Una semana después. —Amor, tengo que irme. —¿Ya? —Si Fabio, recuerda que tengo que estar temprano, como una hora antes, el vuelo es privado pero así todo hay controles obligatorios. Fabio suspiró profundo, estaban acostados en la cama y él estaba aferrado al cuerpo de Amelia. Llevaban una semana viviendo juntos, compartiendo cosas tanto laborales como personales, conociéndose mejor, los gustos, manías y costumbres que cada uno, había sido una semana especial, normal, era la palabra que siempre le venia a la cabeza a Fabio, estaba viviendo como un hombre normal, regresaban juntos del trabajo Amelia se ponía a cocinar, mientras él la ayudaba o simplemente se ponía a revisar algunas cosas del trabajo mientras las consultaba con ella. En algunas ocasiones iban a casa de Marcos y Eva que ya también estaban viviendo juntos y compartían los cuatro. Era tan feliz que tenía miedo que lo que estaba viviendo no fuera más que un espejismo. —No te preocupes—le volvió a hablar Amelia acar
—Me tenias abandonado. —Fabio, deja de exagerar, te escribo cada cinco minutos, además, mi mamá y yo andábamos poniéndonos al día. —Si, lo sé y solo por eso te perdono—Fabio respiró profundo—ya quiero que estés aquí, esto de verte solo por una pantalla de teléfono no es para mi. —A mi tampoco me gusta mucho pero es más que nada, además ya solo faltan unos dos días y… Amelia se quedó en silencio, paralizada. —¿Amelia amor que sucede? ¿Te sientes mal? —Se…se movió—dijo asombrada—¡el bebé se movió! —¿¡Lo juras!?—le preguntó Fabio aferrándose a la pantalla de su celular. —Si, lo sentí, o sea otras veces lo he sentido pero no tan fuerte como esta. —La primera vez que mi hijo se mueve y no lo puedo sentir-dijo con un dolor visible en su rostro. -No te pongas asi amor, son solo dos dias más y estamos juntos de nuevo. Fabio repiró profundo nuevamente—bueno cuéntame como te va con tu mamá-prefirió cambiar el rumbo de la conversación. -Bien, la verdad que muy bien, no
Ania se quedó sin habla y aunque por dentro estaba que gritaba a todo pulmón no podia hacerlo, no podia articular palabra ninguna, ni tan siquiera logró moverse cuando Pablo entró a la casa como si fuera la suya propia. -Mamá, era por fin un descono...¡papá! ¿qué haces aquí?-le preguntó asombrada Amelia. -Sencillo, visitando a mi familia, al final de la jornada tu madre y yo seguimos casados, ¿no es así Ania? -Para mi desgracia-dijo Ania cuando logró reaccionar-eres un ser despreciable Pablo al cual mi padre, que Dios lo tenga donde mejor estime conveniente me unió obligada. -Nunca te soporté-siguió hablando Ania- nunca pude tenerte cariño, respeto, ni tan siquiera por asomo un poco de aprecio. -¡Bueno ya basta!-gritó Pablo-yo tampoco te soportaba, fue una tortura cada día, cada hora a tu lado, solo acepté, porque realmente tu padre me hizo una oferta irrechazable, pero en cuanto pude me libré de ti. -Encerrándome-dijo Ania con dolor en sus palabras. -No me dejaste otro c
Amelia estaba sin control-¡ERES UN MALDITOOO, TE ODIO, TE ODIO, TE MERECES PODRIRTE EN EL INFIERNO!!- le gritaba mientras le daba golpes a Pablo sin control. -Hija por favor para, piensa en tu bebé, no te puedes alterar así de esa manera-le decia Ania preocupada por el estado en el que estaba Amelia. -¡Ya deja la rabieta!-le gritó Pablo en lo que trataba de controlarla para que no le diera más. -Ya mi niña ya por favor-se metió en el medio de los dos Ania abrazándola-vamos cariño, tienes que ser fuerte. -Ese hombre es el amor de mi vida, mamá-decía entre lágrimas- es el padre de mi hijo, ¡que hice por Dios! que le acabo de hacer, no me lo va a perdonar, mamá, Fabio nunca me va a perdonar esto. Ania tuvo que sostenerla porque perdió la poca fuerza que le quedaba. -¡Vete de aquí, ya hiciste todo el daño que querías!-le gritò Ania a Pablo mientras sostenía a su hija-¡vete y no nos molestes más! -Ya me voy pero regreso mañana, aquí no pueden quedarse, Fabio va a dar con uste
