4-Nuevo trabajo.

—Lo tenemos de nuestro lado— dijo Pablo por teléfono ya dentro de su carro.

—Vamos bien, tener a Theo de nuestro lado es un buen paso. Tú y yo, ¿cuándo nos volvemos a ver?

Hizo silencio para escuchar la respuesta.

—La semana que viene, ¿ok? Ni un día más ni uno menos.

***

—¿Entonces te quedas con esta?, ¿no quieres primero ver otras opciones?—le preguntó Fabio ya fuera de la casa.

—No, estoy segura que esta es perfecta para mi.

—Entonces le paso los datos a Marcos para que se encargue de la compra, supongo que en unos días ya te podrás mudar.

—Y… cuando tú y yo, o sea cuando nosotros…

— ¿Nos acostaremos por primera vez?

—Eso—bajo la cabeza Amelia de pura vergüenza.

Fabio respiró profundo, para él también era un poco incómodo, tuvo muchas mujeres en su vida pero ninguna como Amelia, era una situación rara la de ellos dos.

—Primero múdate, después vemos eso—terminó por responderle—Em… una duda, ¿es verdad que todavía eres virgen?

Amelia le vinieron los colores al rostro, no sabia ni como mirarlo, solo asintió con un movimiento de cabeza.

—¿Eso es un problema para ti?— terminó por preguntarle apenada.

—Si, no te voy a mentir, eso es… complicado en nuestra situación.

—¿Vas…vas a cancelar el contrato?—preguntó ella sin poderle sostener la mirada.

—No, claro que no, ya veremos como solucionamos eso llegado el momento—dijo poniéndose sus lentes oscuros—estate atenta, Marcos se comunicará contigo para darte los detalles de la casa y también para decirte cuando tienes que empezar a trabajar, nos vemos— dió media vuelta y salió caminando hasta donde había dejado el carro aparcado.

Amelia se quedó mirándolo embobada tuvo que tragar grueso al verlo caminar rumbo a su carro, se veía tan masculino, tan hombre, tan inalcanzable para ella.

—Es solo un contrato Amelia—se dijo a si misma—jamás te mirará como un hombre mira a una mujer, jamás.

Se montó en un carro y manejó rumbo a su casa de vuelta, iba con la mente distraída Fabio no se le salía de la cabeza.

—No cojas ese camino Amelia no lo cojas porque eso no va a traerte otra cosa que sufrimiento—se auto aconsejó—mejor concéntrate en el trabajo, eso siempre ha funcionado, para eso naciste en esta vida.

***

—Marcos, ahi te envié todos los datos para que hagas la compra de la casa—le decía Fabio a su amigo por teléfono mientras manejaba rumbo a su casa.

—¿Que tal la casa, muy ostentosa?—preguntó su amigo por el altavoz del celular.

—No, todo lo contrario, muy sencilla y diría yo que hasta pequeña.

—Bueno, ahora estoy viendo lo que me mandaste y tiene un buen precio la casa, así que me imagino que es algo sencillo.

—Si, por lo menos la chihuahua es modesta.

—Si ya veo, bueno nos vemos mañana en la oficina.

—Fabio le colgó a su amigo justo entrando a su casa.

—La que escogió la chihuahua cabe dos veces aqui—pensó Fabio al fijarse bien en el tamaño de su casa, a él siempre le pareció demasiado grande realmente pero Claudia se enamoró de la casa y bueno, al final él terminó complaciéndola.

—Buenas noches amor—le dijo ella al verlo entrar.

—Buenas noches—le dijo él dándole un beso en la cabeza.

—¿Resolviste lo que fuiste a ver?

—Si pero mejor hablamos de otra cosa ¿si?—le dijo Fabio a su esposa, para él era una situación muy incómoda.

—Como quieras— se puso de pie Claudia—¡Ana!—alzó la voz para que la muchacha la escuchara.

—¿Si señora?

—Por favor sírvele la cena al señor.

—¿Y tú, no me vas a acompañar?—le preguntó Fabio al oír que solo se refería a él.

—Ya yo comí amor, sabes que después de las cinco no como nada, voy a dormir, estoy muy cansada.

Fabio se quedó viendo como su esposa subía en el ascensor que habían instalado en la casa después del accidente.

—Cansada, cansada de qué si no hace una puta cosa en todo el día— murmuró él bajito.

—Señor—le dijo Ana—cuando quiera puede comer, ya tiene la comida servida.

—Gracias Ana.

***

Amelia estaba encerrada en su habitación revisando sus cosas y dónde empacarlas cuando su teléfono celular le sonó.

—¿Si diga?

—Hola, buenas noches Amelia es Marcos.

—Oh si si, dime Marcos buenas noches.

—Discúlpame la hora pero te llamo porque si quieres empezar a trabajar mañana mismo pues sin problemas ya puedes, lo de la casa si demorará dos días más.

—Que bien, gracias por avisarme, estaré mañana ahí a primera hora.

—Tu oficina está en el mismo piso de la mía y la de Fabio, ya tiene hasta tu nombre puesto en la puerta.

