—Buenos días Eva.—Buenos días señor.Fabio se quedó unos segundos parado sin moverse porque le pareció escuchar una risa a lo lejos, cuando iba a seguir camino para su oficina la volvió a escuchar.—¿Y esa risa de dónde viene?—le preguntó a Eva.—Ah, esa es Amelia, llevan rato ella y Carlos así, muertos de la risa.A Fabio no le gustó para nada el comentario de Eva y ella se dió cuenta así que aprovechó para echarle más sal a la herida.—Carlos subió hasta unos vestidos— dijo así como que a la ligera.—¿¡Vestidos!? ¡Como que vestidos!—preguntó Fabio intrigado.—Si, parece que Amelia no tenía nada adecuado para la fiesta de mañana y Carlos se ofreció a… ayudar, ya usted sabe como es él de buena persona.Carlos tenía fama si, pero no precisamente de buena persona sino de mujeriego y no es que no fuera buen tipo, si lo era, pero su fama de galán era demasiado fuerte como para que a Fabio le viniera otra idea a la cabeza.—Yo usted entro—siguió presionando Eva.—¿Tú crees?—¡Claro! Usted
Amelia un poco más y tiene que recoger su mandíbula del suelo.—¿¡Tuya!?—Amelia, déjame aclararte algo—le dijo sosteniéndole la mirada—que tú no seas mi esposa no significa que puedas andar con otro hombre, lo mío es mío—dijo bajito y acercándosele aún más.—¡Tú y yo solo tenemos un trato!— le respondió ella asombrada por la reacción de Fabio.Él sonrió, se mordió su labio y la miró descaradamente antes de hablar.—Tú y yo tenemos más que un simple trato, tú vas a ser la madre de mis hijos por consiguiente para ello yo te tengo que follar muchísimas veces y no me gusta que mi comida la esté manoseando otro, ¿así o más claro?—¿Mu…muchas veces?— prácticamente balbuceó.—Tantas—se le pegó a su oído al punto de rosarle la oreja con sus labios—que tu cuerpo solo va a desearme a mi dentro de él. Amelia tuvo que aguantarse de la meseta de la cocina porque sus piernas le fallaron. Lo tenia tan cerca que podía escuchar los latidos de su corazón, podía claramente sentir el olor que su cuerpo
Fabio abrió los ojos y miró a su alrededor le tomó unos segundos acordarse de donde había pasado la noche, se sentó en el sofá y se estiró, le dolía todo el cuerpo, era un hombre grande, dormir en un sofá no era la mejor idea del mundo, vió la manta y sonrió. “Ella me la puso” Pensó para sus adentros, porque estaba muy seguro que solo se había tirado en el sofá la noche anterior. Se levantó y se estiró nuevamente, necesitaba un baño pero no era el lugar ni el momento indicado, así que simplemente salió de la casa, se montó en su auto y se fue. A Amelia el sonido de la puerta y del carro la despertaron, se había quedado dormida muy tarde . Abrió la puerta con precaución y caminó en punticas de pie hasta la sala, el corazón se le cayó al suelo cuando vió el sofá vacío y la manta a un lado. —Se fue sin tan siquiera decirme nada— se dijo a si misma con lágrimas en los ojos. Regresó por donde mismo había venido a su habitación y se acostó en su cama tapándose por completo. *** —¡Ya v
—¡Pero que hermosa estás!—comentó Carlos al verla. —No exageres. —Pero no estoy exagerando, estás hermosa, hasta te pusiste zapatos altos. —Un poquito—sonrió— no quería verme hoy tan bajita. —Bueno vamos, que tenemos que llegar temprano, ya sabes, hay que causar buena impresión. Fueron todo el camino hablando del proyecto y de como iban a enfocar la campaña publicitaria, Carlos era incansable con el trabajo así que eran el binomio perfecto porque Amelia era idéntica. Después de un rato llegaron a la empresa, el lugar estaba lleno de periodistas, Amelia estaba nerviosa, se sentía pequeñita, fuera de lugar. —Vamos—le comentó Carlos después de parquear el carro y salir de este—no te asustes, los periodistas son como sanguijuelas pero sé mantenerlos a raya, Amelia sonrió, respiró profundo y salieron ambos directamente a la puerta principal de la empresa, ella realmente estaba más nerviosa por Fabio que por los periodistas, no dejaba de pensar en la noche anterior y las cosas que