-¡Fabio hermano ¿pero tú estás loco!? ¿cómo le vas a prometer esa barbaridad a Claudia? -Marcos, ya te lo he explicado mil veces, necesito ganar tiempo, necesito que Eduardo viaje a Suiza primero a ver que puede averiguar. -No es tan descabellada la idea-intervino Eduardo que hasta el momento estaba en silencio escuchando toda la conversación, llevaban rato en casa de Amelia debatiendo cual era la mejor opción. -¡Ves! Eduardo está de acuerdo conmigo. -Yo vuelo mañana sin falta-habló Eduardo-¿Pablo no te ha llamado? -No-le respondió Fabio-ese no se ha reportado -Pronto lo hará, ya veras, algo ha de querer en todo este asunto, ya sabes la parte que quiere tu esposa, no sabemos lo que quiere él. -No le llames mi esposa por favor, no me recuerdes el gran error que cometí. -¿Y si está es Suiza en estos momentos con ellas?-preguntó Marcos como a quien se le ocurre una brillante idea. Los tres se miraron analizando las palabras de Marcos. -Es lo que yo pensé desde el prin
Fabio entró a su compañia por primera vez en su vida sin saber que hacer, sin tener la menor idea de a lo que se iba a enfrentar, era un hombre pragmático, con soluciones efectivas todo el tiempo, pero por primera vez, se sentía como si estuviera pisando arenas movedizas. Y realmente no era para menos, el panorama era bien desalentador.-Hola Eva, buenos dias.-Buenos dias-le dijo Eva un poco asombrada-¿todo bien Fabio?-Nada bien Eva, todo se fue a la mierda en mi vida-dicho esto caminó directamente hacia la oficina de Marcos.Eva se quedó asombrada, Fabio no era hombre de estar contando sus problemas, todo lo contrario, era muy introvertido, realmente las cosas andaban bien mal para él.—Lo…lo siento mucho-fue lo único que se le ocurió decirle antes que este entrara a la oficina de Marcos.Fabio le agradeció por su amabilidad y abrió la puerta..-¿Me puedes explicar como pasaron los putos holandeses de no querer a Claudia a exigir quererla?Marcos miró asorado a su amigo, Fabio real
-¡Donde está mi mujer, pedazo de mierda!-¿Claudia? no sé, hace rato que no sé nada de ella. -No te hagas el imbécil, no hablo de ella sino de tu hija, de Amelia.-¡Ahh! si casualmente sobre eso vengo a hablar-se sentó muy comodamente en una de las sillas de la oficina de Fabio- tú y yo ya no tenenemos trato, porque yo no tengo hija.-Co...como que no tienes hija-Fabio se sentó de golpe-¿que le hiciste a Amelia?-Nada, absolutamente nada, solo que ella no es mi hija- se acomodó en la silla- verás, la historia a grandes rasgos es la siguiente, cuando me casé con su mamá , ella ya estaba preñada de un sujeto que era casado, como su padre no quería escándalos, hizo un trato conmigo, así que Amelia nació y todo quedó como si fuera mia pero eso no es cierto, ella no es mi hija, por ende no tenemos trato porque tu hijo no lleva mi sangre para nada.Fabio se quedó frio, eso explicaba muchas cosas, como por ejemplo la manera de tratarla, como se la ofreció a él como una mercancía, aunque Pab
Theo se quedó frío, sabía muy bien que Pablo estaba planeando todo desde hacia mucho tiempo, sabía que este día iba a llegar, pero sinceramente nunca pensó que fuera tan pronto.—¿Me propusiste a mi?—¡Ay por Dios! No te hagas el que no sabe nada que obviamente en esto están los tres involucrados, tú-enumeró Fabio con sus dedos—Pablo y tu querida hijita.—¡Claudia no tiene nada que ver en esto!—contestó molesto Pablo—bastante que ha sufrido a tu lado, ahora para rematar hasta tienes a otra mujer preñada.—Mujer que entró a mi vida porque ella, Claudia, tu hijita adorada lo aceptó ¿y sabes qué? Pensándolo bien es lo único que tengo que agradecerle, porque Amelia, mi verdadera mujer, la madre de mi hija es lo mejor que me ha pasado en la vida.Theo lo miró por unos segundos sin hablar, era puro odio lo que reflejaba su rostro.—Te mereces todo lo que te está pasando y más Fabio Martinelli, siempre has sido cruel con mi hija, la culpa de su condición la tienes tú.—¡¿Yo?! Mi única culpa