Vitor
- ¡Joder, Bernardo! ¡Es una m****a que me hayas traído a esta clínica de m****a! ¡Te dije que estoy bien! - Me quejé.
Estábamos en una sala esperando al médico, que fue a buscar los exámenes.
- Debido a esto, tuve que cancelar un almuerzo con una rubia. Porque mi querido hermano estaba preocupado por mi salud.
- ¡Puedes parar, Vitor! Luego vuelves a hacer un trato con esa mujer. Sabemos muy bien que no es importante... - dijo Bernardo mirándome fijamente.
- ¿Cómo que no es importante? - Le corté. - ¡El sexo es importante! ¿O crees que un hombre de mi tamaño se va a masturbar como un adolescente? ¡Venga ya! - recalqué.
Agachó la cabeza de un lado a otro, sin creérselo.
- Escucha, Vitor, hace dos meses que no estás bien. Cansancio, fuertes dolores de cabeza, náuseas, dolor en las rodillas... - Desvió la mirada hacia la puerta, para ver si había llegado el médico. Cuando no apareció, volvió a mirarme. - No olvides que delante de los proveedores que habíamos contratado esa mañana, tu nariz empezó a sangrar en medio de la reunión. ¿O vas a decir que eso es normal?
- Podría ser estrés en el trabajo. Además... llevo esa empresa a cuestas...
- ¡OK! - gritó.
Perdí el equilibrio del susto. Sin demora se levantó, dirigiéndose a la esquina de la habitación. Apoyó la mano en la pared y se quedó allí un rato. Está angustiado, nunca le había visto así. Claro que es normal que se preocupe por mí, porque sólo me tiene a mí. A nuestros padres les importamos un bledo mi hermano pequeño y yo. Llevan viajando desde que yo tenía dieciséis años y Bernardo catorce.
Nuestro padre se hizo cargo de la empresa durante bastante tiempo, bueno, hasta que yo cumplí la mayoría de edad y después de que terminamos la escuela de negocios y la ingeniería civil. Si no me equivoco, ahora mismo están en Cancún. Eso fue el mes pasado, cuando hicieron una videollamada. Ni siquiera preguntaron si estábamos bien.
No voy a mentir, los echo de menos, especialmente en este momento. ¿Es raro que piense en ellos ahora? Nunca me importó, pero tengo esta sensación...
Me giré y miré a mi hermano pequeño, que seguía en el mismo sitio, con la cabeza gacha y apoyado en la pared. Creo que intenta disimular... Pero sé que está conteniendo las lágrimas para parecer fuerte, pero tiene miedo.
¡Oh, m****a! ¿Qué pasa con este maldito retraso del médico? Seguro que esto no es bueno. Dejé escapar un suspiro y luego me levanté de la silla y fui hacia él.
- ¿Nadar? - Así es como lo llamo cuando quiero disculparme o que no quiero discutir con él. - Sentémonos allí. - Le puse la mano en el hombro. Levantó la cabeza y me miró. - Por favor hermanito, te prometo que no me quejaré más.
Movió la cabeza asintiendo. Fuimos a la silla y nos sentamos. Pronto se abrió la puerta y entró el médico.
¡Por fin! No podía esperar más.
- Disculpe el retraso, tenía una duda con un compañero de trabajo. Pero parece que es exactamente eso... -dijo el médico colocando una carpeta sobre la mesa y luego tiró de la silla para sentarse. Me quedé mirándole, confuso. ¿Qué quiere decir con una pregunta? ¿Qué coño es esto?
- ¿QUÉ COÑO HAS DICHO? ¿FUISTE A HACER PREGUNTAS? - salté de mi silla, señalándole. - ¿ERES MÉDICO O NO?
- ¡Cálmate, Víctor! - me pidió Bernardo, tirándome del brazo para que me sentara. Le aparté de un empujón y seguí mirando fijamente al hombre de la bata blanca que tenía delante. Entonces me di cuenta de que miraba a mi hermano. Luego miré a mi lado izquierdo y Bernardo parecía angustiado, debía de ser por mi impulsividad.
Intenté calmarme. Hice lo que me pedía, saqué la silla y me senté. Le pedí educadamente, por supuesto, que continuara. No sé, pero tengo la impresión de que no es bueno.
- Como iba diciendo hasta que el señor Carvalho me interrumpió... - Se inclinó hacia delante con los brazos sobre la mesa. - Y sí, soy médico, licenciado en medicina y especializado en oncología.
Alcé una ceja. ¿Pero qué demonios ha dicho? ¿Qué había dicho? Podría preguntar, pero preferí callarme.
- Quería estar seguro de dar este diagnóstico... - Abrió la carpeta, miró un rato los papeles, creo que son los exámenes y miró a mi hermano.
