Amelia estaba encerrada en su cuarto revisando toda la información que encontró en las redes sobre Fabio Martinelli. Por las fotos que habían en las redes se veía un hombre alto y corpulento, trigueño y con una incipiente barba. Su esposa había sido modelo, una rubia hermosísima, tuvo que abandonar la carrera después del accidente.
—¿Querrá continuar con el trato cuando me vea?—se preguntó Amelia a si misma— es un hombre adaptado a mujeres perfectas—seguía hablando con ella misma— y yo pues…de normalita no paso.Se levantó de su cama y se paró frente a un espejo que tenia en una pared de su cuarto donde se podia ver completa. Era bajita y sobre lo rellenita, su pelo era castaño, nada del otro mundo y para colmo usaba anteojos.—Cuando me vea va a salir corriendo—habló con su propio reflejo— él es un hombre simpático y…—Amelia.La voz de su padre la sacó de su momento de auto reflexión. Fue abrirle la puerta para ver que quería.—Mañana a las 10 de la mañana te quiero elegantemente vestida, iremos a la compañía Martinelli, Fabio aceptó el trato—Pablo dió media vuelta y se fue por donde mismo vino.Amelia se quedó fría, no se imaginaba que la cosa iba a ser tan rápido, de hecho no se imaginaba que él iba a terminar aceptando. Abrió su armario y empezó a buscar que podía ponerse, no era mujer de mucha ropa, después de revisar lo poco que tenia apto como para clasificar en la categoría de “elegante” se decantó por un juego de saya tubo y chaqueta color champán y una blusa de seda blanca. Lo dejó todo a mano para no demorarse por la mañana y se metió en la cama, no sabía si las mil preguntas que tenia en la cabeza la iban a dejar conciliar el sueño pero al menos tenia que intentarlo.***—Mañana voy a conocer a la hija de Pablo—le dijo Fabio a su esposa ya acostados.—¿Como se llama la muchacha?—La verdad es que no lo recuerdo, creo que es algo con A, pero no estoy seguro.Fabio se viró para verle el rostro a su esposa.— Claudia, esto no es más que un trato, ella solo va a ser la madre de mis hijos, nada más, mi esposa seguirás siendo tú y más importante que eso, la mujer a la que amo.Claudia le sonrió y asintió con la cabeza. Fabio empezó a besarla y a tocarla.—Te deseo amor—le dijo él acariciándole los pechos—mira lo duro que estoy—apretó su pelvis contra la cadera de Claudia para que ella lo sintiera.—No puedo Fabio, te he dicho mil veces que no puedo.Fabio la soltó y se desplomó en la cama.—Llevas 2 años diciéndome que no puedes, 2 años Claudia, hasta cuando vamos a estar así ¿eh?—Entiéndeme Fabio, después del accidente ya yo no soy la misma.—¡Pero perdiste una pierna, no la vagina!—Fabio se quedó callado, el comentario fue un poco inapropiado.—No te preocupes, pronto tendrás otra para descargar tus necesidades.—¡Que te deseo a ti carajo!—gritó Fabio— se me pone dura contigo y no con otra. ¿ De qué manera quieres que te lo diga?Ambos se quedaron mirándose en silencio hasta que Fabio se levantó de la cama.—¿A donde vas?—le preguntó Claudia—A jalármela, de alguna manera tengo que bajarme la calentura que tengo— eso fue todo lo que dijo antes de seguir rumbo al baño.***Buenos días—saludó Amelia a su padre.Este sin devolverle el saludo la miró detenidamente como si fuera el escáner de cualquier aeropuerto.—¿Vas a ir así?— terminó preguntándole— ¿sin un maquillaje ni unos tacones?—Si tengo puesto algo de maquillaje pero es muy sencillo y no uso tacones.Pablo puso los ojos en blanco y resopló.—Esperemos que no se arrepienta al verte—así de cruel fue con ella.—¿Vas a desayunar algo o podemos irnos?—Vámonos mejor de una vez.***Martinelli ‘s family, ese era el nombre que había en la entrada del enorme edificio que estaba en una de las calles más céntricas de la ciudad, se dedicaban a la publicidad y no había algo que los Martinelli no controlaran en ese mundo, redes sociales, periódicos canales de televisión, todo, absolutamente todo, cubrían la publicidad de todas las grandes empresas. Si alguien podía elevarte o destruirte, créeme, esos era los Martinelli.—¿A que hora llega Pablo con la “afortunada”?—hizo Marcos comillas en el aire.—A las 11 :00 am, ya deben estar al llegar—dijo Fabio mirando su reloj.—¿Como reaccionó Claudia?