Sophia despierta en la cama más cómoda en la que ha estado en su vida, finas sábanas de algodón tibio con aroma muy similar al invierno de Alaska ligado al aroma más delicioso que ha sentido en su vida, abraza la almohada y frota la mejilla, entonces recuerda los hechos acontecidos y se sienta de golpe en la cama. Se mira y no está llena de sangre, está muy limpia y tiene un camisón de seda que escogió en la boutique a la que la llevó Dragos. Sophia mira a su alrededor y está en una amplia habitación con chimenea, es una cabaña, pero una enorme y con mucho lujo, escucha la puerta abrirse y sabe que es Dragos, él entra y la mira. Sophia nota su mirada apreciativa detenerse en el escote de su pecho un instante antes de volver a su rostro. —Me abandonaste… —lo acusó Sophia—, dijiste que estábamos juntos en esto y yo te creí como una imbécil, pero tú me dejaste como carnada para tener tiempo de escapar. Dragos no objetó nada, entró a la habitación cerrando la puerta y se sentó en
Sophia se tensó, no puede evitar que su núcleo palpite al ritmo de su desbocado corazón, que el aroma de Dragos la haga desearlo como demente, pero está molesta y uno de sus muchos defectos es ser rencorosa. —Me fascina como respondes a mí aun contra tu voluntad, dime si no es lo que te causa un puto dios —presumió Dragos disfrutando del aroma de la excitación de Sophia. Sophia rodó los ojos y chasqueó la lengua con desprecio, Dragos apenas levantó un lado de sus labios en amago de una sonrisa y dejó caer su rostro hasta pegar su frente a ella. El cabello rubio de Dragos le hizo cosquillas en la nariz y luego en el cuello cuando él bajó a su pecho. Sophia se ordena a sí misma quedarse muy quieta. —Sabes lo que debes hacer Sophia, solo pídemelo y te daré lo que deseas. Sophia muerde su labio inferior y lo desea muchísimo, sin embargo dice: —Trucos de feria, cualquier vampiro causaría en mi la excitación absurda que siento, nada tiene que ver contigo. Dragos e
Dragos estaba bajo la ducha de una de las habitaciones de la cabaña, lejos de la habitación de Sophia, había pasado un día desde que besó los muslos llenos de cicatrices de Sophia y aun no podía superarlo. A Dragos jamás le ha importado nada, parte de sus poderes vampíricos son aplicar placer sexual con la mordida por obvias razones. Un humano está más presto a dar su sangre de buena gana si está sintiendo placer. Los besos, las caricias, todo eso está sobrevalorado para un hombre acostumbrado a solo tomar lo que desea. No que no hubiera tenido en su larga existencia amantes con las cuales ha disfrutado de la experiencia, vampiresas y otras sobrenaturales, incluso humanas, tan versadas en las artes amatorias que hacían del sexo un juego de resistencia y exhibición de talentos. Sophia que ha tenido la mala suerte de ser su pareja destinada era la última mujer a la cual quiere ofrecer caricias, aunque la desea con toda su alma inexistente. Y ese era el condenado problema, e
Dragos no dijo nada delante de la manada suprema, pero estaba preocupado, Sophia no debió traspasar la barrera mágica, Zack se la había hecho y no tenía respuesta, pensó que así estarían vulnerables, sin embargo, después hablarían de eso. Una vez dentro del castillo, Dragos se sentó con su recién estrenada familia, incluyendo su recién descubierto medio hermano Gerald que tomó la palabra. —Sophia está mejor si pudo matar a dos hombres. Sophia jugó con sus manos y agarró su cabello nerviosa. —En realidad, lo hizo mi loba, pero a media fase —murmuró. Los lobos abrieron los ojos como platos. —Si Sophia quedó a media fase de transformación, quiere decir que no está en armonía con su loba —declaró Kevin, el Alfa Supremo sabía exactamente cómo era eso. Briana se preocupó por su hermana. —Sophia, ¿te has transformado de nuevo? Sophia negó con la cabeza. —Ni siquiera sé el nombre de mi loba, ella me detesta. Briana puso sus manos en el rostro. —Dragos ¿qué
