Alessia Rogers Wallace, es la jefa del Hotel-casino Orion en Las Vegas y se ha encargado de seguir el legado que sus padres y abuelo crearon con el negocio familiar, así es, como ella se ha entregado en cuerpo y alma al trabajo, dejando de lado aspectos de su vida personal, que empiezan a golpear a su puerta. Ahora con 35 años, soltera y sin prospectos, empieza a buscar la forma de ser madre, pues es su mayor sueño secreto, pero al ser una figura pública, sus movimientos deben ser cuidados, si no quiere, que los medios se enteren de sus planes y volverla titular de revista de chismes, lo que la llevará a tomar una decisión poco común y buscar una alternativa diferente a la inseminación artificial. Noah Hyde es un padre viudo, de 36 años, que está empezando una nueva vida tras la muerte de su esposa, quien falleció después de una larga y penosa enfermedad, que los dejó en la calle por las deudas hospitalarias. Ahora, sin tener cómo asegurarle un futuro a su hijo, está desesperado por conseguir un empleo y un lugar estable en dónde vivir o, por lo contrario, los abuelos maternos de su hijo ganarán la custodia. Es así, como llega a Las Vegas y por suerte o destino, empieza a trabajar con Alessia, quien le hará una propuesta cuestionable, pero a la que no se podrá negar.
Leer másAle salió del baño de su oficina, limpió sus labios con cuidado y fue directo a tomarse un vaso de agua. Todavía no lograba acostumbrarse a los malestares del embarazo, los cuales no solo la atormentaban en las mañanas, sino a cualquier hora del día. Acababa de almorzar y no retuvo la comida ni veinte minutos, cuando ya tuvo que correr al baño. Suspiró y se dirigió a llamar a Silvia, para que le pidiera algo ligero al restaurante del hotel, tal vez un caldo o un sándwich sin salsa alguna. Mientras esperaba a que llegaran con su pedido, agarró su celular y buscó las fotos que Noah había subido de estado. Charlie se veía contento, aunque algo en su mirada se sentía distinto, pero Noah... él no sonreía, aunque no dejaba de abrazar a su pequeño. Un nudo se le formó en la garganta a Ale, los extrañaba demasiado y estaba muy segura de que, si en ese momento le tomaban una foto, su rostro sería el mismo de Noah. Él no había contestado su mensaje y eso la mantuvo inquieta por horas. «Ta
Noah colgó el teléfono y exhaló con fuerza. Georgia también sonaba frustrada durante la llamada, pues la abuela de Charlie y sus abogados no paraban de dilatar el proceso. Las cosas no avanzaban, su regreso a Las Vegas se veía difuso y la incertidumbre aumentaba con cada día que pasaba. A Charlie lo había llevado con su abuela, más veces de las que esperó tener que hacerlo.—¿Malas noticias? —preguntó la señora Gretel, al tiempo que dejó un pocillo de café sobre la mesa.Noah agradeció con un asentimiento de cabeza y se sentó.—La abogada tampoco tiene muchos avances, ella asegura que el caso es nuestro, pero hasta que no pasemos a la siguiente etapa, todo seguirá de la misma forma —explicó y frotó su frente con sus dedos índice y pulgar.—Siento eso… —contestó la mujer y se removió en la silla, tomó un sorbo de su café y clavó sus ojos en Noah—. ¿Qué ha pasado con Alessia? —interrogó.Gretel y Noah durante ese tiempo, habían entablado una muy bonita amistad, de hecho, la mujer en muc
—¡¿Qué?! —exclamó Alessandra, llevándose una mano al pecho mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—. ¿Pero en qué momento? ¿Cómo? ¿Cuándo lo supiste?—Bueno, creo que el "cómo" todos lo sabemos —bromeó Paul en un intento por aligerar el ambiente.Algunas risas tímidas sonaron en la mesa, pero Alessia apenas pudo forzar una sonrisa. Su madre la miraba como si aún intentara procesar la noticia, mientras que su padre, Nicolas, mantenía el rostro serio, sin decir una palabra.—Papá, ¿no dirás nada? —preguntó Alessia con cautela.Nicolás asintió, exhaló con profundidad y, tras un par de segundos de silencio, dijo:—Es que no esperaba esta noticia, hija..., pero estoy muy feliz.La calidez de sus palabras logró quebrar la tensión del momento. Alessia sintió un nudo en la garganta y, cuando su padre la rodeó con los brazos, se permitió hundirse en ese abrazo. Su madre no tardó en unirse y, de pronto, los tres se fundieron en su burbuja de emoción.—Dios mío… —murmuró Alessandra, besando la
Silvia estaba feliz por su cambio de puesto, no solo, porque podía demostrar de lo que era capaz y empezar a desempeñarse en su profesión, sino que la retribución económica era mucho mejor, lo que le daba mayor estabilidad en su casa con sus padres. Era tan consciente de que debía cuidar ese puesto, que se mantenía atenta a todo lo que Alessia le pedía y lo que no.—Alessia, bebe un poco de agua —le dijo Silvia, cuando salía del baño, con su rostro un poco pálido.—Gracias… Creo que algo me cayó mal —dijo Ale, en un intento por disimular que acababa de tener uno de los tantos malestares del embarazo.Silvia apretó los labios y asintió, pero en su rostro fue evidente que no le creyó o, más bien, que tenía la certeza de que le mentía.—¿Lo sabes? —pregunto Ale después de un largo silencio en el que ambas mujeres se miraron fijo.—Solo he observado algunas cosas —admitió la chica.Ale soltó un suspiro y se pasó la mano por el rostro.—No vayas a decir nada —le pidió en tono bajo y la chic
