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5–La nueva empleada.

Amelia se había pasado todo el día pensando como podia convencer a Fabio de retomar el contrato con la linea de cosméticos. Su encuentro con Carlos había sido muy bueno, hablaron de mil cosas, Carlos era todo un artista, con la misma dosis de creatividad que de locura, realmente le había caído muy bien.

Ahora necesitaba a alguien que la ayudara a comprender un poco más como funcionaban las cosas ahí, quizás si hablaba con Eva ella podría ayudarla, así que sin pensarlo dos veces salió de la oficina y fue directo al escritorio de Eva.

—Hola Eva ¿ ya almorzaste?

—No, estaba terminando esto para ir, tengo un hambre terrible.

—Vamos, te invito

—¿En serio?— le dijo un poco asombrada.

—Si, claro que es en serio, conozco un buen lugar cerca de aquí, vamos.

Salieron las dos muchachas rumbo al restaurante que conocía Amelia.

—Dime, que quieres saber—le dijo Eva sentándose en el lugar en cuestión.

Amelia se tuvo que echar a reír— eres una mujer inteligente, ya me caes bien.

—¿Crees que si no lo fuera pudiera trabajar para el mismísimo Franco Martinelli?

—Buen punto—contestó Amelia—bien, voy a ser directa, estuve hablando con Carlos y creo que retomar nuevamente el contrato con la linea de cosméticos sería un éxito enorme para la compañía, pero,—hizo una pausa dramática— ya él me estuvo contando que el inconveniente tiene nombre de mujer.

—Exacto, más que de mujer, de demonio.

Amelia no entendió nada.

—Mira, llevo años trabajando en la compañía y como las secretarias muchas veces somos como sombras, las cuales muchos no ven, hacen y dicen cosas delante de nosotros, esa mujer no es lo que aparenta, es egoísta, nariz respingada y si sigo la lista seria interminable

Hizo Eva una pausa para tomar agua y continuó.

Al señor Fabio le gustó muchísimo ese negocio, y todo estaba bien hasta que ella intervino, de hecho los dueños de la marca no la querían a ella de modelo, lo que pasa es que el señor Fabio los precisó.

—¿Y porqué no la querían? ¿Acaso no es ella una modelo famosa?— preguntó Amelia intrigada.

—¿Famosa?—rió Eva— famosa soy yo comiendo— ella de mediocre nunca a pasado, lo que pasa es que siempre ha tenido buen respaldo. Además no querían una mujer con mil dos cirugías, para aparentar ser perfecta.

Amelia rió.

—Querían una normal, así como tú y yo, nada, resumiendo ella fue la condición que impuso el señor Fabio y después que todo estuvo listo, vino lo del accidente, a pesar de todo, los dueños de la marca fueron indulgentes y aceptaron esperar un periodo de dos años para que ella se rehabilitara y ahora —hizo Eva redobles en la mesa —viene la mejor parte.

Amelia prestó mucha atención.

—En dos meses el plazo se cumple y si no siguen con la campaña, Martinelli’s family tendrá que pagar una suma millonaria por indemnización.

— Amelia se quedó pensando en todo lo que Eva le había dicho y le dijo:— necesito sacar cuentas.

Eso fue lo único que habló antes de almorzar y regresar a su oficina para encerrarse entre mil dos papeles a su alrededor.

Fabio se había pasado todo el día encerrado en su oficina, andaba revisando papeles, contratos y cosas pendientes.

—¿Puedo pasar?—preguntó una vocecita que él conocía perfectamente.

Fabio supo los ojos en blanco antes de contestar.

—Entra—dijo finalmente.

—Toma, te traje esto—le dijo Amelia sentándose frente a él.

Fabio husmeó dentro de la bolsa que tenia delante de él y era pasta, su comida favorita.

—Antes que preguntes, no, no soy adivina, Eva me dijo que te gustaba y que muchas veces ni salías a almorzar.

—¿Piensas comprar a media compañía con comida? Si porque ya sé que se fueron a comer junticas.

Amelia puso los ojos en blanco—con un simple “gracias Amelia” era suficiente.

—Fabio la miró serio—gracias— dijo entre dientes.

—¿Podemos hablar de trabajo?— preguntó ella preparando el terreno.

—¿Sobre?—quizo saber él con la boca medio llena de espaguetis.

—La linea de cosméticos.

Se hizo un silencio en la oficina hasta que fue él el que habló.

—Sobre eso no hay nada que hablar.

—Pues yo creo que sí, estás a punto de perder, bueno más bien regalar millones de dólares si no cumples con el trato.

—No te metas en algo que tú no sabes— le volvió a responder con la misma seriedad de antes.

Pero Amelia era demasiado testaruda como para detenerse simplemente por la advertencia de Fabio .

—Yo sé que… era algo que iba hacer tu esposa—habló midiendo las palabras— pero bueno, ocurrió lo de accidente, ahora tienes que tomar una decisión, solo te quedan dos meses, estuve sacando cuentas y…

—¡¿Carajo que nunca te quedas callada?!—le gritó Fabio poniéndose de pie.

—¡No!, no cuando veo a alguien que va cuesta abajo por un capricho—se le enfrentó Amelia poniéndose de pie ella también.

