Los siguientes tres días de la semana se pasaron como un borrón, entre reuniones, trabajo en la oficina y uno que otro recorrido por el Hotel-casino Orion, lo que mantuvo a Alessia con su mente ocupada en sus deberes, dejando así, de lado la tristeza que le acarreaba el no quedar embarazada.
—Señorita Alessia, ¿va a salir? —preguntó Silvia, la recepcionista a la entrada del hotel.
—Sí. Silvia, por favor, si alguien me llama, guarda la razón, que no quiero saber nada más de trabajo de acá al lunes. Mañana vienen mis sobrinos, por favor avísale al cambio de turno, para que estén pendientes de ellos y los dejen entrar. Ya sabes —le pidió con un leve tono de advertencia en su voz, pues no deseaba que volviera a suceder lo de la vez anterior, pues los habían anunciado como si fueran desconocidos y no parte de la familia dueña del lugar.
—No se preocupe, que Bruce aprendió y no se volverá a equivocar —contestó la joven y mantuvo una sonrisa incómoda en su rostro.
—Nos vemos, ten buena noche —se despidió de la recepcionista y salió por la puerta principal del hotel.
Esa noche pensaba darse un tiempo a solas, libre y lejos de todos, así que, decidió no llevar su auto, para no tener nada de qué preocuparse. Se subió al primer taxi frente al hotel y le pidió que fuera hacia la salida de la ciudad. En ese camino conocía un pequeño y agradable bar, que la hacía sentir diferente a como lo hacía al estar en la zona de casinos… en su casino.
Era relajante que nadie la conociera, así que, entró con paso seguro ante el bullicio de la gente, se había recogido su cabello y maquillado con unas sombras azules, que le hacían resaltar sus ojos claros y su blanca piel. Caminó hasta la barra sin saber qué bebida pedir, así que, le agradeció al barman cuando le ofreció el menú de bebidas.
La luz era malísima, casi no podía ver los nombres ni el contenido de los cocteles, así que, decidió que el guapo chico detrás de la barra le preparara la bebida que creyera fuera la indicada para ella. Con una sonrisa coqueta, él se dispuso a preparar un coctel con varios colores y densidades, al que cada vez que una de las luces alumbraba, dejaba ver lo llamativo que era.
—Acá tienes, espero no haber fallado en la petición —comentó el chico y le guiñó un ojo, ante lo que ella le respondió con una sonrisa y llevó la copa a sus labios, para darle un pequeño sorbo.
—¡Está muy rico! —gritó Alessia por encima del sonido de la música—, ¡aunque está fuerte! —Hizo una mueca, pero volvió a beber otro sorbo, alegrando al barman.
El chico parecía interesado en continuar la conversación, pero un grupo se acercó a la barra con peticiones específicas, que lo obligaron a volver a su labor y Alessia prefirió apartarse un poco, dándole espacio a los recién llegados.
La mirada de Ale recorrió todo el lugar, por alguna extraña razón y, aunque todas sus noches estaban rodeadas de un ambiente festivo y similar, siempre que iba a ese bar, sí lograba sentirse relajada y en plan divertido.
En la esquina de la barra, una que, por cierto, parecía muy oscura e inexistente por momentos, un hombre llamó su atención. Muchas cosas estarían pasando por su cabeza, pues la mirada fija en el vaso de cerveza frente a él, ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor, lo delataba. Ale se quedó mirándolo por un buen rato, mientras de sorbo en sorbo se acababa su coctel.
—¡Dame otro! —le pidió al barman y con una sonrisa le entregó la copa de vuelta.
—¿Igual? —preguntó el chico y ella asintió, sin importarle que su cabeza empezaba a estar un poco nublada.
El nuevo coctel no demoró en llegarle a sus manos y con esa misma prisa, empezó a beberlo, mientras seguía el movimiento de la mano del hombre, que agarraba el asa del vaso de cerveza y bebió un buen trago.
Ale no fue consciente del momento en el que se había levantado de su banca y caminó hacia el hombre, quien levantó la mirada, encontrándose los ojos verdes de este, con sus azules luceros.
—¿Todo bien? —le preguntó, dejando al hombre desconcertado.
—¿Te conozco? —Era raro tener una mujer a su lado, en especial tan preocupada por él, en un lugar lleno de desconocidos—. ¿Nos conocemos? —preguntó apenado, pues supuso que ella lo conocía de antes y él estaba pasando por la vergüenza de no reconocerla.
—No lo creo, solo que… ¿Está todo bien? —insistió.
—Oh, sí, solo estaba pensando y un poco abrumado, pues, soy nuevo en la ciudad —explicó.
Alessia sonrió, sintiendo una conexión instantánea con el desconocido. Algo en su mirada le transmitía una mezcla de tristeza y misterio que le resultaba intrigante.
—Entiendo. A veces es difícil adaptarse a un lugar nuevo —dijo Alessia, tomando otro sorbo de su cóctel—. ¿Quieres compañía? Siempre es mejor que beber solo.
