—Oh Dios—— esto no podía estar pasando, mi madre no podía hacerme esto de nuevo
—Si mama, estaré ahí lo antes posible— intente no sonar aburrida —Jessenia quiere que estés presente… ya sé que fue lo que paso pero Marianne, no es necesario… —Madre, ya dije que lo entendí, lo que no es necesario es que hables de ello— —Y dime Marianne, ¿ya conseguiste novio?— Esa pregunta broto abruptamente de sus labios yo me quede de piedra, al parecer la imagen que mi madre tenía de mi era la de una superficial chica que conseguía novio tan fácilmente como se tronaban los dedos — Te estás haciendo vieja Marianne, te vas a quedar sin nada sin siquiera haberlo probado Vaya… tener 25 años no era estar vieja, ¿que se creía mi madre? —¡Madre! —En fin — zanjó ella, al parecer creía que hablaba con una retrasada — Tu hermana se casa y espera ansiosa que asistas, Michael también así lo quiere… — M*****a hermanastra mía, siempre tratando de hacerme mal, ella sabía perfectamente que estaba en planes de casarse con el hombre que yo amaba y con el que, hasta hace tres meses, creía que me iba a casar, tenían la caradura de invitarme a la boda y mi madre como si nada… ah Cielos era la copa que colmaba la piscina de mi vida. Yo sabía que ella, Jessenia, me odiaba como yo a ella, pues bien… si quería humillarme por qué se iba a casar con Michael yo no la tendría de cabeza, me conseguiría uno más atractivo que Michael y le haría ver a ese demonio de lo que era capaz. No pude creer la rapidez con la que esa idea broto en mi mente y con mi madre aun al otro lado del auricular. — Si madre… — afirmé cansinamente — Dile a Jess que ahí estaré Corté la llamada antes de darme a mi madre más tiempo de decirme algo, respire hondo y me direccioné hacia el espejo de cuerpo entero que había en un lado de mi habitación. No es que fuera más hermosa que Jessenia, lo cual me llevo a preguntarme si sería capaz de conseguir a un hombre que siquiera me determinara estando ella presente. Ella no era mi verdadera hermana. Mi madre, Julianne había estado casada con Joseph Smith, un vago que la dejo apenas supo que esperaba a su primer hija, luego dos años después mi madre conoció a Charles Cooper… mi papá… para cuando yo nací él le pidió a ella que se casaran, pero ella no accedió, lo cual convirtió lo que iba a ser boda en un arreglo entre mi madre y mi padre, algo que llamaban comúnmente —unión libre— y vivían en una casa en Australia, con Jessenia. Yo era independiente algo que para Jessenia era casi un reto imposible de cumplir. Adoraba a mis primas y primos, con ellos tenía una relación de hermanos, mucho más de la que tenía con Jessenia. Amanda y Rosalía eran mis más cercanas amigas. Seguí mirándome al espejo intentando ver algo más que el pedazo de m****a que me sentía, jamás podría hacer que alguien me quisiera estando Jess cerca, ni siquiera Michael pudo resistirse y eso que siempre decía que me amaba, ahora se casaba con mi hermana y yo no quería mas que morirme, o al menos poder enterrarme por unos días bajo tierra sin nadie que me perturbara… imposible… Maldije mi suerte, era tan simple como estúpida, mi piel era demasiado blanca mis ojos café, más del color del chocolate, y mi pelo castaño con pintas rojas, nada fuera de lo común, a diferencia de Jessenia, que era rubia de ojos grises y piel trigo, las más querida, la más tonta, la mas estúpida cabeza hueca… pero esas eran las características de las que solo yo me daba cuenta, para todos Jessenia estaba en un pedestal, menos para Charles quien la odiaba incluso más que yo, porque sabía cómo era el comportamiento de Jess conmigo, me pregunte que pensaría en estos momentos mi querido padre. Mi madre decía que algún día Jessenia cambiaría, pero desde que mi ex me dejo por ella no tenia nunca pensamientos amables ni positivos. Seguí en el espejo mirando y pensando en la única manera por la que un hombre estaría a mi lado: pagándole. Solté una carcajada amarga y abandone el espejo para dejarme caer en la cama, no quería seguir dilapidándome mas, saque el móvil de mis vaqueros y llame a Amanda. — ¿Marianne?— dijo apenas contesto — Hola… ¿sucede algo malo? —¿Acaso tiene que suceder algo malo para que recibas una llamada mía?