—Pues mejor de lo que pensaba, aceptó sin ponerme peros.—Pensé que eso te iba hacer feliz.—Yo también Marcos, yo también pensé lo mismo— dijo Fabio poniéndose de pie— pero eso no me demuestra otra cosa que no sea lo que vengo sospechando desde hace rato, ya yo a Claudia no le intereso.—No digas eso Fabio, llevan casados años lo que pasa que ella todavía no supera lo que le pasó en el accidente, no es fácil para una modelo perder una pierna.—Dos años Marcos, ¡no me jodas!, dos años lleva Claudia atendiéndose con los mejores especialistas del país. A pasado de psicólogo en psicólogo y todos le dicen lo mismo, ella tiene que darle un rumbo a su vida no puede seguir auto compadeciéndose.—Te entiendo amigo pero ¿que puedes hacer?—Nada, no puedo hacer nada—respiró profundo Fabio—de cierta manera el accidente fue mi culpa, no puedo dejarla abandonada a su suerte.—Tampoco es así Fabio, el accidente pasó porque iba a pasar, ¿cuantas veces Claudia a manejado y no ya pasado nada?, te lo dije hace mucho tiempo, si te quedas con ella porque la amas, no hay problema pero si lo haces por lástima, ninguno de los dos van a ser felices nunca más.Fabio respiró profundamente, él jamás pensó en divorciarse, amaba a su esposa o al menos alguna vez la amó, porque ahora mismo ya ni sabía que era lo que estaba sintiendo ni pasando en su vida.—Señor, permiso—dijo su secretaria después de haber tocado la puerta— ya están las personas que usted estaba esperando.—Hazlas pasar Eva por favor.Ella asintió y le hizo una señal para que entraran.—Buenos días—dijo Pablo al entrar a la oficina de Fabio— esta es mi hija, Amelia.Fabio se quedó frío al verla, era bajita en comparación a él, sencilla, de las que pasan desapercibidas a donde vayan. En cambio ella fue como si detuvieran el tiempo cuando lo vió en persona, es cierto que ya había visto muchas fotos suyas pero nada comparado como tenerlo frente a frente, era enorme, corpulento, intimidante.—Sentémonos por favor—dijo Marcos.—Bien, aquí ambos ya saben de que va esto—intervino Pablo— así que no hay que dilatar la situación.—Yo tengo dos condiciones— dijo firmemente Amelia.Todos la miraron como si le hubiera salido otra cabeza a la muchacha.—Tú dirás—le contestó Fabio.—Mis hijos vivirán siempre conmigo, no quiero que otra mujer se encargue de su crianza, puedes visitarlos, llevártelos de vacaciones pero no a vivir.—Está bien, no tengo problemas con eso y ¿cuál seria la otra?— le preguntó Fabio.—Quiero un empleo.—¿Cómo que un empleo?— indagó Fabio desconcertado.—Si, soy licenciada en economía y tengo una maestría en marketing, supongo que en una empresa tan grande habrá algo que yo pueda hacer.—¡¿Ah porque pretendes trabajar aquí?!— abrió los ojos enormemente Fabio.—¿Y porqué no? Soy muy competente en lo que hago.—¡Pero en qué planeta vives! ¿eh? ¿Te imaginas el escándalo que seria cuando salga a la luz que la madre de mi hijo trabaja para mi y además sigo casado con otra?—dijo alterado Fabio.—El mismo escándalo que cuando digan que embarazaste a la hija de tu enemigo y que además sigues casado con tu esposa de diez años— dijo Amelia con total calma.Marcos tuvo que sonreír, ya le estaba cayendo bien la muchacha, tenía carácter.—Ella tiene razón—intervino Marcos—el escándalo va a ser del mismo tamaño, que trabaje aquí o no es un mero detalle.Fabio lo miró con unas ganas tremendas de asesinarlo.—Además—continuó Marcos hablando sin prestarle atención a la cara de Fabio— necesitas un asesor de marketing, así que creo que no estaría mal que fuera ella.Pablo solo miraba todo aquello sin decir ni media palabra, si su hijita lo echaba todo a perder por sus caprichos ya se las vería con él.—Está bien—dijo al fin resignado Fabio— pero nadie, absolutamente nadie puede saber esto, cuando nazca el niño ya veremos.—No te preocupes, sé mantener las distancias—le respondió Amelia.—Bien, entonces por favor firmemos el dichoso contrato— y por primera vez en todo lo que iba de conversación Pablo habló.Marcos redactó nuevamente el contrato con las nuevas cláusulas y lo imprimió, todos firmaron y él como abogado se iba a encargar de la parte legal.—Bien—dijo Pablo poniéndose de pie— ya está todo listo, es hora de marcharnos.