El hombre la miró, sorprendido por su amabilidad. Asintió lentamente, y Alessia se sentó a su lado, colocando su copa sobre la barra.
—Soy Alessia, por cierto —se presentó, extendiendo la mano.
—Noah —respondió él, estrechando su mano con firmeza—. Encantado de conocerte, Alessia.
La conversación fluyó con facilidad. Hablaron sobre la ciudad, sus lugares favoritos y las pequeñas cosas que les hacían felices. Alessia omitió datos específicos de su trabajo en el hotel-casino y Noah compartió que había llegado para empezar un nuevo trabajo y dejar atrás un pasado complicado, pero no ahondó en explicaciones ni recuerdos.
—Suena como si hubieras tenido una vida interesante —comentó Alessia, interesada en saber más.
—Digamos que ha sido una montaña rusa —respondió Noah con una sonrisa melancólica—. Pero creo que este cambio me hará bien.
Alessia sintió un impulso de conocer más sobre este hombre misterioso, pero decidió no presionarlo. Ambos estaban buscando dejar de lado su pasado y sus motivaciones para cambiar. Así fuera por esa noche, él quería sentirse como “Noah”, no como “Noah el viudo”, “Noah el padre soltero”, “El pobrecito Noah” o “Noah el culpable” y tener a su lado a una mujer tan bella y chispeante lo ayudaba a recordar el hombre que alguna vez fue y que llevaba dormido en su interior un poco más de dos años.
—Eres una mujer interesante, Alessia —dijo él, mirándola con admiración.—Y tú eres un hombre misterioso, Noah. Quizás por eso hacemos buen equipo —respondió ella, sintiendo que el alcohol empezaba a afectarla un poco.La música, el ambiente y las risas les hicieron perder la noción del tiempo. Alessia notó que se estaban acercando cada vez más, sus risas resonando en la barra y sus miradas entrelazadas.—¿Te gustaría bailar? —preguntó Noah de repente, inclinándose hacia ella.Alessia asintió, dejando su copa vacía en la barra. Noah la tomó de la mano y la guió hacia la pista de baile. La música era vibrante y envolvente, y pronto se encontraron moviéndose al ritmo, sus cuerpos cada vez más cercanos.Las risas y los movimientos se volvieron más íntimos, sus manos se entrelazaron y sus miradas se volvieron más profundas. En un momento de valentía, Alessia se acercó aún más y sus labios se encontraron en un beso apasionado.El mundo a su alrededor se desvaneció mientras se perdían el un
Noah no demoró en llegar a la casa de Oscar, agradeció que la luz de la sala todavía estuviera encendida, lo que significaba que su amigo había llegado hace poco de su turno del trabajo, así que, solo dio algunos golpecitos en la puerta y Oscar no demoró en abrir la puerta.—Veo que la noche estuvo interesante —comentó Oscar con diversión, mientras escrutaba a Noah y una sonrisa se le marcó en su rostro—. Tienes cara de haber conocido a una mujer.—Cállate —contestó Noah y pasó por el lado de su amigo, para entrar al apartamento—. ¿Acabas de llegar? Ni siquiera sé qué hora es —comentó.—Son las tres de la madrugada —le informó Oscar y Noah abrió los ojos con sorpresa.—Será mejor que vayamos a descansar. Voy a ver a Charlie —se excusó Noah y Oscar asintió.—Descansa, yo iré con Nadia y mi pequeña —dijo Oscar en despedida y le dio una palmada suave en la espalda a su amigo—. Me alegra que te haya ido bien en tu salida de esta noche, así ya no me siento culpable por no haberte podido ac
—Chao, mi niño —se despidió Alessia del pequeño Scotty, que venía corriendo de vuelta a donde su tía, pues al ver a sus padres todo se le había olvidado por ir con ellos.—Chao, tía Ale —contestó él y le dio un beso húmedo en la mejilla.—Hola, preciosa —la saludó Gia y la abrazó con fuerza—. ¿Cómo se portaron mis pequeños?Annie y Tommy se rieron por la forma en la que su madre los llamaba, definitivamente, nunca dejarían de ser los pequeños de mamá.—Ellos muy bien, pero espero que ustedes se hayan portado mal —comentó Alessia con picardía, mientras miraba a su hermana y cuñado a los ojos.Gia se sonrojó y Stephen sonrió.—Oh, sí, de eso me aseguré —contestó él, haciéndola reír.—¡Papá! —gritaron al mismo tiempo Annie y Tommy, pues no deseaban saber detalles de lo que sus padres hicieran los fines de semana solos.—A mí no me dejan portarme mal —renegó Scotty y ahora los que se rieron fueron los hermanos mayores, mientras que sus padres se miraron sin saber qué decir.—No es verdad