- Puedes hablar. Seguro que estoy estresado, yo también llevo la empresa a cuestas y tengo que resolverlo todo yo solo... -dije sonriendo y echándome hacia atrás en la silla. - Mira para no hacerme perder más tiempo. Apunta mi medicina en esos cuadernitos que tienes ahí. - Advertí señalando su escritorio. Nos disponíamos a levantarnos cuando el doctor me detuvo.
- ¡No creo que lo entiendas! No estás estresado. - Te tomaste un descanso. - Tienes leucemia. Está un poco avanzada...
- ¿QUÉ HAS DICHO? - Le corté.
Iba a repetirlo, pero me levanté de la silla y me coloqué detrás de ella.
- ¡NO PUEDE SER! ¡NO, NO!
Me paseé de un lado a otro agitando la mano negativamente hacia él.
- ¡Esto está mal! - murmuré. - ¡ESTE PUTO EXAMEN ESTÁ MAL! - grité.
Estoy muy cabreado. Miré al médico con indignación. ¡Maldita sea! ¡No me lo puedo creer!
- Vitor, cálmate... - Bernardo levantó los brazos y se acercó a mí, intentando calmarme.
- ¿CALMARME? Bajé las manos y le miré. - ¿ESTOY ENFERMO? ¡CON CÁNCER! ¡ESO ES CÁNCER, JODER! - Me di la vuelta y señalé a ese gilipollas que dice ser médico.
- Escuche, Sr. Carvalho. Puedo entender que esté así, pero no voy a permitir que me ofenda. - Advirtió, señalándome. Justo cuando iba a acercarme a él y darle una buena respuesta, mi hermano me agarró del brazo, haciéndome girar hacia él.
- ¡PARA! ¡BASTA YA, JODER! - gritó.
Le miré atónita. Nunca le había visto así. Me quedé en el mismo sitio y él se llevó las manos a la cara y me miró fijamente.
- ¡Escucha, escucha bien, Vitor! - Negué con la cabeza. - Sé que tienes miedo...
- Basta... Esta m****a está mal... -levanté la mano para coger la suya. Luego miré al desgraciado que tenía delante y le señalé.
- ¡VITOR ALBUQUERQUE CARVALHO! - Él me llamó.
Lo miré inmediatamente. Recordé que así me llamaba nuestro padre cuando hacía algo de arte de pequeña.
Al tener mi atención, se acercó más y volvió a ponerme las manos en la cara.
- Por favor... para ahora mismo. Es inútil decir que no, pero sé que tienes miedo... -susurró. Aparté la mirada.
- Nado... - volví a mirar a mi hermano pequeño. - No quiero morir... - Hablé y mi voz era tan débil que no me oía.
- ¡No lo harás! - Me quitó la mano de la cara y me la llevó al cuello, acercándome a él.
Apoyé mi frente contra la suya. Cerré los ojos y sentí que se me caían las lágrimas.
- Nos las arreglaremos. Pero no estáis solos. Yo estoy aquí contigo. - susurró. Negué con la cabeza. Entonces se apartó y me dio dos palmadas en el hombro. Pronto volvimos a la silla. Me limpié la cara y miramos al médico, que nos explicó todo sobre esta enfermedad.
***
- ¿Qué voy a tener que hacer? - pregunté, después de oírle explicar la enfermedad. Y hablaba del tratamiento.
- Quimioterapia. Pero mirando las pruebas aquí - dijo el médico y echó otro vistazo a las pruebas. - No está avanzado, creo que podemos hacerlo. - Volvió a mirarme.
- ¿Qué demonios es eso? - pregunto. Me reclino en la silla con los brazos cruzados.
- Se lo explicaré. - Dio un resoplido de aire. - Es un tratamiento que utiliza medicamentos para destruir las células enfermas que forman un tumor. Estos medicamentos se mezclan con la sangre y son transportados a todas las partes del cuerpo, destruyendo las células enfermas que están formando el tumor y evitando también que se extiendan por todo el cuerpo. - Hizo una pausa. Arqueé una ceja, sospechaba. Miré a mi hermano y luego al médico.
- ¿Qué le pasa? - preguntó Bernardo, mirando fijamente al médico.
- Tiene algunos efectos secundarios de la quimio. - Me incliné hacia delante, apoyando los brazos en la mesa.
- ¿Qué efectos secundarios? - pregunté, mirándole fijamente.
- Pueden provocar caída del cabello, diarrea, vómitos, llagas en la boca
- ¡Ya basta! ¡Puedes parar ahí mismo! - Levanté la mano, haciendo que dejara de hablar. Luego me levanté de la silla, colocándome detrás de ella.
- ¡Victor! ¡Escucha al doctor! - me preguntó mi hermano. Le miré.
- Ya he oído suficiente. ¡No lo haré! ¡Prefiero morir a tener ese horrible tratamiento!
