Alessia no dejaba de mover sus piernas de forma errática e intermitente, mientras sus ojos no paraban de escrutar al médico frente a ella, solo que, las facciones estoicas del hombre no le daban ninguna luz sobre el resultado en sus manos.
—¿Y, bueno? —se atrevió a preguntar. El médico levantó la mirada y le regaló una sonrisa incómoda, pero que intentó hacer pasar por una tranquila y relajada. —¿Estoy embarazada? Se instaló un silencio entre los dos, que la puso más nerviosa de lo que estaba. Se negaba a dejar avanzar sus pensamientos, solo quería que el médico le contestara. Cuando el hombre negó, ella dejó escapar el aire que estaba reteniendo en sus pulmones. —Lo lamento, señorita Rogers, el tratamiento no ha funcionado —confesó el médico. Alessia se limitó a asentir, pero no dijo ninguna palabra, pues las lágrimas amenazaron con abandonar sus ojos y no deseaba que nadie la viera triste y derrotada. Ella había sido una mujer exitosa a lo largo de su vida, desde hace doce años estaba al frente del Hotel-casino Orion, reemplazando así a su madre, la gran Alessandra Wallace. Su esfuerzo la había llevado a ser reconocida por sus logros y no por la sombra de su mamá, pero esa misma dedicación a uno de los negocios de la familia y el que más riquezas les daba, la había llevado a ser una mujer solitaria, con muchos deseos románticos frustrados. Mientras que, su hermana Georgia, se había casado y tenido hijos muy joven, ella con treinta y siete años, no había logrado encontrar a un hombre que compartiera sus ideales, que trabajara a su lado y que la llenara del amor que veía en sus padres y hermanos con sus parejas, pero lo que más le dolía, era el no haberse convertido en madre. El sueño secreto de Alessia era el ser madre, tal vez era egoísta al no pensar en la adopción como una opción, pero el hecho de que un ser creciera en su interior, experimentar los cambios de su cuerpo, los antojos, hasta las náuseas y malestares, le parecía una experiencia sublime y anhelaba vivirla, para después tener en sus brazos a una pequeña personita que fuera parte suya, a la que amaría sin reparos. Tras pensarlo mucho, decidió someterse a un tratamiento de inseminación artificial, había llegado al punto en el que no le importaba quién fuera el dueño de la otra mitad de genes que heredaría su hijo o hija, solo le importaba convertirse en madre. Lastimosamente, el resultado acababa de echar por el suelo su sueño, por tercera vez. ¡Tres malditas veces! Tres resultados negativos, que ya se estaban volviendo algo insostenible emocionalmente, en especial, porque nadie de su familia o allegados, sabían eso que había estado haciendo. —Podemos intentarlo una vez más —propuso el médico, pero Alessia negó. —Creo que ha sido suficiente. Gracias por todo —contestó con amabilidad, pero se levantó con prisa de la silla y tras un asentimiento, salió del consultorio como alma que llevaba el diablo. Alessia caminó hasta la puerta de la clínica, iba tan ensimismada, que no se percató de los flashes de las cámaras, hasta que ya fue muy tarde. Los reporteros hablaban y le preguntaban cosas con insistencia, pero ella solo quería salir de ahí con prisa. —¡Señorita Rogers, ¿está haciéndose algún tratamiento de fertilidad?! —preguntó una de las mujeres reporteras—. ¿Tiene pensado ser madre? —interrogó la mujer. Alessia tragó saliva con fuerza, antes de mirar a la mujer y detener su huida. —No, simplemente he venido a uno de mis controles anuales, como cualquier mujer, los médicos de esta clínica son excelentes y uno de ellos me ha tratado desde hace años —explicó. En parte, no era mentira lo del médico, pero todo lo demás sí, bien que lo sabía y le dolía—. Como no hay ningún chisme que ver acá, por favor déjenme pasar, que soy una mujer muy ocupada —pidió con seriedad, mostrándose un poco fría. Apretó el paso hasta llegar a su auto, un lujoso BMW del año, plateado y con vidrios oscuros, puso su huella en la puerta y apenas esta se abrió, ella se metió con prisa. Necesitaba que la oscuridad de los vidrios le diera la privacidad que estaba anhelando desde que escuchó la respuesta del médico. Finalmente, las lágrimas cayeron de sus ojos, así estuvo por pocos minutos en los que las dejó correr libremente, pero al ver las miradas interesadas de los reporteros, encendió el auto y arrancó. Tan solo habían pasado unos minutos, cuando su teléfono empezó a sonar de forma insistente, miró la pantalla y vio el nombre de su hermana. —Hola, Gio, ¿todo está bien? —la saludó, intentando disimular lo que estaba pasando. —¿Por qué estás como noticia de las páginas de chismes? —preguntó Georgia y sus ojos se abrieron. —¿De qué demonios hablas? —inquirió, aunque ya estaba entrando en las páginas