MARIANNE
Me volví, Jason estaba tras de nosotros evidentemente al corriente de la situación, no sabía si tenia conocimiento de lo que estábamos planeando ni si lo aprobaba o no, aunque dudaba mucho que no hiciera algo que Amanda le pidiera, estaba obsesivamente enamorado de ella. —Hola Edgard — murmuré casi recuperada — por favor sigue, partiremos en cuanto hayan tomado algo de té Él asintió educadamente y entró con su maleta, muy elegante hasta en su manera de caminar. — Por favor pónganse cómodos mientras lo preparo Tenía que salir de ahí para terminar de calmarme, para cuando llegué a la cocina pensé en cuanto más patética había quedado frente a ese tipo, Amanda me dijo que ya le había contado todo así que pensé que seguramente él creía que yo estaba loca. Herví el agua y la llevé con ellos. Con la excusa de que iba a tomar mi té en la cocina y terminar de dejarla organizada me devolví hacia allá. Lavé cuanto había ensuciado. Cuando me di la vuelta para ponerlo todo en orden solté el plato que tenía en la mano cuando vi a Edgard, que estaba apoyado en la entrada con su taza vacía en las manos. El chasquido del plato al romperse me dio dolor y más aun cuando la mitad del plato se rompió sobre mi pie. Me volví para que no viera mis lágrimas de dolor y vergüenza. Levanté mi mano señalando la mesa para que en ella dejara a la taza. —La señorita Brandon me autorizó a que hablara con usted de ciertos aspectos Escuché tras mi espalda como corría la silla de la mesa y se sentaba sin entregarme la taza. Me di la vuelta cuando toda mi cara estuvo bien. Ahí estaba el ángel caído sentado en la zarrapastrosa mesa de mi cocina. Me serví un vaso con agua para intentar calmarme. El té evidentemente era el que había hecho que mi temperatura subiera como lo había hecho. —No es que le cuente mí vida a desconocidos, pero supongo que contigo debo hacer una excepción ya que se supone que me conoces bien, en todos los aspectos de mi vida. Cuando lo miré vi otra vez esa mirada evaluadora por mi cuerpo deteniéndose en ciertas partes que no quería imaginar, me pregunté por qué me miraba así y el pareció leerme el pensamiento ya que me dijo: —Déjeme evaluarla, debo conocer al menos la parte superficial de su cuerpo para hacerme una idea, después de todo la conozco en —todos— los aspectos… — Dejé que hiciera lo que quisiera, seguí hablando la verdad sin importarme en donde se posaba su mirada, aunque para una virgen como yo ello debía estar mal, pero es que sentir que un hombre como ese te miraba de esa forma, aun si eras virgen, era de lo más excitante. Seguí contándole todo, lo que supuse ya sabía pero con los detalles, le conté de mi romance con Michael y de cómo él me había dejado por mi hermanastra, de cómo mi madre quería que tuviera un novio y de lo que se suponía íbamos a actuar en la boda de ellos dos. Cuando lo miré tenia la vista en mi cuello, y bajé mi cabeza para buscar sus ojos. —Es suficiente… — le dije, me parecía que ya sabía el mas de mi cuerpo de lo que sabía yo misma. —Me parece bien que quiera dar la cara… — dijo el finalmente apartando la mirada de mi cuerpo. —Soy solo una cobarde que tiene que comprar compañía. —Aun así, creo que ha pasado muy poco tiempo desde su ruptura, algo que debió ser difícil para usted —Si… pero… quiero demostrar que no soy… lo que en realidad soy… una ardida vengativa y tonta —Las mujeres son especiales, cada una a su manera, estoy seguro de que algún día ese Michael se va a dar cuenta —No lo creo así, después de todo me dejó. Mi hermana es una mujer muy guapa, es rubia y es el sueño de cualquier hombre — Me interrumpí para dejárselo claro, esperaba que me hiciera caso — Sé que te gustara pero debes hacer un esfuerzo, por mi… se supone que te llevo para que me ames, no para que actúes de viejo verde mirando a otras y menos a ella Él me miró intensamente y supe que sabía que estaba más que loca. —Empezaremos por tutearnos, hablaras más bien poco y te inventaras cualquier cosa en cuanto mi padre y mi familia te pregunten a que te dedicas… nos conocimos en un juego de mesa, póquer, en un casino… , nos gustamos y estamos saliendo en miras de