Sophia había hecho sus propios planes, no creía ni una palabra de los hechiceros que le advirtieron que moriría sin la sangre de Dragos, después de todo, los hechiceros eran amigos de Dragos y no de ella. Estaba convencida que mientras más sangre consumía de Dragos más condicionada estaba su loba a él. Así que mientras estuvo en la torre prometió que si llegaba a salvarse de la muerte lucharía por una oportunidad de arreglar este desastre y encontrar a Dorian. «La marca puede con cualquier hechizo» Sophia pensó que su conexión con Dragos era mágica, pero si Dorian llegara a ser su mate lobo como ella deseaba y la marcaba; su loba idiota olvidaría a Dragos, a su obsesión por sangre y por fin sanaría y sería la loba Alfa que siempre debió ser, solo debía resistir mientras llegaba a New York. — ¿Y si no es Dorian mi mate? —Se preguntó llevada por su autopreservación—, entonces no importa, prefiero morir a quedarme aquí —murmuró apenas audible montada en el taxi que pidió a
Sophia no podía llegar con Dragos a New York, sería emboscar a Dorian, decidió intentar razonar con Dragos, pero él solo le dio dos opciones, o se iba a New York con él, o se quedaba en Rumania con él. —Tú no me querías a tu lado —señaló Sophia—, déjame ir. —Morirás sin mi sangre. En cuanto Sophia escuchó señalar ese detalle su garganta ardió, Dragos la miró entendiendo su necesidad y sujetó su brazo para dirigirla al estacionamiento. Como siempre junto a él, sus pensamientos y sentir eran ambiguos, literalmente tenía dos personalidades en conflicto. —Te odio Dragos Vlad. —Amor, odio, somos un mal chiste de Selene, pero decidí disfrutarlo, solo déjate llevar, ya estamos juntos en esto. Dragos la llevó hasta el auto y le abrió la puerta. —Tengo hambre —exclamó ella de forma hostil. Dragos no dijo nada, solo esperó a que ella subiera al auto. Sophia pudo montar más cómoda gracias a que la puerta abría hacia arriba, pues debía mover la pierna izquierda con
Sophia desesperada le gritaba a Dragos viendo hacia atrás. —Vienen más cerca, acelera que nos alcanzan. —Cállate y no me desconcentres, ellos no me alcanzaran. Dragos hizo una maniobra y a último momento salió de la autopista a una vía alterna y Sophia cayó sobre él, se acomodó en el asiento y se puso el cinturón de seguridad. Dragos metió el auto deportivo por el bosque. — ¿A dónde vamos por aquí? —Zack tiene una cabaña por aquí. —Por aquí no se ve nada. —Esa es la idea, está oculta con magia, pero creo que puedo rastrearla. Dragos apagó las luces del auto y a una pulsera de Sophia se le iluminaron los diamantes. — ¿Qué es eso? —preguntó Dragos. —Es un talismán que me dio Zulma. —Es la hechicera muerta que estaba en tu manada, la hermana de Zack ¿cierto? —indagó Dragos. Sophia afirmó con la cabeza y Dragos detuvo el auto. — ¿Crees que los hayamos pérdido? —preguntó Sophia desconcertada porque Dragos paró. —Están cerca, estoy seguro, pero
Sophia despierta en la cama más cómoda en la que ha estado en su vida, finas sábanas de algodón tibio con aroma muy similar al invierno de Alaska ligado al aroma más delicioso que ha sentido en su vida, abraza la almohada y frota la mejilla, entonces recuerda los hechos acontecidos y se sienta de golpe en la cama. Se mira y no está llena de sangre, está muy limpia y tiene un camisón de seda que escogió en la boutique a la que la llevó Dragos. Sophia mira a su alrededor y está en una amplia habitación con chimenea, es una cabaña, pero una enorme y con mucho lujo, escucha la puerta abrirse y sabe que es Dragos, él entra y la mira. Sophia nota su mirada apreciativa detenerse en el escote de su pecho un instante antes de volver a su rostro. —Me abandonaste… —lo acusó Sophia—, dijiste que estábamos juntos en esto y yo te creí como una imbécil, pero tú me dejaste como carnada para tener tiempo de escapar. Dragos no objetó nada, entró a la habitación cerrando la puerta y se sentó en
