SophiaEntré en el salón al oír un fuerte ruido. Nada más llegar, miré a Tomas y ¡no podía creer lo que veían mis ojos! ¡No me lo podía creer! Estaba viendo a Tomas, el tipo más simpático haciendo eso? Entonces arrastró a uno de los chicos que se había burlado de mi cuerpo. Era el moreno alto, se veía que tenía la cara manchada de sangre. Inmediatamente giré la cara, cerrando los ojos para no ver aquello.Oí un ruido y giré la cara, abrí los ojos para mirar al frente. Estaba de rodillas. Mirando hacia atrás, me di cuenta de que unos cuantos clientes (que aún tenía) abandonaban sus platos y se dirigían a la caja para pagar e irse. ¡Vaya! Esto se va a ir a la mierda si tu Joaquim ve esto.- "Lo siento..." susurró, pero era tan bajo que ni siquiera pude oírlo bien. - "No me burlaré más de tu cuerpo..." dijo.Me quedé mirándole. Entonces el otro tipo se acercó y se puso a su lado.- Yo también pido disculpas", dijo el tipo que estaba delante de mí. Luego agachó la cabeza avergonzado. -
VitorNo puedo creer lo que acabo de oír... Levanté la cabeza y miré al médico, que estaba de pie frente a mí. Me alejé de la silla y me acerqué a su escritorio.- ¿Acabas de decir que necesito tener un hijo? ¿Es eso lo que has dicho? - pregunté.- Sería esa posibilidad o la quimioterapia. Pero también si tuvieras una.... - No estarás pensando en eso, ¿verdad? - Miré a mi hermano, que se levantó de la silla y caminó hacia mí.- ¿Por qué no? - Me volví para mirarle. - 'Si es la forma de librarnos de esta puta enfermedad, está bien', le dije con naturalidad.- Pero ¡un momento! - dijo el doctor, que se levantó de su silla, mirándonos a los dos. - Le di esta solución porque pensé que tenía una prometida. Pero tengo que darle la razón a su hermano. No puedes hacerlo.- ¡Tiene razón, Vitor! - señaló mi hermano. Me alejé, poniéndome de espaldas a ellos.- ¡Qué exageración! - Me di la vuelta con los brazos cruzados mirándoles.- Sr. Carvalho, no se puede tener relaciones sexuales con una m
SophiaIba a la oficina de mi jefe. Tomas intentó detenerme y dijo que iba a hablar con él, pero no estoy enfadada, bueno, antes sí. Pero ahora no lo estoy. Sé que lo hizo porque se preocupa por mí. Pero creo que tenía la sensación de que el señor Joaquim iba a echarme... Espero que lo que consiga sirva al menos para comprar las medicinas de mi abuelo y también las cosas que necesitamos en casa.Dejé de caminar, estaba frente a la puerta. Respiré hondo y lo solté. Luego levanté el brazo y llamé. Unas tres veces.- ¡PUEDES PARTICIPAR! ¡ESTÁ ABIERTO! - Oí un grito.En el mismo momento bajé el brazo y llevé la mano al picaporte. Abrí la puerta, entré y luego la cerré. Una vez dentro, miré a mi alrededor, no había gran cosa. Nunca había estado aquí. Tomás vino aquí cuando el Sr. Joaquim le llamó. En aquel momento, era porque había faltado un día al trabajo. Dijo que estaba enfermo y que no podía venir a trabajar. Le dije que fuera al hospital para que le dieran un certificado. Pero me di
TomásLa vi yendo a la oficina del Sr. Joaquim. Todavía no me creo que estuviera pasando. Fui a la cocina a arreglarlo con Julio. ¡Seguro que le había dado la lengua a aquel viejo ridículo!Entré en la cocina. Nada más entrar, le vi en el fregadero lavando los platos. Estaba diciendo algo. Seguro que murmuraba algo. Me acerqué a él, sintió mi presencia y se dio la vuelta.- ¡Maldita sea, Tomas! ¡Por fin! Pensé que... - Tenías que abrir esa bocaza, ¿no? - Le corté.- ¿De qué está hablando? - Giró la cara mirando de reojo. 'Parece que estás buscando a alguien. - ¿Dónde está Sophia? Aunque es una gordita, me ayuda en la cocina... - ¡Cállate, Julio! - Le agarré del delantal, tirando de él para acercarlo.- ¡Eh, eh! ¡DÉJAME IR, TÍO! - empezó a gritar. Yo seguía sujetándole el delantal.- ¡No es suficiente lo que hiciste! ¡Y ahora sigues hablando así de ella! - Me estremecí un poco, luego me solté y le empujé.- ¿De qué estás hablando? Acabo de decir la verdad. Ella es enorme. ¡No sé lo
