Amelia se había pasado todo el día pensando como podia convencer a Fabio de retomar el contrato con la linea de cosméticos. Su encuentro con Carlos había sido muy bueno, hablaron de mil cosas, Carlos era todo un artista, con la misma dosis de creatividad que de locura, realmente le había caído muy bien.
Ahora necesitaba a alguien que la ayudara a comprender un poco más como funcionaban las cosas ahí, quizás si hablaba con Eva ella podría ayudarla, así que sin pensarlo dos veces salió de la oficina y fue directo al escritorio de Eva.—Hola Eva ¿ ya almorzaste?—No, estaba terminando esto para ir, tengo un hambre terrible.—Vamos, te invito—¿En serio?— le dijo un poco asombrada.—Si, claro que es en serio, conozco un buen lugar cerca de aquí, vamos.Salieron las dos muchachas rumbo al restaurante que conocía Amelia.—Dime, que quieres saber—le dijo Eva sentándose en el lugar en cuestión.Amelia se tuvo que echar a reír— eres una mujer inteligente, ya me caes bien.—¿Crees que si no lo fuera pudiera trabajar para el mismísimo Franco Martinelli?—Buen punto—contestó Amelia—bien, voy a ser directa, estuve hablando con Carlos y creo que retomar nuevamente el contrato con la linea de cosméticos sería un éxito enorme para la compañía, pero,—hizo una pausa dramática— ya él me estuvo contando que el inconveniente tiene nombre de mujer.—Exacto, más que de mujer, de demonio.Amelia no entendió nada.—Mira, llevo años trabajando en la compañía y como las secretarias muchas veces somos como sombras, las cuales muchos no ven, hacen y dicen cosas delante de nosotros, esa mujer no es lo que aparenta, es egoísta, nariz respingada y si sigo la lista seria interminableHizo Eva una pausa para tomar agua y continuó.Al señor Fabio le gustó muchísimo ese negocio, y todo estaba bien hasta que ella intervino, de hecho los dueños de la marca no la querían a ella de modelo, lo que pasa es que el señor Fabio los precisó.—¿Y porqué no la querían? ¿Acaso no es ella una modelo famosa?— preguntó Amelia intrigada.—¿Famosa?—rió Eva— famosa soy yo comiendo— ella de mediocre nunca a pasado, lo que pasa es que siempre ha tenido buen respaldo. Además no querían una mujer con mil dos cirugías, para aparentar ser perfecta.Amelia rió.—Querían una normal, así como tú y yo, nada, resumiendo ella fue la condición que impuso el señor Fabio y después que todo estuvo listo, vino lo del accidente, a pesar de todo, los dueños de la marca fueron indulgentes y aceptaron esperar un periodo de dos años para que ella se rehabilitara y ahora —hizo Eva redobles en la mesa —viene la mejor parte.Amelia prestó mucha atención.—En dos meses el plazo se cumple y si no siguen con la campaña, Martinelli’s family tendrá que pagar una suma millonaria por indemnización.— Amelia se quedó pensando en todo lo que Eva le había dicho y le dijo:— necesito sacar cuentas.Eso fue lo único que habló antes de almorzar y regresar a su oficina para encerrarse entre mil dos papeles a su alrededor.Fabio se había pasado todo el día encerrado en su oficina, andaba revisando papeles, contratos y cosas pendientes.—¿Puedo pasar?—preguntó una vocecita que él conocía perfectamente.Fabio supo los ojos en blanco antes de contestar.—Entra—dijo finalmente.—Toma, te traje esto—le dijo Amelia sentándose frente a él.Fabio husmeó dentro de la bolsa que tenia delante de él y era pasta, su comida favorita.—Antes que preguntes, no, no soy adivina, Eva me dijo que te gustaba y que muchas veces ni salías a almorzar.—¿Piensas comprar a media compañía con comida? Si porque ya sé que se fueron a comer junticas.Amelia puso los ojos en blanco—con un simple “gracias Amelia” era suficiente.—Fabio la miró serio—gracias— dijo entre dientes.—¿Podemos hablar de trabajo?— preguntó ella preparando el terreno.—¿Sobre?—quizo saber él con la boca medio llena de espaguetis.—La linea de cosméticos.Se hizo un silencio en la oficina hasta que fue él el que habló.—Sobre eso no hay nada que hablar.—Pues yo creo que sí, estás a punto de perder, bueno más bien regalar millones de dólares si no cumples con el trato.—No te metas en algo que tú no sabes— le volvió a responder con la misma seriedad de antes.Pero Amelia era demasiado testaruda como para detenerse simplemente por la advertencia de Fabio .