Sophia se tensó, no puede evitar que su núcleo palpite al ritmo de su desbocado corazón, que el aroma de Dragos la haga desearlo como demente, pero está molesta y uno de sus muchos defectos es ser rencorosa. —Me fascina como respondes a mí aun contra tu voluntad, dime si no es lo que te causa un puto dios —presumió Dragos disfrutando del aroma de la excitación de Sophia. Sophia rodó los ojos y chasqueó la lengua con desprecio, Dragos apenas levantó un lado de sus labios en amago de una sonrisa y dejó caer su rostro hasta pegar su frente a ella. El cabello rubio de Dragos le hizo cosquillas en la nariz y luego en el cuello cuando él bajó a su pecho. Sophia se ordena a sí misma quedarse muy quieta. —Sabes lo que debes hacer Sophia, solo pídemelo y te daré lo que deseas. Sophia muerde su labio inferior y lo desea muchísimo, sin embargo dice: —Trucos de feria, cualquier vampiro causaría en mi la excitación absurda que siento, nada tiene que ver contigo. Dragos e
Dragos estaba bajo la ducha de una de las habitaciones de la cabaña, lejos de la habitación de Sophia, había pasado un día desde que besó los muslos llenos de cicatrices de Sophia y aun no podía superarlo. A Dragos jamás le ha importado nada, parte de sus poderes vampíricos son aplicar placer sexual con la mordida por obvias razones. Un humano está más presto a dar su sangre de buena gana si está sintiendo placer. Los besos, las caricias, todo eso está sobrevalorado para un hombre acostumbrado a solo tomar lo que desea. No que no hubiera tenido en su larga existencia amantes con las cuales ha disfrutado de la experiencia, vampiresas y otras sobrenaturales, incluso humanas, tan versadas en las artes amatorias que hacían del sexo un juego de resistencia y exhibición de talentos. Sophia que ha tenido la mala suerte de ser su pareja destinada era la última mujer a la cual quiere ofrecer caricias, aunque la desea con toda su alma inexistente. Y ese era el condenado problema, e
Dragos no dijo nada delante de la manada suprema, pero estaba preocupado, Sophia no debió traspasar la barrera mágica, Zack se la había hecho y no tenía respuesta, pensó que así estarían vulnerables, sin embargo, después hablarían de eso. Una vez dentro del castillo, Dragos se sentó con su recién estrenada familia, incluyendo su recién descubierto medio hermano Gerald que tomó la palabra. —Sophia está mejor si pudo matar a dos hombres. Sophia jugó con sus manos y agarró su cabello nerviosa. —En realidad, lo hizo mi loba, pero a media fase —murmuró. Los lobos abrieron los ojos como platos. —Si Sophia quedó a media fase de transformación, quiere decir que no está en armonía con su loba —declaró Kevin, el Alfa Supremo sabía exactamente cómo era eso. Briana se preocupó por su hermana. —Sophia, ¿te has transformado de nuevo? Sophia negó con la cabeza. —Ni siquiera sé el nombre de mi loba, ella me detesta. Briana puso sus manos en el rostro. —Dragos ¿qué
Xiomara era una chica pelirroja y baja de estatura, pero como es bien sabido, el veneno viene en frascos pequeños. La hechicera seguía riendo de forma burlona. —Niña, ¿de dónde sacas que el rey Dragos te hará reina?, ¿acaso él te lo ha dicho? No seas ilusa y sal de esa burbuja romántica —Inquirió muy segura y Sophia enfurece, porque Xiomara demuestra tal seguridad que le hace saber que ella conoce muy bien a Dragos y en cambio ella no sabe nada de él realmente. — ¿Quién es esta mujer? —Preguntó Sophia. —Vamos a calmarnos quieren —intervino Agata sonriendo—, no hay necesidad de tanto drama, menos por un hombre —Agata rio—, qué me dicen, poder femenino. Ni a Sophia, ni a Xiomara les hizo gracia el intento de calmar los ánimos de Agata. — ¿Quieres saber quién soy? —Inquirió Xiomara levantando el pecho y la barbilla—, pues soy la hechicera que puede sacar la cicuta de tu sistema, pero pongamos las cosas en su lugar —Xiomara ahora puso sus brazos en jarra—. Para que s