afianzar la relación, esa es la impresión que se llevara mamá. Él me escucho atentamente, no sé si grabo toda la información que le di, pero esperaba que si, cuando todo estuvo claro cogí la taza y la lleve al fregadero, lave todo y lo deje listo. Ambos entramos en la sala lista hacia donde fuera que esto nos condujera.MARIANNELlegamos al aeropuerto con casi dos horas de anticipación, en el auto me tocó al lado de Edgard, a quien descubrí mirándome muchas veces.Su mano estaba apoyada sobre su rodilla, vi que tenía una sortija dorada con un grabado sobre ella, en el dedo meñique, que no identifiqué, pero tampoco le iba pedir que me lo dedujera, luego miré por la ventana para que él no viera mi sonrojo, ningún hombre había producido tal efecto sobre mí.Llegamos y el sonido de los aviones se sumo a nuestro silencio. Bajamos del auto las maletas, un hombre vestido de uniforme vino a auxiliarnos, nos recibió el equipaje. Entramos y Amanda se encargó con Jason de los tiquetes.Yo procuré caminar alejada de Edgard pensando a la vez en que ese tipo de distancia no podía darse entre nosotros si queríamos hacer de esto algo creíble, ¡Bah! Ya tendría tiempo para pensar en esto en el avión.Cada uno tomó su tiquete y el hombre del carrito nos acompañó hasta la sala de espera, al llegar allí se fue deseándono
EDGARDVi el auto de la que supuse seria la señorita Brandon, al lado de ella había un chico casi de su misma edad, rubio, estaba ahí para recogerme y llevarme a conocer a la mujer esa.Subí y saludé cortésmente como era costumbre con los clientes, claro que ahí mi clienta no estaba. Decidí llevar poco equipaje pero aun así mi maleta me parecía pesada, los miré, era evidente que eran pareja.La señorita Brandon comenzó a hablarme de la historia detallada de Marianne Cooper. Sin pensarlo tuve lastima de ella. Una mujer rechazada era una mujer que sufría, las muchas que había conocido así lo manifestaban. Grabé los detalles importantes, intentando ignorar las palabras — bastardos — — malditos — e — hijos de puta —, que brotaban amargamente de los labios de la señorita Brandon. Vi que el hombre al lado de ella, quien había dicho que se llamaba Jason, la miraba compareciente, él estaba al corriente de todo.Finalmente después de una hora de camino llegamos al solariego de una casa, estaba
EDGARDVi que bajaba la cabeza y me contaba a versión de la historia que yo había escuchado ya de los labios de la señorita Brandon, pero pude ver por el agua que el pulso le temblaba y que el sonrojo se desvanecía solo por momentos, miré su pulso y me quedé admirando la longitud de su cuello, la piel que lo cubría era muy bonita y le concedía cierto aire de reina, no sé porque pensé eso pero cuando ella me miró y se dio cuenta de donde estaba mi mirada, bajó su cabeza para que mis ojos la miraran a ella, a su cara.— Es suficiente… — dijo lentamente.Dejé de mirarla súbitamente consciente de que no le agradaba que lo hiciera más bien le transmití algo que venía pensando desde hacia tiempo.—Me parece bien que quiera dar la cara… — la consideraba valiente, era cierto.—Soy solo una cobarde que tiene que comprar compañía — dijo ella como si se sintiera mal consigo misma.—Aun así creo que ha pasado muy poco tiempo desde su ruptura algo que debió ser difícil para usted Ella tragó y dij
EDGARDSonreí de lado, a pesar de todo era divertido ver como huía de su cruda realidad y no es que me regodeara, solo es que lo hacía tan torpemente que me daba gracia, ¡Bah! En fin, me moví disimuladamente hacia ella y le rocé la mano con los dedos, su palo de escoba en la espalda se envaró y de sus labios brotó un extraño sonido de sorpresa, puse toda mi mano sobre la de ella que sentí fría, y luego cogí la revista para al menos ponérsela al derecho y la miré a los ojos tratando de brindarle algún tipo de consuelo, el que ella quisiera tomar.Ella se quedó mirándome fijamente por unos momentos como si la sorprendiera mi acción lo cual me llevo a pensar que su ex novio era un completo bastardo con ella. Sacudió la cabeza lentamente como si despejara una idea absurda y me dijo en voz baja para que la señorita Brandon no lo notara.— Lo siento Centré mi mirada en ella y me acerqué un poco más, despacio, sin ninguna intención de asustarla, pero hablando casi en su mismo todo de voz.—
