Fabio quería ir más rápido pero sabia que no podia, para Amelia era su primera vez, su primer encuentro con un hombre en todos los sentidos, así que tenia que controlarse. —Si te sientes incómoda por algo o con algo dímelo por favor ¿si? —Ella solo asintió, él no dejaba de mirarla, ¿como era posible que alguna vez la vio fea? Si era hermosa, era todo lo hermosa que él necesitaba, sencilla, inteligente, independiente, hasta preocupada por él, Fabio tuvo que sonreír. —¿Porqué sonríes? —Pensando en que siempre me das de comer—y por supuesto que el comentario fue con todo el doble sentido del mundo. —¿Te gusta mi comida? —Me encanta—le sonrió—no sabes el hambre que tengo, hambre de ti, de tu cuerpo, quiero devorarte, poco a poco y lentamente, quiero saborear todo tu cuerpo centímetro a centímetro. —Ven—le dijo Amelia mientras lo tomaba de la mano para llevarlo a su cuarto. Fabio se dejó llevar como niño de primaria, no había entrado al cuarto nunca, le pareció un poco in
—¿Estás segura que quieres hacer eso?— le preguntó Pablo a Claudia. —Si, si quiero, está bueno de paños tibios, no quiero pasarme toda mi vida riéndole las gracias a Fabio, lo quiero ver sin nada—le dijo Claudia con un odio terrible. —Si fuera por mi ya le hubiera metido una bala entre ojo y ojo, nunca debieron permitirle ser el cabeza de la organización. —Eso es muy fácil—le respondió Claudia—el muerto no sufre y yo quiero verlo sufrir, tanto o más que yo cuando perdí mi pierna—se tocó su prótesis—en cuanto al puesto era muy difícil que no se lo dieran a él, las Martinelli lo han tenido por décadas. —Eso no significa que tengan que ocupar ese puesto vitalicio. —Pablo, se realista, tú eres un improvisado, no tienes linaje ni historial para ocupar ese puesto. Pablo se levantó y le agarró el rostro a Claudia apretándoselo. —Cuidado con lo que dices, recuerda que yo sé todo lo que haz hecho, sé perfectamente quien y porqué causó ese accidente, no te conviene que se me afloj
El domingo pasó rápido, Fabio y Amelia se levantaron tarde y volvieron hacer el amor apasionadamente. Amelia hizo almuerzo para los dos, comieron juntos, revisaron algunas cosas del trabajo hasta que llegó la hora de que Fabio se fuera, la despedida fue difícil pero Amelia trató de que fuera lo menos incómoda posible. —No tengo ningunas ganas de irme pero tengo que hacerlo—le dijo Fabio mientras incluían su huella en la seguridad de la casa para poder entrar por su cuenta. —Ya está, puedes entrar sin necesitar de mi—le dijo Amelia—no te preocupes—lo abrazó—mañana nos vemos en la oficina. Él la besó no una sino varias veces hasta que se fue, Amelia se quedó feliz pero a la misma vez vacía, así iba a ser siempre, ese hombre no era suyo, pero lo quería tanto, tanto, tanto, que hasta ese sacrificio estaba dispuesta a correr , ese iba a ser el padre de su hijo, eso era algo que no podía cambiar ni quería tampoco, si tenia que tener un hijo lo iba a tener del hombre que amaba, porque
—Hola princesa—le dijo Marcos a Eva— ¿ya Fabio llegó? —Hace rato y no soy tu princesa. —Tienes razón, no eres mi princesa, eres mi reina. Eva viró los ojos en blanco—que quieres Marcos. —Quiero pasar otra noche como la del sábado, eso quiero—le dijo bien coqueto. —Eso fue un error y no va a volver a pasar—habló ella nerviosa. —El único error fue dejarte ir el domingo, cuando te darás cuenta que somos el uno para el otro ¿eh? Que estar separados solo nos hace daño. Sé que cometí un error y me arrepiento amargamente de eso. Tú eres la mujer que yo quiero en mi vida, ¡entiéndelo! Eva se quedó mirándolo fijo, llevaba todo un año luchando por lo que sentía por ese hombre, aunque claro, había tenido varias recaídas, como fue el caso del sábado, Marcos la convenció y terminó en casa de él haciendo el amor desenfrenadamente, lo amaba, lo amaba muchísimo, pero tenía miedo de volver a sufrir. —Marcos yo… —Eva, por favor, ¿le puedes decir a Marcos que venga? Necesito informaci
