—¡Pero que hermosa estás!—comentó Carlos al verla. —No exageres. —Pero no estoy exagerando, estás hermosa, hasta te pusiste zapatos altos. —Un poquito—sonrió— no quería verme hoy tan bajita. —Bueno vamos, que tenemos que llegar temprano, ya sabes, hay que causar buena impresión. Fueron todo el camino hablando del proyecto y de como iban a enfocar la campaña publicitaria, Carlos era incansable con el trabajo así que eran el binomio perfecto porque Amelia era idéntica. Después de un rato llegaron a la empresa, el lugar estaba lleno de periodistas, Amelia estaba nerviosa, se sentía pequeñita, fuera de lugar. —Vamos—le comentó Carlos después de parquear el carro y salir de este—no te asustes, los periodistas son como sanguijuelas pero sé mantenerlos a raya, Amelia sonrió, respiró profundo y salieron ambos directamente a la puerta principal de la empresa, ella realmente estaba más nerviosa por Fabio que por los periodistas, no dejaba de pensar en la noche anterior y las cosas que
Fabio empezó a reconocer su rostro con la yema de los dedos, su boca, su nariz, todo. —No necesitas maquillaje, me gusta como cuando vienes a trabajar. —Solo quería lucir diferente hoy. —No tienes necesidad de lucir diferente, solo tienes que ser tú y para eso necesitas deshacerte de cierta y determinadas cosas que definitivamente no van contigo. La miró por un segundo, le sonrió y luego con un rápido movimiento le rompió el vestido negro que ya a estas alturas se había convertido en su peor enemigo. —¡¿Pero qué haces?!—preguntó Amelia asombrada y tratando de cubrirse sus pechos, se había puesto una lencería negra al igual que el vestido. —Te advertí que no te pusieras ese vestido, pero la señorita se empeñó en contradecirme, ahí tienes las consecuencias. —¡¿Pero estás loco o qué?! ¿¡Solo porque me pongo una ropa que no te gusta me la rompes!? —No es cualquier ropa—le dijo sentándose cómodamente para observar su pequeño aporte a la industria de la moda—es el vestido que te dió
Fabio respiró profundamente antes de abrir la puerta de su casa, cada día le costaba más trabajo hacerlo, no sabia si era por la llegada de Amelia a su vida o porque simplemente ya no soportaba más la situación en la que estaba viviendo.Abrió la puerta y contrariamente a lo que pensó la casa estaba en penumbras y Claudia no lo estaba esperando en la sala. Subió a su cuarto y ella estaba acostada, al parecer dormia, se quitó toda su ropa, se dió un baño rápido y se metió en la cama. —¿Que tal la fiesta?—preguntó Claudia.—Pensé que estabas dormida. —Preferí esperarte—habló Claudia en un tono calmado— yo no quiero que las cosas entre nosotros estén mal yo… a mi me duele mucho que hayas retomado el contrato de los cosméticos. —Claudia ya te dije que… —Espera, déjame hablar—se acomodó en la cama—como te dije antes a mi me dolió mucho pero entiendo que para ti es importante así que prefiero pasar por alto eso y que puedas seguir con tu negocio.Esa actitud de Claudia a Fabio lo a
Fabio quería ir más rápido pero sabia que no podia, para Amelia era su primera vez, su primer encuentro con un hombre en todos los sentidos, así que tenia que controlarse. —Si te sientes incómoda por algo o con algo dímelo por favor ¿si? —Ella solo asintió, él no dejaba de mirarla, ¿como era posible que alguna vez la vio fea? Si era hermosa, era todo lo hermosa que él necesitaba, sencilla, inteligente, independiente, hasta preocupada por él, Fabio tuvo que sonreír. —¿Porqué sonríes? —Pensando en que siempre me das de comer—y por supuesto que el comentario fue con todo el doble sentido del mundo. —¿Te gusta mi comida? —Me encanta—le sonrió—no sabes el hambre que tengo, hambre de ti, de tu cuerpo, quiero devorarte, poco a poco y lentamente, quiero saborear todo tu cuerpo centímetro a centímetro. —Ven—le dijo Amelia mientras lo tomaba de la mano para llevarlo a su cuarto. Fabio se dejó llevar como niño de primaria, no había entrado al cuarto nunca, le pareció un poco in
