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NI MUJER NI AMANTE
NI MUJER NI AMANTE
Por: Mer Val
1-Ni mujer ni amante.

—Lo tomas o lo dejas.

—¡¿Estás loco?! Me estás vendiendo a tu propia hija.

—Fabio, de toda la vida la paz se ha construido creando alianzas, eso no lo inventé yo—le dijo muy calmado— nuestras familias llevan años peleándose, por todo, hasta por lo que no fue, ya estoy viejo y cansado, necesito paz y que mejor que crear una alianza entre nosotros.

—Vendiéndome a tu hija.

—Yo no te estoy vendiendo a mi hija porque no te estoy pidiendo dinero por ella. Te la estoy… ofreciendo para que resuelvas tu problema, solo eso. Ambos viviremos con la tranquilidad que no nos atacaremos nunca más porque nuestra sangre estará mezclada.

—Dame unos días, déjame pensarlo y consultarlo con mi abogado.

—Como quieras, no estoy apurado, cuando estés listo me avisas.

Eso fue todo antes de cortar la videollamada.

—¿Oíste todo?

—Claro y fuerte—Le respondió Marcos, su amigo y abogado.

—Me parece una soberana estupidez.

—Pues créeme que a mi no.

—Que puta m****a se andan metiendo ustedes que yo no me he enterado ¿eh?

—Fabio, amigo, necesitas un hijo para conservar tu puesto y ya sabemos que Claudia no te lo puede dar, tampoco te quieres divorciar y lo entiendo, no te voy a criticar por eso. Pablo te está ofreciendo un buen trato, acéptalo.

Fabio Martinelli era el último descendiente de un linaje ancestral. Por décadas los Martinelli habían pertenecido a una de las familias más adineradas y poderosas de la región, lo movían todo, en pocas palabras eran unos mafiosos y Fabio era la cabeza de la organización ahora y necesitaba desesperadamente tener un hijo porque así eran las reglas en ese mundo. Era un hombre casado desde hacía ya diez años pero su esposa Claudia Martinelli sufrió un accidente y debido a complicaciones del mismo había quedado estéril.

Era un hombre joven aún, solo tenia 35 años pero todos se andaban preguntando que iba a pasar si Fabio no tenía herederos, porque lo que le pasó a Claudia no era ningún secreto.

—No sé como lo va a tomar Claudia cuando lo sepa— le dijo él finalmente valorando la posibilidad de aceptar.

—Ella sabe como son las cosas en este mundo, está consciente de que es algo que necesitas, así que si te ama va a aceptar—le dijo Marcos su amigo de toda la vida y abogado además.

Fabio respiró profundo.

—A ver, vuelve a leer el puñetero contrato.

—Contrato:— dijo Marcos en voz alta.

Amelia Paredes, hija de Pablo Paredes, mujer de 28 años, licenciada en economía virgen y fértil (se harán las pruebas necesarias para demostrarlo) le dará uno o más hijos a Fabio Martinelli (concebidos de manera natural) en un período de tres años, sin ninguna unión legal entre ambos. Los hijos serán reconocidos legal y públicamente por Fabio, el cual le dará una pensión a sus hijos y una casa para que vivan cómodamente. Con esto queda firmada la paz entre ambas familias y el compromiso a nunca jamás volverse a agredir de ninguna manera posible.

—Dios, parece que estoy en plena edad media—dijo Fabio tapándose la cara.

—No amigo estas en la mafia que no sé que es peor.

—Eso ahí donde dice “concebidos de manera natural” significa que tengo que follármela ¿verdad?

—Tal cual—le contestó Marcos riéndose— ¿te imaginas que sea fea con F mayúscula y llegado el momento no se te pare?—se echó a reír.

—No le veo lo gracia por ningún lugar—le respondió Fabio poniéndole mala cara.

—Pues a mi me parece la mejor parte del contrato.

***

—¿Co…como que un contrato conmigo?

Le preguntó asombrada Amelia a su padre.

—Necesito firmar una alianza con Fabio Martinelli y lo único que tengo para ofrecerle es a ti.

Amelia se quedó fría con la naturalidad que hablaba su padre, como si se tratase de un pedazo de carne.

—Pero ese hombre está casado, lo he visto en las redes sociales.

—Amelia, ¿dónde dice ahí que te vas a casar con él?— le señaló el papel que le había dado hace unos minutos antes, con todo lo del contrato detalladamente.

—No, no lo dice y eso es lo peor, me estás vendiendo como la amante de ese hombre.

—No serás su amante, ni su esposa, solo la madre de sus hijos.

—¿Él está de acuerdo?—quizo saber ella.

—Todavía no acepta pero sé que lo va hacer, no tiene opción, necesita un heredero y su mujer no puede dárselo.

—¿Y yo que ganaría en todo esto?

—Vaya, vaya, para estar tan ofendida, bien rápido que andas sacando tus cuentas— dijo Pablo muy irónicamente.