MARIANNECuando nos llamaron al abordaje me puse de pie, pero contrario a lo que mi voluntad me dictaba no me mantuve a mas de dos pasos de Edgard, esto pareció gustarle y pensé que creyó que su lección había tenido efecto en mi, y si tenía razón a pesar de ser por un motivo distinto, el beso… aquel beso tan casto como los que siempre compartía con Michael, pero él había intentado llegar a mas y yo como una cobarde me alejé, si antes mi curiosidad era mínima ahora era demasiado grande, no sé por qué me entraron esos calores y prisas por acabar de una vez con la condenada virginidad, el motivo casi final por que el Michael me había dejado, si me desinhibía estaba segura de que conseguiría un novio que me quisiera, si me hacia una experta en el sexo, ataría al hombre para siempre si…—Un moment o— ¿Acaso mi puritana y estúpida mente acababa de pensar eso? ¿Era yo quien estaba teniendo todos esos pensamientos calientes? Miré al hombre que había a mi lado, de él manaba un poder sexual del
EDGARDCuando dimos pasos fuera de la sala de espera, tomé mi maleta esperando a que Marianne se alejara lo más que podía de mí, — Como si eso le fuera a servir de algo —. Cuando miré de reojo a mis hombros vi que estaba justo tras de mí, incluso demasiado cerca, sonreí lentamente, así que era de las que aceptaba las cosas que le decían sin rechistar. Ajusté el paso para que quedáramos hombro con hombro y así caminamos hasta que entramos en el avión, cuando lo hicimos, vi que mi tiquete marcaba la fila 12, silla B, esas eran las sillas que estaban en el pasillo. Bueno, suspiré.Dejé mi equipaje de mano en la parte de arriba y me senté. Marianne, que veía detrás de mí, señaló la silla antes de que yo me sentara, ella iba al lado de la ventana, le cedí el paso, como caballero que era, y ella lo hizo, pude ver por la rigidez de sus hombros que estaba nerviosa, respiraba demasiado profundo y su pulso temblaba ligeramente, no sabía qué era lo que la ponía así, pero estaba seguro que tenía
MARIANNEAlgo me arrancó del sueño que cómodamente estaba teniendo. En él las escenas entre Edgard y yo eran de lo mas censurable, pero eran placenteras así que no las censuré de mis recuerdos, me moví un poco e hice cuenta de todo mi cuerpo. Sentí mi mano que estaba apoyada sobre el musculoso pectoral de quien ese momento hacia de mi almohada, luego mi otro brazo apoyado a un lado y mi cabeza totalmente sobre el pecho de él, sentí deseos de besarlo, un deseo irracional, un deseo que una virgen no debía tener, pero estaba segura de que cualquier virgen de 25 años como yo, harta de ese tabú, sentiría. Pero pensé que ya era hora de salir de mi ensoñación, especialmente cuando escuché a la azafata decirnos que era hora de abrochar nuestros cinturones. Ya habíamos llegado, estábamos sobrevolando Australia.Me desperté del todo sintiendo pegajosos los ojos, lo hice rápidamente y note que casi golpeo a Edgard en el mentón con mi cabeza. ¡Dios, era una torpe!Sin mirarlo arregle rápidamente
MARIANNEMi madre apareció en el umbral con un vaporoso vestido de florecillas que no le sentaba nada bien. Con una flamante y fingida sonrisa miró a Amanda y esta a ella y la saludó cortésmente.—Amanda… ¿Como estas..?.— mi madre tenía inquina con Amanda, ella quería casarla también, pero no sabía el motivo por el cual Amanda había dejado a su novio ni que había estado en una unidad psiquiátrica, para ella Amanda era el promedio de chica rebelde solterona que no conseguiría marido a pesar de tener menos años que yo, pero se quedó callada cuando Amanda introdujo a Jason en la presentación.—Este es mi novio Jason Kincade — dijo Amanda tomándole de la mano y sonriéndole.Lo que vio también lo vio mal, dado que sabía que los Kincade eran nuestros primos segundos, Amanda le dirigió una sonrisa ensoñadora y mi madre otra vez se quedó sin palabras. Cuando Amanda y Jason siguieron los ojos de mi madre se iluminaron al verme.—Marianne — dijo con aplomo, se inclinó a darme un beso y abrazarm