SophiaIba a la oficina de mi jefe. Tomas intentó detenerme y dijo que iba a hablar con él, pero no estoy enfadada, bueno, antes sí. Pero ahora no lo estoy. Sé que lo hizo porque se preocupa por mí. Pero creo que tenía la sensación de que el señor Joaquim iba a echarme... Espero que lo que consiga sirva al menos para comprar las medicinas de mi abuelo y también las cosas que necesitamos en casa.Dejé de caminar, estaba frente a la puerta. Respiré hondo y lo solté. Luego levanté el brazo y llamé. Unas tres veces.- ¡PUEDES PARTICIPAR! ¡ESTÁ ABIERTO! - Oí un grito.En el mismo momento bajé el brazo y llevé la mano al picaporte. Abrí la puerta, entré y luego la cerré. Una vez dentro, miré a mi alrededor, no había gran cosa. Nunca había estado aquí. Tomás vino aquí cuando el Sr. Joaquim le llamó. En aquel momento, era porque había faltado un día al trabajo. Dijo que estaba enfermo y que no podía venir a trabajar. Le dije que fuera al hospital para que le dieran un certificado. Pero me di
TomásLa vi yendo a la oficina del Sr. Joaquim. Todavía no me creo que estuviera pasando. Fui a la cocina a arreglarlo con Julio. ¡Seguro que le había dado la lengua a aquel viejo ridículo!Entré en la cocina. Nada más entrar, le vi en el fregadero lavando los platos. Estaba diciendo algo. Seguro que murmuraba algo. Me acerqué a él, sintió mi presencia y se dio la vuelta.- ¡Maldita sea, Tomas! ¡Por fin! Pensé que... - Tenías que abrir esa bocaza, ¿no? - Le corté.- ¿De qué está hablando? - Giró la cara mirando de reojo. 'Parece que estás buscando a alguien. - ¿Dónde está Sophia? Aunque es una gordita, me ayuda en la cocina... - ¡Cállate, Julio! - Le agarré del delantal, tirando de él para acercarlo.- ¡Eh, eh! ¡DÉJAME IR, TÍO! - empezó a gritar. Yo seguía sujetándole el delantal.- ¡No es suficiente lo que hiciste! ¡Y ahora sigues hablando así de ella! - Me estremecí un poco, luego me solté y le empujé.- ¿De qué estás hablando? Acabo de decir la verdad. Ella es enorme. ¡No sé lo
SophiaSalía de la cocina. Acababa de hacer palomitas. Mi abuelo me lo había pedido, le apetecían palomitas. No sabía si iba a hacerlas o no. Pero él me miró con esos ojos marrones almendrados rogándome que hiciera palomitas.Me acerqué al armario de la derecha, lo abrí y busqué una maceta donde ponerlo. Conseguí encontrar una. Volví a la cocina que tenía la olla e hice palomitas. Luego las eché en la olla que había cogido. Luego llevé la olla a la mesa. Sin demora, cogí un poco de sal y la puse sobre las palomitas. Le di una pequeña sacudida para que se sazonaran. Eso fue todo.Cogí la olla y la llevé al salón. En cuanto llegué al sofá, fui a su lado con el cuenco. Se lo ofrecí, y él llenó la mano para coger las palomitas. Luego se las metió en la boca, masticando. Pero entonces me di cuenta de que ponía una cara fea.No pude aguantarme y me reí. Creo que te has dado cuenta de que te falta sal.- ¡Esto se ve horrible! Se te olvidó añadir sal. - se quejó, mirándome.- No se puede a
SophiaEstaba en brazos de mi abuela, llorando. Ella me alisaba la cabeza y yo tenía mis brazos alrededor de su cintura. Entonces se apartó, extendió los brazos con las manos sobre mis hombros y me miró fijamente.- Querida, no llores más. - Me llevó la mano a la cara y me secó las lágrimas, que seguían cayendo. - Te prepararé una manzanilla. Creo que aún queda un paquete -dijo levantando el dedo en señal de recuerdo-.Asentí con la cabeza. Fue al armario de arriba a por el té. Mientras iba a preparar el té, me quedé con los brazos sobre la mesa y apoyé la cabeza en ellos, preguntándome cómo iba a decirle que estaba despedida....- Ya está. Aquí tiene. - me entregó una taza blanca con detalles rosas, que tenía una bolsita de té dentro.- Caray... Está ca
