Sophia continuó chillando y Dragos la ignoró de camino al aeropuerto, poco rato después se sintió cansada y el aroma de Dragos la desquiciaba, era como estar dentro de la mejor pastelería y estar hambriento y sin dinero, si cierra los ojos se ve a sí misma mordiendo su cuello; trata de acompasar sus latidos a los de él y poco a poco siente como sus latidos comienzan a ser espaciados; de nuevo la debilidad la arropa y siente que la vida se le escapa, con coraje lo mira y pronuncia lo más fuerte que puede y es un quejido:
—Exijo regresar con mi familia.
Dragos la observó directamente a los ojos y se puso más cómodo en el auto, disfrutando de su superioridad.
—Empecemos por aclarar algo niña; primero tú no exiges, segundo, te dirigirás a mí con respeto, porque de ahora en adelante soy tu rey y tú mi esclava.
—Prefiero morir antes de ser tu jodida esclava —contestó con hilo de voz Sophia y Dragos se echó a reír.
—Tu loba no es tan inútil, ya no puedo hipnotizarte.
Dragos cerró los ojos como para tomar una siesta, Sophia lo imitó, se siente aún más adolorida, porque lo desea con desesperación y lucha contra sus sentimientos ambiguos, su loba y ella no están acopladas, el desbalance consume en ella mucha energía, entonces pensó en las palabras de Dragos.
— ¡Me has hipnotizado! —Sophia de repente estaba segura de ello, cerró los ojos y pudo ver imágenes como flash de un recuerdo que no sabe cuándo vivió, él riendo, siendo amable, acercándose a ella, besándola, era una bonita fantasía, Sophia se dejó llevar por ella y el frío, de nuevo su corazón comienza a hacer paréntesis en los latidos.
En cuanto Sophia abrió los ojos, Dragos la tenía sobre sus piernas.
—Estás muriendo y en vez de suplicar, peleas.
— “Amor y coraje nos mueve” era el lema de mi padre, yo amo a un lobo, aún gobierno en mí, no soy tuya —exclamó Sophia con rabia y quiere herirlo, detesta que él la trate tan mal, se suponía que así no era conseguir la pareja destinada, nada de lo que ocurre es lo que ella y cualquier chica aunque no sea loba sueña tener.
Dragos pegó la nariz entre sus pechos y pasó su lengua fría dibujando una línea vertical, el escalofrío y la necesidad de apretar sus piernas ante el placer que sintió su cuerpo la sorprendió. Sophia volvió a cerrar los ojos y mordió sus labios tratando de evitar el jadeo que igual emitió.
—Ten el coraje y acepta que quieres que te bese —susurró Dragos seductor y el cuerpo de Sophia se estremeció de placer.
Solo hacía falta que Dragos la tocara para que su necesitada loba tomara el mando, lo desea, su magia no entiende que él es un desalmado y por ello maldice su condición, pero siempre ha sido débil para negarse al placer.
Sophia buscó sus labios presa de la lujuria y él se echó atrás; la agarró del cabello y apretó en su puño haciendo que su cuero cabelludo picara.
—Pídemelo, Sophia.
Dragos había dicho que ya no podía hipnotizarla, pero Sophia lo dudaba, porque siente la boca seca y su centro húmedo.
—Sabes que mi estúpida loba te necesita.
—Tú Sophia, tú quieres que te bese —enfatizó Dragos y pasó la lengua por el pulso acelerado en su cuello—. Aun muriendo reaccionas a mí.
—Déjame morir entonces y ya para de burlarte.
Dragos la miró, en silencio, su rostro no expresaba lástima, consideración, ni siquiera una sonrisa.
—Si me pides que te bese no te dejaré morir, ten el coraje de pedirlo y lucha por un día más de vida.
—Bésame… —susurró ella presa de la necesidad por él con los ojos cerrados.