principales. Su cara saliendo de la clínica de fertilidad estaba ocupando toda la imagen y las preguntas parecían retumbar en su cerebro. Debió imaginar que no le creerían lo que les dijo, solo que no imaginó que hicieran post tan amarillistas. —¿Es verdad que estabas en la clínica de fertilidad? ¿Qué está pasando, Ale? —insistió Gia. —Solo fui a mi chequeo anual, no fui a nada de lo que están diciendo en ese artículo —dijo, tranquilizando a su melliza. —Me preocupé, Ale. Sabes que puedes contar conmigo para todo, ¿verdad? —Lo sé, tranquila. Más bien, dales un beso a mis sobrinos y recuérdales la cita que tenemos el fin de semana —comentó con falsa alegría, quitándole peso al dolor que llevaba dentro. —Lo tienen presente, están ansiosos por verse con su tía favorita —bromeó Gia, pues Ale era la única tía que sus hijos tenían. —Te amo, hablamos luego. —También te amo, adiós. Alessia miró otro portal de chismes y su cara nuevamente salía, recordándole que su tristeza, solo alimentaba el morbo de los demás. No más, ya no volvería a pasar por algo así, no entendía las razones por las que las inseminaciones no habían funcionado, pues el médico le había asegurado, que ella era una mujer fértil y sana. Su problema era estar soltera y sin pareja. Un pensamiento se atravesó en su mente y no se quiso ir de ahí, por más que intentó esquivarlo. «Solo necesito a un hombre que esté dispuesto a acostarse conmigo en total confidencialidad, sin una relación romántica de por medio…»Noah caminó con pasos lentos hacia la oficina a la que había sido llamado, como si fuera directo al pabellón de fusilamiento. El tono del hombre al que odiaba llamar jefe, que más bien, era un esclavizador, no le había dejado un sentimiento agradable. —Jefe, ¿me mandó a llamar? —preguntó Noah al abrir la puerta de la pequeña y desordenada oficina. —¡Entra! —demandó el hombre y así lo hizo Noah—. No te sientes, que lo que necesito decirte no tomará mucho tiempo. Noah tragó saliva, rogó en su fuero interno, para que no fuera grave lo que tuvieran que decirle, sin embargo, se quedó en blanco al ver cómo el hombre sacaba un sobre del cajón. —Esta es tu liquidación, tómala y vete ya mismo, que tengo que seguir trabajando y no puedo perder el tiempo contigo —pronunció el hombre y se giró en su silla, centrando su mirada en un televisor detrás de él, en el que uno de los tantos realities se reproducía. La ira fluyó por su cuerpo, pero se contuvo, de nada serviría pelear o confrontar al
Los siguientes tres días de la semana se pasaron como un borrón, entre reuniones, trabajo en la oficina y uno que otro recorrido por el Hotel-casino Orion, lo que mantuvo a Alessia con su mente ocupada en sus deberes, dejando así, de lado la tristeza que le acarreaba el no quedar embarazada.—Señorita Alessia, ¿va a salir? —preguntó Silvia, la recepcionista a la entrada del hotel.—Sí. Silvia, por favor, si alguien me llama, guarda la razón, que no quiero saber nada más de trabajo de acá al lunes. Mañana vienen mis sobrinos, por favor avísale al cambio de turno, para que estén pendientes de ellos y los dejen entrar. Ya sabes —le pidió con un leve tono de advertencia en su voz, pues no deseaba que volviera a suceder lo de la vez anterior, pues los habían anunciado como si fueran desconocidos y no parte de la familia dueña del lugar.—No se preocupe, que Bruce aprendió y no se volverá a equivocar —contestó la joven y mantuvo una sonrisa incómoda en su rostro.—Nos vemos, ten buena noche
—Eres una mujer interesante, Alessia —dijo él, mirándola con admiración.—Y tú eres un hombre misterioso, Noah. Quizás por eso hacemos buen equipo —respondió ella, sintiendo que el alcohol empezaba a afectarla un poco.La música, el ambiente y las risas les hicieron perder la noción del tiempo. Alessia notó que se estaban acercando cada vez más, sus risas resonando en la barra y sus miradas entrelazadas.—¿Te gustaría bailar? —preguntó Noah de repente, inclinándose hacia ella.Alessia asintió, dejando su copa vacía en la barra. Noah la tomó de la mano y la guió hacia la pista de baile. La música era vibrante y envolvente, y pronto se encontraron moviéndose al ritmo, sus cuerpos cada vez más cercanos.Las risas y los movimientos se volvieron más íntimos, sus manos se entrelazaron y sus miradas se volvieron más profundas. En un momento de valentía, Alessia se acercó aún más y sus labios se encontraron en un beso apasionado.El mundo a su alrededor se desvaneció mientras se perdían el un
