Noah colgó el teléfono y exhaló con fuerza. Georgia también sonaba frustrada durante la llamada, pues la abuela de Charlie y sus abogados no paraban de dilatar el proceso. Las cosas no avanzaban, su regreso a Las Vegas se veía difuso y la incertidumbre aumentaba con cada día que pasaba. A Charlie lo había llevado con su abuela, más veces de las que esperó tener que hacerlo.—¿Malas noticias? —preguntó la señora Gretel, al tiempo que dejó un pocillo de café sobre la mesa.Noah agradeció con un asentimiento de cabeza y se sentó.—La abogada tampoco tiene muchos avances, ella asegura que el caso es nuestro, pero hasta que no pasemos a la siguiente etapa, todo seguirá de la misma forma —explicó y frotó su frente con sus dedos índice y pulgar.—Siento eso… —contestó la mujer y se removió en la silla, tomó un sorbo de su café y clavó sus ojos en Noah—. ¿Qué ha pasado con Alessia? —interrogó.Gretel y Noah durante ese tiempo, habían entablado una muy bonita amistad, de hecho, la mujer en muc
Ale salió del baño de su oficina, limpió sus labios con cuidado y fue directo a tomarse un vaso de agua. Todavía no lograba acostumbrarse a los malestares del embarazo, los cuales no solo la atormentaban en las mañanas, sino a cualquier hora del día. Acababa de almorzar y no retuvo la comida ni veinte minutos, cuando ya tuvo que correr al baño. Suspiró y se dirigió a llamar a Silvia, para que le pidiera algo ligero al restaurante del hotel, tal vez un caldo o un sándwich sin salsa alguna. Mientras esperaba a que llegaran con su pedido, agarró su celular y buscó las fotos que Noah había subido de estado. Charlie se veía contento, aunque algo en su mirada se sentía distinto, pero Noah... él no sonreía, aunque no dejaba de abrazar a su pequeño. Un nudo se le formó en la garganta a Ale, los extrañaba demasiado y estaba muy segura de que, si en ese momento le tomaban una foto, su rostro sería el mismo de Noah. Él no había contestado su mensaje y eso la mantuvo inquieta por horas. «Ta
El último mes había sido una cosa de locos, Grace se había concentrado de lleno en su boda, porque desistió de insistirle a su amiga que hablara y se sincerara con Noah. Tampoco era que él ayudara mucho, pues estaba tan concentrado en el poco avance conseguido en el proceso de custodia, que casi no había tenido tiempo de hablar con Alessia. Además, ella no tuvo el mejor mes, los malestares del embarazo se incrementaron, no había día en el que lograra escapar invicta de las náuseas y los alimentos que toleraba se redujeron a la mitad, pero todo el tiempo tuvo la mejor intención de ayudarle con todo lo de la boda y eso jamás dejaría de agradecérselo. La poca esperanza que tenía de ver llegar a su amiga, de la mano de Noah, había muerto en la mañana, cuando se hizo a la idea de que su cuñado entraría a la iglesia al lado de Ale y sería su acompañante. Grace respiró profundo y concentró su mirada en el espejo, que dejaba ver los avances que tenía la estilista con su cabello. En la ha
Alessia no dejaba de mover sus piernas de forma errática e intermitente, mientras sus ojos no paraban de escrutar al médico frente a ella, solo que, las facciones estoicas del hombre no le daban ninguna luz sobre el resultado en sus manos. —¿Y, bueno? —se atrevió a preguntar. El médico levantó la mirada y le regaló una sonrisa incómoda, pero que intentó hacer pasar por una tranquila y relajada. —¿Estoy embarazada? Se instaló un silencio entre los dos, que la puso más nerviosa de lo que estaba. Se negaba a dejar avanzar sus pensamientos, solo quería que el médico le contestara. Cuando el hombre negó, ella dejó escapar el aire que estaba reteniendo en sus pulmones. —Lo lamento, señorita Rogers, el tratamiento no ha funcionado —confesó el médico. Alessia se limitó a asentir, pero no dijo ninguna palabra, pues las lágrimas amenazaron con abandonar sus ojos y no deseaba que nadie la viera triste y derrotada. Ella había sido una mujer exitosa a lo largo de su vida, desde hace doce añ