SophiaSalía de la cocina. Acababa de hacer palomitas. Mi abuelo me lo había pedido, le apetecían palomitas. No sabía si iba a hacerlas o no. Pero él me miró con esos ojos marrones almendrados rogándome que hiciera palomitas.Me acerqué al armario de la derecha, lo abrí y busqué una maceta donde ponerlo. Conseguí encontrar una. Volví a la cocina que tenía la olla e hice palomitas. Luego las eché en la olla que había cogido. Luego llevé la olla a la mesa. Sin demora, cogí un poco de sal y la puse sobre las palomitas. Le di una pequeña sacudida para que se sazonaran. Eso fue todo.Cogí la olla y la llevé al salón. En cuanto llegué al sofá, fui a su lado con el cuenco. Se lo ofrecí, y él llenó la mano para coger las palomitas. Luego se las metió en la boca, masticando. Pero entonces me di cuenta de que ponía una cara fea.No pude aguantarme y me reí. Creo que te has dado cuenta de que te falta sal.- ¡Esto se ve horrible! Se te olvidó añadir sal. - se quejó, mirándome.- No se puede a
SophiaEstaba en brazos de mi abuela, llorando. Ella me alisaba la cabeza y yo tenía mis brazos alrededor de su cintura. Entonces se apartó, extendió los brazos con las manos sobre mis hombros y me miró fijamente.- Querida, no llores más. - Me llevó la mano a la cara y me secó las lágrimas, que seguían cayendo. - Te prepararé una manzanilla. Creo que aún queda un paquete -dijo levantando el dedo en señal de recuerdo-.Asentí con la cabeza. Fue al armario de arriba a por el té. Mientras iba a preparar el té, me quedé con los brazos sobre la mesa y apoyé la cabeza en ellos, preguntándome cómo iba a decirle que estaba despedida....- Ya está. Aquí tiene. - me entregó una taza blanca con detalles rosas, que tenía una bolsita de té dentro.- Caray... Está ca
TomásHacía dos semanas que no sabía nada de Sofía. La última vez que la vi fue el día que fue despedida por tu Joaquim. ¡Ese bastardo! Pero fue mi error. No debería haber explotado así. Pero no podía dejar que esos idiotas hablaran de Sophia. Tenía que defenderla. Lo peor es que ni siquiera tengo su número de móvil, pero no creo que ella lo tenga por lo que me dijo el otro día.***- ¿Qué has preguntado? ¿Que si tengo qué? - preguntó, terminando de colocar los pedidos en la bandeja para la mesa dos.- Pregunté ¿no tienes whatsapp? Es una aplicación de móvil. - Levanté la ceja, sorprendido. - '¿Tienes móvil y no tienes whatsapp?- "No tengo móvil...", dijo encogiéndose de hombros.- ¿Verdad que sí? - La mi
VítorAbrí los ojos y empecé a verlo todo borroso. Levanté el brazo hacia la cara, pero cuando llevé la mano a frotármela, sentí que algo la detenía. Como si estuviera pegada a algo. Entonces levanté el otro brazo y noté que tenía agujas dentro de la mano. Levanté la ceja. ¿Qué coño es eso? Viendo un poco mejor, noté que donde estoy parece... ¿Un hospital o clínica? ¿Pero por qué estoy aquí? ¡Y estas putas agujas me están molestando! ¡Quiero salir de aquí! Entonces alguien entró en la habitación. Miré a mi alrededor y vi que era mi hermano Bernardo. - Bernardo, ¿qué hago aquí? - le pregunté. Él se acercó. - Vitor, cálmate. - Dejó el vaso en la mesa a mi lado, creo que era café. - ¿CALMARME? ¡ESTOY EN ESTA PUTA HABITACIÓN Y TODO AGUJEREADO! - grité. Estoy angustiado por estas cosas en mi mano. Moví la mano hacia otra para intentar sacarla, pero mi hermano me lo impidió. - ¿Qué crees que estás haciendo? - preguntó sujetándome la mano. Luego me soltó. - ¿Tú qué crees? ¡Voy a quita