—Hola Carlos, discúlpame es que ando apurada y no te vi. —Apurada y ocupada, diría yo. —No entiendo a que te refieres—le dijo Amelia achicando los ojos. —La verdad es que pensé que eras diferente, no sé, es tan raro dar con personas, bueno, con mujeres en este mundillo nuestro que realmente les interese su carrera y escalar por méritos propios y no por encamarse con su jefe que cuando te conocí pensé que eras de esas pocas. Amelia abrió de golpe sus ojos—¿es idea mía o me estás juzgando? —Solo me estoy dando cuenta de quien eres realmente. Amelia sonrió—que razón tenia Fabio. —¡Vaya! Entonces no hay la menor posibilidad de que lo que leí sea mentira ¿verdad? —No, no es mentira—le contestó Amelia con total seguridad— yo me estoy acostando con mi jefe y no precisamente por escalar, no, eso no me hace falta soy lo suficientemente capaz para obtener resultados por méritos propios, lo hago porque me gusta ese hombre, porque me hace sentir especial, porque me hace sentir mu
—Hola Amelia, buenas noches, estoy afuera. —Ok, ya te abro—cortó la llamada. —Descuida—le dijo Fabio que había escuchado todo—yo le abro. Solo le tomó a Marcos unos minutos para estar dentro de la casa sentado en la sala. —Muy bonita la casa Amelia—decía Marcos mirando hacia todas direcciones—me gusta, tiene buen tamaño, es un concepto abierto, está perfecta, tienes que darme el número de la corredora, creo que voy a cambiar el apartamento por una casa, me vendría bien algo así. —¿Eva te convenció?—preguntó Fabio asombrado. —¿Eva?—exclamó Amelia sin entender mucho. -Si, Eva—le dijo Fabio—tienen una historia digamos que…complicada. —No es complicada—respondió Marcos—simplemente yo fui un imbécil esa es la verdad. —Vaya, nunca pensé que existiera algo entre ustedes, no sé—comentó Amelia encogiéndose de hombros—creo que son diferentes. Marcos sonrió—lo somos, mucho, Eva es una muchacha sencilla, sus padres son trabajadores y ella estudió gracias a becas, nada que ver
Entraron ambos (Amelia y Fabio) a la oficina de Marcos, ahi ya los esperaba un señor de unos 50 y tantos años. —Buenos días Eduardo—lo saludó Fabio. —Buenos días señor Martinelli—dijo este devolviéndole el saludo. —Ella es Amelia Paredes. —Buenos días señor ¿alguna pista de mi madre?—dijo Amelia extremadamente ansiosa. —La mejor de todas, ninguna. Amelia lo miró sin entender nada. —A ver señorita Paredes, le explico, una persona ya sea que haya muerto o se haya mudado, deja pistas y ese no es el caso de su madre, de ella no hay nada, es como si nunca hubiese existido, definitivamente hay alguien muy interesado en hacernos creer eso, así que creo que pronto podré encontrar a su madre. —¿Pe…pero cree usted que esté viva?—preguntó Amelia nerviosa. —Sinceramente, creo que si, los muertos no hablan así que no hay porqué esconderlos, en cambio los vivos si, por lo tanto creo que si, que puede estar viva. ¿Tiene usted algún dato, más que el nombre su madre que ya me dio Mar
Los días fueron pasando, Amelia lo mismo los tenia bueno que malos, a veces vomitaba hasta las ganas de vivir y otras veces podia comer todo lo que quisiera sin problemas, las cosas en el trabajo iban bien, por fin Carlos había encontrado una modelo al gusto de los holandeses y la campaña iba viento en popa. Fabio se quedaba con Amelia todo el tiempo que podía, cada día soportaba menos a Claudia, las cosas en su vida habían cambiado drásticamente desde que su chihuahua, como él mismo bautizó a Amelia entró en su vida. —Entra. —¿Me dijo Eva que querías verme?—le preguntó Marcos a Fabio mientras se sentaba frente a él. —Voy a ser directo, quiero divorciarme de Claudia, yo sé que me va a afectar pero no sé que tanto. Marcos lo miró asombrado, estaba consciente de que su amigo hacía mucho pero mucho tiempo ya no amaba a Claudia, pero seguía amarrado a ella. —Te confieso que me has sorprendido. —No te preocupes, yo también estoy sorprendido—suspiró—pensé acabar mi vida a su
