—Lo tomas o lo dejas.—¡¿Estás loco?! Me estás vendiendo a tu propia hija. —Fabio, de toda la vida la paz se ha construido creando alianzas, eso no lo inventé yo—le dijo muy calmado— nuestras familias llevan años peleándose, por todo, hasta por lo que no fue, ya estoy viejo y cansado, necesito paz y que mejor que crear una alianza entre nosotros.—Vendiéndome a tu hija.—Yo no te estoy vendiendo a mi hija porque no te estoy pidiendo dinero por ella. Te la estoy… ofreciendo para que resuelvas tu problema, solo eso. Ambos viviremos con la tranquilidad que no nos atacaremos nunca más porque nuestra sangre estará mezclada.—Dame unos días, déjame pensarlo y consultarlo con mi abogado.—Como quieras, no estoy apurado, cuando estés listo me avisas.Eso fue todo antes de cortar la videollamada.—¿Oíste todo?—Claro y fuerte—Le respondió Marcos, su amigo y abogado.—Me parece una soberana estupidez.—Pues créeme que a mi no.—Que puta mierda se andan metiendo ustedes que yo no me he enterado
Amelia estaba encerrada en su cuarto revisando toda la información que encontró en las redes sobre Fabio Martinelli. Por las fotos que habían en las redes se veía un hombre alto y corpulento, trigueño y con una incipiente barba. Su esposa había sido modelo, una rubia hermosísima, tuvo que abandonar la carrera después del accidente.—¿Querrá continuar con el trato cuando me vea?—se preguntó Amelia a si misma— es un hombre adaptado a mujeres perfectas—seguía hablando con ella misma— y yo pues…de normalita no paso.Se levantó de su cama y se paró frente a un espejo que tenia en una pared de su cuarto donde se podia ver completa. Era bajita y sobre lo rellenita, su pelo era castaño, nada del otro mundo y para colmo usaba anteojos.—Cuando me vea va a salir corriendo—habló con su propio reflejo— él es un hombre simpático y…—Amelia.La voz de su padre la sacó de su momento de auto reflexión. Fue abrirle la puerta para ver que quería.—Mañana a las 10 de la mañana te quiero elegantemente ve
—¿Se puede saber para qué quieres trabajar?”—le preguntó Pablo a su hija ya estando ambos en la casa.—Porque si voy a ser libre quiero serlo por completo y sin independencia economía una persona no es realmente libre—dijo firmemente Amelia. —Eres un bicho raro—le dijo finalmente Pablo después de miraría detenidamente por unos segundos—Bueno, que se puede esperar de alguien que ni su propia madre quizo.Amelia apretó las manos en unos puños, dio media vuelta y salió caminando apurada hasta llegar a su cuarto y encerrarse en el. Llevaba toda su vida escuchando la misma frase pero no se acostumbraba a ella, ¿cómo era posible que su propio padre la tratara tan mal? Nunca había podido responderse esa pregunta. Durante años lloraba por horas, se deprimía y muchas veces hasta pensó en suicidarse pero por suerte los estudios la ayudaron a salir de esa depresión se volvió obsesiva con ellos, estudiaba todo lo que podía, era lo único para lo que su padre le había dado libertad.Pero ahora ten
—Lo tenemos de nuestro lado— dijo Pablo por teléfono ya dentro de su carro. —Vamos bien, tener a Theo de nuestro lado es un buen paso. Tú y yo, ¿cuándo nos volvemos a ver? Hizo silencio para escuchar la respuesta.—La semana que viene, ¿ok? Ni un día más ni uno menos.***—¿Entonces te quedas con esta?, ¿no quieres primero ver otras opciones?—le preguntó Fabio ya fuera de la casa.—No, estoy segura que esta es perfecta para mi.—Entonces le paso los datos a Marcos para que se encargue de la compra, supongo que en unos días ya te podrás mudar.—Y… cuando tú y yo, o sea cuando nosotros…— ¿Nos acostaremos por primera vez?—Eso—bajo la cabeza Amelia de pura vergüenza. Fabio respiró profundo, para él también era un poco incómodo, tuvo muchas mujeres en su vida pero ninguna como Amelia, era una situación rara la de ellos dos.—Primero múdate, después vemos eso—terminó por responderle—Em… una duda, ¿es verdad que todavía eres virgen?Amelia le vinieron los colores al rostro, no sabia ni