— le respondí mordazmente, aunque sabía que ambas estábamos de broma, Amanda adoraba que yo la llamara. Hacía poco menos de cinco meses Amanda había tenido una crisis depresiva que la había obligado a entrar a una clínica psiquiátrica de la que había costado mucho salir, cuando encontró a su novio en la cama con otro hombre, Ella siempre decía que mis visitas, cuando le llevaba comida, o me quedaba con ella a leerle y a adornarle el cabello, eran las que le habían salvado de caer en su mundo oscuro. —No… — dijo pude oír que reía — Sabes que no — Se quedo en silencio por unos segundos y luego dijo — Me entere de que Jessenia se casa con Michael… — —¿Acaso ya lo sabe toda Australia? — supuse que Jess se había encargado de que fuera así. —Marianne, ya te dije que lo que pienso de aquellos sacos de putrefacción, tu mereces algo mucho mejorComo yo, Amanda había sido testigo de todo mi sufrimiento y me había entendido casi como yo a ella, incluso intento que entablara más que una amistad con su hermano, mi primo Emmanuell, pero él nunca se fijo en mi más que para eso, de la amistad, cayo rendido ante los pies de Roselyn, la hermana de Jason, otro primo segundo, el nuevo novio de Amanda.No estaba molesta por ello, además porque no me sentía preparada para iniciar una relación, no estando tan reciente lo de Michael, ellos seguían viéndose y al parecer eran novios. Por lo visto Roselyn había encontrado la horma de su zapato.Empecé a desesperarme y supe que Amanda era la solución a mis problemas, ella siguió hablando.—Si, claro. Las invitaciones a la boda nos llegaron a Emmanuell y a mí, para asistir con nuestras parejas, ¿puedes creer que no enviaron una para nuestra segunda Roselyn?. Claro Jess la odia, seria la última persona que invitaría, no debe saber que entablo relación con Emmanuell… En mi invitación ocurría alg
MARIANNE—¡¿Que?— grite, supe que Amanda había apartado el teléfono de su oído cuando grite pero no se que esperaba después de lo que había dicho — ¡Por todos los cielos, Amanda! ¿Que hiciste?—Marianne, tienes que entender, nadie quiso ayudarme y yo quería ayudarte a ti Marianne, perdóname… —No se trata de perdón Amanda, ¿Te das cuenta de eso, has contratado a… a… un…?— incluso la palabra me daba pena—Lo sé Marianne pero piensa en eso… vas a ir a esa boda y no les vas a dar a esos dos sacos de mierda la satisfacción de verte sola… Amanda tenía razón, maldita sea, cuando pronuncio estas palabras mi estúpida imaginación me llevo a mi llegada a la casa de mi madre, del brazo de un hombre y las caras de ellos…—¿Marianne?, ¿estas ahí?… Marianne, ¡oh, cielos! creo que la he matado, ¿Marianne?— insistió.—No, no me has matado Amanda, al menos todavía. Sé que te esforzaste mucho, lo siento… — ella había sido buena no tenia derecho a tratarla mal.—Aun lo puedo cancelar Marianne, si no qu
MARIANNEMe volví, Jason estaba tras de nosotros evidentemente al corriente de la situación, no sabía si tenia conocimiento de lo que estábamos planeando ni si lo aprobaba o no, aunque dudaba mucho que no hiciera algo que Amanda le pidiera, estaba obsesivamente enamorado de ella.—Hola Edgard — murmuré casi recuperada — por favor sigue, partiremos en cuanto hayan tomado algo de té Él asintió educadamente y entró con su maleta, muy elegante hasta en su manera de caminar.— Por favor pónganse cómodos mientras lo preparo Tenía que salir de ahí para terminar de calmarme, para cuando llegué a la cocina pensé en cuanto más patética había quedado frente a ese tipo, Amanda me dijo que ya le había contado todo así que pensé que seguramente él creía que yo estaba loca. Herví el agua y la llevé con ellos. Con la excusa de que iba a tomar mi té en la cocina y terminar de dejarla organizada me devolví hacia allá. Lavé cuanto había ensuciado. Cuando me di la vuelta para ponerlo todo en orden solt
MARIANNELlegamos al aeropuerto con casi dos horas de anticipación, en el auto me tocó al lado de Edgard, a quien descubrí mirándome muchas veces.Su mano estaba apoyada sobre su rodilla, vi que tenía una sortija dorada con un grabado sobre ella, en el dedo meñique, que no identifiqué, pero tampoco le iba pedir que me lo dedujera, luego miré por la ventana para que él no viera mi sonrojo, ningún hombre había producido tal efecto sobre mí.Llegamos y el sonido de los aviones se sumo a nuestro silencio. Bajamos del auto las maletas, un hombre vestido de uniforme vino a auxiliarnos, nos recibió el equipaje. Entramos y Amanda se encargó con Jason de los tiquetes.Yo procuré caminar alejada de Edgard pensando a la vez en que ese tipo de distancia no podía darse entre nosotros si queríamos hacer de esto algo creíble, ¡Bah! Ya tendría tiempo para pensar en esto en el avión.Cada uno tomó su tiquete y el hombre del carrito nos acompañó hasta la sala de espera, al llegar allí se fue deseándono
