Vitor
Hace quince días estaba en casa descansando después de que el médico me diagnosticara leucemia. Al principio no quería que volviera a trabajar, pero le convencí de que si no lo hacía, ¿quién se haría cargo de la empresa? Yo soy el que hace todo en la empresa para que no vayamos a la quiebra. Bernardo no podía ocuparse de la empresa, tenía que ir a la clínica a hacerse las pruebas que le había mandado el médico. El médico me dio unas medicinas para el dolor de cuerpo que sentía y también para aliviar las manchas que me estaban apareciendo en el cuerpo. No podía permitirlo. Especialmente si tenía una chica caliente follando conmigo. Estábamos sentados de nuevo en esta clínica esperando a que el doctor volviera con los exámenes.
- ¿Por qué coño tarda tanto este médico en traer los exámenes? - me quejé, echándome hacia atrás en la silla y dando golpecitos con el pie en el suelo.
Me di cuenta de que mi hermano estaba callado y pensativo, con el torso hacia delante, apoyado con los brazos sobre las rodillas. Con el codo le toqué el brazo y volvió la cara hacia mí.
- ¿Qué es? - preguntó distraído en sus pensamientos.
- Te digo que el médico está tardando demasiado en traer estas pruebas enseguida. Es un análisis de sangre, no debería tardar tanto, ¿sabe? - le dije con impaciencia en la voz.
- ¿Vas a empezar otra vez? - Volvió la cara hacia el frente de la mesa y luego se reclinó en la silla. - Tenemos que esperar. No todo tiene que ser como tú quieres.
- ¡Vaya! Qué mal humor, ¿eh? Alguien no ha tenido sexo estos días. - me burlé de él. Me miró con una ceja arqueada.
- ¿Es en serio? - Frunció el ceño. Su semblante parecía serio. Luego se levantó de la silla, que empujó con fuerza. - ¡Eres increíble! ¡Increíble! - exclamó señalándome con la mano. Luego se dio la vuelta.
- No sé por qué estás de tan mal humor. ¡Ya lo sé! ¿Por qué estás así, Bernardo? En serio, ¿esa es forma de hablarle a tu hermano? - le pregunté.
- Lo siento, pero estoy muy nerviosa aquí y tú estás haciendo bromas. No estás preocupado, ¿verdad? - Se disculpó. Tenía la mano sobre la cabeza y miraba hacia otro lado. Me levanté de la silla, me di la vuelta y me acerqué a él.
- Por supuesto que sí y también estoy ansiosa por conocer este resultado. Después de enterarnos de que tengo esta enfermedad, llevo días sin dormir porque estoy ansiosa por conocer los resultados y saber si eres compatible para poder salvar mi vida -dije y me acerqué a la mesa, apoyándome en ella.
- Victor, tengo un presentimiento. Y si esta prueba vuelve...
- ¡No te atrevas a terminar esa frase Bernardo! - Le corté, levantando mi mano hacia su ceño. Sin dejarle terminar la frase.
- Pero tengo esta sensación, Vitor. - Inclinó la cabeza.
- No pienses en eso. Yo soy el que está jodido, tengo pensamientos positivos -le mencioné, tratando de calmarlo-. Veo que estás muy aprensivo con esta situación. - ¿Vamos a tener pensamientos positivos? - le pregunté.
- Sí... -respondió, negando con la cabeza. Pronto entró el médico. Cerró la puerta y se acercó a su mesa.
- ¿Qué pasa? - preguntó mirándonos.
- Sí - dije, nos apartamos de su mesa y fuimos a sentarnos.
- De acuerdo. - Sacó la silla y se sentó. - Aquí tengo tus exámenes, Bernardo. - dijo el médico con el sobre en la mano, mostrándonoslo. Mi hermano asintió y luego esbozó una tímida sonrisa.
- ¡Vamos, doctor! ¡Abra ese maldito sobre! ¡Quiero saberlo pronto para que podamos iniciar los trámites para solucionar este problema! - dije, ya sin paciencia con aquel retraso.
- Vitor, cálmate. - Bernardo me miró pidiéndome que me calmara. ¡Pero no puedo! ¡Estoy demasiado ansioso!
- Está bien, está bien, está bien. Está bien", dijo el médico. - dijo el médico. Entonces empezó a abrir el sobre.
***
- ¿QUÉ? ¡ESTO ESTÁ MAL! - grité, saltando de mi silla.
