Vítor
- ¡NO PUEDO CREER QUE HAYAS HECHO ESO, VITOR! ¡INACREDIBLE! - Mi hermano se levantó de la mesa del comedor. Pareces muy enfadado después de lo que pasó en la reunión que tuve con el señor Monteiro.
Mientras él gritaba por encima de la mesa, yo seguía saboreando mi carré de cordero. Tengo que decir que está delicioso. María, nuestra camarera, se lo ha currado.
- ¡Qué maravilla! Estoy aquí diciéndote que no deberías haberle hecho esto a nuestro cliente más antiguo, ¡y ahí estás, disfrutando del cordero! - Me miró fijamente.
- ¡Es magnífico! ¡Tienes que probarlo! ¡María mató a ese cordero! Es suficiente para hacerte la boca agua. - Cogí mi copa y di un sorbo a mi Chateau Latour.
- Vitor, el Sr. Monteiro es nuestro cliente más fiel. ¡Pediste una garantía! ¡No exiges acciones como garantía! Luego, no satisfecho, ¡le hiciste firmar un contrato sin haber hablado con su abogado! Eso es mucho...
Levanté el dedo índice señalándole, con la taza en la mano.
- Inteligente. No hace falta que me des las gracias todavía, si el nuevo proyecto no sale bien, saldremos ganando, ¿no? - Terminé mi vino y puse el vaso sobre la mesa. Me limpié la boca con la servilleta de seda.
- Tío, ¿cómo puedes dormir por las noches? ¿No sientes empatía por los demás? ¿Sólo piensas en el dinero y el poder? - Apoyó las manos en la mesa, mirándome fijamente. Estoy harto de esta letanía. Mi hermano es políticamente correcto. ¡Lo odio! Me levanté de la silla y tiré la servilleta sobre la mesa.
- ¡A la m****a esa empatía! Quiero ganarme el pan de cada día. Te diré que no es barato y otra cosa... -dio una vuelta alrededor de nuestra mesa del comedor, bastante grande por cierto.
Cuando nuestros padres cenaban aquí, en esta mansión, hasta tenía sentido, pero ahora que viajan para su... ¿Era su tercera luna de miel? Oh, que demonios.
Me acerqué a mi hermano pequeño, que se dio la vuelta, de pie frente a mí.
- Llevaba tres meses debiéndome, necesitaba un respiro. Y otra cosa, ¡soy el dueño de esta empresa y hago lo que tengo que hacer! No sé por qué tanta preocupación. Las acciones son sólo una garantía de que pagará a tiempo. ¡Se está volviendo aburrido, Bernado!
Me di la vuelta dándole la espalda a mi hermano pequeño. Me estaba enfadando. Cuando me dirigía a mi habitación, me detuve y me llevé la mano a la cabeza.
- ¡Qué coño! De repente me dolía la cabeza... - murmuré.
- ¿Qué pasa, Vitor? - Bernardo se acercó, tocando mi espalda y haciéndome girar hacia él. - Joder, ¡estás sudando! Amenazó con sacar el móvil del bolsillo de su pantalón, pero conseguí arrebatárselo de la mano, deteniéndole.
- ¡Qué exageración! No necesitas tanto. Sólo me duele la cabeza. - Avisé y puse el móvil sobre la mesa.
¡Maldita sea, cada vez es más fuerte esta m****a! Todavía con la mano en la cabeza, me apoyo en la mesa del comedor, debido al dolor, lo veo todo borroso.
- ¡Pero claro que no lo está! ¿Me dejas llevarlo al hospital? - insistió.
Estaba de pie frente a mí, mi visión volvía y el dolor de cabeza remitía. Conseguí levantar la cabeza y mirarle.
- No es necesario, sólo fue una tontería. Estoy listo para otra. - Me di la vuelta y regresé por donde iba, mi hermano dijo algo, pero lo ignoré, dejándolo ahí en el comedor.
Cuando llegué a mi habitación, me quité la ropa y fui al baño para aliviar el dolor de cabeza. Después de la ducha, me sentía mejor. Tenía sueño. La discusión con mi hermano me había cansado. Pero antes de ir a lavarme los dientes, me envolví la cintura con una toalla. Fui al baño, pasé la mano por el espejo que se había empañado por el calor de la ducha y me llevé un susto. ¿Qué coño es esto?