EDGARDVi el auto de la que supuse seria la señorita Brandon, al lado de ella había un chico casi de su misma edad, rubio, estaba ahí para recogerme y llevarme a conocer a la mujer esa.Subí y saludé cortésmente como era costumbre con los clientes, claro que ahí mi clienta no estaba. Decidí llevar poco equipaje pero aun así mi maleta me parecía pesada, los miré, era evidente que eran pareja.La señorita Brandon comenzó a hablarme de la historia detallada de Marianne Cooper. Sin pensarlo tuve lastima de ella. Una mujer rechazada era una mujer que sufría, las muchas que había conocido así lo manifestaban. Grabé los detalles importantes, intentando ignorar las palabras — bastardos — — malditos — e — hijos de puta —, que brotaban amargamente de los labios de la señorita Brandon. Vi que el hombre al lado de ella, quien había dicho que se llamaba Jason, la miraba compareciente, él estaba al corriente de todo.Finalmente después de una hora de camino llegamos al solariego de una casa, estaba
EDGARDVi que bajaba la cabeza y me contaba a versión de la historia que yo había escuchado ya de los labios de la señorita Brandon, pero pude ver por el agua que el pulso le temblaba y que el sonrojo se desvanecía solo por momentos, miré su pulso y me quedé admirando la longitud de su cuello, la piel que lo cubría era muy bonita y le concedía cierto aire de reina, no sé porque pensé eso pero cuando ella me miró y se dio cuenta de donde estaba mi mirada, bajó su cabeza para que mis ojos la miraran a ella, a su cara.— Es suficiente… — dijo lentamente.Dejé de mirarla súbitamente consciente de que no le agradaba que lo hiciera más bien le transmití algo que venía pensando desde hacia tiempo.—Me parece bien que quiera dar la cara… — la consideraba valiente, era cierto.—Soy solo una cobarde que tiene que comprar compañía — dijo ella como si se sintiera mal consigo misma.—Aun así creo que ha pasado muy poco tiempo desde su ruptura algo que debió ser difícil para usted Ella tragó y dij
EDGARDSonreí de lado, a pesar de todo era divertido ver como huía de su cruda realidad y no es que me regodeara, solo es que lo hacía tan torpemente que me daba gracia, ¡Bah! En fin, me moví disimuladamente hacia ella y le rocé la mano con los dedos, su palo de escoba en la espalda se envaró y de sus labios brotó un extraño sonido de sorpresa, puse toda mi mano sobre la de ella que sentí fría, y luego cogí la revista para al menos ponérsela al derecho y la miré a los ojos tratando de brindarle algún tipo de consuelo, el que ella quisiera tomar.Ella se quedó mirándome fijamente por unos momentos como si la sorprendiera mi acción lo cual me llevo a pensar que su ex novio era un completo bastardo con ella. Sacudió la cabeza lentamente como si despejara una idea absurda y me dijo en voz baja para que la señorita Brandon no lo notara.— Lo siento Centré mi mirada en ella y me acerqué un poco más, despacio, sin ninguna intención de asustarla, pero hablando casi en su mismo todo de voz.—
MARIANNECuando nos llamaron al abordaje me puse de pie, pero contrario a lo que mi voluntad me dictaba no me mantuve a mas de dos pasos de Edgard, esto pareció gustarle y pensé que creyó que su lección había tenido efecto en mi, y si tenía razón a pesar de ser por un motivo distinto, el beso… aquel beso tan casto como los que siempre compartía con Michael, pero él había intentado llegar a mas y yo como una cobarde me alejé, si antes mi curiosidad era mínima ahora era demasiado grande, no sé por qué me entraron esos calores y prisas por acabar de una vez con la condenada virginidad, el motivo casi final por que el Michael me había dejado, si me desinhibía estaba segura de que conseguiría un novio que me quisiera, si me hacia una experta en el sexo, ataría al hombre para siempre si…—Un moment o— ¿Acaso mi puritana y estúpida mente acababa de pensar eso? ¿Era yo quien estaba teniendo todos esos pensamientos calientes? Miré al hombre que había a mi lado, de él manaba un poder sexual del