Dragos fue a su habitación, quería sentirse él mismo de nuevo. Jamás a lo largo de su existencia sintió lo que siente por Sophia.
Era una liga de sentimientos y ese era el problema, Dragos había bloqueado sus sentimientos y ahora regresaron y él no podía hacer nada por frenarlos, así que luchaba contra ellos.
«Recuerda lo que le pasó a tu padre, la diosa quiere destruirme, pero no se lo permitiré, como siempre he obrado le daré vuelta a mi desgracia y sacaré partido de ello»
Dragos sin poder dejar de pensar en Sophia analiza lo que pasó. Se sorprendió que Sophia tuviera recuerdos de haberlo conocido, se suponía que siendo humana debía ser por completo vulnerable, pero eso demostraba que ella tenía un gran poder, solo que ella lo malogró.
Dragos se metió a la ducha y lo invade el recuerdo de los labios de Sophia, de su aroma y sabor, furioso porque ahora tiene una erección en toda regla sale del baño y consigue informes de vampiros jefes de nidos de transformados en su escritorio, era demasiado desalentador para los pocos días que se ausentó; el mundo después de la muerte del anterior rey de los licántropos era otro.
Preocupado por la situación decide concertar una reunión, alejarse de Sophia y centrarse en los problemas de su reino, pensó que eso le daría la perspectiva correcta y podría de nuevo no sentir nada.
Ivantie es el más fiel y allegado de su servicio, le tenía la mesa servida con delicateses de su chef personal, Dragos contento probó la comida, cerró los ojos exasperado, no tenía sabor, al igual que todo lo que ha comido después de que probó la sangre de Sophia, la comida era cartón y la sangre de la chica del callejón completamente asquerosa.
Dragos resignado apenas pellizcó la comida.
— ¿Algún problema con la comida señor?
Dragos ignoró a su sirviente.
— ¿La chica sigue dando problemas?
—No señor, se ha quedado callada, quería saber ¿cuál es el trato que recibirá la chica, es su rehén?
Dragos se levantó y limpió con una servilleta de lino.
—No sé cómo describir qué diablos es ella, Ivantie, por lo pronto dejaré que extrañe el mundo exterior, así aprende quién manda.
—Como ordene señor.
—Voy a la reunión con los jefes de los nidos más importantes del continente, necesito saber cómo están.
—Señor, desde que cayó el antiguo rey de los licántropos, los nigromantes que lo respaldaban son libres y quieren reinar sobre los vampiros, lamentablemente en apenas días han diezmado la población al destruir a vampiros creadores, los torturan, los obligan a incinerarse ellos mismos al no poder darles lo que buscan, quieren entrar aquí, acabar con usted.
Dragos apretó las mandíbulas.
—Estoy en eso Ivantie, nuestra amiga de la torre ayudará con eso.
En el cuarto de la torre había un extremo en lo alto donde tres bloques se habían desprendido, la luz de la luna se filtró por allí.
Sophia en posición fetal en una esquina siente la luz de la luna en su cara y voltea hacia arriba.
—Querías verme, aquí estoy, finge que te importo si quieres —musitó Sophia dirigiéndose a la diosa de la luna que le hace saber que la ve y escucha.
Sophia cerró los ojos de nuevo, una vez más la debilidad fría se esparce por su cuerpo y tiene su corazón haciendo paréntesis en el bombeo, sabía que estaba muriendo.
Se concentró en recordar a Dorian y una lágrima surcó su rostro, el recuerdo no era igual, no lo añoraba como antes y sintió rabia, no era justo que su loba dirigiera su corazón si no podía acoplarse por completo a su cuerpo, curarla y hacerla fuerte.
— ¿Por qué me hiciste esto? —Preguntó mirando la luna—. Si no ibas a perdonarme al menos pudiste matarme, ¿para qué la lección?, ¿qué aprenderé amando a una bestia?, solo me convertiré en una —se ríe ante la ironía—. Igual ya todos me veían como una bestia y un caso perdido.
Sophia miró hacia arriba bañada por la luz de la luna.
—Llévame de este mundo, permíteme ver a mi padre, libérame por favor —imploró a la diosa de la luna.
Nada ocurrió y ella lloró ahora con gritos y desespero, sacó fuerzas de donde ya no tenía y golpeó el suelo de piedra con sus puños.
