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MARIANNE

Llegamos al aeropuerto con casi dos horas de anticipación, en el auto me tocó al lado de Edgard, a quien descubrí mirándome muchas veces.

Su mano estaba apoyada sobre su rodilla, vi que tenía una sortija dorada con un grabado sobre ella, en el dedo meñique, que no identifiqué, pero tampoco le iba pedir que me lo dedujera, luego miré por la ventana para que él no viera mi sonrojo, ningún hombre había producido tal efecto sobre mí.

Llegamos y el sonido de los aviones se sumo a nuestro silencio. Bajamos del auto las maletas, un hombre vestido de uniforme vino a auxiliarnos, nos recibió el equipaje. Entramos y Amanda se encargó con Jason de los tiquetes.

Yo procuré caminar alejada de Edgard pensando a la vez en que ese tipo de distancia no podía darse entre nosotros si queríamos hacer de esto algo creíble, ¡Bah! Ya tendría tiempo para pensar en esto en el avión.

Cada uno tomó su tiquete y el hombre del carrito nos acompañó hasta la sala de espera, al llegar allí se fue deseándonos buen viaje. Amanda se sentó con Jason al lado y se tomaron de la mano. Pasó cerca de un minuto antes de que empezaran a besarse.

Me sentí incomoda cuando los vi, ya que no pude evitar recordar mi vida con Michael a quien le habían fastidiado las muestras de cariño frente a todo el mundo conmigo pero que no había tenido problema en exhibirse con Jessenia desde que me dejó por ella. Respiré profundo y bajé mi mirada, para mi suerte vi que había una mesilla cerca sobre la cual reposaban algunas revistas, tomé la que mi mano primero alcanzó, la abrí y la puse frente a mi cara sin prestarle verdadera atención. No era una envidiosa, pero me sentía intrusa y sin derecho de arruinar ese momento entre Amanda y Jason. La típica imagen de la violinista.

Permanecí así cerca de dos minutos cuando sentí que una mano cálida se posaba sobre la mía, di un respingo al notar los dedos de Edgard que rozaban la mía y luego tomaban la revista que yo, supuestamente, estaba leyendo para ponerla al derecho. Solté otro respingo y lo miré sin poder evitarlo, era increíble que se hubiese dado cuenta. Ni siquiera Michael había sido capaz de ver mis verdaderas emociones cuando me sentía herida o incómoda. Sus ojos incluso parecían más claros bajo esta luz sobre nosotros, me perdí por unos segundos en ellos, y luego me obligué a reaccionar. Seguramente era él y el tipo de vida que llevaba pero me atraía un poco, claro que, bueno, ¿Quien no se sentiría atraída por un hombre así?

—Lo siento — murmuré para que Amanda ni Jason se diera cuenta. Él se acerco un poco más a mí y me dijo también en voz baja:

—Vamos a tener que practicar más acerca de nuestra distancia, Marianne

Suspiré entrecortadamente, ¡Vaya! Jamás me había gustado como sonaba mí nombre, ni siquiera en mis labios, pero ahí estaba él, pronunciándolo como si nada, dándole un toque de profundidad nada propio de nadie. Sonreí un poco tratando de disimular mi turbación y le dije:

—No me gusta mi nombre así que deberás llamarme Marianne frente a todos, deberás llamarme así todo el tiempo —

—Marianne… — dijo y otra vez temblé — Hermosa en italiano… me parece bien… te hace honor

Me sonrojé mas, si es que eso era posible, seguramente estaba ensayando sus adulaciones conmigo pero aun así me pareció sincero, seguramente era un Yoda de las mentiras, su trabajo se lo debía exigir. Aun así lo agradecí, el mayor cumplido que había recibido de Michael era — estas… bonita —

— Eres muy versado en esto, debes tener mucha experiencia

Él no dijo nada, se limitó a mirar hacia el frente luego le dije para aclarar la repentina tensión.

—Si quiero hacer de esto algo creíble ¿Cuál debería ser mi comportamiento? — lo reté, aunque lo que decía era cierto, mi experiencia era muy limitada, yo siempre andaba por ahí de la mano de Michael pero nunca llegamos a algo más lejos que unos simples besos, tal vez por eso también me había dejado, porque Jessenia le había dado lo que yo no me había sentido en confianza de darle, mi cuerpo jamás usado.

—Bueno… — dijo él lentamente… — Nuestra distancia no debe ser mucha, como ya te dije, nuestras manos…

Miré la suya que bajó hacia la mía, que tiempo atrás había dejado la revista, me acarició por un momento los nudillos y luego posó toda su palma sobre el raso de la mía. Era una mano grande, tibia y casi reconfortante, sonreí tristemente, sin poder evitar comparar a Michael con Edgard, si Michael me hubiera querido ahora todo sería distinto, si yo no hubiera sido tan cobarde… Sentí que la mano de Edgard apretaba mas la mía, lo mire a los ojos.

—Debes mirarme directamente porque se supone que hay confianza en nosotros, no debes temblar cuando estoy cerca — él corrió sus caderas en la silla hasta que estas rozaron las mías, sentí que me estremecía… ¡Vaya! Si que era un maestro — Y debo susurrarte cosas al oído para que todos crean que tenemos la confianza e intimidad para hacerlo

—Tener intimidad — La sola idea me sobrecogió, no debía negarlo, tenía curiosidad, pero supuse que eso tendría un alto costo, además no tenía por qué estar pensando en esas tonterías, era él que me nublaba la mente.

—Si, supongo que sí— dije con la cabeza gacha. En ese momento sentí que la mano de Edgard volvía a la carga pero esta vez con miras hacia mi mentón que subió lentamente, me obligó a mirarlo y cuando lo hice vi que tenía la mirada sobre mi boca.

—No te vayas a apartar cuando haga esto, o si no todo se irá al traste — dicho esto bajó su boca y me besó.

Sentí que me mareaba, tenia los labios suaves y tibios, tanto así que los míos me parecieron lija comparados con los suyos, pero él no pareció darse cuenta, normalmente a lo de mi reacción me hubiera apartado al instante, pero estábamos ensayando para eso así que no lo hice, dejé que me besara como él quisiera, fue un beso fresco e inocente al principio, pero cuando sentí su lengua presionando la rígida línea de mis labios decidí apartarme ahora sí, reí nerviosa y le dije:

—Ya tendremos tiempo… — vi que Amanda y Jason continuaban en lo suyo y deseé que ese avión maldito nos dejara abordar de una vez, escuché una risa profunda y contenida de Edgard y me sentí aun más tonta.

Esperaba que al avión no se retrasara mucho.

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