Amelia se había pasado todo el día pensando como podia convencer a Fabio de retomar el contrato con la linea de cosméticos. Su encuentro con Carlos había sido muy bueno, hablaron de mil cosas, Carlos era todo un artista, con la misma dosis de creatividad que de locura, realmente le había caído muy bien. Ahora necesitaba a alguien que la ayudara a comprender un poco más como funcionaban las cosas ahí, quizás si hablaba con Eva ella podría ayudarla, así que sin pensarlo dos veces salió de la oficina y fue directo al escritorio de Eva.—Hola Eva ¿ ya almorzaste?—No, estaba terminando esto para ir, tengo un hambre terrible.—Vamos, te invito—¿En serio?— le dijo un poco asombrada.—Si, claro que es en serio, conozco un buen lugar cerca de aquí, vamos.Salieron las dos muchachas rumbo al restaurante que conocía Amelia.—Dime, que quieres saber—le dijo Eva sentándose en el lugar en cuestión.Amelia se tuvo que echar a reír— eres una mujer inteligente, ya me caes bien.—¿Crees que si no lo
—¡¿Hablas en serio Fabio?!—le preguntó Claudia asombrada.—Yo jamás bromeo cuando hay plata de por medio—le respondió muy serio.—Pero Fabio, tú sabes lo importante que era ese proyecto para mi, si no fuera por el accidente yo…—¡Ya basta Claudia!—gritó Fabio— has tenido dos años, ¡dos puñeteros años! para retomar tu vida y no lo has hecho, esto hubiera sido estupendo para retomar tu carrera, te hubiera lanzado al estrellato, ¿pero que hiciste? Nada, absolutamente nada y yo ya me cansé de perder plata por ti, no voy a cancelar un contrato tan bueno como ese.Amelia no sabia donde meterse, había quedado varada en medio del fuego cruzado que ahora mismo se desarrollaba en su oficina, por lo visto Fabio era un hombre de malas pulgas, si lo provocabas un poco te iba a pesar grandemente.—Amelia—dijo finalmente mirándola—encárgate de los detalles con Carlos, vamos a presentarle un nuevo proyecto el fin de semana en la fiesta de aniversario.Amelia solo asintió.—Tú y yo nos vamos—se refiri
—Buenos días Eva.—Buenos días señor.Fabio se quedó unos segundos parado sin moverse porque le pareció escuchar una risa a lo lejos, cuando iba a seguir camino para su oficina la volvió a escuchar.—¿Y esa risa de dónde viene?—le preguntó a Eva.—Ah, esa es Amelia, llevan rato ella y Carlos así, muertos de la risa.A Fabio no le gustó para nada el comentario de Eva y ella se dió cuenta así que aprovechó para echarle más sal a la herida.—Carlos subió hasta unos vestidos— dijo así como que a la ligera.—¿¡Vestidos!? ¡Como que vestidos!—preguntó Fabio intrigado.—Si, parece que Amelia no tenía nada adecuado para la fiesta de mañana y Carlos se ofreció a… ayudar, ya usted sabe como es él de buena persona.Carlos tenía fama si, pero no precisamente de buena persona sino de mujeriego y no es que no fuera buen tipo, si lo era, pero su fama de galán era demasiado fuerte como para que a Fabio le viniera otra idea a la cabeza.—Yo usted entro—siguió presionando Eva.—¿Tú crees?—¡Claro! Usted
Amelia un poco más y tiene que recoger su mandíbula del suelo.—¿¡Tuya!?—Amelia, déjame aclararte algo—le dijo sosteniéndole la mirada—que tú no seas mi esposa no significa que puedas andar con otro hombre, lo mío es mío—dijo bajito y acercándosele aún más.—¡Tú y yo solo tenemos un trato!— le respondió ella asombrada por la reacción de Fabio.Él sonrió, se mordió su labio y la miró descaradamente antes de hablar.—Tú y yo tenemos más que un simple trato, tú vas a ser la madre de mis hijos por consiguiente para ello yo te tengo que follar muchísimas veces y no me gusta que mi comida la esté manoseando otro, ¿así o más claro?—¿Mu…muchas veces?— prácticamente balbuceó.—Tantas—se le pegó a su oído al punto de rosarle la oreja con sus labios—que tu cuerpo solo va a desearme a mi dentro de él. Amelia tuvo que aguantarse de la meseta de la cocina porque sus piernas le fallaron. Lo tenia tan cerca que podía escuchar los latidos de su corazón, podía claramente sentir el olor que su cuerpo