TomásHacía dos semanas que no sabía nada de Sofía. La última vez que la vi fue el día que fue despedida por tu Joaquim. ¡Ese bastardo! Pero fue mi error. No debería haber explotado así. Pero no podía dejar que esos idiotas hablaran de Sophia. Tenía que defenderla. Lo peor es que ni siquiera tengo su número de móvil, pero no creo que ella lo tenga por lo que me dijo el otro día.***- ¿Qué has preguntado? ¿Que si tengo qué? - preguntó, terminando de colocar los pedidos en la bandeja para la mesa dos.- Pregunté ¿no tienes whatsapp? Es una aplicación de móvil. - Levanté la ceja, sorprendido. - '¿Tienes móvil y no tienes whatsapp?- "No tengo móvil...", dijo encogiéndose de hombros.- ¿Verdad que sí? - La mi
VítorAbrí los ojos y empecé a verlo todo borroso. Levanté el brazo hacia la cara, pero cuando llevé la mano a frotármela, sentí que algo la detenía. Como si estuviera pegada a algo. Entonces levanté el otro brazo y noté que tenía agujas dentro de la mano. Levanté la ceja. ¿Qué coño es eso? Viendo un poco mejor, noté que donde estoy parece... ¿Un hospital o clínica? ¿Pero por qué estoy aquí? ¡Y estas putas agujas me están molestando! ¡Quiero salir de aquí! Entonces alguien entró en la habitación. Miré a mi alrededor y vi que era mi hermano Bernardo. - Bernardo, ¿qué hago aquí? - le pregunté. Él se acercó. - Vitor, cálmate. - Dejó el vaso en la mesa a mi lado, creo que era café. - ¿CALMARME? ¡ESTOY EN ESTA PUTA HABITACIÓN Y TODO AGUJEREADO! - grité. Estoy angustiado por estas cosas en mi mano. Moví la mano hacia otra para intentar sacarla, pero mi hermano me lo impidió. - ¿Qué crees que estás haciendo? - preguntó sujetándome la mano. Luego me soltó. - ¿Tú qué crees? ¡Voy a quita
Sophia- Sophia, ¿puedo hacerte una pregunta?Me aparté de sus brazos. No voy a mentir, me sentí muy bien al sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo. Le miré.- Sí... -respondí y me acomodé detrás de la oreja un mechón de pelo que me había caído delante de la cara, para poder verlo mejor. "Viéndole de cerca, Thomas es tan guapo que me deja sin aliento.- ¿Cuánto cuesta la medicina de tu abuelo? - preguntó mirándome fijamente.Le miré sin comprender.- Son caros. Pero, ¿por qué quieres saberlo? - le pregunté. Me sorprendió que me lo preguntara.- Tengo algo de dinero ahorrado... Soltó un suspiro y cerró los ojos. Luego abrió los ojos, me miró y me cogió la mano. Y de repente sentí un escalof
VítorYo seguía aquí tirado esperando a que viniera el puto médico a darme el alta y no digamos ya que Bernardo se fue hace horas y nada de volver. ¡Que coño! Mi hermano tampoco es de los que pierden el tiempo. No aguanto más aquí esperando, quiero irme pronto a casa y luego volver a la empresa a ver qué pasa allí. Seguro que Bernardo no da abasto. Seguro que está lleno de negocios. ¡Vaya! Todavía queda el Sr. Monteiro que nos debe mucho dinero. Tengo que resolver esto urgentemente, ¡pero no puedo porque estoy en esta maldita cama y en esta clínica! Lo odio. Pronto entró Bernardo, parece que está con el móvil y hablando con alguien.- Mire, lo siento, pero vamos a tener que cancelar la reunión de hoy señor Monteiro.... Inmediatamente miré a mi hermano. ¿Qué hace? ¿Qué est&a