—Ya que estoy arriba del barco…

—No, si es que me parece bien que saques tu cuentas, así es como se hacen los negocios. Tú ganarías lo que más deseas— hizo una pausa para agregarle un toque de relevancia al asunto— tu libertad, te mudarás tú sola a una casa que él comprará para ti y harás de tu vida lo que quieras.

A Amelia se le iluminaron los ojos, era demasiado tentador lo que le estaba ofreciendo, llevaba una vida entera soñando con eso, su padre le había controlado toda la vida hasta el aire que respiraba por eso no tenía amigos, ni novio ni nada y estudió en lugares selectos y súper controlados.

***

—Claudia, necesito que hablemos—le dijo Fabio a su esposa al entrar a la casa.

Vivian en una mansión hermosa, muy moderna, estilo minimalista, a Fabio no le gustaba el lujo exorbitante, a pesar de que siempre había vivido en el, era un hombre muy sencillo.

Claudia era diferente, niña mimada de toda la vida sin oficio ni beneficio, le encantaba el lujo y la ostentación, solo que se controlaba para agradar a Fabio.

—Dime amor.

—La verdad que no sé como vayas a tomar esto, pero te juro que si lo hago y digo si, porque todavía no estoy muy convencido es porque no me queda más remedio.

—¿A que te refieres?

—Pablo Paredes me ofreció un trato.

Claudia lo miró asombrada, sabia la rivalidad que tenían ambas familias de toda la vida.

—¿Y qué tipo de trato te ofreció cuando estás dudando en aceptarlo?

—A su hija— le dijo directamente.

—¿Como que a su hija?— Claudia no entendía nada.

Fabio no sabía ni cómo explicarle el trato raro que Pablo le había ofrecido, era una situación incómoda y más para ella como mujer.

—Me ofreció a su hija para que me de hijos— dijo bajando la mirada— pero si tú no quieres yo ahora mismo lo llamo y le digo que no.

—Si—respondió Claudia cerrando sus ojos y apretándolos— dile que si.

Fabio se quedó asombrado, nunca pensó que ella fuera a aceptar y mucho menos así tan rápido.

—¿Estás segura?

—Fabio, yo sé como se manejan las cosas en tu mundo, estoy consciente que si no tienes descendencia lo vas a perder todo, todo lo que los Martinelli han creado por décadas.

—Yo después del accidente ya no sirvo para nada—dijo ella muy triste.

—Claudia mi amor no digas eso, que una mujer no pueda tener hijos no significa que sea inservible, ¿¡que es eso!? Por Dios ni que fueran teléfonos desechables—se arrodilló frente a ella—la culpa del accidente es mía yo no debi haber tomado tanto.

—No hablemos de culpas ahora, yo también tengo una parte porque debí haber llamado al chofer para que nos recogiera y no manejar como estaba esa noche el clima, así que mejor no hablamos de culpas.

—Pero tú llevaste la peor parte, además de tu esterilidad, tu pierna— le respondió Fabio un tanto triste.

Claudia perdió una pierna en el accidente un poco más arriba de la rodilla, usaba una prótesis, pero nunca había logrado caminar nuevamente sin cojear.

—A ver, enséñame el contrato—le dijo ella cambiando el rumbo de la conversación.

Fabio sacó el papel que había impreso Marcos horas antes en la oficina y se lo entregó en sus manos. Claudia guardó silencio por unos minutos mientras leía aquel papel con sumo detalle.

—Pensé que te iba a pedir más cosas—finalmente dijo ella.

—No, solo le interesa la alianza entre nosotros. Él no le hará nada al padre de sus nietos y yo no tocaré al abuelo de mis hijos, así de sencillo.

—Creo que no se te va a dar otra oportunidad como esta, acepta el trato.

Fabio estaba indeciso, realmente no esperaba que su esposa fuera tan comprensiva, a veces por cosas más tontas que esa Claudia hacía un berrinche y ahora simplemente estaba aceptando fácilmente, la verdad que a las mujeres no había quien las entendiera.

—No esperaba que aceptaras tan rápido— le dijo él un poco extrañado.

—No tiene sentido que te imposibilite una oportunidad que necesitas, yo muchas veces he sido egoísta contigo, pero el accidente no solo me cambió físicamente también mentalmente y me he propuesto ser mejor persona, más comprensiva, quizás este es mi primer reto.

Fabio se quedó sorprendido, él se enamoró de Claudia desde que la vió por primera vez ¡y como no hacerlo! si era una mujer preciosa, pero tenía que reconocer que en muchísimas ocaciones era demasiado caprichosa y muchas veces solo pensaba en ella misma, pero al parecer las cosas estaban cambiando y para bien.

—Entonces si tú estás convencida de que esto no va a afectarnos yo voy a aceptar.

Se levantó de donde estaba en el piso y salió a la terraza donde tenían una piscina enorme, sacó su celular y marcó un número.

—¿Paredes? Acepto el trato.

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