¿Qué son esas manchas moradas en mi pecho?
Sophia
Acababa de salir de la farmacia, necesitaba correr porque era la hora de comer y tenía media hora para volver a la cafetería. Por suerte, un compañero de trabajo me prestó su bicicleta. Tengo que llevarle este medicamento para el corazón a mi abuelo.
Acabo de llegar a casa. Abrí la puerta y mi abuela se sobresaltó al verme en casa.
- Cariño, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar en el trabajo? - me preguntó.
Ella está sentada en el sofá viendo el periódico del mediodía, acababa de almorzar ya que su plato estaba encima del sofá. Por el olor, era lasaña a la boloñesa.
- Sí.... - Me senté en el sofá para recuperar el aliento, vine con prisa a entregar la medicina. - Pero tenía que ir a la farmacia a comprar la medicina del abuelo, ¿o es que te has olvidado de que si no se la toma puede empeorar su salud?
- No tenías que hacer ese esfuerzo. Iba a recogerlo mañana en la estación. Eso no te ha dado tiempo ni para comer, ¿verdad? - preguntó mirándome.
Me levanté y cogí su plato, fui a la cocina a dejarlo en el fregadero. Ella vino detrás de mí.
- Abuela, no tienes que preocuparte. He comido algo en la cafetería -le dije, que se cruzó de brazos y me miró fijamente. - Aquí tienes la medicina del abuelo. - Le entregué la bolsa con la medicina y pasé junto a ella, que levantó el brazo y me cogió la mano.
- ¿Vas a mentirle a tu abuela? Por favor, dile la verdad. - La miré. - La verdad.
- Está bien. Yo comí un pan con mortadela. Yo comí un pan con mortadela. Aproveché que Joaquim se había ido. Abuela, no te preocupes. ¡Es grave! Yo estoy bien.
Llevé mis manos a las suyas y la acaricié, intentando calmarla.
- ¿Es comida para el almuerzo? Se dio la vuelta, se apoyó en el fregadero y se quedó pensativa un rato.
Me acerqué a él y noté que una lágrima caía y corría por su rostro.
- ¿Por qué lloras, Maw Maw? - pregunté. Estoy preocupada, nunca te había visto así.
- Después de perder a mi hija y a mi yerno en esa tragedia... - Te tomaste un descanso. - Prometí que cuidaría de mi nieta, que nada te faltaría... Pero mi pensión apenas cubre la medicina de tu abuelo. Ahora, has dejado la universidad para trabajar. No podría. - Se quitó las gafas y rompió a llorar. Me duele en el pecho ver a mi abuela así. Después de perder a mis padres, ella y mi abuelo obtuvieron mi tutela porque son los parientes más cercanos.
Cuando yo tenía quince años, mi abuela ya estaba jubilada y mi abuelo no podía jubilarse por el INSS. Debido a su enfermedad, se lo denegaron. Así que vivimos sólo de la pensión de mi abuela y de mi sueldo. Hay que luchar mucho para poner comida en casa y comprar las medicinas del abuelo. Si no la toma... No quiero ni pensarlo.
Abracé a mi abuela, intentando calmarla.
Miré el móvil para comprobar la hora y ya llegaba tarde. Me despedí de ella y volví al trabajo. Seguro que el señor Joaquim me echa la bronca. Pero valdrá la pena, al menos he conseguido tomar la medicina del abuelo.
