SophiaSalía de la cocina. Acababa de hacer palomitas. Mi abuelo me lo había pedido, le apetecían palomitas. No sabía si iba a hacerlas o no. Pero él me miró con esos ojos marrones almendrados rogándome que hiciera palomitas.Me acerqué al armario de la derecha, lo abrí y busqué una maceta donde ponerlo. Conseguí encontrar una. Volví a la cocina que tenía la olla e hice palomitas. Luego las eché en la olla que había cogido. Luego llevé la olla a la mesa. Sin demora, cogí un poco de sal y la puse sobre las palomitas. Le di una pequeña sacudida para que se sazonaran. Eso fue todo.Cogí la olla y la llevé al salón. En cuanto llegué al sofá, fui a su lado con el cuenco. Se lo ofrecí, y él llenó la mano para coger las palomitas. Luego se las metió en la boca, masticando. Pero entonces me di cuenta de que ponía una cara fea.No pude aguantarme y me reí. Creo que te has dado cuenta de que te falta sal.- ¡Esto se ve horrible! Se te olvidó añadir sal. - se quejó, mirándome.- No se puede a
SophiaEstaba en brazos de mi abuela, llorando. Ella me alisaba la cabeza y yo tenía mis brazos alrededor de su cintura. Entonces se apartó, extendió los brazos con las manos sobre mis hombros y me miró fijamente.- Querida, no llores más. - Me llevó la mano a la cara y me secó las lágrimas, que seguían cayendo. - Te prepararé una manzanilla. Creo que aún queda un paquete -dijo levantando el dedo en señal de recuerdo-.Asentí con la cabeza. Fue al armario de arriba a por el té. Mientras iba a preparar el té, me quedé con los brazos sobre la mesa y apoyé la cabeza en ellos, preguntándome cómo iba a decirle que estaba despedida....- Ya está. Aquí tiene. - me entregó una taza blanca con detalles rosas, que tenía una bolsita de té dentro.- Caray... Está ca
TomásHacía dos semanas que no sabía nada de Sofía. La última vez que la vi fue el día que fue despedida por tu Joaquim. ¡Ese bastardo! Pero fue mi error. No debería haber explotado así. Pero no podía dejar que esos idiotas hablaran de Sophia. Tenía que defenderla. Lo peor es que ni siquiera tengo su número de móvil, pero no creo que ella lo tenga por lo que me dijo el otro día.***- ¿Qué has preguntado? ¿Que si tengo qué? - preguntó, terminando de colocar los pedidos en la bandeja para la mesa dos.- Pregunté ¿no tienes whatsapp? Es una aplicación de móvil. - Levanté la ceja, sorprendido. - '¿Tienes móvil y no tienes whatsapp?- "No tengo móvil...", dijo encogiéndose de hombros.- ¿Verdad que sí? - La mi
VítorAbrí los ojos y empecé a verlo todo borroso. Levanté el brazo hacia la cara, pero cuando llevé la mano a frotármela, sentí que algo la detenía. Como si estuviera pegada a algo. Entonces levanté el otro brazo y noté que tenía agujas dentro de la mano. Levanté la ceja. ¿Qué coño es eso? Viendo un poco mejor, noté que donde estoy parece... ¿Un hospital o clínica? ¿Pero por qué estoy aquí? ¡Y estas putas agujas me están molestando! ¡Quiero salir de aquí! Entonces alguien entró en la habitación. Miré a mi alrededor y vi que era mi hermano Bernardo. - Bernardo, ¿qué hago aquí? - le pregunté. Él se acercó. - Vitor, cálmate. - Dejó el vaso en la mesa a mi lado, creo que era café. - ¿CALMARME? ¡ESTOY EN ESTA PUTA HABITACIÓN Y TODO AGUJEREADO! - grité. Estoy angustiado por estas cosas en mi mano. Moví la mano hacia otra para intentar sacarla, pero mi hermano me lo impidió. - ¿Qué crees que estás haciendo? - preguntó sujetándome la mano. Luego me soltó. - ¿Tú qué crees? ¡Voy a quita
Sophia- Sophia, ¿puedo hacerte una pregunta?Me aparté de sus brazos. No voy a mentir, me sentí muy bien al sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo. Le miré.- Sí... -respondí y me acomodé detrás de la oreja un mechón de pelo que me había caído delante de la cara, para poder verlo mejor. "Viéndole de cerca, Thomas es tan guapo que me deja sin aliento.- ¿Cuánto cuesta la medicina de tu abuelo? - preguntó mirándome fijamente.Le miré sin comprender.- Son caros. Pero, ¿por qué quieres saberlo? - le pregunté. Me sorprendió que me lo preguntara.- Tengo algo de dinero ahorrado... Soltó un suspiro y cerró los ojos. Luego abrió los ojos, me miró y me cogió la mano. Y de repente sentí un escalof
VítorYo seguía aquí tirado esperando a que viniera el puto médico a darme el alta y no digamos ya que Bernardo se fue hace horas y nada de volver. ¡Que coño! Mi hermano tampoco es de los que pierden el tiempo. No aguanto más aquí esperando, quiero irme pronto a casa y luego volver a la empresa a ver qué pasa allí. Seguro que Bernardo no da abasto. Seguro que está lleno de negocios. ¡Vaya! Todavía queda el Sr. Monteiro que nos debe mucho dinero. Tengo que resolver esto urgentemente, ¡pero no puedo porque estoy en esta maldita cama y en esta clínica! Lo odio. Pronto entró Bernardo, parece que está con el móvil y hablando con alguien.- Mire, lo siento, pero vamos a tener que cancelar la reunión de hoy señor Monteiro.... Inmediatamente miré a mi hermano. ¿Qué hace? ¿Qué est&a
VítorEstábamos en la carretera y mi hermano pequeño conducía, hasta que paró en el semáforo, que se puso en rojo.- Estoy deseando llegar pronto a casa, darme un buen baño en mi hidro y luego tumbarme en mi preciosa cama. - Me apoyé en la parte trasera del coche.- No olvides lo que dijo el médico, tienes que descansar -me recordó mi hermano que ahora tenía que quedarme en la cama. Resoplé.- Ya que tengo que quedarme en cama, estoy pensando en invitar a esa rubia a casa. ¿Qué te parece? - Giré la cara para mirar a mi hermano. Él arqueó una ceja.- '¡Qué tontería es esa, Vitor! ¡Descanso absoluto! ¿No has oído lo que acabo de decir? - enfatizó, mirándome fijamente.- Sí, ¿pero ni siquiera puedo follar? Estás de br
SophiaEstaba delante de mí y no me lo podía creer. Y es tan guapo, se parecía a esos actores que se ven en las películas.- Le saludé. ¿No me has oído? - me preguntó.Me quedé en silencio. Estoy en estado de shock. Como un tipo de este tamaño, bueno, va bien vestido, lleva un traje negro, camisa blanca y corbata negra. Y también lleva pantalones negros, el pelo un poco rizado de color castaño y los ojos marrones. Y no deja de mirarme. Luego se sentó a mi lado. Inmediatamente levanté la ceja. - ¿Qué? ¿Está bien que me siente aquí? - preguntó mirándome. Su mirada era dulce y su voz suave y aterciopelada, muy agradable de escuchar. Sentí que todo mi cuerpo se estremecía.- Maldita sea Vitor, ¿por qué tanta prisa?Miré hac