Noah no demoró en llegar a la casa de Oscar, agradeció que la luz de la sala todavía estuviera encendida, lo que significaba que su amigo había llegado hace poco de su turno del trabajo, así que, solo dio algunos golpecitos en la puerta y Oscar no demoró en abrir la puerta.—Veo que la noche estuvo interesante —comentó Oscar con diversión, mientras escrutaba a Noah y una sonrisa se le marcó en su rostro—. Tienes cara de haber conocido a una mujer.—Cállate —contestó Noah y pasó por el lado de su amigo, para entrar al apartamento—. ¿Acabas de llegar? Ni siquiera sé qué hora es —comentó.—Son las tres de la madrugada —le informó Oscar y Noah abrió los ojos con sorpresa.—Será mejor que vayamos a descansar. Voy a ver a Charlie —se excusó Noah y Oscar asintió.—Descansa, yo iré con Nadia y mi pequeña —dijo Oscar en despedida y le dio una palmada suave en la espalda a su amigo—. Me alegra que te haya ido bien en tu salida de esta noche, así ya no me siento culpable por no haberte podido ac
—Chao, mi niño —se despidió Alessia del pequeño Scotty, que venía corriendo de vuelta a donde su tía, pues al ver a sus padres todo se le había olvidado por ir con ellos.—Chao, tía Ale —contestó él y le dio un beso húmedo en la mejilla.—Hola, preciosa —la saludó Gia y la abrazó con fuerza—. ¿Cómo se portaron mis pequeños?Annie y Tommy se rieron por la forma en la que su madre los llamaba, definitivamente, nunca dejarían de ser los pequeños de mamá.—Ellos muy bien, pero espero que ustedes se hayan portado mal —comentó Alessia con picardía, mientras miraba a su hermana y cuñado a los ojos.Gia se sonrojó y Stephen sonrió.—Oh, sí, de eso me aseguré —contestó él, haciéndola reír.—¡Papá! —gritaron al mismo tiempo Annie y Tommy, pues no deseaban saber detalles de lo que sus padres hicieran los fines de semana solos.—A mí no me dejan portarme mal —renegó Scotty y ahora los que se rieron fueron los hermanos mayores, mientras que sus padres se miraron sin saber qué decir.—No es verdad
—¿Qué sucedió con Corina? —le preguntó su hermano al teléfono, completamente, confundido, pues nunca había escuchado alguna queja de la mujer.Alessia respiró profundo y se dispuso a contarle todo lo sucedido y descubierto por Brandon, sabía que su hermano iba a insistir en denunciarla y no se equivocó, de hecho, él se ofreció a hacer todo el proceso, como abogado que era.—No, en estos momentos no quiero más problemas, ahora solo me interesa concentrarme en todos los eventos que vienen, además sabes bien que, por el cambio en la temporada, muchos de nuestros trabajadores se irán y necesitamos contratar nuevos; y se aproxima el cumpleaños de mamá —le recordó Ale a Paul.—¿Estás segura? Yo me haría cargo de todo —insistió él.—Sí, estoy segura, no le quiero dar más importancia de la que tiene, ahora necesito que me ayudes a contratar a alguien nuevo —le pidió.—Está bien, lo haré, más tarde paso por tu oficina. Te amo, Lessy.—Gracias, Paulie, te espero más tarde.Alessia colgó la llam
El tráfico estaba un poco congestionado, en especial, llegando a la bien concurrida y tradicional zona de casinos y hoteles de Las Vegas. Si no fuera porque Noah le solicitó al conductor que le avisara en la parada indicada por Oscar, él y Charlie habrían seguido derecho, pues las calles eran algo abrumadoras, muy diferentes a las de Aurora, su ciudad en Colorado.Charlie se aferró con fuerza de la mano de su padre y así caminaron hacia el gran edificio que se erguía ante sus ojos, con un gran letrero en el que se leía la palabra “ORION”.—¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó Silvia al ver a Noah con su hijo.—Buenas tardes, he venido a las entrevistas —respondió Noah, mirando a los lados, pues estaba un poco perdido.—Oh, el ingreso al casino es por la siguiente puerta, este es el ingreso al hotel —le anunció la joven.—Gracias, lamento la molestia —se excusó y salió con prisa.En menos de un minuto estaban frente a la entrada del casino, donde el vigilante lo observaba como si le hubie
Ale miró la hora en su celular. No supo en qué momento se hizo tan tarde, pero estaba agotada y todavía no había recibido noticias de su hermano. Definitivamente, sin un asistente no podría continuar por mucho tiempo, pues el trabajo se le duplicaba, así como la permanencia en cada documento.No alcanzó a salir de la oficina, cuando una llamada entró a su celular.—Hola, mami. ¿Cómo estás? —saludó Ale y suspiró con fuerza.—Hola, mi niña. ¿Día pesado? —le preguntó Alessandra con tono maternal.—No te lo imaginas.—Tu hermano algo me dijo. Ven a cenar a la casa, todos estaremos y te va a servir para distraer la mente, Paul dijo que quiere vernos a todos, además, es la despedida de Tommy y Annie.—Oh, no sabía que nos veríamos en familia, pero claro que iré, dame tiempo de bañarme y cambiarme. Me apuraré —contestó Ale y colgaron la llamada.El cansancio era grande, pero Alessia disfrutaba mucho el estar con su familia, además no veía a sus padres hace unas semanas y, así hubiera estado