Vitor- ¡Joder, Bernardo! ¡Es una mierda que me hayas traído a esta clínica de mierda! ¡Te dije que estoy bien! - Me quejé.Estábamos en una sala esperando al médico, que fue a buscar los exámenes.- Debido a esto, tuve que cancelar un almuerzo con una rubia. Porque mi querido hermano estaba preocupado por mi salud.- ¡Puedes parar, Vitor! Luego vuelves a hacer un trato con esa mujer. Sabemos muy bien que no es importante... - dijo Bernardo mirándome fijamente. - ¿Cómo que no es importante? - Le corté. - ¡El sexo es importante! ¿O crees que un hombre de mi tamaño se va a masturbar como un adolescente? ¡Venga ya! - recalqué.Agachó la cabeza de un lado a otro, sin creérselo.- Escucha, Vitor, hace dos meses que no estás bien. Cansancio, fuertes dolores de cabeza, náuseas, dolor en las rodillas... - Desvió la mirada hacia la puerta, para ver si había llegado el médico. Cuando no apareció, volvió a mirarme. - No olvides que delante de los proveedores que habíamos contratado esa mañana,
VitorHace quince días estaba en casa descansando después de que el médico me diagnosticara leucemia. Al principio no quería que volviera a trabajar, pero le convencí de que si no lo hacía, ¿quién se haría cargo de la empresa? Yo soy el que hace todo en la empresa para que no vayamos a la quiebra. Bernardo no podía ocuparse de la empresa, tenía que ir a la clínica a hacerse las pruebas que le había mandado el médico. El médico me dio unas medicinas para el dolor de cuerpo que sentía y también para aliviar las manchas que me estaban apareciendo en el cuerpo. No podía permitirlo. Especialmente si tenía una chica caliente follando conmigo. Estábamos sentados de nuevo en esta clínica esperando a que el doctor volviera con los exámenes.- ¿Por qué coño tarda tanto este médico en traer los exámenes? - me quejé, echándome hacia atrás en la silla y dando golpecitos con el pie en el suelo.Me di cuenta de que mi hermano estaba callado y pensativo, con el torso hacia delante, apoyado con los b
VítorMe acerqué a la silla y tiré de ella para sentarme. Pensaba que todo estaba perdido, empezaba a aceptar mi muerte, porque no iba a estar hospitalizado y tumbado en una cama tomando un cóctel de medicamentos, enfermo y calvo para quizás curarme de esta puta enfermedad. ¡Ni hablar! Pero parece que estoy teniendo suerte. Este doctor dijo que hay otra manera.- Estoy sentado aquí, doctor. ¿Ahora me lo explicará mejor? - pregunté echándome hacia atrás en mi silla mirándole.- Sí. Hay otra alternativa, pero... -en ese momento mi hermano se acercó y sacó una silla para sentarse. Yo prestaba atención a lo que decía el médico.- ¿Es eso cierto? - preguntó Bernardo al médico. Miré a mi hermano.- ¿De verdad, Bernardo? ¿Estás dudando del médico, tú más que nadie? - le dije irónicamente, y entonces volvió la cara para mirarme. Le sonreí.- Esto es serio, Vitor, ¿y tú crees que es gracioso? - Me señaló.- Señores, sé que en este momento están alterados y también nerviosos, pero puedo decirle
SophiaEstaba allí de pie preguntándome de qué quería hablarme mi jefe. Y de repente sentí una mano en el hombro, que me hizo dar un respingo del susto.- Hola, Sophía. Cálmate, soy yo, Tomás. - Me cogió la mano.Le miré y se me saltaron las lágrimas.- ¡Sofía! ¿Por qué lloras? Voy a ir allí y enseñarle a ese viejo idiota...Se estaba arrancando el delantal y tirándolo a la encimera, que está allí en la cocina. Se iba y le cogí del brazo.- ¿Qué vas a hacer? - Tiré de él para que no se fuera. Luego levanté la mano y me sequé la cara.- ¡Voy a ir a decirle que no te trate así! - dijo mirándome.- No hagas eso. Me preocupa otra cosa... -le dije a Tom, que se acercó.- ¿Qué te preocupa? - me preguntó cogiéndome la mano.- ¿No has oído lo que ha dicho?Negó con la cabeza. Justo cuando iba a hablar, alguien se acercó.- Sophia, la pareja a la que estabas tomando nota ya está lista", dijo el ayudante de Tomas. Giré la cara para mirarle.- Caramba, acabé olvidándome de los clientes. - Suspir