- Pero hay otra manera, ¿no? - Bernardo volvió la cara y miró fijamente al médico.
- Sí. Podemos hacer pruebas para ver si eres compatible y, si lo eres, podrás ayudar a tu hermano, ya que su leucemia está en sus primeras fases. - respondió el médico.
- ¡Ya ves, Vitor! ¡Todo va a salir bien! - dijo mi hermano pequeño, que se acercó a mí. Asentí, moviendo la cabeza. Luego le sonreí. Eso espero. No quiero morir...
VitorHace quince días estaba en casa descansando después de que el médico me diagnosticara leucemia. Al principio no quería que volviera a trabajar, pero le convencí de que si no lo hacía, ¿quién se haría cargo de la empresa? Yo soy el que hace todo en la empresa para que no vayamos a la quiebra. Bernardo no podía ocuparse de la empresa, tenía que ir a la clínica a hacerse las pruebas que le había mandado el médico. El médico me dio unas medicinas para el dolor de cuerpo que sentía y también para aliviar las manchas que me estaban apareciendo en el cuerpo. No podía permitirlo. Especialmente si tenía una chica caliente follando conmigo. Estábamos sentados de nuevo en esta clínica esperando a que el doctor volviera con los exámenes.- ¿Por qué coño tarda tanto este médico en traer los exámenes? - me quejé, echándome hacia atrás en la silla y dando golpecitos con el pie en el suelo.Me di cuenta de que mi hermano estaba callado y pensativo, con el torso hacia delante, apoyado con los b
VítorMe acerqué a la silla y tiré de ella para sentarme. Pensaba que todo estaba perdido, empezaba a aceptar mi muerte, porque no iba a estar hospitalizado y tumbado en una cama tomando un cóctel de medicamentos, enfermo y calvo para quizás curarme de esta puta enfermedad. ¡Ni hablar! Pero parece que estoy teniendo suerte. Este doctor dijo que hay otra manera.- Estoy sentado aquí, doctor. ¿Ahora me lo explicará mejor? - pregunté echándome hacia atrás en mi silla mirándole.- Sí. Hay otra alternativa, pero... -en ese momento mi hermano se acercó y sacó una silla para sentarse. Yo prestaba atención a lo que decía el médico.- ¿Es eso cierto? - preguntó Bernardo al médico. Miré a mi hermano.- ¿De verdad, Bernardo? ¿Estás dudando del médico, tú más que nadie? - le dije irónicamente, y entonces volvió la cara para mirarme. Le sonreí.- Esto es serio, Vitor, ¿y tú crees que es gracioso? - Me señaló.- Señores, sé que en este momento están alterados y también nerviosos, pero puedo decirle
SophiaEstaba allí de pie preguntándome de qué quería hablarme mi jefe. Y de repente sentí una mano en el hombro, que me hizo dar un respingo del susto.- Hola, Sophía. Cálmate, soy yo, Tomás. - Me cogió la mano.Le miré y se me saltaron las lágrimas.- ¡Sofía! ¿Por qué lloras? Voy a ir allí y enseñarle a ese viejo idiota...Se estaba arrancando el delantal y tirándolo a la encimera, que está allí en la cocina. Se iba y le cogí del brazo.- ¿Qué vas a hacer? - Tiré de él para que no se fuera. Luego levanté la mano y me sequé la cara.- ¡Voy a ir a decirle que no te trate así! - dijo mirándome.- No hagas eso. Me preocupa otra cosa... -le dije a Tom, que se acercó.- ¿Qué te preocupa? - me preguntó cogiéndome la mano.- ¿No has oído lo que ha dicho?Negó con la cabeza. Justo cuando iba a hablar, alguien se acercó.- Sophia, la pareja a la que estabas tomando nota ya está lista", dijo el ayudante de Tomas. Giré la cara para mirarle.- Caramba, acabé olvidándome de los clientes. - Suspir
TomásMientras Julio preparaba los platos para ponerlos en la ventana, entró Sofía. Noté que su cara estaba... ¿triste? Apagué el fuego y me acerqué a ella.- ¿Sophia? ¿Va todo bien? - le pregunté. Se tomó un momento para mirarme. Luego levantó la cabeza para mirarme.- ¿Hola? Estoy bien... -dijo, pero me di cuenta de que tenía los ojos rojos e inyectados en sangre. ¡Ella lloró! - Aquí están los pedidos para la mesa seis... - Me entregó los pedidos.La cogí, me di la vuelta, se la di a Julio y le dije que empezara a hacer la comida. Levantó una ceja. Le dije que tenía que hablar con Sofía y enseguida se acercó para hacer lo que le había dicho. Me giré y la miré.- Ahora podemos hablar. - La agarré del brazo, tirando para que estuviéramos lejos de mi ayudante y no estorbara en nuestra conversación. Ella asintió. - Dime, ¿por qué estás así? - le pregunté mirándola. Apartó la mirada y guardó silencio. Eso es. Estás ocultando algo.- Desde que entregué los pedidos, vuelvo al... - Me dirig