—Yo sé que… era algo que iba hacer tu esposa—habló midiendo las palabras— pero bueno, ocurrió lo de accidente, ahora tienes que tomar una decisión, solo te quedan dos meses, estuve sacando cuentas y…—¡¿Carajo que nunca te quedas callada?!—le gritó Fabio poniéndose de pie.—¡No!, no cuando veo a alguien que va cuesta abajo por un capricho—se le enfrentó Amelia poniéndose de pie ella también.—Y a ti que te importa ¿eh?—la empezó a acorralar como un felino—es mi puto dinero, es mi puta compañía, ¡es mi puta vida! — y eso último casi que se lo dijo pegando su rostro al de ella.Amelia tenia que mirar hacia arriba porque la diferencia de tamaño era considerable, pero eso no la iba a amilanar.—Vas a ser el padre de mi hijo ¿no? Supongo que algo haz de importarme.Ambos se quedaron mirándose fijo, era la primera vez que Fabio la tenía tan cerca y por consiguiente la detallaba, tenía los ojos color miel casi del mismo color de su pelo, cejas coposas y unas pequeñas pecas en sus cachetes, su nariz era fina y sus labios carnosos, esos labios que mirarlos le estaban provocando cosas. No pudo evitar seguir bajando la vista hasta encontrarse con un par de senos bien redondos y erectos, la blusa no lo dejaba ver todo lo que a él le hubiese gustado pero su imaginación era muy fértil y con eso bastaba.Toc-toc-toc.El sonido de alguien tocando la puerta los hizo volver a la realidad, Fabio se separó de ella inmediatamente y se volvió a sentar detrás de su escritorio y Amelia tragó grueso, ajustó las gafas en su cara he igual se sentó.—Pasa—dijo Fabio.—¿Todo bien por aquí?—comentó Marcos mirándolos a los dos.—Si—le respondió Fabio entre dientes y sin quitarle la vista de arriba a Amelia.Ella estaba tan nerviosa que prefirió salir de ahí lo antes posible.—Permiso—fue lo único que dijo antes de levantarse y salir a toda prisa.—¿Me puedes explicar que pasó aquí?—preguntó Marcos intrigado.Fabio se puso ambas manos en la cara.—Sabe lo de los cosméticos—terminó por soltar todo el aire que tenía retenido—dice que vamos a perder millones si no continuamos con el trato.—Bueno, eso no te lo tiene que decir ella, eso tú lo sabes.—Lo sé, pero es difícil tomar una decisión. Que quieres que te diga—dijo abriendo su brazos— me da lástima con Claudia.—Fabio, deja de sentir lástima por tu mujer, eso no le hace ningún bien—Marcos se puso de pie—la chihuahua tiene la razón, sigue con el negocio, sino vas a perder millones y más importante aún credibilidad—Marcos volvió a sentarse—oye consejo, que el que no oye consejo no llega a viejo, llama a los dueños o mejor, invítalos a la fiesta de aniversario de la empresa y ahí aprovechas.—Dile a Eva que los invite—dijo resignado Fabio—.voy a pensar en el tema.—¡Dios!, cada día me cae mejor esa muchacha, ha logrado en unas horas lo que yo en casi dos años no pude. Por cierto ya se puede mudar mañana. ¿Puedes decirle?—¿En serio Marcos?—¡Hombre por Dios! ¿que te cuesta mandarle un texto?. Necesito hacer otras cosas.—Está bien Marcos yo le digo.Amelia tenia el corazón que se le quería salir por la boca, la manera en la que Fabio la había mirado la hizo sentir diferente, deseada, mujer.—Tú no le gustas, sácate esas ideas de la cabeza—hablaba con ella misma encerrada en su oficina—es un hombre y los hombres son así, todo lo miran.El sonido de su teléfono la sacó de su auto reflexión.Fabio:—Dice Marcos que puedes mudarte mañana.Amelia:👍🏻Fabio:—Podrías decirme “gracias”, para ser una mujer estudiada eres muy mal educada.Amelia tuvo que reír, lo estaba sacando de quicio.Amelia:—Las mismas “gracias” que con mala gana me dijiste por el almuerzo.Fabio:—Eres peor que un grano en el culo 😡Amelia:—Y tú eres…—¿Amelia Paredes?—Si, soy yo, ¿usted es?—respondió Amelia cuando fue interrumpida por una mujer que ya estaba dentro de su oficina.—Claudia Martinelli—le sonrío de manera fingida.Amelia se quedó fría, no sabia como tratarla, como mantener una conversación civilizada con la esposa del padre de su futuro hijo, es cierto que la había visto en internet pero de momento no la conoció, después del accidente ya no era tan mediática.—¿A que debo el placer señora Martinelli? —trató de mantener la calma.