TomásMientras Julio preparaba los platos para ponerlos en la ventana, entró Sofía. Noté que su cara estaba... ¿triste? Apagué el fuego y me acerqué a ella.- ¿Sophia? ¿Va todo bien? - le pregunté. Se tomó un momento para mirarme. Luego levantó la cabeza para mirarme.- ¿Hola? Estoy bien... -dijo, pero me di cuenta de que tenía los ojos rojos e inyectados en sangre. ¡Ella lloró! - Aquí están los pedidos para la mesa seis... - Me entregó los pedidos.La cogí, me di la vuelta, se la di a Julio y le dije que empezara a hacer la comida. Levantó una ceja. Le dije que tenía que hablar con Sofía y enseguida se acercó para hacer lo que le había dicho. Me giré y la miré.- Ahora podemos hablar. - La agarré del brazo, tirando para que estuviéramos lejos de mi ayudante y no estorbara en nuestra conversación. Ella asintió. - Dime, ¿por qué estás así? - le pregunté mirándola. Apartó la mirada y guardó silencio. Eso es. Estás ocultando algo.- Desde que entregué los pedidos, vuelvo al... - Me dirig
TomásSalí de la cocina antes de que intentara detenerme. Sophia no me pidió ayuda, pero sé que se enfada, sobre todo cuando la gente habla de su aspecto. Me enfada mucho. Es una chica dulce y amable, ¿juzgarla por tener sobrepeso? ¡Ella es más que eso!Me acerco a la ventana y cojo la bandeja que hay en el escaparate, donde estaban los platos y los refrescos. Allí. Me doy la vuelta, buscando a los tipos que Sophia había descrito. ¿En qué mesa estaban? ¡Mierda! La mesa está en el pedido que quedó dentro y si entro a buscarla, seguro que no podré hacer lo que quiero... Miré a la derecha, allí en la esquina había una mesa y dos tipos sentados. Uno es alto, más o menos de mi color y con el pelo corto y oscuro. El otro es un tipo blanco, en realidad amarillento, de pelo castaño y también bajo y mirando desde aquí parece un tipo panzón. Ambos llevan una camisa gris de manga larga y pantalones del mismo color que la camisa. Creo que son ellos. Parecen el tipo de chicos a los que sólo les i
SophiaEntré en el salón al oír un fuerte ruido. Nada más llegar, miré a Tomas y ¡no podía creer lo que veían mis ojos! ¡No me lo podía creer! Estaba viendo a Tomas, el tipo más simpático haciendo eso? Entonces arrastró a uno de los chicos que se había burlado de mi cuerpo. Era el moreno alto, se veía que tenía la cara manchada de sangre. Inmediatamente giré la cara, cerrando los ojos para no ver aquello.Oí un ruido y giré la cara, abrí los ojos para mirar al frente. Estaba de rodillas. Mirando hacia atrás, me di cuenta de que unos cuantos clientes (que aún tenía) abandonaban sus platos y se dirigían a la caja para pagar e irse. ¡Vaya! Esto se va a ir a la mierda si tu Joaquim ve esto.- "Lo siento..." susurró, pero era tan bajo que ni siquiera pude oírlo bien. - "No me burlaré más de tu cuerpo..." dijo.Me quedé mirándole. Entonces el otro tipo se acercó y se puso a su lado.- Yo también pido disculpas", dijo el tipo que estaba delante de mí. Luego agachó la cabeza avergonzado. -
VitorNo puedo creer lo que acabo de oír... Levanté la cabeza y miré al médico, que estaba de pie frente a mí. Me alejé de la silla y me acerqué a su escritorio.- ¿Acabas de decir que necesito tener un hijo? ¿Es eso lo que has dicho? - pregunté.- Sería esa posibilidad o la quimioterapia. Pero también si tuvieras una.... - No estarás pensando en eso, ¿verdad? - Miré a mi hermano, que se levantó de la silla y caminó hacia mí.- ¿Por qué no? - Me volví para mirarle. - 'Si es la forma de librarnos de esta puta enfermedad, está bien', le dije con naturalidad.- Pero ¡un momento! - dijo el doctor, que se levantó de su silla, mirándonos a los dos. - Le di esta solución porque pensé que tenía una prometida. Pero tengo que darle la razón a su hermano. No puedes hacerlo.- ¡Tiene razón, Vitor! - señaló mi hermano. Me alejé, poniéndome de espaldas a ellos.- ¡Qué exageración! - Me di la vuelta con los brazos cruzados mirándoles.- Sr. Carvalho, no se puede tener relaciones sexuales con una m