Dragos Vlad tiene mil quinientos años de edad y siendo rey de los vampiros lleva casi seiscientos; de manera satisfactoria había logrado evitar la extinción, aún con la maldición impuesta por la diosa Selene que les había arrebatado el derecho a tener pareja destinada.
La maldición había caído obviamente, pero no quería conseguir una pareja de otra raza.
«Una loba enclenque y débil moribunda»
Dragos acababa de humillar a la familia de los lobos más poderosos de la tierra sabía que ahora irían por su cabeza.
— ¿Acaso te has vuelto loco?, ¿tanto te incomodó tener un momento de paz que comienzas otra guerra a pocos días de haber finalizado la última?
Quién hablaba impaciente caminando a su lado era Zack, el hechicero es el único amigo de verdad que tiene y es todo un desgraciado sinvergüenza, ya no tanto desde que tiene mujer.
Dragos lo miró de reojo.
—La diosa Selene les dio poderes especiales a estos lobos, creó Alfas supremos, pueden encontrar a todos los lobos disponibles para que busque a su pareja en poco tiempo, yo ni siquiera debí regresar, no quería que supieran que la chica es mía.
—Exacto —enfatizó Zack—, debes reclamar a la chica.
Dragos se echó a reír.
— ¿Piensas que la Alfa suprema querría que su hermana sea mujer de un vampiro? —preguntó Dragos con ironía.
—Claro que no, pero es designio de la diosa, a ella no le queda más remedio que aceptarlo.
—No tiene que aceptarme, ella tiene derecho a un mate lobo y yo a una vampiresa, no estoy para lecciones de la diosa.
— ¿Qué te hizo?, la chica es hermosa, loquita, quizás autodestructiva, pero esas son tus favoritas…
—Déjame en paz Zack… —Dragos miró hacia atrás—. Esperaba que me atacara un ejército y solo te envían a ti —acotó burlón.
—Iban a hacerlo, yo les garantice que regresarías conmigo. Debes culminar el vínculo con ella —dictaminó Zack.
Dragos se echó a reír a carcajadas en burla y una fuerza imposible de resistir lo hizo detenerse, Zack se adelantó y se puso frente a él, Dragos quiso hablar y Zack le hizo seña que callara, Zack lo había dominado con un hechizo nigromante.
—Ahora que tengo toda tu atención, te explicaré todos los hechos. Le diste sangre a una loba que es tu pareja destinada, ahora ella debe poner su linda marca en tu cuello, tú beber de su sangre y quedarán unidos como la diosa dispuso ¿Me has entendido?
Dragos gruñó y Zack movió las manos y entonces pudo hablar.
—No fue el acuerdo, me dijiste que solo necesitaba algo de mi sangre y ya cumplí, no me importa si ahora sufre por mí, yo no sufro por ella.
—Ahora es imposible, probó tu sangre, morirá si no completa el vínculo contigo.
—Pero no me mordió —exclamó Dragos sorprendido, en realidad poco sabe del ritual del vínculo—, me dijiste que solo necesitaba sangre para que no muriera hoy, me engañaste.
— ¡Ay por favor!, ¿de qué te sorprendes? Me conoces, miento si es necesario —expresó Zack muy obvio.
—Hechicero imbécil, se supone que eres mi amigo, me traicionaste y montaste una trampa por ellos…
—Es por tu propio bien, no te mentí cuando te dije que ella es la solución a tus deseos.
—Mi deseo por más de un milenio es encontrar a la mujer con la que pueda tener descendencia, pero la quiero de mi raza.
—Dragos, la diosa está empeñada en unir a sus hijos, por eso crea estos raros casos donde elegidos tienen pareja en otra raza, salva a la chica hoy y ella te salvará también, porque ya están atados y la manada suprema acabará contigo si ella muere.
Dragos lo pensó un momento.
—Libérame Zack, citaré un consejo de líderes.
Poco después Dragos entró a la casa donde se celebraría el consejo y detectó el aroma a frambuesas, era ella, Dragos cerró los ojos y se concentró en mantener sus colmillos retraídos y cabeza fría.
Ella estaba en la mesa, olvidó que enclenque y todo, sigue siendo una Alfa y tiene derecho a estar en el consejo.
Sophia apretó los puños hasta clavarse las uñas en sus palmas, solo imagina subirse a la mesa y arrastrarse hasta él e hincar sus dientes en su cuello, dejar su marca y beber de su sangre.
«Basta, tú no eres una asquerosa vampira, contrólate» se dijo a sí misma.
—Señores he convocado este consejo para que lleguemos a un acuerdo —expuso Dragos en voz alta—. Como todos saben, la diosa Selene me ha dado a esta loba como pareja destinada…
—Alfa Sophia Lewis —acotó Sophia interrumpiéndolo.