Sophia no había terminado de pedirlo cuando los labios fríos de Dragos se apoderaron de los de ella, a Sophia le hubiera gustado perder todo sentido de identidad y echarle culpa a su tonta loba enamorada, sin embargo, fue su decisión que sus manos fueran al cabello de Dragos para pegarlo más a ella, fue con intención que su lengua degustó la de él chupando como si fuera un hielo en un día caluroso, él se movió y ella temerosa de que se retirara mordió su labio inferior, tratando de retenerlo haciendo que una diminuta gota de sangre de él cayera en su lengua, más desesperada estuvo al sentir su sabor.
De inmediato por instinto vio el cuello de Dragos, el lugar donde él debe llevar su marca.
Poseída de esta energía se movió a pesar de la resistencia de Dragos, pero no era fuerte para dominarlo, con el pulso errático y el corazón desbocado lo observó, estaba despeinado y sus colmillos visibles, con las pupilas completamente dilatadas haciendo ver sus ojos oscuros; respiraba de manera errática como ella.
Dragos llevó su dedo índice a la boca de ella y delineó sus labios, luego los pellizcó arrancando una exclamación de ella.
—No te di permiso de morderme —la acusó Dragos y aunque no sonreía, sus ojos oscuros brillaban divertidos.
—Quiero tu sangre —dijo ella desesperada.
Dragos sonrió y mordió su propia muñeca y una vez más le dio de beber, Sophia sabía que tendría poco tiempo así que chupó con angurria llenándose de pura energía vital, él sonrió y muy pronto la retiró de sus piernas.
—Eso es pequeña, quiero que aprendas que a veces el coraje implica pedir clemencia.
—Necesito más —suplicó Sophia.
—Estamos llegando al aeropuerto.
Cómo si despertara de un extraño sueño Sophia parpadeó y se arrimó lejos de él, llena de impotencia respiró profundo, deseó haber tenido el valor de morir con dignidad; no lo puede culpar de hipnotizarla, tampoco asquearse de beber sangre, lo desea como si fuera una vampiresa, eso la hace sentir vergüenza con ella misma y renegar de su loba con deseos vampíricos, Dragos interrumpió sus cavilaciones.
—Dime niña atolondrada, ¿mientras estabas excitada entre mis brazos pensaste en tu querido novio lobo? ¿Cómo es que se llama?, oh sí; Dorian… —pronunció Dragos de forma pausada, era un desgraciado y lo disfrutaba.
Sophia abrió los ojos como platos y Dragos la hizo sentir desnuda ante él, no sabe qué tanto sabe de ella, mientras ella no sabe nada de él, por supuesto, sabe que es un desgraciado vampiro, eso era más que suficiente para entender que su calvario apenas empezaba. Dragos la tomó del mentón con fuerza.
—Te he hecho una pregunta ¿pensaste en Dorian? —inquirió Dragos con sus ojos grises de nuevo y mala cara habitual.
Sophia negó con la cabeza, no pudo mentirle, sería una tontería, él lo sabría.
El viaje fue con escala de un avión privado a otro. A Sophia de nuevo le ardía la garganta, se moría por pedirle un trago de sangre, pero se mordió la lengua hasta hacerla sangrar, ella no se rebajaría a pedirle nada nunca más, solo ganaba que él se burlara y que su loba se volviera más dependiente de él.
Finalmente aterrizaron en Bucarest, Rumania y se montaron en un vehículo de lujo con chofer.
—No me digas que vamos a Transilvania —comentó Sophia burlándose de él.
—Claro, vamos a mi reino —respondió él sin captar la burla de Sophia.
Sophia se echó a reír y él la observó, ella creyó ver que su labio se levantó en un amago de sonrisa, pero fue muy rápido.
Ella no dijo nada por un rato, pero luego no resistió burlarse.
— ¡Soy el conde Drácula! —Pronunció Sophia con voz de ultratumba — ¿la capa para cubrirte del sol la traes en la maleta?
—Al menos no me convierto en perro desnutrido —inquirió Dragos mirándola de soslayo.
Sophia bajó los ojos y dejó de reír.
—Debes aprender a ser más dura, Sophia, ¿no me digas que vas a llorar y a llamar a tu hermana para que me castigue?
Sophia lo miró y en sus ojos no solo había dolor, también mucha ira.