- Sr. Carvalho entiendo por qué está decepcionado...
- Pero, ¿está usted seguro, doctor? - le preguntó Bernardo al doctor, mientras éste se alejaba de ellos, paseándose de un lado a otro.
¡Esto no puede estar pasando! Levanté la cabeza preguntándome por qué.
- Desafortunadamente, sí. No eres compatible con tu hermano. Lo siento. - le dijo el médico a mi hermano.
- ¿LO SIENTES? ¡Y AHORA VOY A TENER QUE HACER ESTE MALDITO QUIMO QUIEN SABE QUE! - Empecé a gritar en la habitación y señalé a aquel desgraciado.
- ¡Vitor! ¡Basta! - Bernardo se levantó y se acercó a mí, tirándome del brazo. - Sé que no te gusta la idea... Pero es la única manera... - enfatizó mi hermano. Me aparté de él.
- No me van a hospitalizar con estos medicamentos... Vomitar todo el rato, quedarme calvo... ¡Nunca! - Miré a Bernardo levantando la mano con el dedo índice.
- Pero si no haces este tratamiento, ¿qué vas a hacer? - me preguntó, todavía a mi lado.
- Voy a seguir con mi vida. Voy a volver a la empresa y seguir trabajando. Y también disfrutar de mi vida ya que tengo poco tiempo... Por cierto, voy a llamar a esa rubia tan buena. Necesito follármela ahora mismo. - Saqué el teléfono del bolsillo y empecé a buscar el número de la rubia. Mientras buscaba, Bernardo me quitó el teléfono de la mano. - ¿Por qué has hecho eso? ¿Cuál es tu problema, Bernardo?
- ¿Estás buscando el número de una rubia en lugar de hacer el tratamiento? ¿Te estás rindiendo? - me preguntó señalándome con el móvil en la mano. - No puede ser. ¿Cómo voy a quedar? Claro, ¡piensa en ti!
Noté rabia en su mirada, me estaba disparando en ese momento.
- Bernardo intenta comprender mi versión... No voy a quedarme en la cama con cara de enfermo. Ya que voy a morir, déjame seguir viviendo mi vida... -Le puse la mano en el hombro. Volvió la cara a un lado y se alejó.
- ¿Caballeros?
Miramos al médico que nos llamaba.
- ¿Qué pasa ahora? - le pregunté. De cara a él.
- Creo que tengo otra manera - dijo el médico. Levanté el brazo de mi hermano para poder pasar. Me acerqué a su mesa.
- ¿Puede explicarlo mejor, doctor? - pregunté mirándole.
Sophia
Acabo de llegar a la cafetería. Iba a la cocina a hablar con el cocinero.
- ¿Tomas? - Grité su nombre. Estaba cocinando. Por el olor parece ser... Hmm... Creo que carne asada.
- Hola Sophia. ¿Has llegado ya? - preguntó al verme. Llamó al ayudante para que siguiera jugueteando y se acercó a mí.
Esbozó una sonrisa. Su sonrisa es muy bonita. Bueno, es todo belleza. Morena alta con pelo corto, ojos marrones. Su tipo de cuerpo es delgado, pero como, que define delgado. Y la sonrisa más encantadora. No me extraña que las mujeres se vuelvan locas por él. No sólo ellas, sino yo también. Mi corazón late más rápido cuando se me acerca, pero... creo que no soy su estilo. Soy diferente a otras chicas. No soy delgada, soy "gordita" digamos. Por eso no tendría ninguna oportunidad con él, que también me ve como una amiga.
- ¿Ha ido todo bien? ¿Has conseguido entregar los medicamentos? - preguntó, muy atento a mí.
- Sí. Y gracias por prestarme tu moto. - Le di las gracias, mirándole a esos dulces ojos. Vaya, sólo estar cerca de él hace que mi corazón lata más rápido.
- Eso es. Cuando necesites hablar", dijo con las manos en los bolsillos.
- Voy para allá ahora. Seguro que el Sr. Joaquim me está buscando. - le pregunté.
- No pasa nada. Está fuera, no te preocupes. Vamos, ¿ya has almorzado? - me preguntó. Moví la cabeza afirmativamente. Pero mi estómago hizo un ruido ronco que se oía en la sala donde estaban las mesas. Nos miramos y bajé la cabeza. - Se nota que no tienes hambre. - comentó y luego soltó una carcajada.