-¡La odio! ¡Quiero verla destruida!—Cálmate Claudia, cálmate—le dijo Pablo—solo tengo que amarrar unos asuntos para abrir el juego por completo.—No entiendo como puedes estar tan confiado, todo puede irse a la mierda.Pablo sonrió—sabes perfectamente que no, llevo planeando esto hace años, nos hay fallas, solo es cuestión de tiempo, él solito va a abandonarlo todo, no le va a quedar más remedio.—¿Y mi padre?—¿Que hay con él?—No se puede enterar de la verdad.—Claro que no, tu padre solo es para que me lleve al consejo, necesito alguien que me avale —respondió Pablo.—Ahora desnúdate, quiero follarte bien duro. —No tengo ganas hoy, mejor ve y fóllate a tu madre—le contestó Claudia provocándolo.Pablo rió escandalosamente y se le acercó, la agarró por el pelo y la arrinconó contra la pared.—Parece que te gusta rememorar nuestra primera vez a cada rato ¿eh?Mientras con una mano mantenía el rostro de Claudia pegado a la pared sin que ella pudiera moverlo con la otra se zafó su pa
—Hola Amelia ¿vas de salida? —Si, ya, desde que empecé con el tema del embarazo siempre estoy cansada-sonrió —y tú ¿también te vas?—le preguntó a Eva. —Si, por hoy estuvo bien, mañana será otro día. —Em.. que te parece si nos vamos a mi casa y hacemos algo de comida para las dos ¿eh? —¿Y Fabio? —No, hoy no va, me dijo que necesitaba hablar con Claudia. —Ok, entonces acepto la invitación. Salieron ambas muchachas rumbo al parqueo a recoger sus respectivos carros. —¡Eva Preston! Eva se dió la vuelta y cuando vió a una señora alta, delgada y de unos 70 años, quizo que la tierra se la tragara. —Buenas tardes señora Lamar. —No seas irónica niñita, ¿ya sabes que mi hijo compró una casa? Una casa porque según él, se van a ir a vivir juntos. —Yo no sabia eso—contestó Eva asombrada. —No sabias ¿eh?—sonrió—claro que lo sabias, es más, tú seguro que se lo exigiste. —Señora, cuando se va a dar cuenta que su hijo es un hombre hecho y derecho que nadie puede exigirle nad
—Viva, tu mamá está viva. Amelia se puso ambas manos en la boca y comenzó a llorar. —Amor, no te puedes poner así, piensa en nuestro hijo por favor, eso no le hace bien. —Si, si, tienes razón disculpa—se limpió su rostro—fue la impresión de la noticia. —Tranquila, no tienes que disculparte, ven, vamos a sentarnos. Se sentaron los dos en el sofá que tenían detrás de ellos. —¿Cuándo la podré ver? —No sé, Eduardo está en camino para explicarnos los detalles. —Ok. —Ahora hay otro asunto del cual quiero hablarte—hizo una pausa Fabio—en mi carro tengo una maleta con mis cosas, bueno no todas pero si lo suficiente como para estar un par de días sin regresar a mi casa. A Amelia se le dibujó una sonrisa enorme en el rostro—eso significa que… Fabio solo asintió y ella no pudo aguantar la alegría y se le abalanzó arriba. —Te prometo que te voy hacer de comer lo que quieras todos los días. —Y si a la que quiero comerme es a ti ¿eh? ¿Eso también me lo vas a permitir?
Una semana después. —Amor, tengo que irme. —¿Ya? —Si Fabio, recuerda que tengo que estar temprano, como una hora antes, el vuelo es privado pero así todo hay controles obligatorios. Fabio suspiró profundo, estaban acostados en la cama y él estaba aferrado al cuerpo de Amelia. Llevaban una semana viviendo juntos, compartiendo cosas tanto laborales como personales, conociéndose mejor, los gustos, manías y costumbres que cada uno, había sido una semana especial, normal, era la palabra que siempre le venia a la cabeza a Fabio, estaba viviendo como un hombre normal, regresaban juntos del trabajo Amelia se ponía a cocinar, mientras él la ayudaba o simplemente se ponía a revisar algunas cosas del trabajo mientras las consultaba con ella. En algunas ocasiones iban a casa de Marcos y Eva que ya también estaban viviendo juntos y compartían los cuatro. Era tan feliz que tenía miedo que lo que estaba viviendo no fuera más que un espejismo. —No te preocupes—le volvió a hablar Amelia acar