Capítulo 06

Sophia

Estaba allí de pie preguntándome de qué quería hablarme mi jefe. Y de repente sentí una mano en el hombro, que me hizo dar un respingo del susto.

- Hola, Sophía. Cálmate, soy yo, Tomás. - Me cogió la mano.

Le miré y se me saltaron las lágrimas.

- ¡Sofía! ¿Por qué lloras? Voy a ir allí y enseñarle a ese viejo idiota...

Se estaba arrancando el delantal y tirándolo a la encimera, que está allí en la cocina. Se iba y le cogí del brazo.

- ¿Qué vas a hacer? - Tiré de él para que no se fuera. Luego levanté la mano y me sequé la cara.

- ¡Voy a ir a decirle que no te trate así! - dijo mirándome.

- No hagas eso. Me preocupa otra cosa... -le dije a Tom, que se acercó.

- ¿Qué te preocupa? - me preguntó cogiéndome la mano.

- ¿No has oído lo que ha dicho?

Negó con la cabeza. Justo cuando iba a hablar, alguien se acercó.

- Sophia, la pareja a la que estabas tomando nota ya está lista", dijo el ayudante de Tomas. Giré la cara para mirarle.

- Caramba, acabé olvidándome de los clientes. - Suspiré.

- Júlio, ¿no ves que me está hablando a mí? Dáselo a otro", le dijo al ayudante. Tiré de su brazo y me miró fijamente.

- No le hables así. - Volví a mirar a Julio. - Lo cogeré en un minuto. Ah... ¿Puedes traer dos latas de coca, por favor?

Negó con la cabeza y dejó los pedidos en la ventana que daba al salón. Luego fue a la nevera a por los dos refrescos que había pedido. Volví a mirar a Tom.

- Mira, vuelvo al trabajo y luego ya veré qué quiere de mí. - Me iba, pero me detuve en la puerta y luego me volví y miré a Tomás, que seguía allí de pie. Me acerqué a él y le besé la mejilla. - Gracias", le susurré cerca del oído.

- ¿Para qué? - preguntó, volvió la cara y me miró a los ojos.

- Por la forma en que me defendiste del señor Joaquim -dije, encogiéndome de hombros e inclinando la cabeza. Él dio un paso adelante. Levanté la cabeza y su cara estaba cerca de la mía.

- Siempre te defenderé. No dejaré que nadie te falte al respeto... -su voz era ronca.

Tragué saliva. Sentí que el corazón se me aceleraba... Pero seguí mirándole. Noté que levantaba la mano hacia mi cara.

- Aquí tienes, Sofía. - Oí la voz de Julio y me aparté de Tomás. Él bajó la mano para apartarme. Miré a Julio y le pregunté dónde estaban los refrescos. Me señaló la ventana. Luego salí, dirigiéndome a la puerta. Fuera de la cocina, me acerqué a la ventana y cogí la bandeja con los pedidos y los refrescos. Cogí la mesa que tenía delante.

- Aquí están sus pedidos", advertí, colocando primero las bebidas y luego los platos. Para el chico que había pedido arroz, judías y filete con cebolla. La rubia pidió arroz, filete de pescado y puré de patatas.

- ¡Por fin! ¡Qué retraso! - refunfuñó la rubia. Estaba en lo mío. Sólo de pensar que Tomás estaba tan cerca de mí... Creo que iba a besarme...

- ¿ASISTENTE? ¿EI? - Salí de mis pensamientos al oír que alguien me llamaba. Me giré para ver. Me di cuenta de que eran los chicos que me miraban cuando entraron. Uno de ellos me hacía señas para que fuera con ellos. Cerré los ojos y solté un suspiro pesado. Volví la cara hacia la pareja.

- Si necesitas algo más, llámame -dije, y la rubia levantó la mano para que me fuera. Me fui y me dirigí a la otra mesa.

Llegué a la mesa, entregué el menú a los hombres. Y luego saludé.

- Buenas tardes. ¿Sabe lo que quiere? - pregunté. Siguieron mirando el menú.

Me quedé allí de pie, esperando a que dijeran lo que querían. Con bolígrafo y bloc de notas en la mano. Me di cuenta de que uno de ellos ni siquiera miraba el menú, sino que me miraba a mí... Pero me miraba de una manera diferente... Me estaba molestando...

- Yo quiero una feijoada, arroz y filete a caballo", dijo la morena alta. Le tomé nota. Luego miré al otro tipo. - ¿Y usted, señor? - le pregunté.

- Hmm... - Estaba mirando el menú. Pero lo dejó caer y lo puso sobre la mesa. Levantó la cabeza y me miró fijamente. - Aunque gorda, tiene una cara bonita - dijo riendo.

Trago en seco y bajo la cabeza. Suelto un fuerte suspiro y levanto la cabeza para mirarle.

- Señor... ¿Qué quiere? - insistí, él seguía mirándome.

- ¡Vete ya! La morena me miró y no continuó. - Déjala ir. ¡Tenemos que volver al trabajo!

- Tomaré lasaña boloñesa, dijo. Tomaré lasaña boloñesa - dijo. Tomé nota de su pedido.

- ¿Quieres tomar algo?

- Puedes traer dos latas de refresco. - dijo el barrigón. Negué con la cabeza, volviéndome para ir a la cocina a tomar los pedidos, pero antes pude oír:

- Tío, ¡estás loco por mirar a esa gorda! - dijo el hombre en voz alta.

- Sí, ella también está buena. ¿Cómo no voy a fijarme en ese culo? No dejo de imaginármela a cuatro patas", dijo el otro.

Levanté la vista para evitar que se me saltaran las lágrimas. Luego seguí caminando hacia la cocina. Lo peor es que siempre es así. Chicos hablándome así. Hablando de mi peso...

Todavía tengo que ir a la oficina para ver de qué quiere hablarme el Sr. Joaquim. Espero que no sea nada grave. A pesar de todo, necesito este trabajo para ayudar a mis abuelos y también para comprar las medicinas de mi abuelo. Tengo que ser fuerte y aguantar a este tipo de clientes que no paran de hablar de mi cuerpo o de hacer bromas. Sentí que se me caía una lágrima, dejé de caminar y me llevé la mano a la cara para secármela.

Volví a la cocina. Abrí la puerta y Tomás me vio y me preguntó qué había pasado. Le dije que no había pasado nada, le entregué el pedido y me di la vuelta para marcharme, pero me cogió del brazo para mirarme.

- Sophia, ¿qué ha pasado? - insistió.

Agaché la cabeza. No sé si le contaré lo que pasó en el salón...

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