—¿Qué sucedió con Corina? —le preguntó su hermano al teléfono, completamente, confundido, pues nunca había escuchado alguna queja de la mujer.Alessia respiró profundo y se dispuso a contarle todo lo sucedido y descubierto por Brandon, sabía que su hermano iba a insistir en denunciarla y no se equivocó, de hecho, él se ofreció a hacer todo el proceso, como abogado que era.—No, en estos momentos no quiero más problemas, ahora solo me interesa concentrarme en todos los eventos que vienen, además sabes bien que, por el cambio en la temporada, muchos de nuestros trabajadores se irán y necesitamos contratar nuevos; y se aproxima el cumpleaños de mamá —le recordó Ale a Paul.—¿Estás segura? Yo me haría cargo de todo —insistió él.—Sí, estoy segura, no le quiero dar más importancia de la que tiene, ahora necesito que me ayudes a contratar a alguien nuevo —le pidió.—Está bien, lo haré, más tarde paso por tu oficina. Te amo, Lessy.—Gracias, Paulie, te espero más tarde.Alessia colgó la llam
El tráfico estaba un poco congestionado, en especial, llegando a la bien concurrida y tradicional zona de casinos y hoteles de Las Vegas. Si no fuera porque Noah le solicitó al conductor que le avisara en la parada indicada por Oscar, él y Charlie habrían seguido derecho, pues las calles eran algo abrumadoras, muy diferentes a las de Aurora, su ciudad en Colorado.Charlie se aferró con fuerza de la mano de su padre y así caminaron hacia el gran edificio que se erguía ante sus ojos, con un gran letrero en el que se leía la palabra “ORION”.—¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó Silvia al ver a Noah con su hijo.—Buenas tardes, he venido a las entrevistas —respondió Noah, mirando a los lados, pues estaba un poco perdido.—Oh, el ingreso al casino es por la siguiente puerta, este es el ingreso al hotel —le anunció la joven.—Gracias, lamento la molestia —se excusó y salió con prisa.En menos de un minuto estaban frente a la entrada del casino, donde el vigilante lo observaba como si le hubie
Ale miró la hora en su celular. No supo en qué momento se hizo tan tarde, pero estaba agotada y todavía no había recibido noticias de su hermano. Definitivamente, sin un asistente no podría continuar por mucho tiempo, pues el trabajo se le duplicaba, así como la permanencia en cada documento.No alcanzó a salir de la oficina, cuando una llamada entró a su celular.—Hola, mami. ¿Cómo estás? —saludó Ale y suspiró con fuerza.—Hola, mi niña. ¿Día pesado? —le preguntó Alessandra con tono maternal.—No te lo imaginas.—Tu hermano algo me dijo. Ven a cenar a la casa, todos estaremos y te va a servir para distraer la mente, Paul dijo que quiere vernos a todos, además, es la despedida de Tommy y Annie.—Oh, no sabía que nos veríamos en familia, pero claro que iré, dame tiempo de bañarme y cambiarme. Me apuraré —contestó Ale y colgaron la llamada.El cansancio era grande, pero Alessia disfrutaba mucho el estar con su familia, además no veía a sus padres hace unas semanas y, así hubiera estado
Noah despertó temprano, tenía que llevar a Charlie a su primer día de escuela, solo esperaba que las cosas salieran bien, porque si las cosas no habían sido fáciles para él, para su pequeño, mucho menos; había perdido a su mamá, su casa, la estabilidad, su padre y abuelos peleaban cada vez que se veían y ahora empezaba en una nueva escuela, marcando un futuro incierto.—Charlie, despierta o llegaremos tarde —lo llamó por tercera vez y el pequeño seguía sin hacer caso, solo emitió un quejido y se enrolló más entre la cama.Noah se rio y con pasos suaves caminó hasta la cama, se acostó al lado de su hijo y empezó a hacerle cosquillas, que terminaron en una carcajada estruendosa por todo el apartamento de Oscar. —Silencio, silencio —le pidió Noah a su hijo, mientras dejaba de molestarlo—, vamos a despertar a la bebé. Shhhh. —Puso su dedo índice sobre sus labios y Charlie se tapó la boca, para no hacer más ruido. —Buenos días, papito —susurró el pequeño. —Buenos días, mi niño. ¿Listo p
El corazón de Ale quedó martillando con fuerza dentro de su pecho, nada la preparó para ver a Noah nuevamente, mucho menos, en su casino. Si su hermano lo había llamado, ¿era parte del nuevo personal contratado?—¿Sucede algo? —preguntó Norman, quien había comentado algo, pero no recibió respuesta de Alessia.—¿Qué? —interrogó confundida, mientras sacudió su cabeza y lo miró—. Perdón, me distraje pensando en algo, será mejor que sigamos con el recorrido —comentó determinada y se dio la vuelta con paso seguro, pero no pudo evitar voltear hacia la oficina de su hermano, por si veía a Noah salir, pero apenas hace unos segundos había entrado.Salieron del casino y se dirigieron a la parte del hotel, primero Alessia le presentó al personal de la recepción y a los vigilantes, pues necesitaba que se conocieran y no tuvieran inconvenientes, después fueron hacia las oficinas.—Este será tu puesto de trabajo, mi oficina es esa de ahí, cualquier cosa que necesite, señor Harris, se comunica por el