Georgia llamó a Noah, su conversación fue corta, porque sentía que, si se extendía, podía decir algo del embarazo de su hermana y no podía fallarle de esa forma. Le informó a Noah, que la señora Charlotte ya estaba al tanto de su presencia en Aurora y que, por esa razón, había hecho una solicitud para ver a su nieto.Noah respiró profundo, sabía que este momento llegaría, pero no se sentía preparado, aunque nada podía hacer al respecto. Si del juzgado creían que Charlie debía ver a su abuela, él no podía hacer más que obedecer. Evitó tocar el tema “Alessia” y le agradeció a Gia por la información, por lo que quedó atento a una respuesta que no demoraría en llegar.—¡Charlie, debes bañarte! —exclamó, mientras dejaba su celular sobre el mesón de la cocina y caminaba hacia la habitación del pequeño.—Ay, papá… —contestó el niño, con voz perezosa, haciéndolo reír.—Si te quedaras todo el día en casa, no sería problema, pero debemos salir —le informó y Charlie le regaló una mirada entre cu
La consulta terminó entre una bruma, Ale solo logró prestar atención a algunas de las recomendaciones que le dio el doctor McGregor, ya del resto se encargaría Gia, porque ella no tenía cabeza ni para seguir las bromas y comentarios alegres del doctor, solo asentía y sonreía, aunque por dentro no dejaba de sentirse confundida.Salieron del consultorio y reclamaron los medicamentos y vitaminas en la farmacia. Georgia notaba que a su hermana parecía costarle asimilar la noticia y no la presionó, porque sabía que todo lo relacionado con Noah era un tema delicado.—¿Quieres que llame a Paul para que se haga cargo del Orion hoy? —propuso Gia, pero Ale negó.—No, necesito ir a trabajar y ocupar mi mente en algo que puedo controlar, porque si me quedo en el penthouse, me voy a enloquecer —admitió Ale, con firmeza.—¿Quieres que me quede contigo? —preguntó, mientras se dirigían a la camioneta.—No, Gia, no te preocupes, voy a estar bien, solo que ha sido una noticia que no esperaba y solo deb
Ale se despertó con algo suave y tibio bajo su cabeza, se sentía muy cómoda y sin ganas de levantarse, pero su vejiga tenía una idea muy distinta y la apremiaba para que corriera al baño. Soltó un lamento y enderezó un poco su cuerpo. Lo tibio y suave era uno de los senos de Grace, no pudo evitar la risa, porque no podían estar dormidas en peores posiciones: ella sobre el pecho de su amiga y la pelirroja parecía un desparrame sobre la cama, con media blusa levantada, una pierna hacia cada lado, como una estrella de mar y su cabello rojo decoraba toda la almohada, como si fueran rayos de sol.El dolor de cadera la hizo quejarse en silencio y se fue al baño, con una leve cojera que le fue pasando con cada paso que daba. Vació su vejiga y fue a arreglarse un poco.¡Dios, si el cabello de Grace era un desastre, el de ella no se quedaba atrás!, solo que no eran los rayos de nada, sino el nido de toda una familia de pajaritos. Bajó la mirada al reflejo en el espejo y se encontró con sus ojo
La señora Carter era una mujer de facciones fuertes, gesto serio y mirada intensa, pero cuando se entablaba una conversación con ella, se podía ver que era una mujer con una carisma y amabilidades especiales. Eso fue algo que Charlie y Noah descubrieron al llegar a su casa y ser dirigidos al apartamento en la parte de atrás, mientras que ella les daba un pequeño tour y les contaba historias de su vida y la casa. Es madre de cuatro hijos, pero todos se habían ido de casa hace muchos años a hacer sus vidas en familia; su esposo falleció hace más de veinte años y ella se quedó con la casa y los recuerdos. Ahora alquilaba el apartamento en el jardín trasero y anhelaba las vacaciones, para que sus nietos e hijos fueran a pasarlas con ella.—Bueno, señor Hyde y joven Hyde —le dijo divertida, ganándose una risita por parte de Charlie—, están en su casa. Espero se acomoden pronto, si desean, pueden pasar en la noche a cenar algo en la casa, así descansan un poco después del viaje, sin tener q
Alessia se subió a su auto, no deseaba que el vigilante del edificio le diera una mirada más, cargada de lástima; sin embargo, ponerse en marcha fue algo que le tomó mucho más tiempo del esperado. La imagen del auto alejándose y ese “Te quiero” de Noah, se repetían una y otra vez en su mente.Alessia respiró hondo, con las manos temblorosas sobre el volante. La calle frente a ella permanecía borrosa, distorsionada por las lágrimas que luchaba por contener. Toda su vida había sido controlada bajo sus deseos y preferencias, pero ahora se encontraba como náufrago en una tormenta de emociones que no sabía manejar. Noah se había ido, llevándose consigo una parte de ella que ni siquiera sabía que le pertenecía.Finalmente, puso el auto en marcha y condujo de manera robótica hasta el Orion, tal vez en su penthouse se sentiría un poco más protegida y a salvo del dolor que sentía en ese momento. Las calles de Las Vegas parecían más caóticas que de costumbre, o tal vez era ella quien no lograba