—No tengo una loba normal, es desnutrida y patética, ¿pero qué se puede esperar si es pareja de un vampiro?
—De uno que te vuelve loca…
Sophia volteó y vio su linda sonrisa, se sentía muy seguro de sí mismo, ella rodó los ojos.
— ¿Al menos tendré una cama, o dormiré en un ataúd? —Preguntó para cambiar el tema y continuar burlándose de él.
—Sé que estás impaciente por llegar a la cama conmigo —Dragos se echó a reír—, trata de disimular tus ansias.
— ¿Por qué me salvaste Dragos? —Inquirió Sophia—, es obvio que no te agrado y ni mucho menos sientes una conexión mágica conmigo ¿Y por qué demonios tengo recuerdos de ti si no te conocía?
Dragos la miró sobresaltado.
— ¿De qué hablas?, ¿a qué te refieres con recuerdos míos? —dijo sorprendido.
Sophia entrecerró los ojos.
—No te hagas, sé perfectamente que me has hipnotizado, pero no sé qué hicimos, aunque recuerdo qué…
—Niña tonta, obviamente tienes fantasías conmigo, no es raro, uno de mis dones es ser irresistible; piénsalo, eras una vulnerable humana antes de ser una patética loba y si te hubiera conocido siendo humana no podrías recordar haber sido hipnotizada.
Sophia poco convencida, pero sin argumentos iba a preguntar sus intenciones con ella, porque no lo veía con ánimos de hacerla reina si le ordenaba ser su esclava, pero él cerró los ojos y ella sintió mucho sueño, echó la cabeza atrás y se quedó dormida.
Después de un rato Dragos movió su hombro sin el más mínimo de delicadeza.
—Despierta Sophia, llegamos…
Sophia bajó del vehículo y quedó impresionada al ver un castillo estilo medieval, el olor a vampiro no le sorprendió, lo que sí, fue descubrir que no le parecía desagradable como siempre le dijeron que se percibía el aroma de ellos.
Todos los vampiros que se encontraron se paraban firme ante Dragos y la miraban a ella con animosidad, Sophia estaba furiosa, quería demostrar superioridad, ella era una loba Alfa, pero su caminar defectuoso despierta curiosidad y siente que la ven como a un bicho raro.
Dragos como si ella no existiera ni siquiera la espera, subir las escalinatas de la entrada del castillo fue una tortura.
«Colabora Loba imbécil, estamos quedando como unas débiles lisiadas»
Renegó una vez más Sophia de su loba muda que no le da el poder que debería darle.
Finalmente Sophia entró al castillo, estaba avergonzada, adolorida y muy furiosa. Dragos está hablando con un hombre que se nota que es su sirviente y Sophia detectó que era un vampiro diferente, no era un nacido, era un humano transformado.
Sophia desvió la mirada y se concentró en la belleza, por dentro era todo absolutamente moderno y ostentoso, solo la fachada era antigua.
—Su alteza ¿dónde ubicará a la chica? —preguntó el vampiro sirviente mirándola de forma despectiva y arrugando la nariz.
Sophia con la paciencia agotada simplemente explota, no es algo raro en ella.
— ¿Por qué me ves así? ¿Crees que hueles muy bien?, sí, soy una loba, tú una asquerosa abominación y no te lo demostré mirándote de arriba abajo.
—Llévala a la torre —ordenó Dragos de inmediato, allá se le bajaran los sumos a esta niña malcriada.
El vampiro agarró a Sophia de un brazo y usando velocidad sobrenatural, la tiró a una habitación de piedra en lo alto de una torre en la otra ala del castillo.
— ¿Creen que soy Rapunzel?, sáquenme de aquí desgraciadas sanguijuelas.