- En mi defensa diré que estoy a dieta, ¿vale? - Mentí.
- ¿Dieta? Vamos, ¿estás tratando de perder peso? Sophia, no tienes que hacer esta m****a. ¡Eres preciosa! - comentó. Se me iluminaron los ojos cuando dijo eso de mí.
- ¿Hablas en serio? - Le miré. No puedo creer que haya dicho eso de mí.
- Pues claro. ¿Por qué iba a mentir? - Llevó su mano a mi brazo. Sentí un escalofrío. Cerré los ojos. Su tacto... Empecé a imaginarle tomando mi cintura... - ¿Sophia? ¿Sofía?
- ¡¿Hola?! - Me desperté de mi trance. Me estaba mirando fijamente. - Lo siento... estaba pensando en otras cosas. ¿De qué querías hablar? - le pregunté.
- He hecho un plato y quiero que lo pruebes. ¡Un momento! - Levantó la mano para que saliera de allí. Negué con la cabeza. Él entró y yo me quedé esperando.
Al poco rato llegó Tomas con su plato en la mano. Lo puso en la encimera de la cocina. Tomás es un gran cocinero, le encanta cocinar. Su sueño es convertirse en chef y abrir su propio restaurante.
- Aquí está. - dijo señalando el plato.
- Parece bonito, pero... ¿Qué es eso? - pregunté encogiéndome de hombros.
- Es cordero con patatas asadas y salsa de hierbas. Pruébalo. - Me dio el plato. Me quedé mirándolo. Nunca había comido cordero, y mucho menos carnero. Miré a Tomás, que esperaba a que lo probara. Hasta que el estómago me recordó que tenía hambre. Así que cogí el tenedor y el cuchillo. Corté un trozo y me lo llevé a la boca. Mastiqué y cerré los ojos. Sintiendo aquella carne suave y fundente en mi boca.
- ¿Qué te ha parecido?
- Es magnífico, Tomás. Está riquísimo", dije, y seguí comiendo.
- Wow, eso es genial. Estuve toda la noche haciéndolo. - comentó apoyándose en el mostrador.
- Está muy bueno. - Cogí la servilleta para limpiarme la boca. - Esto está delicioso. Creo que es lo mejor que has cocinado nunca.
- Eso es porque no has probado el postre - susurró, inclinándose hacia delante y mirándome a los ojos.
Estaba tan cerca de mi cara que podía sentir su respiración. De repente alguien le llamó.
- Tomás, ¿puedes ayudarme o vas a seguir charlando? - pregunta la pinche de cocina que trabaja con Tomáš.
- Ya voy. ¡Guarda un poco, John! - Tom se dio la vuelta y habló con el ujier. Me aparté y empujé el plato hacia delante. - ¿Ya te vas? Ni siquiera has terminado de comer...
- Mejor me voy. Tu Joaquim podría aparecer en cualquier momento. - Comenté, luego bebí un poco de agua. - La próxima vez tomaremos postre.
- Estás bien. Al menos te han dado de comer. Lo guardaré en la nevera para que te lo lleves a casa. - Se acercó y me tocó el brazo.
Asentí con la cabeza. Nos despedimos. Cuando me iba, me cogió de la mano.
- Y olvídate de las dietas y de perder peso. Eres hermosa tal como eres. - recalcó mirándome. Asentí con la cabeza.
Pronto la asistenta le llamó (otra vez) y ese fue el momento de irme. Fui al salón a atender a los clientes y Tomás volvió a su trabajo.
Pero fui a trabajar contenta porque Tomás me dijo que estaba guapa. ¿Me armaré de valor para decir lo que siento? Entonces lo pensaré.