Dragos rio por lo bajo.
—En resumen es mía, me la llevo a mi reino —objetó con autoridad.
—Yo esperaba que él se quedara aquí —expresó Sophia nerviosa a los Alfas supremos de todos los lobos, que son su hermana y cuñado.
—La Alfa Sophia necesita el vínculo y debe darse ahora mismo —acotó Briana, la hermana de Sophia y Alfa Suprema.
—Yo no me voy contigo —exclamó Sophia envalentonada porque tiene el apoyo de los Alfas más poderosos del mundo.
—Si la Alfa Sophia no quiere venir conmigo, entonces podré irme sin temor a represalias…
—Una vez realizado el vínculo se podrán ir como una pareja completa y bendecida por nuestra diosa —dictaminó la Alfa Briana.
—Alfa Briana, su hermana envenenó a su loba con alevosía, yo no me vincularé a ella arriesgando mis poderes —expresó Dragos calmado y todos los Alfas de la sala empezaron a verse unos a otros, él tenía un buen punto.
Ahora Sophia ve que le darán la espalda y no quiere estar a merced de Dragos, hay algo que sabe muy bien desde que tiene uso de razón, en los vampiros no se puede confiar.
—Yo no quería envenenar a mi loba, yo solo quería que no me doliera —explicó Sophia y hasta ella se escuchó infantil, todos los Alfas de la mesa la miraron con desaprobación, menos su mejor amiga—. Rey Dragos, quizás no lo sabe, pero tuve un terrible accidente antes de mi primera transformación, tenía dolor crónico… —trató Sophia de explicar.
—La verdad me tiene sin cuidado tus razones para hacerte adicta de la única hierba en el mundo a la que son susceptibles los lobos, lo cierto es que tu magia está corrupta —explicó Dragos y el solo hecho de que le hable le hace acelerar el corazón, ella desvió la mirada impotente ante sus deseos.
—La marca superará cualquier hechizo —expresó la Alfa Briana.
—Alfa Briana, lo que tiene su hermana no es un hechizo —acotó Dragos—. Hagamos el cuento corto porque mi reino necesita de mi presencia; la Alfa Sophia morirá sin mi sangre, el hechicero Zack y su esposa pueden venir con nosotros para que se sientan más tranquilos; en cuanto ella esté libre del veneno completaremos el vínculo.
El marido de Briana y Alfa supremo tomó la mano de Briana y Dragos no dudaba que se estaban comunicando con telepatía, poder de los lobos.
Briana lo observó de nuevo.
—Al parecer usted cree que ha venido solo a imponer sus condiciones Rey Dragos, pero no le conviene enfrentarnos. Es su vida la que está en nuestras manos, debería estar abierto a la negociación —exclamó la Alfa Briana con arrogancia de reina.
Dragos sonrió y negó con la cabeza.
—Si me matan condenan a Sophia —Dragos se levantó de su asiento—. Y sí, no estoy negociando, porque ella se quedó sin opción cuando iba a morir y yo la salvé. No me importa que deciden, pero que sea rápido, o la llevo conmigo o me voy solo, porque no pueden obligarme a completar el vínculo, ya que si no es por voluntad, no sirve.
—Briana no quiero irme —suplicó Sophia asustada.
Briana miró a su marido y este solo la observó no había necesidad de decir nada, la única esperanza para Sophia era ir con Dragos, Briana se levantó de su asiento y fue con Sophia.
—Escúchame bien Sophia, tú eres una Alfa, estarás bien y si no, podrás llamarme.
—Briana, ¿y si me mata? —musitó Sophia y una lágrima surcó su rostro.
Briana negó con la cabeza.
—No, él es tu pareja, también siente atracción por ti, él te cuidará.
—No podemos saberlo, nadie sabe qué siente un vampiro por la pareja destinada; nadie recuerda ver a uno y ya él me rechazó una vez.
Dragos se reía de forma burlona y el marido de Briana, como Alfa supremo no lo toleró más, voló literalmente hacía él y lo tomó del cuello con una mano y con la otra la introdujo en su caja torácica apretando su corazón ocasionando un pequeño infarto a Dragos.
—No te burlarás más de mi familia, te llevarás a tu mujer, de acuerdo, pero responderás por ella o dejaré a los vampiros sin rey.
El Alfa Kevin soltó a Dragos y miró a Sophia.
—Debes ir con él Sophia —determinó con voz de Alfa.
—No quisiera separarme de mi madre y hermana —rogó Sophia.