El consejo tenía su cede en uno de los rascacielos más lujosos de la ciudad, eran los hombres más poderosos del país, no solo manejaban un país, sino que su poder abarcaba todo el continente, tenían oídos y ojos en cada rincón, además de eso en Europa existía la misma organización, ambas mantenían un estrecho nexo, cada una tenia 14 miembros y su presidente hacia el cómputo de 15 en total. Fabio, que en este caso era el presidente podía ser juzgado y hasta condenado a abandonar su puesto y la organización si cometía algún crimen o cualquier cosa que en sentido general ofendiera o perjudicara a la organización. Pablo a pesar que llevaba años en la organización no permitía al consejo, sentarse en esa mesa no era para todo el mundo, tenias que ser un tipo importante, con linaje, con historia, con pedigrí, cosa de la cual Pablo carecía por completo, su único camino era que el presidente intercediera por él, ese era su propósito, tener a Theo de su parte para llegado el momento que este
—Hola Carlos, discúlpame es que ando apurada y no te vi. —Apurada y ocupada, diría yo. —No entiendo a que te refieres—le dijo Amelia achicando los ojos. —La verdad es que pensé que eras diferente, no sé, es tan raro dar con personas, bueno, con mujeres en este mundillo nuestro que realmente les interese su carrera y escalar por méritos propios y no por encamarse con su jefe que cuando te conocí pensé que eras de esas pocas. Amelia abrió de golpe sus ojos—¿es idea mía o me estás juzgando? —Solo me estoy dando cuenta de quien eres realmente. Amelia sonrió—que razón tenia Fabio. —¡Vaya! Entonces no hay la menor posibilidad de que lo que leí sea mentira ¿verdad? —No, no es mentira—le contestó Amelia con total seguridad— yo me estoy acostando con mi jefe y no precisamente por escalar, no, eso no me hace falta soy lo suficientemente capaz para obtener resultados por méritos propios, lo hago porque me gusta ese hombre, porque me hace sentir especial, porque me hace sentir mu
—Hola Amelia, buenas noches, estoy afuera. —Ok, ya te abro—cortó la llamada. —Descuida—le dijo Fabio que había escuchado todo—yo le abro. Solo le tomó a Marcos unos minutos para estar dentro de la casa sentado en la sala. —Muy bonita la casa Amelia—decía Marcos mirando hacia todas direcciones—me gusta, tiene buen tamaño, es un concepto abierto, está perfecta, tienes que darme el número de la corredora, creo que voy a cambiar el apartamento por una casa, me vendría bien algo así. —¿Eva te convenció?—preguntó Fabio asombrado. —¿Eva?—exclamó Amelia sin entender mucho. -Si, Eva—le dijo Fabio—tienen una historia digamos que…complicada. —No es complicada—respondió Marcos—simplemente yo fui un imbécil esa es la verdad. —Vaya, nunca pensé que existiera algo entre ustedes, no sé—comentó Amelia encogiéndose de hombros—creo que son diferentes. Marcos sonrió—lo somos, mucho, Eva es una muchacha sencilla, sus padres son trabajadores y ella estudió gracias a becas, nada que ver
Entraron ambos (Amelia y Fabio) a la oficina de Marcos, ahi ya los esperaba un señor de unos 50 y tantos años. —Buenos días Eduardo—lo saludó Fabio. —Buenos días señor Martinelli—dijo este devolviéndole el saludo. —Ella es Amelia Paredes. —Buenos días señor ¿alguna pista de mi madre?—dijo Amelia extremadamente ansiosa. —La mejor de todas, ninguna. Amelia lo miró sin entender nada. —A ver señorita Paredes, le explico, una persona ya sea que haya muerto o se haya mudado, deja pistas y ese no es el caso de su madre, de ella no hay nada, es como si nunca hubiese existido, definitivamente hay alguien muy interesado en hacernos creer eso, así que creo que pronto podré encontrar a su madre. —¿Pe…pero cree usted que esté viva?—preguntó Amelia nerviosa. —Sinceramente, creo que si, los muertos no hablan así que no hay porqué esconderlos, en cambio los vivos si, por lo tanto creo que si, que puede estar viva. ¿Tiene usted algún dato, más que el nombre su madre que ya me dio Mar