—Nada extraordinario—dijo gesticulando— solo pasé a conocer a la nueva… empleada—comentó irónicamente.—¿Qué haces aquí Claudia?—le preguntó Fabio muy serio cuando entró a la oficina.—Vaya, que rapidez la de tu secretaria.—Para eso le pago bien, ¿acaso tengo que volver hacerte la misma pregunta?—Nada amor—comentó haciéndose la cariñosa—le comentaba que sentí curiosidad por conocer a la nueva empleada.—¡Ah, pues que bien!— ironizó Fabio, así de paso conoces a la nueva encargada del proyecto de los cosméticos, he decido retomarlo.—¿¡Qué!?—exclamaron las dos a la vez.—¡¿Hablas en serio Fabio?!—le preguntó Claudia asombrada.—Yo jamás bromeo cuando hay plata de por medio—le respondió muy serio.—Pero Fabio, tú sabes lo importante que era ese proyecto para mi, si no fuera por el accidente yo…—¡Ya basta Claudia!—gritó Fabio— has tenido dos años, ¡dos puñeteros años! para retomar tu vida y no lo has hecho, esto hubiera sido estupendo para retomar tu carrera, te hubiera lanzado al estrellato, ¿pero que hiciste? Nada, absolutamente nada y yo ya me cansé de perder plata por ti, no voy a cancelar un contrato tan bueno como ese.Amelia no sabia donde meterse, había quedado varada en medio del fuego cruzado que ahora mismo se desarrollaba en su oficina, por lo visto Fabio era un hombre de malas pulgas, si lo provocabas un poco te iba a pesar grandemente.—Amelia—dijo finalmente mirándola—encárgate de los detalles con Carlos, vamos a presentarle un nuevo proyecto el fin de semana en la fiesta de aniversario.Amelia solo asintió.—Tú y yo nos vamos—se refiri
—Buenos días Eva.—Buenos días señor.Fabio se quedó unos segundos parado sin moverse porque le pareció escuchar una risa a lo lejos, cuando iba a seguir camino para su oficina la volvió a escuchar.—¿Y esa risa de dónde viene?—le preguntó a Eva.—Ah, esa es Amelia, llevan rato ella y Carlos así, muertos de la risa.A Fabio no le gustó para nada el comentario de Eva y ella se dió cuenta así que aprovechó para echarle más sal a la herida.—Carlos subió hasta unos vestidos— dijo así como que a la ligera.—¿¡Vestidos!? ¡Como que vestidos!—preguntó Fabio intrigado.—Si, parece que Amelia no tenía nada adecuado para la fiesta de mañana y Carlos se ofreció a… ayudar, ya usted sabe como es él de buena persona.Carlos tenía fama si, pero no precisamente de buena persona sino de mujeriego y no es que no fuera buen tipo, si lo era, pero su fama de galán era demasiado fuerte como para que a Fabio le viniera otra idea a la cabeza.—Yo usted entro—siguió presionando Eva.—¿Tú crees?—¡Claro! Usted
Amelia un poco más y tiene que recoger su mandíbula del suelo.—¿¡Tuya!?—Amelia, déjame aclararte algo—le dijo sosteniéndole la mirada—que tú no seas mi esposa no significa que puedas andar con otro hombre, lo mío es mío—dijo bajito y acercándosele aún más.—¡Tú y yo solo tenemos un trato!— le respondió ella asombrada por la reacción de Fabio.Él sonrió, se mordió su labio y la miró descaradamente antes de hablar.—Tú y yo tenemos más que un simple trato, tú vas a ser la madre de mis hijos por consiguiente para ello yo te tengo que follar muchísimas veces y no me gusta que mi comida la esté manoseando otro, ¿así o más claro?—¿Mu…muchas veces?— prácticamente balbuceó.—Tantas—se le pegó a su oído al punto de rosarle la oreja con sus labios—que tu cuerpo solo va a desearme a mi dentro de él. Amelia tuvo que aguantarse de la meseta de la cocina porque sus piernas le fallaron. Lo tenia tan cerca que podía escuchar los latidos de su corazón, podía claramente sentir el olor que su cuerpo
Fabio abrió los ojos y miró a su alrededor le tomó unos segundos acordarse de donde había pasado la noche, se sentó en el sofá y se estiró, le dolía todo el cuerpo, era un hombre grande, dormir en un sofá no era la mejor idea del mundo, vió la manta y sonrió. “Ella me la puso” Pensó para sus adentros, porque estaba muy seguro que solo se había tirado en el sofá la noche anterior. Se levantó y se estiró nuevamente, necesitaba un baño pero no era el lugar ni el momento indicado, así que simplemente salió de la casa, se montó en su auto y se fue. A Amelia el sonido de la puerta y del carro la despertaron, se había quedado dormida muy tarde . Abrió la puerta con precaución y caminó en punticas de pie hasta la sala, el corazón se le cayó al suelo cuando vió el sofá vacío y la manta a un lado. —Se fue sin tan siquiera decirme nada— se dijo a si misma con lágrimas en los ojos. Regresó por donde mismo había venido a su habitación y se acostó en su cama tapándose por completo. *** —¡Ya v