Fabio empezó a reconocer su rostro con la yema de los dedos, su boca, su nariz, todo. —No necesitas maquillaje, me gusta como cuando vienes a trabajar. —Solo quería lucir diferente hoy. —No tienes necesidad de lucir diferente, solo tienes que ser tú y para eso necesitas deshacerte de cierta y determinadas cosas que definitivamente no van contigo. La miró por un segundo, le sonrió y luego con un rápido movimiento le rompió el vestido negro que ya a estas alturas se había convertido en su peor enemigo. —¡¿Pero qué haces?!—preguntó Amelia asombrada y tratando de cubrirse sus pechos, se había puesto una lencería negra al igual que el vestido. —Te advertí que no te pusieras ese vestido, pero la señorita se empeñó en contradecirme, ahí tienes las consecuencias. —¡¿Pero estás loco o qué?! ¿¡Solo porque me pongo una ropa que no te gusta me la rompes!? —No es cualquier ropa—le dijo sentándose cómodamente para observar su pequeño aporte a la industria de la moda—es el vestido que te dió
Fabio respiró profundamente antes de abrir la puerta de su casa, cada día le costaba más trabajo hacerlo, no sabia si era por la llegada de Amelia a su vida o porque simplemente ya no soportaba más la situación en la que estaba viviendo.Abrió la puerta y contrariamente a lo que pensó la casa estaba en penumbras y Claudia no lo estaba esperando en la sala. Subió a su cuarto y ella estaba acostada, al parecer dormia, se quitó toda su ropa, se dió un baño rápido y se metió en la cama. —¿Que tal la fiesta?—preguntó Claudia.—Pensé que estabas dormida. —Preferí esperarte—habló Claudia en un tono calmado— yo no quiero que las cosas entre nosotros estén mal yo… a mi me duele mucho que hayas retomado el contrato de los cosméticos. —Claudia ya te dije que… —Espera, déjame hablar—se acomodó en la cama—como te dije antes a mi me dolió mucho pero entiendo que para ti es importante así que prefiero pasar por alto eso y que puedas seguir con tu negocio.Esa actitud de Claudia a Fabio lo a
Fabio quería ir más rápido pero sabia que no podia, para Amelia era su primera vez, su primer encuentro con un hombre en todos los sentidos, así que tenia que controlarse. —Si te sientes incómoda por algo o con algo dímelo por favor ¿si? —Ella solo asintió, él no dejaba de mirarla, ¿como era posible que alguna vez la vio fea? Si era hermosa, era todo lo hermosa que él necesitaba, sencilla, inteligente, independiente, hasta preocupada por él, Fabio tuvo que sonreír. —¿Porqué sonríes? —Pensando en que siempre me das de comer—y por supuesto que el comentario fue con todo el doble sentido del mundo. —¿Te gusta mi comida? —Me encanta—le sonrió—no sabes el hambre que tengo, hambre de ti, de tu cuerpo, quiero devorarte, poco a poco y lentamente, quiero saborear todo tu cuerpo centímetro a centímetro. —Ven—le dijo Amelia mientras lo tomaba de la mano para llevarlo a su cuarto. Fabio se dejó llevar como niño de primaria, no había entrado al cuarto nunca, le pareció un poco in
—¿Estás segura que quieres hacer eso?— le preguntó Pablo a Claudia. —Si, si quiero, está bueno de paños tibios, no quiero pasarme toda mi vida riéndole las gracias a Fabio, lo quiero ver sin nada—le dijo Claudia con un odio terrible. —Si fuera por mi ya le hubiera metido una bala entre ojo y ojo, nunca debieron permitirle ser el cabeza de la organización. —Eso es muy fácil—le respondió Claudia—el muerto no sufre y yo quiero verlo sufrir, tanto o más que yo cuando perdí mi pierna—se tocó su prótesis—en cuanto al puesto era muy difícil que no se lo dieran a él, las Martinelli lo han tenido por décadas. —Eso no significa que tengan que ocupar ese puesto vitalicio. —Pablo, se realista, tú eres un improvisado, no tienes linaje ni historial para ocupar ese puesto. Pablo se levantó y le agarró el rostro a Claudia apretándoselo. —Cuidado con lo que dices, recuerda que yo sé todo lo que haz hecho, sé perfectamente quien y porqué causó ese accidente, no te conviene que se me afloj