—¿Estás segura que quieres hacer eso?— le preguntó Pablo a Claudia. —Si, si quiero, está bueno de paños tibios, no quiero pasarme toda mi vida riéndole las gracias a Fabio, lo quiero ver sin nada—le dijo Claudia con un odio terrible. —Si fuera por mi ya le hubiera metido una bala entre ojo y ojo, nunca debieron permitirle ser el cabeza de la organización. —Eso es muy fácil—le respondió Claudia—el muerto no sufre y yo quiero verlo sufrir, tanto o más que yo cuando perdí mi pierna—se tocó su prótesis—en cuanto al puesto era muy difícil que no se lo dieran a él, las Martinelli lo han tenido por décadas. —Eso no significa que tengan que ocupar ese puesto vitalicio. —Pablo, se realista, tú eres un improvisado, no tienes linaje ni historial para ocupar ese puesto. Pablo se levantó y le agarró el rostro a Claudia apretándoselo. —Cuidado con lo que dices, recuerda que yo sé todo lo que haz hecho, sé perfectamente quien y porqué causó ese accidente, no te conviene que se me afloj
El domingo pasó rápido, Fabio y Amelia se levantaron tarde y volvieron hacer el amor apasionadamente. Amelia hizo almuerzo para los dos, comieron juntos, revisaron algunas cosas del trabajo hasta que llegó la hora de que Fabio se fuera, la despedida fue difícil pero Amelia trató de que fuera lo menos incómoda posible. —No tengo ningunas ganas de irme pero tengo que hacerlo—le dijo Fabio mientras incluían su huella en la seguridad de la casa para poder entrar por su cuenta. —Ya está, puedes entrar sin necesitar de mi—le dijo Amelia—no te preocupes—lo abrazó—mañana nos vemos en la oficina. Él la besó no una sino varias veces hasta que se fue, Amelia se quedó feliz pero a la misma vez vacía, así iba a ser siempre, ese hombre no era suyo, pero lo quería tanto, tanto, tanto, que hasta ese sacrificio estaba dispuesta a correr , ese iba a ser el padre de su hijo, eso era algo que no podía cambiar ni quería tampoco, si tenia que tener un hijo lo iba a tener del hombre que amaba, porque
—Hola princesa—le dijo Marcos a Eva— ¿ya Fabio llegó? —Hace rato y no soy tu princesa. —Tienes razón, no eres mi princesa, eres mi reina. Eva viró los ojos en blanco—que quieres Marcos. —Quiero pasar otra noche como la del sábado, eso quiero—le dijo bien coqueto. —Eso fue un error y no va a volver a pasar—habló ella nerviosa. —El único error fue dejarte ir el domingo, cuando te darás cuenta que somos el uno para el otro ¿eh? Que estar separados solo nos hace daño. Sé que cometí un error y me arrepiento amargamente de eso. Tú eres la mujer que yo quiero en mi vida, ¡entiéndelo! Eva se quedó mirándolo fijo, llevaba todo un año luchando por lo que sentía por ese hombre, aunque claro, había tenido varias recaídas, como fue el caso del sábado, Marcos la convenció y terminó en casa de él haciendo el amor desenfrenadamente, lo amaba, lo amaba muchísimo, pero tenía miedo de volver a sufrir. —Marcos yo… —Eva, por favor, ¿le puedes decir a Marcos que venga? Necesito informaci
El consejo tenía su cede en uno de los rascacielos más lujosos de la ciudad, eran los hombres más poderosos del país, no solo manejaban un país, sino que su poder abarcaba todo el continente, tenían oídos y ojos en cada rincón, además de eso en Europa existía la misma organización, ambas mantenían un estrecho nexo, cada una tenia 14 miembros y su presidente hacia el cómputo de 15 en total. Fabio, que en este caso era el presidente podía ser juzgado y hasta condenado a abandonar su puesto y la organización si cometía algún crimen o cualquier cosa que en sentido general ofendiera o perjudicara a la organización. Pablo a pesar que llevaba años en la organización no permitía al consejo, sentarse en esa mesa no era para todo el mundo, tenias que ser un tipo importante, con linaje, con historia, con pedigrí, cosa de la cual Pablo carecía por completo, su único camino era que el presidente intercediera por él, ese era su propósito, tener a Theo de su parte para llegado el momento que este