—Y a ti que te importa ¿eh?—la empezó a acorralar como un felino—es mi puto dinero, es mi puta compañía, ¡es mi puta vida! — y eso último casi que se lo dijo pegando su rostro al de ella.

Amelia tenia que mirar hacia arriba porque la diferencia de tamaño era considerable, pero eso no la iba a amilanar.

—Vas a ser el padre de mi hijo ¿no? Supongo que algo haz de importarme.

Ambos se quedaron mirándose fijo, era la primera vez que Fabio la tenía tan cerca y por consiguiente la detallaba, tenía los ojos color miel casi del mismo color de su pelo, cejas coposas y unas pequeñas pecas en sus cachetes, su nariz era fina y sus labios carnosos, esos labios que mirarlos le estaban provocando cosas. No pudo evitar seguir bajando la vista hasta encontrarse con un par de senos bien redondos y erectos, la blusa no lo dejaba ver todo lo que a él le hubiese gustado pero su imaginación era muy fértil y con eso bastaba.

Toc-toc-toc.

El sonido de alguien tocando la puerta los hizo volver a la realidad, Fabio se separó de ella inmediatamente y se volvió a sentar detrás de su escritorio y Amelia tragó grueso, ajustó las gafas en su cara he igual se sentó.

—Pasa—dijo Fabio.

—¿Todo bien por aquí?—comentó Marcos mirándolos a los dos.

—Si—le respondió Fabio entre dientes y sin quitarle la vista de arriba a Amelia.

Ella estaba tan nerviosa que prefirió salir de ahí lo antes posible.

—Permiso—fue lo único que dijo antes de levantarse y salir a toda prisa.

—¿Me puedes explicar que pasó aquí?—preguntó Marcos intrigado.

Fabio se puso ambas manos en la cara.

—Sabe lo de los cosméticos—terminó por soltar todo el aire que tenía retenido—dice que vamos a perder millones si no continuamos con el trato.

—Bueno, eso no te lo tiene que decir ella, eso tú lo sabes.

—Lo sé, pero es difícil tomar una decisión. Que quieres que te diga—dijo abriendo su brazos— me da lástima con Claudia.

—Fabio, deja de sentir lástima por tu mujer, eso no le hace ningún bien—Marcos se puso de pie—la chihuahua tiene la razón, sigue con el negocio, sino vas a perder millones y más importante aún credibilidad—Marcos volvió a sentarse—oye consejo, que el que no oye consejo no llega a viejo, llama a los dueños o mejor, invítalos a la fiesta de aniversario de la empresa y ahí aprovechas.

—Dile a Eva que los invite—dijo resignado Fabio—.voy a pensar en el tema.

—¡Dios!, cada día me cae mejor esa muchacha, ha logrado en unas horas lo que yo en casi dos años no pude. Por cierto ya se puede mudar mañana. ¿Puedes decirle?

—¿En serio Marcos?

—¡Hombre por Dios! ¿que te cuesta mandarle un texto?. Necesito hacer otras cosas.

—Está bien Marcos yo le digo.

Amelia tenia el corazón que se le quería salir por la boca, la manera en la que Fabio la había mirado la hizo sentir diferente, deseada, mujer.

—Tú no le gustas, sácate esas ideas de la cabeza—hablaba con ella misma encerrada en su oficina—es un hombre y los hombres son así, todo lo miran.

El sonido de su teléfono la sacó de su auto reflexión.

Fabio:

—Dice Marcos que puedes mudarte mañana.

Amelia:

👍🏻

Fabio:

—Podrías decirme “gracias”, para ser una mujer estudiada eres muy mal educada.

Amelia tuvo que reír, lo estaba sacando de quicio.

Amelia:

—Las mismas “gracias” que con mala gana me dijiste por el almuerzo.

Fabio:

—Eres peor que un grano en el culo 😡

Amelia:

—Y tú eres…

—¿Amelia Paredes?

—Si, soy yo, ¿usted es?—respondió Amelia cuando fue interrumpida por una mujer que ya estaba dentro de su oficina.

—Claudia Martinelli—le sonrío de manera fingida.

Amelia se quedó fría, no sabia como tratarla, como mantener una conversación civilizada con la esposa del padre de su futuro hijo, es cierto que la había visto en internet pero de momento no la conoció, después del accidente ya no era tan mediática.

—¿A que debo el placer señora Martinelli? —trató de mantener la calma.

—Nada extraordinario—dijo gesticulando— solo pasé a conocer a la nueva… empleada—comentó irónicamente.

—¿Qué haces aquí Claudia?—le preguntó Fabio muy serio cuando entró a la oficina.

—Vaya, que rapidez la de tu secretaria.

—Para eso le pago bien, ¿acaso tengo que volver hacerte la misma pregunta?

—Nada amor—comentó haciéndose la cariñosa—le comentaba que sentí curiosidad por conocer a la nueva empleada.

—¡Ah, pues que bien!— ironizó Fabio, así de paso conoces a la nueva encargada del proyecto de los cosméticos, he decido retomarlo.

—¿¡Qué!?—exclamaron las dos a la vez.

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