VítorMe acerqué a la silla y tiré de ella para sentarme. Pensaba que todo estaba perdido, empezaba a aceptar mi muerte, porque no iba a estar hospitalizado y tumbado en una cama tomando un cóctel de medicamentos, enfermo y calvo para quizás curarme de esta puta enfermedad. ¡Ni hablar! Pero parece que estoy teniendo suerte. Este doctor dijo que hay otra manera.- Estoy sentado aquí, doctor. ¿Ahora me lo explicará mejor? - pregunté echándome hacia atrás en mi silla mirándole.- Sí. Hay otra alternativa, pero... -en ese momento mi hermano se acercó y sacó una silla para sentarse. Yo prestaba atención a lo que decía el médico.- ¿Es eso cierto? - preguntó Bernardo al médico. Miré a mi hermano.- ¿De verdad, Bernardo? ¿Estás dudando del médico, tú más que nadie? - le dije irónicamente, y entonces volvió la cara para mirarme. Le sonreí.- Esto es serio, Vitor, ¿y tú crees que es gracioso? - Me señaló.- Señores, sé que en este momento están alterados y también nerviosos, pero puedo decirle
SophiaEstaba allí de pie preguntándome de qué quería hablarme mi jefe. Y de repente sentí una mano en el hombro, que me hizo dar un respingo del susto.- Hola, Sophía. Cálmate, soy yo, Tomás. - Me cogió la mano.Le miré y se me saltaron las lágrimas.- ¡Sofía! ¿Por qué lloras? Voy a ir allí y enseñarle a ese viejo idiota...Se estaba arrancando el delantal y tirándolo a la encimera, que está allí en la cocina. Se iba y le cogí del brazo.- ¿Qué vas a hacer? - Tiré de él para que no se fuera. Luego levanté la mano y me sequé la cara.- ¡Voy a ir a decirle que no te trate así! - dijo mirándome.- No hagas eso. Me preocupa otra cosa... -le dije a Tom, que se acercó.- ¿Qué te preocupa? - me preguntó cogiéndome la mano.- ¿No has oído lo que ha dicho?Negó con la cabeza. Justo cuando iba a hablar, alguien se acercó.- Sophia, la pareja a la que estabas tomando nota ya está lista", dijo el ayudante de Tomas. Giré la cara para mirarle.- Caramba, acabé olvidándome de los clientes. - Suspir
TomásMientras Julio preparaba los platos para ponerlos en la ventana, entró Sofía. Noté que su cara estaba... ¿triste? Apagué el fuego y me acerqué a ella.- ¿Sophia? ¿Va todo bien? - le pregunté. Se tomó un momento para mirarme. Luego levantó la cabeza para mirarme.- ¿Hola? Estoy bien... -dijo, pero me di cuenta de que tenía los ojos rojos e inyectados en sangre. ¡Ella lloró! - Aquí están los pedidos para la mesa seis... - Me entregó los pedidos.La cogí, me di la vuelta, se la di a Julio y le dije que empezara a hacer la comida. Levantó una ceja. Le dije que tenía que hablar con Sofía y enseguida se acercó para hacer lo que le había dicho. Me giré y la miré.- Ahora podemos hablar. - La agarré del brazo, tirando para que estuviéramos lejos de mi ayudante y no estorbara en nuestra conversación. Ella asintió. - Dime, ¿por qué estás así? - le pregunté mirándola. Apartó la mirada y guardó silencio. Eso es. Estás ocultando algo.- Desde que entregué los pedidos, vuelvo al... - Me dirig
TomásSalí de la cocina antes de que intentara detenerme. Sophia no me pidió ayuda, pero sé que se enfada, sobre todo cuando la gente habla de su aspecto. Me enfada mucho. Es una chica dulce y amable, ¿juzgarla por tener sobrepeso? ¡Ella es más que eso!Me acerco a la ventana y cojo la bandeja que hay en el escaparate, donde estaban los platos y los refrescos. Allí. Me doy la vuelta, buscando a los tipos que Sophia había descrito. ¿En qué mesa estaban? ¡Mierda! La mesa está en el pedido que quedó dentro y si entro a buscarla, seguro que no podré hacer lo que quiero... Miré a la derecha, allí en la esquina había una mesa y dos tipos sentados. Uno es alto, más o menos de mi color y con el pelo corto y oscuro. El otro es un tipo blanco, en realidad amarillento, de pelo castaño y también bajo y mirando desde aquí parece un tipo panzón. Ambos llevan una camisa gris de manga larga y pantalones del mismo color que la camisa. Creo que son ellos. Parecen el tipo de chicos a los que sólo les i