—¡Pero que hermosa estás!—comentó Carlos al verla. —No exageres. —Pero no estoy exagerando, estás hermosa, hasta te pusiste zapatos altos. —Un poquito—sonrió— no quería verme hoy tan bajita. —Bueno vamos, que tenemos que llegar temprano, ya sabes, hay que causar buena impresión. Fueron todo el camino hablando del proyecto y de como iban a enfocar la campaña publicitaria, Carlos era incansable con el trabajo así que eran el binomio perfecto porque Amelia era idéntica. Después de un rato llegaron a la empresa, el lugar estaba lleno de periodistas, Amelia estaba nerviosa, se sentía pequeñita, fuera de lugar. —Vamos—le comentó Carlos después de parquear el carro y salir de este—no te asustes, los periodistas son como sanguijuelas pero sé mantenerlos a raya, Amelia sonrió, respiró profundo y salieron ambos directamente a la puerta principal de la empresa, ella realmente estaba más nerviosa por Fabio que por los periodistas, no dejaba de pensar en la noche anterior y las cosas que
Fabio empezó a reconocer su rostro con la yema de los dedos, su boca, su nariz, todo. —No necesitas maquillaje, me gusta como cuando vienes a trabajar. —Solo quería lucir diferente hoy. —No tienes necesidad de lucir diferente, solo tienes que ser tú y para eso necesitas deshacerte de cierta y determinadas cosas que definitivamente no van contigo. La miró por un segundo, le sonrió y luego con un rápido movimiento le rompió el vestido negro que ya a estas alturas se había convertido en su peor enemigo. —¡¿Pero qué haces?!—preguntó Amelia asombrada y tratando de cubrirse sus pechos, se había puesto una lencería negra al igual que el vestido. —Te advertí que no te pusieras ese vestido, pero la señorita se empeñó en contradecirme, ahí tienes las consecuencias. —¡¿Pero estás loco o qué?! ¿¡Solo porque me pongo una ropa que no te gusta me la rompes!? —No es cualquier ropa—le dijo sentándose cómodamente para observar su pequeño aporte a la industria de la moda—es el vestido que te dió
Fabio respiró profundamente antes de abrir la puerta de su casa, cada día le costaba más trabajo hacerlo, no sabia si era por la llegada de Amelia a su vida o porque simplemente ya no soportaba más la situación en la que estaba viviendo.Abrió la puerta y contrariamente a lo que pensó la casa estaba en penumbras y Claudia no lo estaba esperando en la sala. Subió a su cuarto y ella estaba acostada, al parecer dormia, se quitó toda su ropa, se dió un baño rápido y se metió en la cama. —¿Que tal la fiesta?—preguntó Claudia.—Pensé que estabas dormida. —Preferí esperarte—habló Claudia en un tono calmado— yo no quiero que las cosas entre nosotros estén mal yo… a mi me duele mucho que hayas retomado el contrato de los cosméticos. —Claudia ya te dije que… —Espera, déjame hablar—se acomodó en la cama—como te dije antes a mi me dolió mucho pero entiendo que para ti es importante así que prefiero pasar por alto eso y que puedas seguir con tu negocio.Esa actitud de Claudia a Fabio lo a
Fabio quería ir más rápido pero sabia que no podia, para Amelia era su primera vez, su primer encuentro con un hombre en todos los sentidos, así que tenia que controlarse. —Si te sientes incómoda por algo o con algo dímelo por favor ¿si? —Ella solo asintió, él no dejaba de mirarla, ¿como era posible que alguna vez la vio fea? Si era hermosa, era todo lo hermosa que él necesitaba, sencilla, inteligente, independiente, hasta preocupada por él, Fabio tuvo que sonreír. —¿Porqué sonríes? —Pensando en que siempre me das de comer—y por supuesto que el comentario fue con todo el doble sentido del mundo. —¿Te gusta mi comida? —Me encanta—le sonrió—no sabes el hambre que tengo, hambre de ti, de tu cuerpo, quiero devorarte, poco a poco y lentamente, quiero saborear todo tu cuerpo centímetro a centímetro. —Ven—le dijo Amelia mientras lo tomaba de la mano para llevarlo a su cuarto. Fabio se dejó llevar como niño de primaria, no había entrado al cuarto nunca, le pareció un poco in