El Alfa Jared y sus hombres llegaron a Alaska con Sophia y Dorian, Thalia la madre de Sophia y Emma la Beta de Briana ya tenían casi todo listo para la boda. Apenas llegó Sophia la agarraron del brazo y la apartaron del novio arguyendo que debían verse de nuevo frente a los Alfas Supremos que los casarían por las leyes de su especie. A Sophia la llevaron a su habitación y estaba allí Rhiannon cosiendo canutillos y brillantes a un espectacular vestido blanco. —Rhian, viniste —Sophia se echó a llorar y la abrazó. —Claro que vine, ¿cómo se te ocurre que me perdería la boda de mi mejor amiga? —Es que creí que Gerald… —Él no vino —musitó Rhiannon y Sophia lloró más, Mystique estaba igual de triste y por completo acoplada con Sophia, ambas vueltas un lío. —Es lo mejor, pero lo extrañaremos Mystique y yo. —Él te manda los mejores deseos, Sophi, pero la cosa es que como todo está tan tenso con el Alfa de la Manada Lucero, mi hermano Kevin prefirió tener
Sophia parpadeó y ya no estaba en su habitación, sintió la brisa en su cara y la hermosa vista nevada. —Esto es Transilvania —Sophia puso las manos en su boca y de repente estaba muy nerviosa—, ¿cómo llegué aquí? Mystique le respondió: «La diosa nos trajo; comprendí que antes la culpa no me dejaba verlo, pensé que mi error comenzó en aconsejar a Nora venir con Costel, que eso causó su muerte y sufrimiento de Nora, temía equivocarme contigo, pero ahora entiendo porque volví en ti, Sophia, yo le debo esto a Dragos» Sophia no estaba tan segura y le contestó en su fuero interno. « ¿Y si Dragos me rechaza?, nosotros nos despedimos, ahora estoy aquí vestida de novia para casarme con otro» — ¡Sophia! —Ella volteó al escuchar la voz que la llamó y quiere desaparecer, ahora le parece que realmente es mala idea, pero sin embargo, Dragos está lejos de criticar su presencia, se la devora con la mirada—. Estás bellísima. Sophia se mira el enorme vestido. —Soy una desvergo
Horas más tarde Dragos y Gerald recibían a la manada suprema en las puertas del reino. — ¿Sophia está bien? —Preguntó Briana. —Está en el castillo —respondió Dragos serio. —Estoy de acuerdo que esté contigo —le aclaró Briana—, o mejor dicho, que esté de acuerdo está por verse, pero no vengo a pelear contra ti, la diosa le informó a Kiara que la ayudó a llegar aquí. —El problema es que aunque Dorian no quiere una guerra y solo viene por su mujer, el Alfa de la manada Lucero si desea sublevarse desde hace rato —informó Kevin. —Sophia no se irá con él, no sin que antes me mate, y si lo hace la guerra se desatará igual —dictaminó Dragos. —Más aún si el Alfa Jared viene a matarme —anunció Gerald. — ¿Qué tiene contra ti el otro Alfa? —le preguntó Dragos a Gerald. —Un lobo abominable mató a su padre, justo después de decir que yo era quien los lideraba para derrocar a August. —¿No era cierto? —Preguntó Dragos. — ¡Claro que no! —gritó Gerald exasperado. —Solo
—Dorian por favor resiste —le pidió Sophia llorando, el licántropo seguía vomitando sangre—. Debo llevarte con los hechiceros, ellos podrán ayudarte. Sophia trató de moverlo, pero de nuevo el puñal se movió dentro de su pecho. —Esa desgraciada hechicera ¿cuántas vidas más desgraciará? —Ya ninguna, le arranqué la cabeza —murmuró Dorian. — ¿Por qué te atravesaste?, la tenía dominada. —Mi instinto era proteger a mi mujer. Eso hizo llorar más a Sophia. —Perdón Dorian, soy yo la culpable de tu muerte. —No te preocupes, ya me había llegado la hora antes y me salvaste para darme un poco de la felicidad siendo mía. —Yo no me canso de hacer las cosas mal, de lastimar a otros. —No es mi caso, tú eras mía y no supe verlo, cuando me di cuenta, ya era tarde, ahora al menos no pasaré por el dolor que me rechaces. —Lo dices como si no te doliera tu herida. —Debo verme muy macho, morir como un Alfa. Ay Dorian —se lamentó Sophia abrazándolo. —No estás hipnotiz
