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EDGARD

Vi el auto de la que supuse seria la señorita Brandon, al lado de ella había un chico casi de su misma edad, rubio, estaba ahí para recogerme y llevarme a conocer a la mujer esa.

Subí y saludé cortésmente como era costumbre con los clientes, claro que ahí mi clienta no estaba. Decidí llevar poco equipaje pero aun así mi maleta me parecía pesada, los miré, era evidente que eran pareja.

La señorita Brandon comenzó a hablarme de la historia detallada de Marianne Cooper. Sin pensarlo tuve lastima de ella. Una mujer rechazada era una mujer que sufría, las muchas que había conocido así lo manifestaban. Grabé los detalles importantes, intentando ignorar las palabras — bastardos — — malditos — e — hijos de puta —, que brotaban amargamente de los labios de la señorita Brandon. Vi que el hombre al lado de ella, quien había dicho que se llamaba Jason, la miraba compareciente, él estaba al corriente de todo.

Finalmente después de una hora de camino llegamos al solariego de una casa, estaba evidentemente adornada por una mujer, tenía muchos rosales, y había muchos duendes, también rosados en el ante jardín, bajamos del auto y la señorita Brandon fue la primer en acercarse a la puerta, también se veía que apreciaba mucho a la señorita Cooper.

Cuando entró al abrir la mujer, esta se le lanzó al cuello y le dijo no se qué cosas, me quedé tras de Jason para ser el último en entrar, aunque a través de sus cuerpos identifiqué el cabello marrón de la que se suponía seria mi novia, cuando Jason paso y ella se volvió me encontré ante la mujer más sencilla y natural que había visto, no llevaba casi maquillaje y su ropa era más grande que las proporciones de su cuerpo, miré hacia su cara nuevamente y vi sus ojos achocolatados, su piel blanca y pecosa… Nuevamente la detallé de arriba abajo intentando descifrar la forma de su cuerpo, era algo que hacia mas por costumbre, muchas mujeres me decían que les agradaba que alguien las mirara de ese modo, pude ver que ella se percataba de mi mirada y solo dije:

—Buenos días — mi tono educado la había perturbado, el rubor de sus mejillas la delataba, no estaba acostumbrado a esto ya que el mayor sonrojo que había visto en una mujer era cuando irrumpía en su cuerpo, no cuando dirigía una inocente mirada evaluadora, aquella que ella en ese momento me estaba devolviendo, mirando desde mis zapatos hasta mi cara.

—Bu… bu… buenos… — me dijo tartamudeando, también estaba acostumbrado a este tipo de reacción. Vi que tras ella salía la señorita Brandon, quien hizo las presentaciones, pareció estar más consiente por que dijo en voz baja.

—Hola Edgard, por favor sigue, partiremos en cuanto hayan tomado algo de te

Asentí y entré como ella lo pidió, caminó rápidamente a la sala, señalándome un puesto y luego desapareció tras la cocina nerviosa a preparar lo que nos había ofrecido, seguí mirándola intentando adivinar la forma de su cuerpo, pero nada se revelaba ante mi salvo su caminar falto de seguridad.

Nos trajo el té y se marchó rápidamente hacia la cocina otra vez, diciendo algo de arreglar, debía estar nerviosa vi que la señorita Brandon la miraba y negaba con la cabeza.

—Debe estar alterada por lo que le espera en la boda de esos traidores

—Creí que era porque me veía como un desconocido

—Eres un desconocido Edgard…

—¿Le parece bien que hable con ella, ya sabe para conocernos mejor?

La señorita Brandon me miró y pareció confiar en mí ya que dijo:

— Sí creo que eso estaría bien

Asentí otra vez y tomé mi taza ya vacía para llevarla a la cocina donde Marianne se estaba ocultando, cuando llegué allí vi que estaba lavando los platos, tenía el sweater arremangado y pude ver su blanca piel y delgado antebrazo, ella termino de lavar el plato y se dio la vuelta supuse que para guardarlo, se encontró con mi mirada y soltó el plato repentinamente, en el suelo este retumbó con dos sonidos diferentes, el que se produce cuando choca en el suelo y el que se produce cuando se golpea un pie, le había dolido eso era evidente, se dio la vuelta para que no la viera y una sonrisa trepó por mi cara sin haberla yo llamado, pero vi que tendía la mano para que dejara la taza en la mesa. La puse pero me senté en la silla que estaba al lado.

—La señorita Brandon me autorizó a que hablara con usted de ciertos aspectos — Inicié dado que ella no parecía dispuesta, miré hacia la mesa, floral y cuidada como todo allí.

En algún momento determinado supuse que el dolor había remitido y se dio la vuelta para mirarme, con un vaso con agua en las manos, me habló.

—No es que le cuente mí vida a desconocidos, pero supongo que contigo debo hacer una excepción, ya que se supone que me conoces bien, en todos los aspectos de mi vida

En cuanto dijo esto me pregunté a que aspectos se refería y no pude evitar mirarla otra vez intentando averiguar qué era lo que estaba ocultando, tratando de darle alguna forma a su cuerpo, intentando conocerla al menos de esa forma, al parecer se dio cuenta de mi mirada y supe, sin saber cómo en realidad, que sabia en que estaba pensando yo, se lo dije para ahorrarle el trabajo.

—Déjeme evaluarla, debo conocer al menos la parte superficial de su cuerpo para hacerme una idea, después de todo la conozco en todos los aspectos…

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