—¿Cuando me mudo?— preguntó Amelia.—Dame un par de días tengo que buscarte una casa—le respondió Fabio.—No hace falta, yo misma me encargo de eso y luego te dejo saber— le respondió ella.—¿Algo más que quiera su alteza?— le dijo irónicamente Fabio.—Um…no pero si se me ocurre algo más te aviso— dio media vuelta y salió de la oficina junto a su padre.—Te juro que todavía no le toco un pelo y ya la odio— le dijo Fabio a su amigo que no hacia más que reír.—¿Se puede saber para qué quieres trabajar?”—le preguntó Pablo a su hija ya estando ambos en la casa.—Porque si voy a ser libre quiero serlo por completo y sin independencia economía una persona no es realmente libre—dijo firmemente Amelia. —Eres un bicho raro—le dijo finalmente Pablo después de miraría detenidamente por unos segundos—Bueno, que se puede esperar de alguien que ni su propia madre quizo.Amelia apretó las manos en unos puños, dio media vuelta y salió caminando apurada hasta llegar a su cuarto y encerrarse en el. Llevaba toda su vida escuchando la misma frase pero no se acostumbraba a ella, ¿cómo era posible que su propio padre la tratara tan mal? Nunca había podido responderse esa pregunta. Durante años lloraba por horas, se deprimía y muchas veces hasta pensó en suicidarse pero por suerte los estudios la ayudaron a salir de esa depresión se volvió obsesiva con ellos, estudiaba todo lo que podía, era lo único para lo que su padre le había dado libertad.Pero ahora ten
—Lo tenemos de nuestro lado— dijo Pablo por teléfono ya dentro de su carro. —Vamos bien, tener a Theo de nuestro lado es un buen paso. Tú y yo, ¿cuándo nos volvemos a ver? Hizo silencio para escuchar la respuesta.—La semana que viene, ¿ok? Ni un día más ni uno menos.***—¿Entonces te quedas con esta?, ¿no quieres primero ver otras opciones?—le preguntó Fabio ya fuera de la casa.—No, estoy segura que esta es perfecta para mi.—Entonces le paso los datos a Marcos para que se encargue de la compra, supongo que en unos días ya te podrás mudar.—Y… cuando tú y yo, o sea cuando nosotros…— ¿Nos acostaremos por primera vez?—Eso—bajo la cabeza Amelia de pura vergüenza. Fabio respiró profundo, para él también era un poco incómodo, tuvo muchas mujeres en su vida pero ninguna como Amelia, era una situación rara la de ellos dos.—Primero múdate, después vemos eso—terminó por responderle—Em… una duda, ¿es verdad que todavía eres virgen?Amelia le vinieron los colores al rostro, no sabia ni
Amelia se había pasado todo el día pensando como podia convencer a Fabio de retomar el contrato con la linea de cosméticos. Su encuentro con Carlos había sido muy bueno, hablaron de mil cosas, Carlos era todo un artista, con la misma dosis de creatividad que de locura, realmente le había caído muy bien. Ahora necesitaba a alguien que la ayudara a comprender un poco más como funcionaban las cosas ahí, quizás si hablaba con Eva ella podría ayudarla, así que sin pensarlo dos veces salió de la oficina y fue directo al escritorio de Eva.—Hola Eva ¿ ya almorzaste?—No, estaba terminando esto para ir, tengo un hambre terrible.—Vamos, te invito—¿En serio?— le dijo un poco asombrada.—Si, claro que es en serio, conozco un buen lugar cerca de aquí, vamos.Salieron las dos muchachas rumbo al restaurante que conocía Amelia.—Dime, que quieres saber—le dijo Eva sentándose en el lugar en cuestión.Amelia se tuvo que echar a reír— eres una mujer inteligente, ya me caes bien.—¿Crees que si no lo
—¡¿Hablas en serio Fabio?!—le preguntó Claudia asombrada.—Yo jamás bromeo cuando hay plata de por medio—le respondió muy serio.—Pero Fabio, tú sabes lo importante que era ese proyecto para mi, si no fuera por el accidente yo…—¡Ya basta Claudia!—gritó Fabio— has tenido dos años, ¡dos puñeteros años! para retomar tu vida y no lo has hecho, esto hubiera sido estupendo para retomar tu carrera, te hubiera lanzado al estrellato, ¿pero que hiciste? Nada, absolutamente nada y yo ya me cansé de perder plata por ti, no voy a cancelar un contrato tan bueno como ese.Amelia no sabia donde meterse, había quedado varada en medio del fuego cruzado que ahora mismo se desarrollaba en su oficina, por lo visto Fabio era un hombre de malas pulgas, si lo provocabas un poco te iba a pesar grandemente.—Amelia—dijo finalmente mirándola—encárgate de los detalles con Carlos, vamos a presentarle un nuevo proyecto el fin de semana en la fiesta de aniversario.Amelia solo asintió.—Tú y yo nos vamos—se refiri