TomásSalí de la cocina antes de que intentara detenerme. Sophia no me pidió ayuda, pero sé que se enfada, sobre todo cuando la gente habla de su aspecto. Me enfada mucho. Es una chica dulce y amable, ¿juzgarla por tener sobrepeso? ¡Ella es más que eso!Me acerco a la ventana y cojo la bandeja que hay en el escaparate, donde estaban los platos y los refrescos. Allí. Me doy la vuelta, buscando a los tipos que Sophia había descrito. ¿En qué mesa estaban? ¡Mierda! La mesa está en el pedido que quedó dentro y si entro a buscarla, seguro que no podré hacer lo que quiero... Miré a la derecha, allí en la esquina había una mesa y dos tipos sentados. Uno es alto, más o menos de mi color y con el pelo corto y oscuro. El otro es un tipo blanco, en realidad amarillento, de pelo castaño y también bajo y mirando desde aquí parece un tipo panzón. Ambos llevan una camisa gris de manga larga y pantalones del mismo color que la camisa. Creo que son ellos. Parecen el tipo de chicos a los que sólo les i
SophiaEntré en el salón al oír un fuerte ruido. Nada más llegar, miré a Tomas y ¡no podía creer lo que veían mis ojos! ¡No me lo podía creer! Estaba viendo a Tomas, el tipo más simpático haciendo eso? Entonces arrastró a uno de los chicos que se había burlado de mi cuerpo. Era el moreno alto, se veía que tenía la cara manchada de sangre. Inmediatamente giré la cara, cerrando los ojos para no ver aquello.Oí un ruido y giré la cara, abrí los ojos para mirar al frente. Estaba de rodillas. Mirando hacia atrás, me di cuenta de que unos cuantos clientes (que aún tenía) abandonaban sus platos y se dirigían a la caja para pagar e irse. ¡Vaya! Esto se va a ir a la mierda si tu Joaquim ve esto.- "Lo siento..." susurró, pero era tan bajo que ni siquiera pude oírlo bien. - "No me burlaré más de tu cuerpo..." dijo.Me quedé mirándole. Entonces el otro tipo se acercó y se puso a su lado.- Yo también pido disculpas", dijo el tipo que estaba delante de mí. Luego agachó la cabeza avergonzado. -
VitorNo puedo creer lo que acabo de oír... Levanté la cabeza y miré al médico, que estaba de pie frente a mí. Me alejé de la silla y me acerqué a su escritorio.- ¿Acabas de decir que necesito tener un hijo? ¿Es eso lo que has dicho? - pregunté.- Sería esa posibilidad o la quimioterapia. Pero también si tuvieras una.... - No estarás pensando en eso, ¿verdad? - Miré a mi hermano, que se levantó de la silla y caminó hacia mí.- ¿Por qué no? - Me volví para mirarle. - 'Si es la forma de librarnos de esta puta enfermedad, está bien', le dije con naturalidad.- Pero ¡un momento! - dijo el doctor, que se levantó de su silla, mirándonos a los dos. - Le di esta solución porque pensé que tenía una prometida. Pero tengo que darle la razón a su hermano. No puedes hacerlo.- ¡Tiene razón, Vitor! - señaló mi hermano. Me alejé, poniéndome de espaldas a ellos.- ¡Qué exageración! - Me di la vuelta con los brazos cruzados mirándoles.- Sr. Carvalho, no se puede tener relaciones sexuales con una m
SophiaIba a la oficina de mi jefe. Tomas intentó detenerme y dijo que iba a hablar con él, pero no estoy enfadada, bueno, antes sí. Pero ahora no lo estoy. Sé que lo hizo porque se preocupa por mí. Pero creo que tenía la sensación de que el señor Joaquim iba a echarme... Espero que lo que consiga sirva al menos para comprar las medicinas de mi abuelo y también las cosas que necesitamos en casa.Dejé de caminar, estaba frente a la puerta. Respiré hondo y lo solté. Luego levanté el brazo y llamé. Unas tres veces.- ¡PUEDES PARTICIPAR! ¡ESTÁ ABIERTO! - Oí un grito.En el mismo momento bajé el brazo y llevé la mano al picaporte. Abrí la puerta, entré y luego la cerré. Una vez dentro, miré a mi alrededor, no había gran cosa. Nunca había estado aquí. Tomás vino aquí cuando el Sr. Joaquim le llamó. En aquel momento, era porque había faltado un día al trabajo. Dijo que estaba enfermo y que no podía venir a trabajar. Le dije que fuera al hospital para que le dieran un certificado. Pero me di