— ¿Por qué no soy yo digna de tu misericordia?, a mi hermana la llevaste al lugar de los dioses, viniste en persona a darle poderes especiales, en cambio para mí solo hay sufrimiento, y cuando creo que todo va a mejorar, me das una loba defectuosa y además me emparejas al más cruel de los seres para que me torture, a mí no me soporta ni siquiera mi familia. Sé que soy poca cosa para el mundo, pero no merezco ser un experimento. Él no me quiere, ¡jamás podrás unir a licántropos y vampiros! Solo déjame morir…
Una explosión la hace abrir los ojos apenas, la puerta del cuarto está hecha añicos.
— ¡Sophia!, hey no te mueras niña, lucha un poco más.
Sophia trata de ubicar quien le habla, pero ya no puede ver nada.
—Zack, te juro que si Sophia muere no moveré un dedo para defenderte, solo a ti se te ocurre confiar en Dragos Vlad.
Cuando Zack de camino a Transilvania le explicó a su esposa lo que había ocurrido y que él sabía antes de la transformación de Sophia que Dragos era su pareja destinada se puso furiosa, al llegar al reino de Dragos y enterarse que estaba en la torre fue peor.
—Agata, mi vida, Dragos no sabe que ella está tan mal, no le dije que mientras más sangre de él consuma más cantidad necesita hasta que finalmente deba completar el vínculo, él no la quiere muerta.
—Pues es exactamente lo que está pasando, Briana le declarará la guerra a los vampiros si muere su hermana y a ver qué lado tomas.
Zack conjuró una ampolla de sangre y la ofreció a Agata.
—La sangre de Dragos tiene varios usos, tengo algo conmigo.
—Dame acá despreciable mentiroso —le arrancó Agata y la abrió en los labios de Sophia.
—Agata, no te enojes conmigo, yo siempre estaré de tu lado, no de nadie más.
—Ahora mismo estoy muy enfadada contigo, porque nos comprometimos a cuidar a Sophia cuando Dragos no le hace caso ni a la misma diosa.
—Dragos no la dejará morir, pero recuerda que le prometiste ayudarlo a tolerar la necromancia y si no le cumples no quiero a Dragos como enemigo y la única manera de que puedas conseguir ese hechizo es con Sophia, solo estoy velando por nuestra seguridad.
—Ve al castillo, Sophia es la reina de este sitio y si no le dan el puesto al menos le darán un lugar en el castillo y no en esta pocilga para reos.
Zack se acercó y le robó un beso a Agata antes de desaparecer, Agata sonrió, ella amaba a su esposo, aunque fuera un muérgano.
—Sophia, ¿estás mejor? —Indagó Agata angustiada dándole golpecitos en la mejilla.
Sophia abrió los ojos poco a poco.
—Agata… Sí, me siento mejor.
—Ahora tengo varias cosas que hablar contigo, porque si quieres mantenerte con vida en el reino de Dragos Vlad tienes que aprender a comportarte.
—Yo no me arrodillaré ante un vampiro despreciable.
—Sophia, si del cielo te caen limones, aprendes hacer limonada y no te preocupes, no creo que siendo pasiva logres avanzar con Dragos, debes comportarte como una Loba Alfa, Sophia Lewis, eso es lo que eres, una Alfa loba que ahora es reina de los putos colmilludos…
En cuanto Zack llegó al castillo, Dragos salió de sus aposentos y lo miró sonriendo.
— ¿Dónde está Sophia? —preguntó Zack.
—No te hagas que con lo metomentodo que eres ya debes saber que está en la torre.
— ¿Le diste sangre antes de tirarla en el lugar más horrible de tu reino?
—Claro que le di.
— ¿Cuándo?, estaba prácticamente muerta cuando llegamos —espetó Zack molesto—, Agata le dio de mis ampollas que guardo con tu sangre para emergencia.
— ¿No murió? —preguntó Dragos sin mostrar preocupación alguna.
—Se salvó, pero apenas —confirmó Zack y caminó junto a él ya que Dragos ni siquiera paró a conversar.
Dragos caminó resuelto hacia la entrada, lo esperaba el chofer con la puerta del auto abierta.
— ¿A dónde vas, Dragos? —Inquirió Zack exasperado.
—Mi reino estuvo descuidado por el tiempo que pasé fuera, convoqué una reunión de líderes de nidos, ahora que los vampiros están consiguiendo parejas destinadas es un problema enorme las uniones con otra raza, estamos siendo atacados y muchos se irán a otros bandos por miedo.
—Deben escoger un bando y lo conveniente es que te abandonen, pero los hijos híbridos de quienes tengan parejas licántropos estarán bajo el dominio de Gerald, tu medio hermano híbrido, es por eso que debes hacer un pacto con la manada suprema.
