrimonio fuese lo más real posible. De ese modo dejaría de estar en boca de todos y a su abuelo no le llegarían más chismorreos sobre sus andanzas.—Demonios, esto no será fácil —Dice apagando el aparato —. Tendré que cambiar de número.De pronto el teléfono de casa comenzó a sonar dándole un respingo al castaño,
Mientras que esa mañana, Héctor revisaba unos permisos para exportar un cargamento de licor, el teléfono de su mesa comenzó a sonar interrumpiendo su concentración.—¡Diga! —Contesta, de mala gana.—Señor Couper, su abuelo está en la línea dos.—Gracias —Responde a su secretaria de quien esperaba ansioso por una respuesta, el CEO aprieta el botón dos —. Abuelo, no esperaba que llamaras este día. —¿Has encontrado a una buena chica?—Abuelo, eso no es tan fácil como lo piensas.—Eso ya lo sé, pero si no les pongo presión a ustedes, dos harán lo que les venga en gana. Te recuerdo que si el mes pasa ambos se quedarán sin nada.—Y yo te recuerdo que si encuentro a la chica, me firmarás los papeles para que la empresa sea toda mía.—Únicamente, si apruebo a la mujer.—Lo harás, encontraré a la mujer indicada para Riley.—Y me sigo preguntando, ¿por qué se la estás buscando tú?Héctor no dijo una palabra. No podía confiar en su hermano, si lo dejaba buscarse esposa capas y se buscaba a una
Los minutos se convirtieron en horas, y Héctor seguía sentado en aquel sofá. Su móvil ya no le parecía interesante, la conversación que estaba teniendo con la mujer que no paraba de testearle lo estaba comenzando aburrir. Soltando un largo suspiro, deja el móvil en silencio y levanta la mirada.Al hacerlo se da cuenta a lo lejos de una melena rojiza que se encontraba en la sección de lencería. El CEO frunce el ceño, la dependienta le estaba mostrando unos conjuntos de encajes bastante interesantes. Únicamente, la había llevado a comprar ropa, no lencería. Se sentía muy extraño que llevará a la futura mujer de su hermano a comprar ropa interior, para que se la terminara luciendo a Riley. Eso era lo más idiota que podía estar haciendo.En eso, observa como ella toma una diminuta prenda roja entre sus delicados dedos. Expande la braga como viendo si era de su talla se dijo internamente, podía usar esos pantalones de vestir un poco anchos, pero tampoco había que