Dragos tomó la mano de Sophia y se alejaron, Dragos la llevó a la naciente del río. —Me encanta este lugar —le dijo Sophia—, aquí descubrí que te amaba, creo que tú también. Dragos sonrió. —Yo empecé a amarte antes de eso, también en un río. Sophia lo recordó. —Que mentiroso eres, me pediste olvidar y jamás buscar a los vampiros. —Por eso huiste de mí, porque ya tú querías quedarte. —Qué presumido eres, aparte de mentiroso. Dragos reía a carcajadas. —Te dije que nunca te acercaras a los vampiros porque me asustó lo que sentí por ti, yo solo quería alimentar mi absurda infelicidad y sabía que tú traerías luz a mi vida oscura. Sophia lloró. —Es lindo que lo pienses, y también irónico, porque tú me sacaste de la oscuridad —Sophia calló un instante de reflexión—. Mi padre decía que tiene que ser de noche para que podamos ver la belleza de la luna y las estrellas, quizás tú y yo nos enamoramos debido a nuestra oscuridad. —Eso está bien, porque yo no podr
6 meses después. Sophia estaba arreglando su cabello frente al espejo. —Sophia, Zack nos espera para llevarnos a La Corte —le informó Dragos abriendo la puerta de su alcoba. —Dragos, ¿cómo crees que debo presentarme con el cabello suelto o recogido? Dragos entró y cerró la puerta. —Mi amor, yo te prefiero desnuda, con el cabello suelto, pero debemos irnos, a menos que quieras quedarte, yo encantado. —Hablo en serio. —Yo también… —Creo que estaré bien con un semirecogido, para verme distinguida, pero amistosa, ¿cómo crees que deberían verme los estudiantes en la academia? —No por más de cinco segundo y sin olvidar que eres mi reina si quieren seguir viviendo. —Dragos, como directora de la Academia para Sobrenaturales tendré que hablar seguido con muchachos tontos recién transformados, pero sabré darme a respetar como su directora, no como reina de los vampiros. Dragos rodó los ojos. —Aun no me convence tu trabajo. «Si te quedas junto a
Dragos estaba furioso y prefirió alejarse de la multitud. Hace poco, vampiros, licántropos y hechiceros se habían unido para acabar con el rey de los licántropos. Ahora en medio del júbilo por la victoria y lo más cerca de la paz que habían estado nunca licántropos y vampiros, la diosa Selene manifestó que quería reunirse en persona con los lobos de una manada elegida. La diosa de la Luna no convocó a Dragos, lo ignoró como es su costumbre, aun cuando Dragos era su nieto verdadero y por derecho, lo más cercano a un dios entre los sobrenaturales. Sus súbditos vampiros no lo podían creer, la diosa se presentaría en este plano y no convocaba al rey de los vampiros, se preguntaban si seguirían presos de la maldición que la diosa impuso al padre de Dragos para todos ellos por más de medio milenio. —Desgraciada, por eso mi padre quiso matarte —musitó Dragos y deseó que la diosa pudiera oírlo, caminaba por el bosque a la orilla del río, no tenía rumbo, solo quería alejarse—.
—Jamás vi algo así… —Esa niña envenenó a su loba con cicuta y la ha malogrado… Sophia escuchaba los comentarios preocupados y curiosos, mientras atravesaba un verdadero infierno. ¡CRASH! Sophia gritó cuando su columna volvió a quebrarse agónicamente, puso sus manos en el suelo y se concentró en sus dedos, ese era el consejo de su padre para atravesar la primera transformación, le parecía escucharlo animándola, consolándola; como siempre… «Observa tus manos Sophia, verás las grandes patas de tu loba materializarse, su color y ella te hablará, el dolor habrá pasado antes que puedas darte cuenta» Sophia lo hizo, se concentró en sus manos, pero no cambiaban, una bruma espesa y verdosa comenzó a salir de ella, transpiraba aquello que hizo dar un paso atrás a los licántropos cercanos, y el dolor en cada poro de su cuerpo lo siente como si clavaran agujas profundas… —Su loba está sacando la cicuta de su sistema, dejen que ella haga su magia… —Expresó alguien y Sop