—Ni ellas querían que te metieras esa porquería que consumiste comprometiendo tu magia, ahora atente a las consecuencias de tus actos, el rey Dragos te cuidará, sabe que su vida depende de ello.
Dragos furioso, pero a sabiendas que no es más poderoso que los Alfas supremos agarró a Sophia y se la llevó sin dejarla despedirse de nadie.
Sophia chilló y Dragos la metió en un vehículo sedan.
—Llama al aeropuerto, que tengan todo listo —ordenó Dragos a un chofer también vampiro.
—Yo no quiero ir contigo, ¡Briana!... —exclamó varias veces Sophia llamando a su hermana.
—Ahora sí quieres a tu hermana mayor, eres una cobarde.
—Te voy a matar desgraciado vampiro, así estaré libre de ti —lo amenazó en vano y ella lo sabe, llora de impotencia porque una vez más es esclava de una situación que no desea, primero de una silla de ruedas y ahora de un vampiro despiadado que no la ama.
Sophia continuó chillando y Dragos la ignoró de camino al aeropuerto, poco rato después se sintió cansada y el aroma de Dragos la desquiciaba, era como estar dentro de la mejor pastelería y estar hambriento y sin dinero, si cierra los ojos se ve a sí misma mordiendo su cuello; trata de acompasar sus latidos a los de él y poco a poco siente como sus latidos comienzan a ser espaciados; de nuevo la debilidad la arropa y siente que la vida se le escapa, con coraje lo mira y pronuncia lo más fuerte que puede y es un quejido: —Exijo regresar con mi familia. Dragos la observó directamente a los ojos y se puso más cómodo en el auto, disfrutando de su superioridad. —Empecemos por aclarar algo niña; primero tú no exiges, segundo, te dirigirás a mí con respeto, porque de ahora en adelante soy tu rey y tú mi esclava. —Prefiero morir antes de ser tu jodida esclava —contestó con hilo de voz Sophia y Dragos se echó a reír. —Tu loba no es tan inútil, ya no puedo hipnotizarte. Dr
Dragos fue a su habitación, quería sentirse él mismo de nuevo. Jamás a lo largo de su existencia sintió lo que siente por Sophia. Era una liga de sentimientos y ese era el problema, Dragos había bloqueado sus sentimientos y ahora regresaron y él no podía hacer nada por frenarlos, así que luchaba contra ellos. «Recuerda lo que le pasó a tu padre, la diosa quiere destruirme, pero no se lo permitiré, como siempre he obrado le daré vuelta a mi desgracia y sacaré partido de ello» Dragos sin poder dejar de pensar en Sophia analiza lo que pasó. Se sorprendió que Sophia tuviera recuerdos de haberlo conocido, se suponía que siendo humana debía ser por completo vulnerable, pero eso demostraba que ella tenía un gran poder, solo que ella lo malogró. Dragos se metió a la ducha y lo invade el recuerdo de los labios de Sophia, de su aroma y sabor, furioso porque ahora tiene una erección en toda regla sale del baño y consigue informes de vampiros jefes de nidos de transformados en su e
Sophia con un bonito vestido que le dio Agata y mucha resolución caminó cojeando de la pierna izquierda desde la torre hasta el castillo; el dolor era insoportable y no solo en su pierna, la necesidad de sangre de Dragos no la deja concentrar. Paró en frente de los dos vampiros que custodiaban la puerta del castillo, los guardias la miraron con curiosidad, detectaron que ella era loba, Sophia a su vez supo que ellos eran vampiros puros, demasiado fuertes para ella. — ¿Qué quiere una loba coja con el rey de los vampiros? —ambos se echaron a reír de manera burlona. —Más respeto sanguijuelas asquerosas, están ante la Alfa Sophia Lewis, pareja por destino de Dragos Vlad; así que abran la puerta. Los vampiros se vieron uno al otro y a punto estuvieron de partirla en dos, pero escucharon una voz detrás de ellos. — ¡La loba Alfa no miente! —Exclamó Zack, desde dentro del castillo y se acercó a la puerta a paso rápido —. Alfa Sophia, —expresó Zack efectuando el saludo de honor
Dragos no tenía intención de hacerle daño a Sophia, solo quería demostrarle que él era el rey y que ella no podía negarse a sus órdenes, era algo increíble para él como ella cayó, sin hacer ningún amago por caer de pie. —Dime de una vez si está viva o no —exigió Dragos y Zack lo vio un instante arrugando las cejas. — ¿Acaso no puedes escuchar los latidos de su débil corazón? No está muerta, solo ha perdido el sentido —espetó Zack revisando con cuidado la herida abierta que tiene en la cabeza. Dragos pasó una mano por su cabello y es cierto, puede oír sus latidos, pero no se había percatado porque se sentía culpable, prefirió no pensar más en ello, era una tontería, él no tenía sentimientos. Zack realizó un hechizo sanador y la herida en la cabeza de Sophia dejó de botar sangre. — ¡¿Cómo es posible que un sobrenatural pierda el sentido?! Por qué tuviste que curarla tú y no sanó por sí sola?, ¿por qué cayó con un simple empujón? —Indagaba Dragos sin parar observando par