Xiomara era una chica pelirroja y baja de estatura, pero como es bien sabido, el veneno viene en frascos pequeños. La hechicera seguía riendo de forma burlona. —Niña, ¿de dónde sacas que el rey Dragos te hará reina?, ¿acaso él te lo ha dicho? No seas ilusa y sal de esa burbuja romántica —Inquirió muy segura y Sophia enfurece, porque Xiomara demuestra tal seguridad que le hace saber que ella conoce muy bien a Dragos y en cambio ella no sabe nada de él realmente. — ¿Quién es esta mujer? —Preguntó Sophia. —Vamos a calmarnos quieren —intervino Agata sonriendo—, no hay necesidad de tanto drama, menos por un hombre —Agata rio—, qué me dicen, poder femenino. Ni a Sophia, ni a Xiomara les hizo gracia el intento de calmar los ánimos de Agata. — ¿Quieres saber quién soy? —Inquirió Xiomara levantando el pecho y la barbilla—, pues soy la hechicera que puede sacar la cicuta de tu sistema, pero pongamos las cosas en su lugar —Xiomara ahora puso sus brazos en jarra—. Para que s
Sophia no tenía control de su cuerpo, está al fondo de su conciencia, con miedo y es entendible, los licántropos le temen a esta condición, puede ver que está subiendo una colina. «Loba, por favor, regrésame mi cuerpo» La respuesta de la loba de Sophia fue un gruñido y continuó caminando, con dificultad por la inmovilidad y debilidad de su pierna izquierda, ayudándose con sus fuertes garras para afianzarse a las rocas y el hielo resbaloso, cae una nevada y al menos el frío no es problema para ella. La loba apoderada de la autonomía del cuerpo de Sophia era torpe, pero Sophia hacia todo lo que podía para mantenerse presente, rogando el control de su cuerpo, en cuando Sophia se dio cuenta que cazaba una ardilla y la atrapó y despellejó y comió como si fuera una loba completa quiso morirse, perdió la esperanza, estaba avergonzada de su debilidad y mal manejo de su magia, siempre soñó con ser una Alfa poderosa y ni siquiera podía controlar a su loba y se convirtió en salvaje, p
Sophia sentía en su boca el sabor de la sangre de Dragos, aunque está confundida recuerda que había perdido todo el control de su cuerpo. Abrazó a Dragos pasando las manos debajo de sus brazos y pegó la cara en su pecho, con él se sentía amparada. —Gracias —dijo con voz entrecortada por el llanto. Dragos aún estupefacto por lo que le acababa de decir Mystique no había tomado en cuenta la acción de Sophia, hasta que escuchó agradecerle con tanto sentimiento. Él era un rey y sus súbditos le tenían terror y eso era para él más que suficiente, Xiomara tenía su propia agenda, quería poder, placer y control sobre otros, igual que él, pero el cariño que escuchó en la voz de Sophia, no lo había escuchado en más de un milenio, recordó a su hermana y como se refugiaba en su pecho, hoy en día vivía muy lejos de él después de gritarle que lo odiaba. Dragos despegó a Sophia de su pecho y disimuló una sonrisa. —Ya está bien niña, regresemos al castillo, tu familia está muy preocup
Dragos la besó, mordiendo con poca delicadeza la carne de su labio inferior, expresando su deseo por ella de la forma tosca que conoce, pero eso a Sophia no le importaba, jamás imaginó que alguna vez anhelaría tanto los fríos labios de un vampiro. Un jadeo salió de su boca cuando la abrió para entregarse al beso demandante de Dragos, él respondió apretándola más contra él, era fuerte; pero a ella no le importó, por el contrario se aferró más a él apretando sus mechones mojados entre los puños mientras sentía el implacable asalto de su lengua, el roce de su piel contra sus erguidos pezones y la dureza de su hombría contra su pelvis. Dragos jamás disfrutó tanto besar a una mujer, lo veía como una pérdida de tiempo, con solo hipnotizar a una hembra podía desahogarse y con toda seguridad ella sentiría placer, pero besar a Sophia era para él una delicia. Sophia entrelazó sus piernas a él aferrándose a sus caderas, Dragos la acomodó y tuvo frente a él sus pechos, Sophia miró el ham