— ¿Y no fue lo que hice? —Expresó Dragos abriendo las palmas—. Le quité a la niña malcriada, soy familia de ellos ahora.
Dragos se montó en la parte de atrás del vehículo.
—Dragos, no puedes irte sin Sophia, ella necesita más sangre cada menos tiempo.
—Tardaré a lo sumo dos días en regresar, sé que tienes suficientes ampollas.
—Esas son para una emergencia para mí.
—Yo no estaré, eso implica una emergencia para todos, no la dejes morir.
Sophia con un bonito vestido que le dio Agata y mucha resolución caminó cojeando de la pierna izquierda desde la torre hasta el castillo; el dolor era insoportable y no solo en su pierna, la necesidad de sangre de Dragos no la deja concentrar. Paró en frente de los dos vampiros que custodiaban la puerta del castillo, los guardias la miraron con curiosidad, detectaron que ella era loba, Sophia a su vez supo que ellos eran vampiros puros, demasiado fuertes para ella. — ¿Qué quiere una loba coja con el rey de los vampiros? —ambos se echaron a reír de manera burlona. —Más respeto sanguijuelas asquerosas, están ante la Alfa Sophia Lewis, pareja por destino de Dragos Vlad; así que abran la puerta. Los vampiros se vieron uno al otro y a punto estuvieron de partirla en dos, pero escucharon una voz detrás de ellos. — ¡La loba Alfa no miente! —Exclamó Zack, desde dentro del castillo y se acercó a la puerta a paso rápido —. Alfa Sophia, —expresó Zack efectuando el saludo de honor
Dragos no tenía intención de hacerle daño a Sophia, solo quería demostrarle que él era el rey y que ella no podía negarse a sus órdenes, era algo increíble para él como ella cayó, sin hacer ningún amago por caer de pie. —Dime de una vez si está viva o no —exigió Dragos y Zack lo vio un instante arrugando las cejas. — ¿Acaso no puedes escuchar los latidos de su débil corazón? No está muerta, solo ha perdido el sentido —espetó Zack revisando con cuidado la herida abierta que tiene en la cabeza. Dragos pasó una mano por su cabello y es cierto, puede oír sus latidos, pero no se había percatado porque se sentía culpable, prefirió no pensar más en ello, era una tontería, él no tenía sentimientos. Zack realizó un hechizo sanador y la herida en la cabeza de Sophia dejó de botar sangre. — ¡¿Cómo es posible que un sobrenatural pierda el sentido?! Por qué tuviste que curarla tú y no sanó por sí sola?, ¿por qué cayó con un simple empujón? —Indagaba Dragos sin parar observando par
Sophia había hecho sus propios planes, no creía ni una palabra de los hechiceros que le advirtieron que moriría sin la sangre de Dragos, después de todo, los hechiceros eran amigos de Dragos y no de ella. Estaba convencida que mientras más sangre consumía de Dragos más condicionada estaba su loba a él. Así que mientras estuvo en la torre prometió que si llegaba a salvarse de la muerte lucharía por una oportunidad de arreglar este desastre y encontrar a Dorian. «La marca puede con cualquier hechizo» Sophia pensó que su conexión con Dragos era mágica, pero si Dorian llegara a ser su mate lobo como ella deseaba y la marcaba; su loba idiota olvidaría a Dragos, a su obsesión por sangre y por fin sanaría y sería la loba Alfa que siempre debió ser, solo debía resistir mientras llegaba a New York. — ¿Y si no es Dorian mi mate? —Se preguntó llevada por su autopreservación—, entonces no importa, prefiero morir a quedarme aquí —murmuró apenas audible montada en el taxi que pidió a
Sophia no podía llegar con Dragos a New York, sería emboscar a Dorian, decidió intentar razonar con Dragos, pero él solo le dio dos opciones, o se iba a New York con él, o se quedaba en Rumania con él. —Tú no me querías a tu lado —señaló Sophia—, déjame ir. —Morirás sin mi sangre. En cuanto Sophia escuchó señalar ese detalle su garganta ardió, Dragos la miró entendiendo su necesidad y sujetó su brazo para dirigirla al estacionamiento. Como siempre junto a él, sus pensamientos y sentir eran ambiguos, literalmente tenía dos personalidades en conflicto. —Te odio Dragos Vlad. —Amor, odio, somos un mal chiste de Selene, pero decidí disfrutarlo, solo déjate llevar, ya estamos juntos en esto. Dragos la llevó hasta el auto y le abrió la puerta. —Tengo hambre —exclamó ella de forma hostil. Dragos no dijo nada, solo esperó a que ella subiera al auto. Sophia pudo montar más cómoda gracias a que la puerta abría hacia arriba, pues debía mover la pierna izquierda con