—Buenos días Eva.—Buenos días señor.Fabio se quedó unos segundos parado sin moverse porque le pareció escuchar una risa a lo lejos, cuando iba a seguir camino para su oficina la volvió a escuchar.—¿Y esa risa de dónde viene?—le preguntó a Eva.—Ah, esa es Amelia, llevan rato ella y Carlos así, muertos de la risa.A Fabio no le gustó para nada el comentario de Eva y ella se dió cuenta así que aprovechó para echarle más sal a la herida.—Carlos subió hasta unos vestidos— dijo así como que a la ligera.—¿¡Vestidos!? ¡Como que vestidos!—preguntó Fabio intrigado.—Si, parece que Amelia no tenía nada adecuado para la fiesta de mañana y Carlos se ofreció a… ayudar, ya usted sabe como es él de buena persona.Carlos tenía fama si, pero no precisamente de buena persona sino de mujeriego y no es que no fuera buen tipo, si lo era, pero su fama de galán era demasiado fuerte como para que a Fabio le viniera otra idea a la cabeza.—Yo usted entro—siguió presionando Eva.—¿Tú crees?—¡Claro! Usted
Amelia un poco más y tiene que recoger su mandíbula del suelo.—¿¡Tuya!?—Amelia, déjame aclararte algo—le dijo sosteniéndole la mirada—que tú no seas mi esposa no significa que puedas andar con otro hombre, lo mío es mío—dijo bajito y acercándosele aún más.—¡Tú y yo solo tenemos un trato!— le respondió ella asombrada por la reacción de Fabio.Él sonrió, se mordió su labio y la miró descaradamente antes de hablar.—Tú y yo tenemos más que un simple trato, tú vas a ser la madre de mis hijos por consiguiente para ello yo te tengo que follar muchísimas veces y no me gusta que mi comida la esté manoseando otro, ¿así o más claro?—¿Mu…muchas veces?— prácticamente balbuceó.—Tantas—se le pegó a su oído al punto de rosarle la oreja con sus labios—que tu cuerpo solo va a desearme a mi dentro de él. Amelia tuvo que aguantarse de la meseta de la cocina porque sus piernas le fallaron. Lo tenia tan cerca que podía escuchar los latidos de su corazón, podía claramente sentir el olor que su cuerpo
Fabio abrió los ojos y miró a su alrededor le tomó unos segundos acordarse de donde había pasado la noche, se sentó en el sofá y se estiró, le dolía todo el cuerpo, era un hombre grande, dormir en un sofá no era la mejor idea del mundo, vió la manta y sonrió. “Ella me la puso” Pensó para sus adentros, porque estaba muy seguro que solo se había tirado en el sofá la noche anterior. Se levantó y se estiró nuevamente, necesitaba un baño pero no era el lugar ni el momento indicado, así que simplemente salió de la casa, se montó en su auto y se fue. A Amelia el sonido de la puerta y del carro la despertaron, se había quedado dormida muy tarde . Abrió la puerta con precaución y caminó en punticas de pie hasta la sala, el corazón se le cayó al suelo cuando vió el sofá vacío y la manta a un lado. —Se fue sin tan siquiera decirme nada— se dijo a si misma con lágrimas en los ojos. Regresó por donde mismo había venido a su habitación y se acostó en su cama tapándose por completo. *** —¡Ya v
—¡Pero que hermosa estás!—comentó Carlos al verla. —No exageres. —Pero no estoy exagerando, estás hermosa, hasta te pusiste zapatos altos. —Un poquito—sonrió— no quería verme hoy tan bajita. —Bueno vamos, que tenemos que llegar temprano, ya sabes, hay que causar buena impresión. Fueron todo el camino hablando del proyecto y de como iban a enfocar la campaña publicitaria, Carlos era incansable con el trabajo así que eran el binomio perfecto porque Amelia era idéntica. Después de un rato llegaron a la empresa, el lugar estaba lleno de periodistas, Amelia estaba nerviosa, se sentía pequeñita, fuera de lugar. —Vamos—le comentó Carlos después de parquear el carro y salir de este—no te asustes, los periodistas son como sanguijuelas pero sé mantenerlos a raya, Amelia sonrió, respiró profundo y salieron ambos directamente a la puerta principal de la empresa, ella realmente estaba más nerviosa por Fabio que por los periodistas, no dejaba de pensar en la noche anterior y las cosas que