Dragos fue a su habitación, quería sentirse él mismo de nuevo. Jamás a lo largo de su existencia sintió lo que siente por Sophia. Era una liga de sentimientos y ese era el problema, Dragos había bloqueado sus sentimientos y ahora regresaron y él no podía hacer nada por frenarlos, así que luchaba contra ellos. «Recuerda lo que le pasó a tu padre, la diosa quiere destruirme, pero no se lo permitiré, como siempre he obrado le daré vuelta a mi desgracia y sacaré partido de ello» Dragos sin poder dejar de pensar en Sophia analiza lo que pasó. Se sorprendió que Sophia tuviera recuerdos de haberlo conocido, se suponía que siendo humana debía ser por completo vulnerable, pero eso demostraba que ella tenía un gran poder, solo que ella lo malogró. Dragos se metió a la ducha y lo invade el recuerdo de los labios de Sophia, de su aroma y sabor, furioso porque ahora tiene una erección en toda regla sale del baño y consigue informes de vampiros jefes de nidos de transformados en su e
Sophia con un bonito vestido que le dio Agata y mucha resolución caminó cojeando de la pierna izquierda desde la torre hasta el castillo; el dolor era insoportable y no solo en su pierna, la necesidad de sangre de Dragos no la deja concentrar. Paró en frente de los dos vampiros que custodiaban la puerta del castillo, los guardias la miraron con curiosidad, detectaron que ella era loba, Sophia a su vez supo que ellos eran vampiros puros, demasiado fuertes para ella. — ¿Qué quiere una loba coja con el rey de los vampiros? —ambos se echaron a reír de manera burlona. —Más respeto sanguijuelas asquerosas, están ante la Alfa Sophia Lewis, pareja por destino de Dragos Vlad; así que abran la puerta. Los vampiros se vieron uno al otro y a punto estuvieron de partirla en dos, pero escucharon una voz detrás de ellos. — ¡La loba Alfa no miente! —Exclamó Zack, desde dentro del castillo y se acercó a la puerta a paso rápido —. Alfa Sophia, —expresó Zack efectuando el saludo de honor
Dragos no tenía intención de hacerle daño a Sophia, solo quería demostrarle que él era el rey y que ella no podía negarse a sus órdenes, era algo increíble para él como ella cayó, sin hacer ningún amago por caer de pie. —Dime de una vez si está viva o no —exigió Dragos y Zack lo vio un instante arrugando las cejas. — ¿Acaso no puedes escuchar los latidos de su débil corazón? No está muerta, solo ha perdido el sentido —espetó Zack revisando con cuidado la herida abierta que tiene en la cabeza. Dragos pasó una mano por su cabello y es cierto, puede oír sus latidos, pero no se había percatado porque se sentía culpable, prefirió no pensar más en ello, era una tontería, él no tenía sentimientos. Zack realizó un hechizo sanador y la herida en la cabeza de Sophia dejó de botar sangre. — ¡¿Cómo es posible que un sobrenatural pierda el sentido?! Por qué tuviste que curarla tú y no sanó por sí sola?, ¿por qué cayó con un simple empujón? —Indagaba Dragos sin parar observando par
Sophia había hecho sus propios planes, no creía ni una palabra de los hechiceros que le advirtieron que moriría sin la sangre de Dragos, después de todo, los hechiceros eran amigos de Dragos y no de ella. Estaba convencida que mientras más sangre consumía de Dragos más condicionada estaba su loba a él. Así que mientras estuvo en la torre prometió que si llegaba a salvarse de la muerte lucharía por una oportunidad de arreglar este desastre y encontrar a Dorian. «La marca puede con cualquier hechizo» Sophia pensó que su conexión con Dragos era mágica, pero si Dorian llegara a ser su mate lobo como ella deseaba y la marcaba; su loba idiota olvidaría a Dragos, a su obsesión por sangre y por fin sanaría y sería la loba Alfa que siempre debió ser, solo debía resistir mientras llegaba a New York. — ¿Y si no es Dorian mi mate? —Se preguntó llevada por su autopreservación—, entonces no importa, prefiero morir a quedarme aquí —murmuró apenas audible montada en el taxi que pidió a