Sophia desesperada le gritaba a Dragos viendo hacia atrás. —Vienen más cerca, acelera que nos alcanzan. —Cállate y no me desconcentres, ellos no me alcanzaran. Dragos hizo una maniobra y a último momento salió de la autopista a una vía alterna y Sophia cayó sobre él, se acomodó en el asiento y se puso el cinturón de seguridad. Dragos metió el auto deportivo por el bosque. — ¿A dónde vamos por aquí? —Zack tiene una cabaña por aquí. —Por aquí no se ve nada. —Esa es la idea, está oculta con magia, pero creo que puedo rastrearla. Dragos apagó las luces del auto y a una pulsera de Sophia se le iluminaron los diamantes. — ¿Qué es eso? —preguntó Dragos. —Es un talismán que me dio Zulma. —Es la hechicera muerta que estaba en tu manada, la hermana de Zack ¿cierto? —indagó Dragos. Sophia afirmó con la cabeza y Dragos detuvo el auto. — ¿Crees que los hayamos pérdido? —preguntó Sophia desconcertada porque Dragos paró. —Están cerca, estoy seguro, pero
Sophia despierta en la cama más cómoda en la que ha estado en su vida, finas sábanas de algodón tibio con aroma muy similar al invierno de Alaska ligado al aroma más delicioso que ha sentido en su vida, abraza la almohada y frota la mejilla, entonces recuerda los hechos acontecidos y se sienta de golpe en la cama. Se mira y no está llena de sangre, está muy limpia y tiene un camisón de seda que escogió en la boutique a la que la llevó Dragos. Sophia mira a su alrededor y está en una amplia habitación con chimenea, es una cabaña, pero una enorme y con mucho lujo, escucha la puerta abrirse y sabe que es Dragos, él entra y la mira. Sophia nota su mirada apreciativa detenerse en el escote de su pecho un instante antes de volver a su rostro. —Me abandonaste… —lo acusó Sophia—, dijiste que estábamos juntos en esto y yo te creí como una imbécil, pero tú me dejaste como carnada para tener tiempo de escapar. Dragos no objetó nada, entró a la habitación cerrando la puerta y se sentó en
Sophia se tensó, no puede evitar que su núcleo palpite al ritmo de su desbocado corazón, que el aroma de Dragos la haga desearlo como demente, pero está molesta y uno de sus muchos defectos es ser rencorosa. —Me fascina como respondes a mí aun contra tu voluntad, dime si no es lo que te causa un puto dios —presumió Dragos disfrutando del aroma de la excitación de Sophia. Sophia rodó los ojos y chasqueó la lengua con desprecio, Dragos apenas levantó un lado de sus labios en amago de una sonrisa y dejó caer su rostro hasta pegar su frente a ella. El cabello rubio de Dragos le hizo cosquillas en la nariz y luego en el cuello cuando él bajó a su pecho. Sophia se ordena a sí misma quedarse muy quieta. —Sabes lo que debes hacer Sophia, solo pídemelo y te daré lo que deseas. Sophia muerde su labio inferior y lo desea muchísimo, sin embargo dice: —Trucos de feria, cualquier vampiro causaría en mi la excitación absurda que siento, nada tiene que ver contigo. Dragos e
Dragos estaba bajo la ducha de una de las habitaciones de la cabaña, lejos de la habitación de Sophia, había pasado un día desde que besó los muslos llenos de cicatrices de Sophia y aun no podía superarlo. A Dragos jamás le ha importado nada, parte de sus poderes vampíricos son aplicar placer sexual con la mordida por obvias razones. Un humano está más presto a dar su sangre de buena gana si está sintiendo placer. Los besos, las caricias, todo eso está sobrevalorado para un hombre acostumbrado a solo tomar lo que desea. No que no hubiera tenido en su larga existencia amantes con las cuales ha disfrutado de la experiencia, vampiresas y otras sobrenaturales, incluso humanas, tan versadas en las artes amatorias que hacían del sexo un juego de resistencia y exhibición de talentos. Sophia que ha tenido la mala suerte de ser su pareja destinada era la última mujer a la cual quiere ofrecer caricias, aunque la desea con toda su alma inexistente. Y ese era el condenado problema, e