—Gracias, muchas gracias, nos vemos mañana.

Eso fue todo y colgaron, Amelia estaba feliz, mucho más que feliz, por fin iba a lograr lo que tanto había deseado, su independencia, estaba a punto de empezar a trabajar en la mejor y más grande compañía del país y dentro de unos días se iría a vivir sola, solo se preguntaba si el precio que tenia que pagar era demasiado alto, si al final de la jornada esto no iba a ser más que otra prisión igual o peor de la que estaba escapando.

—Solo que esta tiene un carcelero hermoso—se dijo a si misma.

Respiró profundo y movió su cabeza a ambos lados, tenía que sacarse ese pensamiento de la cabeza y para ella no había mejor manera de hacerlo que trabajando, enterrando su cabeza en los libros, ese era siempre su refugio, así que agarró su laptop, su compañera de mil batallas y empezó a buscar toda la información posible de la empresa para al día siguiente cuando llegara no estar tan en las nubes.

A la mañana siguiente se levantó temprano para escoger su atuendo. Pantalón y saco azul profundo a juego con una blusa color crema fue su elección, todo eso combinado con sus clásicas zapatillas bajitas, desayunó algo súper rápido y salió rumbo a su nuevo trabajo.

—Buenos días—le dijo a Eva al salir del ascensor.

—Buenos días, ya el señor Marcos me avisó que usted trabajará aquí con nosotros.

—Oh no no, por favor, nada de usted, mi nombre es Amelia.

—Está bien Amelia—sonrió Eva—sígueme te enseñaré tu oficina.

—Es esta—le dijo Eva abriéndole la puerta.

Amelia estaba en el séptimo cielo, su oficina era hermosa, con un buen tamaño, sencilla y con una hermosa vista a la ciudad.

—Es preciosa—le comentó a Eva.

—Me alegro que te guste, yo misma mandé a traer algunas cosas, el señor Fabio me comentó que te gusta el minimalismo así que solo puse lo necesario, si quieres cambiar algo siéntete con total libertad de hacerlo.

—Se acordó de que me gusta el minimalismo— dijo bajito y solo para ella.

—¿Decías?— le preguntó Eva.

—No, no, nada, que está perfecto, muchas gracias Eva, te quedó precioso.

—Gracias—le respondió cortésmente—en la compu tienes todos los últimos proyectos en los que estamos trabajando ahora mismo, de todas maneras si tienes alguna duda no dudes en llamarme ¿si?

Se despidieron ambas muchachas porque Eva era contemporánea con ella y Amelia se sentó en su escritorio a revisar todos los detalles.

—¿Eva?—le dijo mediante el inter comunicador— ¿quien es Carlos?

—Carlos es uno de nuestros mejores creadores, casi todas las campañas publicitarias tienen su toque.

—Me gustaría conocerlo.

—Buenos días Eva.

—Buenos días señor.

—¿Hablas con Marcos? —le preguntó Fabio a su secretaria al verla usando el inter comunicador.

—No señor, con Amelia llegó desde temprano.

Fabio no contestó ni media palabra, solo siguió su camino hacia su oficina y ahí se encerró.

—¿Amelia, sigues ahí?

—Si, si aquí estoy.

—Pues dame unos minutos para localizarlo y le digo que suba aquí a la oficina.

—Gracias Eva muy amable.

Amelia cortó la llamada luego de despedirse de Eva, estaba nerviosa, solo escuchó su voz y ya eso le había acelerado el ritmo de su corazón, tenía que controlarse, no podía permitirse estar así de nerviosa, tenían que verse el rostro a diario y bueno… más adelante se verían otras cosas también.

El sonido de alguien tocando la puerta la hizo brincar en el asiento.

—Pase, por favor—le dijo con la voz medio ida.

—Hola, buenas tardes soy Carlos.

Dijo un hombre de unos 30 años alto, rubio, con unos hermosos ojazos azules.

—Ah Carlos—le dijo ella poniéndose de pie para saludarlo—mucho gusto mi nombre el Amelia, siéntate por favor.

Ambos se sentaron en unas sillas que habían a un lado.

—Verás Carlos, yo soy la nueva asesora de marketing de la presidencia y primero que todo quiero felicitarte porque creo que tu trabajo es estupendo.

—Muchas gracias—le respondió Carlos.

—Pero hay algo que me llama la atención, y me refiero al proyecto de la marca nueva de maquillaje, ¿porqué se paró? Todo indica que iba a ser un buen negocio patrocinarlos, de hecho busqué información sobre ellos en internet y a pesar que no tienen buenos patrocinadores sus ventas no están mal.

—El problema de esa campaña es Claudia Martinelli.

Amelia puso cara de no entender nada.

—Ella era la figura principal, la modelo, en fin la cara de la campaña y fue cuando sufrió el accidente, después de eso todo quedó paralizado, nunca más se tocó el tema.

—¿Y no hay posibilidad de retomarla?

—Yo creo que si, al menos por parte de la marca de cosméticos no sé que tanto por parte de Fabio.

—Yo hablaré con él

Carlos se echó a reír y solo le dijo:— suerte con eso.

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