Sophia no podía llegar con Dragos a New York, sería emboscar a Dorian, decidió intentar razonar con Dragos, pero él solo le dio dos opciones, o se iba a New York con él, o se quedaba en Rumania con él. —Tú no me querías a tu lado —señaló Sophia—, déjame ir. —Morirás sin mi sangre. En cuanto Sophia escuchó señalar ese detalle su garganta ardió, Dragos la miró entendiendo su necesidad y sujetó su brazo para dirigirla al estacionamiento. Como siempre junto a él, sus pensamientos y sentir eran ambiguos, literalmente tenía dos personalidades en conflicto. —Te odio Dragos Vlad. —Amor, odio, somos un mal chiste de Selene, pero decidí disfrutarlo, solo déjate llevar, ya estamos juntos en esto. Dragos la llevó hasta el auto y le abrió la puerta. —Tengo hambre —exclamó ella de forma hostil. Dragos no dijo nada, solo esperó a que ella subiera al auto. Sophia pudo montar más cómoda gracias a que la puerta abría hacia arriba, pues debía mover la pierna izquierda con
Sophia desesperada le gritaba a Dragos viendo hacia atrás. —Vienen más cerca, acelera que nos alcanzan. —Cállate y no me desconcentres, ellos no me alcanzaran. Dragos hizo una maniobra y a último momento salió de la autopista a una vía alterna y Sophia cayó sobre él, se acomodó en el asiento y se puso el cinturón de seguridad. Dragos metió el auto deportivo por el bosque. — ¿A dónde vamos por aquí? —Zack tiene una cabaña por aquí. —Por aquí no se ve nada. —Esa es la idea, está oculta con magia, pero creo que puedo rastrearla. Dragos apagó las luces del auto y a una pulsera de Sophia se le iluminaron los diamantes. — ¿Qué es eso? —preguntó Dragos. —Es un talismán que me dio Zulma. —Es la hechicera muerta que estaba en tu manada, la hermana de Zack ¿cierto? —indagó Dragos. Sophia afirmó con la cabeza y Dragos detuvo el auto. — ¿Crees que los hayamos pérdido? —preguntó Sophia desconcertada porque Dragos paró. —Están cerca, estoy seguro, pero
Sophia despierta en la cama más cómoda en la que ha estado en su vida, finas sábanas de algodón tibio con aroma muy similar al invierno de Alaska ligado al aroma más delicioso que ha sentido en su vida, abraza la almohada y frota la mejilla, entonces recuerda los hechos acontecidos y se sienta de golpe en la cama. Se mira y no está llena de sangre, está muy limpia y tiene un camisón de seda que escogió en la boutique a la que la llevó Dragos. Sophia mira a su alrededor y está en una amplia habitación con chimenea, es una cabaña, pero una enorme y con mucho lujo, escucha la puerta abrirse y sabe que es Dragos, él entra y la mira. Sophia nota su mirada apreciativa detenerse en el escote de su pecho un instante antes de volver a su rostro. —Me abandonaste… —lo acusó Sophia—, dijiste que estábamos juntos en esto y yo te creí como una imbécil, pero tú me dejaste como carnada para tener tiempo de escapar. Dragos no objetó nada, entró a la habitación cerrando la puerta y se sentó en
Sophia se tensó, no puede evitar que su núcleo palpite al ritmo de su desbocado corazón, que el aroma de Dragos la haga desearlo como demente, pero está molesta y uno de sus muchos defectos es ser rencorosa. —Me fascina como respondes a mí aun contra tu voluntad, dime si no es lo que te causa un puto dios —presumió Dragos disfrutando del aroma de la excitación de Sophia. Sophia rodó los ojos y chasqueó la lengua con desprecio, Dragos apenas levantó un lado de sus labios en amago de una sonrisa y dejó caer su rostro hasta pegar su frente a ella. El cabello rubio de Dragos le hizo cosquillas en la nariz y luego en el cuello cuando él bajó a su pecho. Sophia se ordena a sí misma quedarse muy quieta. —Sabes lo que debes hacer Sophia, solo pídemelo y te daré lo que deseas. Sophia muerde su labio inferior y lo desea muchísimo, sin embargo dice: —Trucos de feria, cualquier vampiro causaría en mi la excitación absurda que siento, nada tiene que ver contigo. Dragos e