Sophia había hecho sus propios planes, no creía ni una palabra de los hechiceros que le advirtieron que moriría sin la sangre de Dragos, después de todo, los hechiceros eran amigos de Dragos y no de ella. Estaba convencida que mientras más sangre consumía de Dragos más condicionada estaba su loba a él. Así que mientras estuvo en la torre prometió que si llegaba a salvarse de la muerte lucharía por una oportunidad de arreglar este desastre y encontrar a Dorian. «La marca puede con cualquier hechizo» Sophia pensó que su conexión con Dragos era mágica, pero si Dorian llegara a ser su mate lobo como ella deseaba y la marcaba; su loba idiota olvidaría a Dragos, a su obsesión por sangre y por fin sanaría y sería la loba Alfa que siempre debió ser, solo debía resistir mientras llegaba a New York. — ¿Y si no es Dorian mi mate? —Se preguntó llevada por su autopreservación—, entonces no importa, prefiero morir a quedarme aquí —murmuró apenas audible montada en el taxi que pidió a
Sophia no podía llegar con Dragos a New York, sería emboscar a Dorian, decidió intentar razonar con Dragos, pero él solo le dio dos opciones, o se iba a New York con él, o se quedaba en Rumania con él. —Tú no me querías a tu lado —señaló Sophia—, déjame ir. —Morirás sin mi sangre. En cuanto Sophia escuchó señalar ese detalle su garganta ardió, Dragos la miró entendiendo su necesidad y sujetó su brazo para dirigirla al estacionamiento. Como siempre junto a él, sus pensamientos y sentir eran ambiguos, literalmente tenía dos personalidades en conflicto. —Te odio Dragos Vlad. —Amor, odio, somos un mal chiste de Selene, pero decidí disfrutarlo, solo déjate llevar, ya estamos juntos en esto. Dragos la llevó hasta el auto y le abrió la puerta. —Tengo hambre —exclamó ella de forma hostil. Dragos no dijo nada, solo esperó a que ella subiera al auto. Sophia pudo montar más cómoda gracias a que la puerta abría hacia arriba, pues debía mover la pierna izquierda con
Sophia desesperada le gritaba a Dragos viendo hacia atrás. —Vienen más cerca, acelera que nos alcanzan. —Cállate y no me desconcentres, ellos no me alcanzaran. Dragos hizo una maniobra y a último momento salió de la autopista a una vía alterna y Sophia cayó sobre él, se acomodó en el asiento y se puso el cinturón de seguridad. Dragos metió el auto deportivo por el bosque. — ¿A dónde vamos por aquí? —Zack tiene una cabaña por aquí. —Por aquí no se ve nada. —Esa es la idea, está oculta con magia, pero creo que puedo rastrearla. Dragos apagó las luces del auto y a una pulsera de Sophia se le iluminaron los diamantes. — ¿Qué es eso? —preguntó Dragos. —Es un talismán que me dio Zulma. —Es la hechicera muerta que estaba en tu manada, la hermana de Zack ¿cierto? —indagó Dragos. Sophia afirmó con la cabeza y Dragos detuvo el auto. — ¿Crees que los hayamos pérdido? —preguntó Sophia desconcertada porque Dragos paró. —Están cerca, estoy seguro, pero
Sophia despierta en la cama más cómoda en la que ha estado en su vida, finas sábanas de algodón tibio con aroma muy similar al invierno de Alaska ligado al aroma más delicioso que ha sentido en su vida, abraza la almohada y frota la mejilla, entonces recuerda los hechos acontecidos y se sienta de golpe en la cama. Se mira y no está llena de sangre, está muy limpia y tiene un camisón de seda que escogió en la boutique a la que la llevó Dragos. Sophia mira a su alrededor y está en una amplia habitación con chimenea, es una cabaña, pero una enorme y con mucho lujo, escucha la puerta abrirse y sabe que es Dragos, él entra y la mira. Sophia nota su mirada apreciativa detenerse en el escote de su pecho un instante antes de volver a su rostro. —Me abandonaste… —lo acusó Sophia—, dijiste que estábamos juntos en esto y yo te creí como una imbécil, pero tú me dejaste como carnada para tener tiempo de escapar. Dragos no objetó nada, entró a la habitación cerrando la puerta y se sentó en