SophiaEntré en el salón al oír un fuerte ruido. Nada más llegar, miré a Tomas y ¡no podía creer lo que veían mis ojos! ¡No me lo podía creer! Estaba viendo a Tomas, el tipo más simpático haciendo eso? Entonces arrastró a uno de los chicos que se había burlado de mi cuerpo. Era el moreno alto, se veía que tenía la cara manchada de sangre. Inmediatamente giré la cara, cerrando los ojos para no ver aquello.Oí un ruido y giré la cara, abrí los ojos para mirar al frente. Estaba de rodillas. Mirando hacia atrás, me di cuenta de que unos cuantos clientes (que aún tenía) abandonaban sus platos y se dirigían a la caja para pagar e irse. ¡Vaya! Esto se va a ir a la mierda si tu Joaquim ve esto.- "Lo siento..." susurró, pero era tan bajo que ni siquiera pude oírlo bien. - "No me burlaré más de tu cuerpo..." dijo.Me quedé mirándole. Entonces el otro tipo se acercó y se puso a su lado.- Yo también pido disculpas", dijo el tipo que estaba delante de mí. Luego agachó la cabeza avergonzado. -
VitorNo puedo creer lo que acabo de oír... Levanté la cabeza y miré al médico, que estaba de pie frente a mí. Me alejé de la silla y me acerqué a su escritorio.- ¿Acabas de decir que necesito tener un hijo? ¿Es eso lo que has dicho? - pregunté.- Sería esa posibilidad o la quimioterapia. Pero también si tuvieras una.... - No estarás pensando en eso, ¿verdad? - Miré a mi hermano, que se levantó de la silla y caminó hacia mí.- ¿Por qué no? - Me volví para mirarle. - 'Si es la forma de librarnos de esta puta enfermedad, está bien', le dije con naturalidad.- Pero ¡un momento! - dijo el doctor, que se levantó de su silla, mirándonos a los dos. - Le di esta solución porque pensé que tenía una prometida. Pero tengo que darle la razón a su hermano. No puedes hacerlo.- ¡Tiene razón, Vitor! - señaló mi hermano. Me alejé, poniéndome de espaldas a ellos.- ¡Qué exageración! - Me di la vuelta con los brazos cruzados mirándoles.- Sr. Carvalho, no se puede tener relaciones sexuales con una m
SophiaIba a la oficina de mi jefe. Tomas intentó detenerme y dijo que iba a hablar con él, pero no estoy enfadada, bueno, antes sí. Pero ahora no lo estoy. Sé que lo hizo porque se preocupa por mí. Pero creo que tenía la sensación de que el señor Joaquim iba a echarme... Espero que lo que consiga sirva al menos para comprar las medicinas de mi abuelo y también las cosas que necesitamos en casa.Dejé de caminar, estaba frente a la puerta. Respiré hondo y lo solté. Luego levanté el brazo y llamé. Unas tres veces.- ¡PUEDES PARTICIPAR! ¡ESTÁ ABIERTO! - Oí un grito.En el mismo momento bajé el brazo y llevé la mano al picaporte. Abrí la puerta, entré y luego la cerré. Una vez dentro, miré a mi alrededor, no había gran cosa. Nunca había estado aquí. Tomás vino aquí cuando el Sr. Joaquim le llamó. En aquel momento, era porque había faltado un día al trabajo. Dijo que estaba enfermo y que no podía venir a trabajar. Le dije que fuera al hospital para que le dieran un certificado. Pero me di
TomásLa vi yendo a la oficina del Sr. Joaquim. Todavía no me creo que estuviera pasando. Fui a la cocina a arreglarlo con Julio. ¡Seguro que le había dado la lengua a aquel viejo ridículo!Entré en la cocina. Nada más entrar, le vi en el fregadero lavando los platos. Estaba diciendo algo. Seguro que murmuraba algo. Me acerqué a él, sintió mi presencia y se dio la vuelta.- ¡Maldita sea, Tomas! ¡Por fin! Pensé que... - Tenías que abrir esa bocaza, ¿no? - Le corté.- ¿De qué está hablando? - Giró la cara mirando de reojo. 'Parece que estás buscando a alguien. - ¿Dónde está Sophia? Aunque es una gordita, me ayuda en la cocina... - ¡Cállate, Julio! - Le agarré del delantal, tirando de él para acercarlo.- ¡Eh, eh! ¡DÉJAME IR, TÍO! - empezó a gritar. Yo seguía sujetándole el delantal.- ¡No es suficiente lo que hiciste! ¡Y ahora sigues hablando así de ella! - Me estremecí un poco, luego me solté y le empujé.- ¿De qué estás hablando? Acabo de decir la verdad. Ella es enorme. ¡No sé lo