Noah caminó con pasos lentos hacia la oficina a la que había sido llamado, como si fuera directo al pabellón de fusilamiento. El tono del hombre al que odiaba llamar jefe, que más bien, era un esclavizador, no le había dejado un sentimiento agradable. —Jefe, ¿me mandó a llamar? —preguntó Noah al abrir la puerta de la pequeña y desordenada oficina. —¡Entra! —demandó el hombre y así lo hizo Noah—. No te sientes, que lo que necesito decirte no tomará mucho tiempo. Noah tragó saliva, rogó en su fuero interno, para que no fuera grave lo que tuvieran que decirle, sin embargo, se quedó en blanco al ver cómo el hombre sacaba un sobre del cajón. —Esta es tu liquidación, tómala y vete ya mismo, que tengo que seguir trabajando y no puedo perder el tiempo contigo —pronunció el hombre y se giró en su silla, centrando su mirada en un televisor detrás de él, en el que uno de los tantos realities se reproducía. La ira fluyó por su cuerpo, pero se contuvo, de nada serviría pelear o confrontar al
Los siguientes tres días de la semana se pasaron como un borrón, entre reuniones, trabajo en la oficina y uno que otro recorrido por el Hotel-casino Orion, lo que mantuvo a Alessia con su mente ocupada en sus deberes, dejando así, de lado la tristeza que le acarreaba el no quedar embarazada.—Señorita Alessia, ¿va a salir? —preguntó Silvia, la recepcionista a la entrada del hotel.—Sí. Silvia, por favor, si alguien me llama, guarda la razón, que no quiero saber nada más de trabajo de acá al lunes. Mañana vienen mis sobrinos, por favor avísale al cambio de turno, para que estén pendientes de ellos y los dejen entrar. Ya sabes —le pidió con un leve tono de advertencia en su voz, pues no deseaba que volviera a suceder lo de la vez anterior, pues los habían anunciado como si fueran desconocidos y no parte de la familia dueña del lugar.—No se preocupe, que Bruce aprendió y no se volverá a equivocar —contestó la joven y mantuvo una sonrisa incómoda en su rostro.—Nos vemos, ten buena noche
—Eres una mujer interesante, Alessia —dijo él, mirándola con admiración.—Y tú eres un hombre misterioso, Noah. Quizás por eso hacemos buen equipo —respondió ella, sintiendo que el alcohol empezaba a afectarla un poco.La música, el ambiente y las risas les hicieron perder la noción del tiempo. Alessia notó que se estaban acercando cada vez más, sus risas resonando en la barra y sus miradas entrelazadas.—¿Te gustaría bailar? —preguntó Noah de repente, inclinándose hacia ella.Alessia asintió, dejando su copa vacía en la barra. Noah la tomó de la mano y la guió hacia la pista de baile. La música era vibrante y envolvente, y pronto se encontraron moviéndose al ritmo, sus cuerpos cada vez más cercanos.Las risas y los movimientos se volvieron más íntimos, sus manos se entrelazaron y sus miradas se volvieron más profundas. En un momento de valentía, Alessia se acercó aún más y sus labios se encontraron en un beso apasionado.El mundo a su alrededor se desvaneció mientras se perdían el un
Noah no demoró en llegar a la casa de Oscar, agradeció que la luz de la sala todavía estuviera encendida, lo que significaba que su amigo había llegado hace poco de su turno del trabajo, así que, solo dio algunos golpecitos en la puerta y Oscar no demoró en abrir la puerta.—Veo que la noche estuvo interesante —comentó Oscar con diversión, mientras escrutaba a Noah y una sonrisa se le marcó en su rostro—. Tienes cara de haber conocido a una mujer.—Cállate —contestó Noah y pasó por el lado de su amigo, para entrar al apartamento—. ¿Acabas de llegar? Ni siquiera sé qué hora es —comentó.—Son las tres de la madrugada —le informó Oscar y Noah abrió los ojos con sorpresa.—Será mejor que vayamos a descansar. Voy a ver a Charlie —se excusó Noah y Oscar asintió.—Descansa, yo iré con Nadia y mi pequeña —dijo Oscar en despedida y le dio una palmada suave en la espalda a su amigo—. Me alegra que te haya ido bien en tu salida de esta noche, así ya no me siento culpable por no haberte podido ac